Defensa de la Tesis Doctoral de Santiago Armesilla

A continuación podrán ver y escuchar la lista de reproducción de la defensa de mi tesis doctoral «Trabajo, utilidad y verdad: la influencia de las técnicas y tecnologías de investigación operativa en la conformación de los precios comerciales y su impacto en las teorías del valor. Un análisis comparado desde la teoría del cierre categorial«, realizada el pasado miércoles 9 de abril en el Salón de Grados de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. La tesis fue defendida ante un Tribunal formado por D. Carlos Berzosa Alonso-Martínez, Dª Cristina García Fernández, D. Juan Pablo Mateo Tomé, D. José Andrés Fernández Leost y D. Vicente Caballero de la Torre, y calificada con Sobresaliente Cum Laude por Unanimidad. La tesis, dirigida por Diego Guerrero Jiménez, me ha permitido ser Doctor por la Universidad Complutense de Madrid en el programa de Economía Política y Social en el Marco de la Globalización (RD778) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Debajo del vídeo podrán leer el texto base preparado para la defensa de mi tesis doctoral.

[NOTA: Todas las imágenes y fórmulas que aparecen aquí están también presentes en la Tesis Doctoral, la cual será publicada en el repositorio de tesis doctorales de la Universidad Complutense de Madrid, disponible on-line para todo aquel que la quiera consultar, como todas las tesis que reciben la calificación de Sobresaliente Cum Laude. Por lo que el uso de lo dicho aquí equivaldrá a citar la tesis doctoral y será obligatorio debido al tipo de licencias de propiedad intelectual el citar al autor de la misma y a la tesis. Para ver las imágenes más grandes se recomienda pinchar sobre ellas con el botón izquierdo del ratón].
Estimados miembros del Tribunal Evaluador de mi Tesis Doctoral:
Ante todo, quiero expresarles mi gratitud por haber aceptado formar parte del mismo y por haber aceptado también el evaluar mi propuesta investigadora doctoral, fruto de casi cuatro años de trabajo desde que acabé los cursos de doctorado, agradeciéndoles su generosidad y su tiempo, así como las aportaciones críticas que tras mi exposición realizarán, las cuales, sin duda, me ayudarán a profundizar en el futuro en aquellas cuestiones que, a mi juicio, hayan podido abrirse a partir de mi investigación.
También quisiera en este momento expresar mi gratitud a mi director, el profesor Diego Guerrero Jiménez, por haber aceptado dirigir mi tesis doctoral y mi tesina anterior, esbozo de lo que luego ha sido mi tesis. También quiero agradecer al Departamento de Economía Aplicada V de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid el haber aceptado mi propuesta de investigación doctoral. Y, por supuesto, agradecer la presencia en este acto a mis familiares, amigos y otros interesados que se encuentran hoy aquí.
Desde que inicié en el año 2005 mis lecturas sobre las teorías del valor económico y hasta el día de hoy, la constante ha sido el enfoque interdisciplinar que ha entretejido mi aproximación a esta cuestión. Un enfoque que, como he tratado de explicar en mi tesis, no es solo particular mío, sino mucho más común de lo que pueda parecer a simple vista. Pues aunque en apariencia el debate sobre las teorías del valor es «materia de economistas», lo cierto es que el entretejimiento dialéctico y polémico de conceptos de diversas disciplinas científicas, tanto formales como naturales y humanas, así como el papel del análisis de las ideas desprendidas de este entretejimiento dialéctico, ideas que son propias del campo de análisis de la filosofía, hace necesario que en el debate histórico existente entren, y puedan y deban entrar, no solo economistas, sino también sociólogos, antropólogos, historiadores, politólogos (como es mi caso) y filósofos debido a la cogeneridad de todas estas disciplinas sin negar sus esenciales diferencias.
La presentación que a continuación comenzaré a realizar está dividida siguiendo el mismo orden de exposición, resumido, de la tesis doctoral en su división en capítulos. Comenzaré con una introducción acerca de la limitación de la cuestión investigada y el por qué del enfoque escogido, especificando los objetivos de la misma y las hipótesis de partida, además de la metodología investigativa y expositiva escogida y su influencia en la estructura capitular de la investigación. Una vez explicado esto comenzaré por exponer los puntos centrales que han guiado esta tesis doctoral de manera coherente con el marco teórico y la metodología empleados en la misma:
1) Comenzaré por exponer por qué desde el marco teórico del materialismo filosófico, científico, económico y político de Gustavo Bueno las distintas disciplinas científicas, en particular la Economía Política, surgen del entretejimiento de técnicas previas, de tecnologías y de la dialéctica con otras ciencias.
2) Seguidamente profundizaré en el marco antropológico-histórico de esta conformación hasta llegar al desarrollo e implantación de la investigación operativa como tecnología de vital importancia en el campo económico.
3) Después trataré de exponer la relación entre esta conformación histórica y las dos teorías del valor económico analizadas: la de la utilidad marginal y la del valor-trabajo.
4) Procederé después al análisis filosófico (gnoseológico) comparado de ambas teorías del valor desde las coordenadas de la teoría del cierre categorial, la teoría de la ciencia del materialismo bueniano, lo que conllevará tanto una clasificación gnoseológica, científica, de ambas teorías del valor y una toma de partido por la teoría del valor-trabajo como más cerrada en terminología gnoseológica y, por consiguiente, más propia del campo económico y de la Razón económica entendida desde la idea de cierre categorial que la utilidad marginal.
5) Finalmente, y debido a la inseparabilidad de la teoría del valor-trabajo en su expresión marxiana del materialismo histórico y dialéctico de Marx y Engels, procederé a exponer brevemente las pautas que, ya sugeridas por Bueno, supondrían una «vuelta del revés» de esos materialismos de corte marxista en sentido genérico, necesaria para realizar una revisión crítica desde nuestras coordenadas de la teoría del valor-trabajo tal y como hasta ahora se conoce.
Introducción:
Los campos propios de las llamadas «ciencias humanas», y el de la Economía Política en particular, es un campo movedizo, en tanto la apariencia de consenso normativo académico sobre ciertas cuestiones no siempre es tal, y no siempre implica la verdad material de esa apariencia normativamente consensuada. Dilucidar el grado de verdad de toda teoría conceptual propia de las «ciencias humanas» requerirá una metodología rigurosa de investigación que, necesariamente, desborda el campo propio de la disciplina donde esas verdades se conforman, haciendo necesario un análisis interdisciplinar que incluye tanto la disciplina de referencia como la dialéctica con otras cogenéricas además del análisis filosófico.
En el caso de las teorías del valor, el status questionis sobre la verdad científica de ambas, acerca de qué conforma realmente los precios comerciales, o cuál es el eje sobre el que oscila dicha conformación, desborda el campo de la Economía Política en general y de la microeconomía en particular ya desde la Grecia clásica cuando tanto Platón como Aristóteles se preguntaban sobre el valor (los valores) de las cosas fabricadas por los hombres y para los hombres, para la sociedad, para la Polis. A día de hoy, el debate sigue vivo a pesar de que haya una teoría que domine claramente en los ámbitos académicos propios de la Economía Política, al menos en el confusamente llamado «mundo occidental capitalista». Y sigue vivo, precisamente, porque no es una mera cuestión académica económica.
Y este desbordamiento analítico vino acompañado de un desbordamiento metodológico en el análisis de la cuestión, y de ahí el escoger la teoría del cierre categorial del materialismo filosófico de Gustavo Bueno como marco teórico de investigación. Pues ambas teorías del valor partían de una concepción investigativa profundamente filosófica como es la epistemológica. La epistemología, según Gustavo Bueno, sin negar su importancia y objetiva utilidad a la hora de permitir análisis empíricos de toda clase, reduce todo análisis a una mera relación subjetual entre el sujeto que estudia y el objeto estudiado. Sin embargo, la teoría del cierre categorial no sería una mera teoría epistemológica, pues lo asume al tiempo que lo desborda no siendo una teoría bimembre (sujeto-objeto) sobre la verdad científica, sino trimembre, tridimensional. Los tres elementos de esta teoría circularista de la ciencia son la materia analizada y raíz y núcleo de toda disciplina, la forma en que es analizada, tratada y conformada dicha materia (el cuerpo de la disciplina) y la verdad resultante de dicha conformación, una verdad siempre objetiva, concreta, histórica y con un curso dialéctico en el caso de que haya cierre independiente de las operaciones que la conformaron.
Esta gnoseología circularista requiere una metodología de trabajo que el materialismo filosófico define como geométrica (según Bueno, el materialismo filosófico en particular y la filosofía en general, es una «geometría de las ideas»), quirúrgica (que estudia las concatenaciones objetivas que permiten construir una disciplina científica), dialéctica, histórica y escolástica (de descripción de los hechos de base tanto ontológica como gnoseológica, estudiando las técnicas y tecnologías que han permitido la racionalización de las relaciones de producción, de la Razón económica y su campo propio y la crítica consecuente de la realidad estudiada).
1)
La premisa de partida del materialismo científico de Bueno es que las ciencias naturales, formales y humanas, surgen de técnicas y tecnologías previamente desarrolladas, de las que derivan necesaria pero no forzosamente, y a su vez las ciencias permiten el surgimiento de nuevas tecnologías, todo ello en una dialéctica mutua de conformación de campos determinados, pues según la teoría del cierre categorial, las disciplinas científicas no tienen objetos de estudio, sino campos de estudio. Campos fruto de un complejo entretejimiento institucional gracias a las operaciones organizadas de sujetos corpóreos, gnoseológicos, en cada campo. Por ejemplo, la Geometría procede de las tecnologías de agrimensores o de albañiles, la Química de las técnicas de metalúrgicos y tintoreros, la Lingüística de las técnicas y tecnologías de escribas o traductores En el caso de la Economía Política, son sujetos gnoseológicos de la misma, tanto los economistas (la Economía Política académica) como los sujetos de la Economía Política mundana, a saber: trabajadores tanto en la época de la manufactura como de la gran industria, empresarios, consumidores, propietarios, contables, funcionarios de aduanas, terratenientes, etc. El surgimiento de las ciencias categoriales, salvo la Geometría, es contemporáneo en la Historia a lo que Bueno denomina «inversión teológica» de la metafísica moderna de Leibniz, Malebranche o Descartes en la Mecánica clásica de Newton y en la Economía Política de William Petty, François Quesnay o Adam Smith. Y no puede entenderse esa «inversión teológica» sin el marco histórico fundamental para entender el surgimiento de las ciencias categoriales modernas y contemporáneas, junto con la Economía Política: el contexto moderno de dialéctica de Imperios y de diversas políticas mercantilistas entre los siglos XVI y XVIII, en los cuales, y hasta el presente, los diversos aparatos científicos, los diversos relatores gnoseológicos, son al mismo tiempo productos mercantiles intercambiables dentro de cada sociedad política y a nivel universal. Una prueba del entretejimiento esencial entre el campo económico, la técnica, la tecnología y las diversas disciplinas científicas.
En este contexto histórico se conforma el campo económico y la Razón económica. La constitución de la Razón económica, según Gustavo Bueno, requiere un análisis de la misma que permita tanto entender esa misma constitución así como su curso, y sus antecedentes, por lo que una teoría antropológia de las instituciones y una teoría de las categorías de la Economía Política será necesaria para ello. De ahí que Bueno elabore una tabla que resuma esta conformación histórica racional:
Esta tabla trata de condensar las categorías que, históricamente, han conformado el campo económico y su racionalidad. En ella pueden verse representados los sujetos como números 1, 2, 3, 4, …, n enclasados en clases sociales (o clases de clases, de consumidores, de productores, etc.) A, B, etc., dentro de un Estado, E, todo ello dentro del marco de las relaciones de producción a las que corresponde el consumo o demanda. También se ven representados los bienes con letras a, b, c, d, …, m, agrupados en clases de bienes I, II, etc., clasificación de sus valores de uso objetivos, concretos e históricos como veremos luego, y de la que se ocupa la merceología (también se les clasifica según sus valores económicos), representando el conjunto de la riqueza nacional, R, todo ello dentro del marco de las fuerzas de producción, a las que corresponde la distribución u oferta. Y todas estas categorías interrelacionadas circularmente (la rotación recurrente) a través de la institución dinero, D.
2)
La categorización de los términos, operaciones y relaciones de la Razón económica conlleva tener en cuenta tres ideas clave: a) la idea de composibilidad de factores en el campo económico como elemento fundamental de la Razón económica más allá de la escasez o abundancia de recursos, episodios ambos de la composibilidad; b) la idea de rotación recurrente como elemento dinámico, espacio-temporal e histórico de dicha composibilidad; y c) la reconstrucción, a partir de esta categorización de la racionalidad institucional del campo económico, en progressus hacia el pretérito, de la progresiva conformación de dicha racionalidad, tanto en lo macro como en lo microeconómico, hasta el presente, en regressus. Esta reconstrucción requiere ver la relación existente entre técnica y manufactura y entre tecnología y maquinaria industrial que es indispensable comprender para, por un lado, entender la racionalización económica del tiempo en que los sujetos componen factores en el campo económico, y por otro la evolución que dicha composibilidad de factores espacio-temporales ha llevado a la institucionalización de la investigación operativa como disciplina tecnológica esencial para comprender el campo económico del presente.
 La relación técnica-manufactura y la relación tecnología-maquinaria es ampliamente tratada por Marx en el Tomo I de El Capital, respectivamente en los capítulos XII y XIII de la Sección Cuarta. Esa evolución dialéctica de la manufactura a la maquinaria que Marx analiza nosotros la relacionamos con la raíz técnica y tecnológica de las disciplinas científicas que afirma la teoría del cierre categorial. Definimos la técnica como el conjunto de procedimientos bien definidos y transmisibles a otros sujetos, destinados a producir resultados socialmente útiles, sin presumir las ciencias categoriales previamente dadas. Por su parte, la tecnología puede definirse como el estudio de procedimientos técnicos referidos a sus relaciones con el desarrollo de la Civilización y de las sociedades políticas modernas que la integran. Las instituciones técnicas y tecnológicas, para poder tener un carácter circular y recurrente que encaje con la racionalidad del campo económico, han de tener ciertas características: 1) su estructura ha de ser hilemórfica; 2) han de ser unidades culturales objetivas; 3) han de ser recurrentes y codeterminables entre sí; 4) han de ser racionales, pues si el hombre es un animal racional lo es por ser un animal institucional; 5) han de ser normativas, tener respetabilidad, y ser repetibles; y 6) han de tener una condición axiológica, como valores o contravalores, no son neutras ni susceptibles de recibir valores sobreañadidos. Tan institución, según el materialismo antropológico, son una lanza de flecha como un misil balístico, aunque la primera es producto de la técnica-manufactura y el segundo de la tecnología-maquinaria y las ciencias.
La racionalidad de las instituciones y su conformación histórica permitió la cooperación (que Marx trata en el capítulo XI del Tomo I de El Capital) en materia productiva, y esta cooperación permitió, a su vez, el entretejimiento en diversos conjuntos complejos de instituciones categoriales, antropológicos, económicos (los mercados) y políticos (los Estados), el desarrollo de las relaciones, fuerzas y modos de producción diversos, y el entretejimiento entre instituciones que dio lugar al paso de la técnica-manufactura a la tecnología-maquinaria, la cual incorporó instituciones manufactureras en su desarrollo presentes hasta hoy día.
En este complejo entretejimiento institucional cumple un papel fundamental la racionalización del tiempo de las operaciones tanto económicas como vitales-mundanas de las sociedades. Marx señaló la importancia del reloj como institución clave del campo económico. Ya en los tiempos de la técnica-manufactura medievales, aunque con antecedentes en la Antigüedad, los relojes se convirtieron en relatores soporte entre los términos operados en cada campo técnico, tecnológico y científico, que permite conjugar operaciones analíticas y sintéticas en la conformación de campos institucionales como todos aquellos en que interviene el trabajo humano organizado.
Un acontecimiento clave para entender la ordenación espacio-temporal de las operaciones del trabajo humano cooperativo en los comienzos de la conformación de las relaciones de producción se produjo en la Alta Edad Media, cuando la Iglesia Católica organizó los tiempos de oración partiendo de aparatos técnicos mecánicos que sustituyeron a centinelas previos, y que permitió la coordinación de los tiempos de oración durante el día con los tiempos de trabajo. Algunas órdenes monacales como la cisterciense se organizaron gracias a ello en clave empresarial, lo que les permitió ser de las primeras instituciones importantes en la producción y explotación del carbón en la Edad Media. Con el tiempo estos avances técnicos y tecnológicos se fueron perfeccionando al tiempo que se secularizaban, y así los relojes de los campanarios permitieron la organización del tiempo de trabajo de clérigos y de laicos, y la organización de una movilización de recursos cada vez mayor a medida que avanzaban la manufactura y la maquinaria de la Edad Media a la Moderna, con el Descubrimiento de América y la extensión de las rutas comerciales oceánicas como marco macroeconómico fundamental. La organización del tiempo de trabajo fue esencial también en la especialización de la fuerza de trabajo y en la organización de recursos de materias primas, herramientas y dinero por parte de unos Estados que cada vez adquirían mayor poder.
Todo ello permitió asentar las bases del posterior desarrollo de la investigación operativa, que nació a comienzos del siglo XX, aplicada al desarrollo de técnicas y tecnologías bélicas, como un conjunto de metodologías homologadas donde confluyen procesos de composibilidad de factores de diversas ramas de las relaciones de producción con vistas a la consecución de procesos operativos de diversos proyectos. Lo que la investigación operativa permite es que las instituciones económicas sean recurrentes, estables y perseveren en su ser tratando de cumplir objetivos e incluso superarlos, esto es, reducir tiempo y costes en su finalización. Existen diversos géneros y especies de canon de metodologías de investigación operativa, que quedan resumidos en esta tabla:
3)
Toca ahora ver la influencia de todo esto en las teorías del valor. En lo que respecta a la teoría de la utilidad marginal, de ella derivaría la función de utilidad que, según la economía neoclásica dominante, sería necesaria para conformar el dibujo geométrico de la curva de demanda, lo que equivale a decir que la utilidad conduce a la ley de la demanda, determinando los precios comerciales. La función de utilidad trataría de mensurar la «utilidad» o «satisfacción» que el consumidor obtiene al adquirir un bien. Tradicionalmente, se piensa que la utilidad determinaría directamente el valor, quedando el trabajo como un determinante indirecto, variando la utilidad dependiendo de la cantidad de mercancía que haya en poder de un consumidor. La utilidad individual de la última unidad adicional consumida de un bien determinado determinaría la demanda individual de ese bien y, junto con la influencia de la oferta, determina los precios de mercado de ese bien. Ello se representaría tradicionalmente así:
La teoría no ha dejado de evolucionar nunca, desde la precursora teoría de la esperanza moral del suízo Daniel Bernouilli en su obra de 1783 «Exposición de una nueva teoría de la medición del riesgo«, hasta la teoría general axiomática de la elección de Vivian Walsh («Introducción a la microeconomía contemporánea«, 1974) que trata de elaborar una teoría matemática de la elección de los consumidores obviando la producción física de las mercancías, pasando por los desarrollos decimonónicos británicos de William Foster Lloyd, Samuel Mountifort Longfield, Richard Jennings, William Edward Hearn o austriacos de Rudolf Auspitz, Richar Lieben o Friedrich von Wieser, padre del término. Pero es a partir de 1871 y las obras de William Stanley Jevons, Carl Menger, fundador de la Escuela Austriaca y León Walras cuando la teoría de la utilidad marginal recupera la importancia perdida de antaño.
Desde 1871 hasta hoy se han desarrollado diversas variantes de esta teoría, además de la ya mencionada teoría general axiomática de la elección de Walsh. La primera, la utilidad cardinal, que trata directamente de medir el grado final de utilidad, siendo Alfred Marshall en sus «Principios de Economía Política» de 1890 quién más se aproximó a la idea de cierre de la teoría de la demanda al relacionar la utilidad marginal con el dinero que el consumidor «estaba dispuesto a pagar por un bien», objetivando lo aparentemente subjetivo, y poniendo las bases del concepto posterior del efecto-precio.
La segunda variante sería la utilidad ordinal, que trata de superar los problemas de medibilidad de la utilidad, proponiendo fórmulas de escalabilidad de preferencias individuales de los consumidores negando que sea esencial medir la utilidad marginal, sustituyendo la idea cardinalista de utilidad marginal decreciente por el de relación marginal de sustitución decreciente. Al final, esta variante, no obstante, tiene que recurrir a la base que las funciones de utilidad cardinal asentaron porque no pueden dejar de recurrir al efecto-precio antes mencionado para hallar la demanda.
La tercera variante sería la propugnada por Paul Samuelson en sus escritos «A note on the pure theory of consumer’s behaviour» de 1938 y «Foundations of economic analysis» de 1948. La teoría de la preferencia revelada supone el paso del subjetivismo idealista de las dos anteriores a una elaboración más conductista acerca del comportamiento del consumidor en los mercados que, al elegir, revela preferencias de consumo, siendo estas preferencias reveladas el fundamento de la demanda comercial, siendo siempre consistente en sus elecciones.
Las críticas a la teoría de la utilidad marginal existen prácticamente desde sus inicios. Hemos querido destacar las realizadas por Joan Robinson, que se refiere a la teoría como un «concepto metafísico de circularidad inexpugnable: utilidad sería la cualidad en los bienes que hace que los individuos quieran comprarlos, y el hecho de que los individuos deseen adquirirlos demuestra que tienen utilidad». Esta idea de Robinson se relaciona en parte con otros grandes críticos de la utilidad marginal como John A. Hobson, quien retoma el marginalismo sin utilitarismo de Antoine de Augustine Cournot y critica la idea de productividad marginal generada por el consumo de Marshall asociándola a la producción. También hay que mencionar al austriaco Othmar Spann, que negó el individualismo metodológico como método empírico de análisis y a la utilidad marginal como fundamento de valor económico. Y a Thorstein Veblen, que criticó el carácter estático de la teoría de la utilidad marginal y su teoreticismo. Hemos de señalar la esencial importancia de la crítica que a esta teoría realizó Max Weber en su texto de 1908 «Marginal utility theory and the ‘fundamental law of psychophisics’«. Weber considera que no son los deseos subjetivos, sino las necesidades sociales objetivas el fundamento ontológico real de toda teoría de la demanda, y admite la influencia de ideas psicologistas en la teoría pero niega que pueda reducirse a una teoría de estímulos como la de Weber-Fechner. Si las necesidades sociales humanas se satisfacen mediante el consumo limitado de mercancías, si se piensa que el aumento del consumo y de la productividad de bienes que cubren esas necesidades hace aumentar la satisfacción de los consumidores y que los sujetos hacen constantes cálculos para actuar respecto a la limitación cuantitativa de bienes, entonves sí se cumpliría la teoría de la utilidad marginal, pero no está claro para Weber que estas tres condiciones se cumplan en integridad nunca. Para Weber, la teoría de la utilidad marginal trata de la acción humana (el homo oeconomicus) del nacimiento a la muerte, haciendo del sujeto humano un calculador comercial de sus necesidades y de los bienes aparentemente disponibles a su alcance, un «empresario de sí» (un «alma mercante») en lo cuantitativo y lo cualitativo, pues subjetiva y objetiva casi a voluntad todas sus decisiones. Esto conlleva una idea del hombre y del Mundo que no es meramente económica, ni psicológica-psicologista, sino sobre todo filosófica, en sentido idealista, subjetivista e individualista (rozando el solipsismo).
Por su parte, al analizar la teoría del valor-trabajo en nuestra investigación, consideramos que, además de tener un origen técnico-tecnológico evidente, sigue una tradición analítica que se remonta a Aristóteles y su teoría del justo precio y del «valor intrínseco» de los bienes, al relacionar los precios con la idea de virtud, alcanzable mediante el hábito, y como fin de la acción moral del hombre. Las necesidades para Aristóteles se justificaban y verificaban en la comunidad, pues la producción de cosas y la necesidad de tener las cosas que otros miembros de la comunidad producen sería el lazo fundamental de unión de la Polis. Aristóteles expresa estas ideas en su Ética a Nicómaco y en Política (Libro Primero, Capítulos III –De la adquisición de los bienes– y IV –Consideración práctica sobre la adquisición de los bienes-), y afirma que todo bien y toda propiedad tiene un valor especial, íntrínseco a la cosa, que Marx asociaría al valor de uso, y un valor de cambio (el precio comercial) que permite, gracias al dinero, verificar un intercambio comercial justo, el justo precio. Estas ideas aristotélicas pasarían a la escolástica medieval de Santo Tomás de Aquino, y española moderna. Representantes de la Escuela de Salamanca como Luis de Molina afirmaría que el justo precio sería el intercambio simple de mercancías sin la ganancia de los intercambios habituales en el mercado, o lo que es lo mismo, el intercambio simple de mercancías. Al llegar estas ideas a Marx, su teoría del valor-trabajo permitió pasar del intercambio simple al intercambio complejo incluyendo los precios de producción (costes de producción más ganancia media). Hemos elaborado un esquema gráfico dialéctico microeconómico en nuestra tesis doctoral que tenga en cuenta esta influencia «gravitatoria» entre costes y precios en el valor, que posibilite ver la complejidad de los movimientos microeconómicos tratados por la teoría del valor-trabajo. En ella se tratan el valor-trabajo o coste de producción, el precio de producción y el precio comercial en sus subidas y bajadas e interdependencia mutua, el marco de las relaciones de producción que sirven de hilo donde se plasman estos nudos nucleares de cristalización gnoseológica, así como la distribución del trabajo social, la distribución del capital, la demanda basada en el efecto-precio, la ganancia media, la productividad media total y el tiempo, quedando como sigue:

Si las condiciones objetivas de las relaciones de producción condicionan la transformación de costes a precios de producción, la interpretación de la teoría del valor de Marx que realiza Isaac Ilich Rubin nos permite en nuestra investigación estudiar otra de las ideas-fuerza que la teoría del valor-trabajo marxiana puede sustentar: la teoría del valor-trabajo no es una mera teoría sobre los costes de producción, o sobre la conformación de los precios, sino sobre las relaciones de producción, que son básicamente relaciones entre personas a través de cosas producidas por esas mismas personas, en un marco político y económico muy concreto, el del Estado y sus mercados nacionales en interrelación con otros Estados y mercados nacionales e internacionales. En sus «Ensayos sobre la teoría marxista del valor» de 1924, relaciona este circularismo económico de la teoría del valor de Marx con una concepción tanto económica como sociológica y política (nosotros añadimos filosófica) de la conformación y funcionamiento de las sociedades políticas, en la cual, la teoría del fetichismo de la mercancía tiene un papel fundamental, pues en esas relaciones entre personas a través de cosas esas mismas cosas adquieren características originadas en esas mismas relaciones sociales que se toman como originarias e intrínsecas de las mismas, transformándose en cosas personificadas, y siendo, en sentido inverso, las personas cosificadas.
El estudio de las relaciones de producción en Rubin a través de la teoría del valor-trabajo en Marx le permite tener en cuenta estas bases técnicas, tecnológicas y científicas para postular la transformación de la ecuación de oferta y demanda, basando la demanda en el efecto-precio y la oferta en una oscilación entre costes, precios de producción y precios comerciales que obligaría a trasformar la ecuación de oferta y demanda y, con ella, el dibujo geométrico tradicional de las curvas de demanda y oferta representando una evidente asimetría entre ambas curvas y una muy reducida elasticidad en la curva de oferta que quedaría así tras un proceso de triple transformación de la misma desde su origen tradicional a una reducción de la misma a unos costes-precios mínimos y máximos que no pueden racionalmente sobrepasarse ni por arriba ni por abajo:
En esta línea, la teoría del valor-trabajo objetiviza el «valor intrínseco» de las mercancías, su valor de uso, remitiendo a la merceología como disciplina técnica-tecnológica de estudio de este tipo de valores objetivos, concretos e históricos. Hoy día, la merceología como disciplina está internacionalmente consensuada merced al Sistema Armonizado de Descripción y Codificación de Mercancías desarrollado por la Organización Mundial de Aduanas. Dicho sistema se representa como sigue:
4)
Al analizar la cientificidad de ambas teorías del valor teniendo en cuenta el marco técnico-tecnológico de la investigación operativa y su conformación histórica, tenemos que negar como demostraciones empíricas de la utilidad marginal a las aplicaciones tecnológico-científicas de la psicoeconomía y la neuroeconomía, pues estas «disciplinas» en ciernes consideran la racionalidad del consumo como inseparable del aumento de este y de la renta, contraponiendo erróneamente lo emocional a lo racional. Y si consideramos, retrospectivamente, la teoría de la utilidad marginal como «psicoeconomía aplicada», resulta imposible el cierre categorial de la misma debido a que en cualquiera de sus versiones carece de todo fundamento técnico-tecnológico. La teoría de la utilidad marginal sería una teoría filosófica matematizada idiográficamente, irracional y mágica, que afirma que la aplicación del cálculo infinitesimal a la satisfacción que supuestamente produce consumir un bien es el motor de todo el campo económico. La irracionalidad de esta teoría surge, como toda irracionalidad, del choque dialéctico entre instituciones racionales, de la misma manera en que los números irracionales surgen de operaciones realizadas con números naturales.
La teoría del cierre categorial permite concluir esto respecto de la teoría de la utilidad marginal, al tiempo que puede permitir dirimir su grado de cientificidad y el de la teoría del valor-trabajo y estudiar la Economía Política como construcción histórica. Toda construcción científica, al partir de técnicas y tecnologías previas o en curso dialéctico con aquellas, conforman al mismo tiempo un lenguaje propio que permite comprender y aprehender los ejes básicos que configuran sus campos. La teoría del cierre categorial divide estos campos gnoseológicos en los siguientes ejes, representados por el siguiente hipercubo:
Basándose en los contextos de los símbolos lingüísticos estudiados por el semiótico Charles Morris en su obra de 1971 «Fundamentos de la teoría de los signos«, Gustavo Bueno distingue los siguientes ejes en el espacio gnoseológico de todo campo científico. Habría un eje sintáctico (de relación entre unos signos del campo con otros), un eje semántico (de relación entre signos y significados) y un eje pragmático (de relación entre signos y los sujetos que los utilizan). En el eje sintáctico distinguiríamos las figuras de los términos (partes formales de todo campo gnoseológico, definidos respecto del otros de su mismo nivel holótico y enfrentados entre sí). El valor económico en todas sus variantes es un término gnoseológico economico. También encontramos en este eje las operaciones, realizadas por los sujetos gnoseológicos (módulos en el campo económico), que relacionan así unos términos con otros, siendo las relaciones la tercera figura de este eje sintáctico. En el eje semántico encontramos las figuras de los referenciales (contenidos corpóreos del cuerpo de las ciencias, por ejemplo las diversas instituciones del campo económico), los fenómenos (los objetos apotéticos, ofrecidos a distancia de los módulos, sobre los que operan en sentido analítico y sintético) y las esencias o estructuras (el resultado de la eliminación por neutralización de los sujetos operatorios del campo científico siempre que sea necesario). Por su parte, en el eje pragmático encontramos las figuras de las normas (conjunto lógico coherente impuesto a los sujetos del campo conformado mediante la composición operatoria de dicho campo), los dialogismos (la parte académica formal de todo campo científico) y los autologismos (los momentos tanto psicológicos como lógicos de los sujetos intervinientes en la construcción de los campos científicos). Todas estas figuras a su vez se entretejen entre sí, aún pudiendo ser analizadas mediante abstracción. De todas estas figuras, pueden aspirar a objetividad material con segregación de las operaciones de los sujetos los términos, las relaciones, las esencias o estructuras y los referenciales, siendo el resto inseparables de la perspectiva subjetual-personal.
En la composición de todo campo científico estas figuras y su interrelación operatoria resulta esencial. En lo que respecta a la Economía Política, solo a través de objetos fisicalistas corpóreos pueden componerse figuras objetuales en donde las operaciones subjetuales sean neutralizadas a la hora de componer identidades sintéticas, categorías científicas y partes formales esenciales para entender, según Bueno, qué son las verdades científicas. Habría dos tipos de identidades sintéticas: las sistemáticas, que conformarían las verdades científicas de las ciencias formales y naturales que Bueno denomina teoremas, y las esquemáticas, configuraciones fruto de la recurrencia relacional de operaciones entre términos de un campo. Estas son propias de las «ciencias humanas», aunque entretejidas entre sí pueden dar lugar a teoremas. En el caso de la Economía Política, podría entenderse el valor como un esquema de identidad en cualquiera de su vertientes, fruto de operaciones que relacionan términos propios del campo económico entre sí. Podemos expresar el soporte de valoración lógico-idiográfico del valor como esquema de identidad así:
El valor estaría en función del sujeto en conjunción con la naturaleza a la que modifica mediante el trabajo organizado institucionalmente, lo que implica que el valor esté en función del sujeto en conjunción con el bien fruto de dicho trabajo. Si el sujeto operatorio se interpreta como módulo entonces solo cabe sustituir la S por un símbolo modular:
Esto equivale además a decir que el valor es equivalente e igual al bien en tanto son conceptos conjugados: 

Todo ello siempre en contextos de composibilidad sistemática recurrente y rotatoria en los que actúan más módulos y circulan más bienes y valores, dando lugar al conjunto de la riqueza de una sociedad política: 

en la que hay una unión entre esquemas de identidad donde el valor es igual al bien en tanto ambos constituyen una misma identidad. Teniendo en cuenta que estos bienes/valores están clasificados según conjuntos o clases de bienes, podemos construir idiográfica y lógicamente la formulación de la renta nacional dividida en clases de bienes como sigue:
 
En definitiva,

incluido el valor de uso codificado, la mercancía y el valor serán configuraciones, esquemas de identidad, conjugados a través de diversos términos económicos mediante operaciones relacionales por parte de módulos que, una vez configuradas, tienen una circularidad, una «vida», independiente de las operaciones que permitieron configurarlas durante el proceso de producción. En esta configuración entraría la demanda que influye en el precio comercial pero como conjunción del efecto-renta y el efecto-sustitución en el efecto-precio, obviando completamente la función de utilidad marginal, la cual no es necesaria para construir el dibujo geométrico de la curva de demanda, definiendo la utilidad marginal como una idea filosófica extraeconómica irracional y mágica.

En las «ciencias humanas», debido a la configuración gnoseológica de los ejes referidos, no podemos encontrar teoremas, pero sí pueden desarrollarse diversas metodologías denominadas alfa-operatorias y beta-operatorias que asegurarían franjas de verdad según el grado en que las operaciones de los sujetos y los sujetos mismos queden neutralizados o segregados de las configuraciones resultantes:
Habría estados límites en los que, o bien las operaciones gnoseológicas posibilitan construcciones científicas que han pasado de las «ciencias humanas» a configuraciones propias de las ciencias formales o naturales (alfa1), o bien las operaciones constituyen la verdadera esencia del campo construido pero no pudiendo ser considerado este como ciencia sino como saber práctico (beta2). Caben franjas intermedias. El estadio alfa2 sería el más propio de las ciencias humanas, donde se configuran armaduras envolventes de operaciones humanas que no llegan a desaparecer del todo de dichas armaduras. Habría un estado que sería propio tanto de las «ciencias humanas» como de las ciencias naturales (I-alfa2), y otros propios únicamente de las «ciencias humanas» donde las operaciones humanas quedan envueltas en contextos determinantes culturales, en los que las operaciones humanas quedan neutralizadas o invalidadas dando lugar a estructuras que se relacionan entre sí neutralizando a los sujetos en dicha relación (II-alfa2). La metodología analítica de Marx en El Capital sería II-alfa2, y por tanto, la teoría del valor-trabajo alcanzaría una franja de verdad gnoseológico-operatoria II-alfa2, dándose un cierre tecnológico, el propio de las ciencias-humanas en su mayor grado de verdad gnoseológica. Por su parte, los estadios beta1 también serían estadios intermedios en los cuales las operaciones de los sujetos son, ellas mismas, términos del campo gnoseológico. A día de hoy, este es el estadio genérico de la disciplina económica. Aquí encontramos subestadios como I-beta1, en el que son las operaciones las que envuelven a términos antropológico-institucionales, o como II-beta1, donde las operaciones son determinadas por otras operaciones. La construcción de estas franjas de verdad en «ciencias humanas» entretejida con los ejes del espacio gnoseológico, y en dialéctica con otras ciencias, con otras partes del Mundo-entorno y con la construcción histórica del campo mismo, da lugar a que dentro de cada «ciencia humana» se den subdisciplinas con distintos grados de verdad gnoseológica, de cierre.
5)
Para finalizar nuestra exposición, haremos mención a la necesidad que, tras el análisis desde el cierre categorial de ambas teorías del valor, y la toma de partido por la teoría del valor-trabajo de Marx tras este análisis como teoría con un cierre tecnológico como esquema de identidad que la teoría de la utilidad marginal no puede alcanzar en ningún caso, la investigación nos obligó a un análisis de la relación de la teoría del valor de Marx con su ontología materialista histórica y dialéctica, enmarcada en la propuesta de «vuelta del revés de Marx» propuesta por Gustavo Bueno a través de su materialismo filosófico, económico y político. Esta «vuelta del revés» parte de diversos presupuestos básicos. El primero, que la filosofía materialista en Marx y en Bueno requiere, para ser ejercida, de su implantación política que, a diferencia de una implantación gnóstica de la filosofía («encerrada» en sí misma) requiere estar injertada en la sociedad política y participar de ella estando al tanto de la configuración histórica de todos los saberes de primer grado del presente, así como de la necesidad de ser ejercida desde posiciones institucionales de fuerza política, tanto a nivel ascendente (popular, mundana) como descendente (académica y burocrática). La segunda, que la idea de «vuelta del revés de Marx» parte de la propuesta de «vuelta del revés de Hegel» que el propio Marx realiza al transformar la idea hegeliana de espíritu objetivo en las condiciones materiales y formales que constituyen los modos, medios, fuerzas y relaciones de producción (y se dice aquí producción no ya solo en sentido económico, sino también político, científico y ontológico), de las sociedades políticas y de las clases sociales. La tercera, la necesidad de ruptura con el monismo aparente del materialismo dialéctico por parte del materialismo histórico para ejercer una reconstrucción en clave pluralista del materialismo histórico marxista en un materialismo filosófico, económico y político (posibilitado por la ontología materialista de Gustavo Bueno, que divide la realidad, aún entretejiéndola, en tres elementos: la materialidad ontológico-general, la parte de la realidad que, como idea-límite, constituye aquello que todavía no conocemos o que no conoceremos jamás; la materialidad ontológico-especial, que constituye nuestro Mundo-entorno y que construimos y aprehendemos mediante operaciones en progressus hacia la idea-límite ontologico-general, y que se dividiría en regressus en las materialidades espaciales y temporales M1, las aespaciales y temporales M2 y las aespaciales y atemporales esenciales M3; y el Ego trascendental, lógico e institucional común a todos los sujetos operatorios que, al tiempo que es objetivo, interno y externo a nosotros mismos, es el filtro de las relaciones dialécticas entre la materialidad ontológico-general y la ontológico-especial). La cuarta, la necesidad de entender la relación entre base y superestructura como conceptos conjugados por articulación, no como los pilares de un edificio (base) y el resto de sus elementos (superestructura), sino como una relación más interdependiente al modo en que se relacionan los huesos (base) y la musculatura de un animal (superestructura). La quinta, la sustitución de la lucha de clases como motor de la Historia por la idea de dialéctica de clases y de Estados conjugada que, en su máximo desarrollo, se conforma como dialéctica de Imperios y, en su más alto grado, como dialéctica de Imperios universales, como motor definitivo de la Historia. Y la sexta, la renuncia al comunismo final como fin de la Historia sin clases ni Estados y el análisis de esta cuestión a partir de la diferencia y relación dialéctica entre socialismo genérico (universalismo filosófico, comunismo como idea reguladora aureolar incluso) y socialismo específico (modelo sociopolítico de sociedad concreto e histórico a diversos niveles: aislacionista, ejemplarista o imperialista).
Esta «vuelta del revés de Marx» conlleva, también, la «vuelta del revés» de la teoría económica de Marx en general, y la teoría del valor-trabajo en particular. Esta parte final de la «vuelta del revés de Marx» es indisiociable del análisis del campo económico desde los ejes del espacio gnoseológico, los cuales son indisociables, a su vez, de la teoría de los ejes del espacio antropológico del materialismo filosófico (que distingue tres ejes: el eje circular, donde se relacionan los sujetos entre sí a través de cosas producidas por esos mismos sujetos; el eje radial, donde se relacionan los sujetos con su entorno natural; y el eje angular, donde se relacionan los sujetos con otros seres dotados de inteligencia, tanto los animales como seres numinosos), así como con las capas y ramas del poder de la sociedad política, cuyo esquema es el siguiente:
Esta «vuelta del revés» de la Economía Política marxiana no puede tampoco dejar de realizar un análisis ontológico, gnoseológico, dialéctico e histórico de la idea de producción, relacionada con un estudio de las distintas ramas de las relaciones de producción que estudió Rubin en su lectura de la teoría del valor-trabajo dividiendo, basándose en los Grundrisse, estas ramas en cinco: producción, distribución, intercambio, cambio y consumo, siendo todas ellas fases de las relaciones de producción y especificaciones prácticas de la idea ontológica de producción, que no es simplemente económica, pero que en relación a todo lo dicho anteriormente nos lleva a la siguiente propuesta de axioma ontológico-económico: la producción de la verdad es la verdad de la producción. Conlleva además una revisión de la idea de plusvalor no como valor aparte del valor producido, sino afirmando la unidad entre ambos que negaría que ese plusvalor sea «propiedad del trabajador» reconocida en la práctica gracias a disciplinas como la contabilidad o a prácticas como la tributación o a la delimitación legal, con repercusiones filosóficas, de lo que puede considerarse «propiedad privada». También a un reconocimiento pluralista de la distribución social de las clases sociales, de trabajadores y de propietarios, en el marco de las capas y ramas del poder, de los ejes del espacio antropológico y de las distintas ramas de las relaciones de producción, así como a las clases de bienes y servicios a partir de operaciones autoformantes o heteroformantes, o una redefinición del dinero como institución clave en esta conformación pluralista del campo económico que conlleva verlo como institución medida del valor primero radial (metales preciosos) y luego circular (papel-moneda, dinero digital), esencial en el campo económico. Todo ello levaría, a nuestro juicio, a una reconfiguración de la tabla de las categorías de la Economía Política en clave cuatridimensional, que tenga en cuenta al tiempo, siguiendo el modelo de hipercubo de la representación del espacio gnoseológico como sigue:
Recomposición que, al tener en cuenta la dialéctica de clases y de Estados y el pluralismo de las relaciones económicas institucionalizadas y su racionalidad podría extenderse así:
Final:
Todo lo dicho conlleva proponer la que llamamos teoría circularista-sintética del valor-trabajo como teoría reconstructiva, desde las coordenadas de nuestra tesis doctoral, de la teoría del valor-trabajo de Marx-Rubin, engarzada en una reclasificación crítica de la Economía Política en dialéctica con otras disciplinas del conocimiento y con el resto del Mundo-entorno en general. A pesar de la amplitud de los temas tratados en nuestra investigación, de la que es prueba tanto su extensión como esta presentación, quedan muchas cuestiones abiertas por investigar, mejorar y ampliar de cara a futuras investigaciones que se plasmarían en forma de artículos académicos, libros, ponencias o seminarios. Ahora no me queda sino agradecer de nuevo la atención prestada a los miembros del Tribunal, así como a los asistentes a esta defensa, quedando a su disposición para sus comentarios, preguntas y críticas las cuales, sin duda, me ayudarán sobremanera de cara a mejorar y profundizar en el futuro en las cuestiones planteadas en mi tesis así como en otras relacionadas con ellas. Muchísimas gracias.

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1 Respuesta a “Defensa de la Tesis Doctoral de Santiago Armesilla”


  • Pues habrá que repasar los Grundrisse, El capital, al Bueno económico y político, y todo lo demás, pero tiene MUY BUENA PINTA. Felicidades a Santiago Armesilla.

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