Pues nada, de nuevo a la palestra el delirio y el esperpento. Parece ser que en el Senado español, una institución que no se sabe muy bien para qué sirve, han puesto precio a la incomunicación: 350.000 euros anuales. La traducción del catalán, el gallego y el euskera a la lengua de la Hispanidad ha provocado situaciones variopintas con gran movimiento de pinganillos. Ante esta situación tragicómica surge la necesidad de un Estado central y unicameral.
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