Desde el nacimiento de las primeras sociedades políticas, la principal prioridad de estas es asegurar la propia eutaxia. Esto se traduce en garantizar la estabilidad y la permanencia en el tiempo del orden de dicha sociedad política. Para ello, el Estado ha de organizar las distintas capas y ramas de poder y constituir las debidas instituciones para controlarlas. Además de ello, ha de tener en cuenta que la nación misma se nutre de sus ciudadanos, quienes producen lo necesario para la pervivencia del Estado y lo conforman. Para la eutaxia de una nación, sus ciudadanos deben tener garantizadas mínimas condiciones de subsistencia y reproducción. Sin ciudadanos, no existe el Estado y si no hay brazos jóvenes que sostengan a la nación, esta está condenada a su extinción. Por lo tanto, toda sociedad política entra en las cuestiones de la educación, la familia y, finalmente, la cuestión femenina.
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