29-M. Balance y perspectivas

El 29 de marzo de 2012 las grandes centrales sindicales de clase –CC.OO. y UGT- junto a otros sindicatos más pequeños (CGT, CNT, sindicatos “nacionalistas”) habían convocado en España una jornada de huelga general contra la reforma laboral aprobada por el gobierno del Partido Popular poco tiempo atrás.

1. La Jornada del 29-M.

La jornada de huelga se planteaba en los grandes medios de comunicación como un buen indicador de la fuerza de los sindicatos (vilipendiados día si y día también por los sectores más liberales de esos medios) y de la confianza de los españoles hacia la política de ajuste del gobierno.

La huelga no ha llegado a ser general, aunque parece que ha tenido un mayor éxito que la anterior de septiembre de 201o. El paro ha sido masivamente secundado en la industria y los transportes, con un impacto más moderado en el sector público o el comercio. La caída global del consumo eléctrico fue de un 16 %, un 85% en el caso de las actividades ligadas directamente a la producción. Si bien el país entero no se paró, las enormes manifestaciones acaecidas a lo largo y ancho de España, demostraron que los grandes sindicatos aún cuentan con una importante capacidad de movilización para erosionar las políticas del gobierno. Los resultados electorales en las elecciones autonómicas de Andalucía, han mostrado los primeros síntomas de descontento con las medidas de Rajoy. Es verdad que los treinta años del PSOE en el poder le han pasado factura, perdiendo por primera vez unas elecciones autonómicas. Se ha dejado respecto a la última cita electoral autonómica unos 600.000 votos. Pero lo que también es cierto es que al PP le han bastado tres meses de gobierno para perder 400.000 votos respecto a las generales del 20-N. Mariano Rajoy ganó las elecciones por la propia inercia del turnismo político ante el agotamiento en el que se encontraba el gobierno de Rodríguez Zapatero. Si sus medidas no surten algún tipo de efecto a corto y medio plazo el descontento social seguirá en aumento y con ello la capacidad de movilización de los sindicatos. Medidas como la última amnistía fiscal, que afecta sobre todo a grandes empresarios que roban y estafan a la nación en su conjunto, no son desde luego fáciles de justificar. Mientras se piden más y más sacrificios al conjunto de los trabajadores en aras de la sacrosanta competitividad y el ajuste presupuestario, se da barra libre a los grandes capitalistas de este país para que laven a un módico precio el dinero de su contabilidad B.

2. Reforma laboral, crisis y el siempre presente modelo alemán.

Como es sabido por nuestros seguidores habituales, la asociación Izquierda Hispánica, asociación con vocación política, apoyó la jornada de huelga general realizada en España el pasado día 29 de marzo. Izquierda Hispánica (IH) apoyó la huelga general porque consideramos que la reforma laboral que quiere implantarse en la nación española, sin perjuicio de que a medio plazo pueda provocar crecimiento económico, lo hará precarizando aún más si cabe el mercado laboral español.

Esta reforma laboral sigue la estela de las reformas laborales de otras naciones que son miembros de la Unión Europea (UE), como España. Alemania mismamente, desde hace ya unos nueve años, ha llevado a cabo su reforma laboral, que quieren que sea el modelo a seguir por otras naciones europeas, en concreto por las más débiles en la pirámide del IV Reich que es la UE. El anterior canciller, Gerardo Schroeder, fue quien empezó a romper con las bases del pionero Estado de bienestar alemán. Y lo hizo para tratar de mitigar una deuda alemana ya considerable hace unos veinte años. La actual canciller Ángela Merkel ha continuado esa estela iniciada por los socialdemócratas alemanes, liberalizando las leyes de contrato laboral y de despido buscando la flexibilización del mercado de trabajo germano, además de tomar medidas de saneamiento de las cuentas públicas. Esto, sin duda, ha ayudado a disminuir la tasa de paro alemán hasta el 72%, datos de esta misma semana. La competitividad alemana se ha salvado en buena medida de la crisis, reestructurando la política económica a nivel de competencias empresariales, con un periodo de moderación salarial (que todavía perdura en amplias capas sociales), obligando prácticamente a los desempleados a buscar empleo habida cuenta de que las empresas tenían mayores facilidades de contratación. El desempleo entre los alemanes menores de 35 años asciende a un 6,3%, la productividad alemana supera el 4% y vuelven a ser la “locomotora económica de Europa”, dispuesta a todo para mantener su hegemonía en el continente, siempre con vistas a no perderla jamás.

La reducción de la deuda pública y del déficit alemanes permitieron el aumento de la liquidez, y la contratación de trabajadores alemanes por parte de las empresas se volvió más fluido. Sin embargo, la precarización de la situación laboral de los trabajadores alemanes, con el apuntalamiento de los salarios más bajos en base a los contratos laborales más precarios (los minijobs, con sueldos en torno a los 400 euros mensuales, y una rebaja en las pensiones mucho menor que las no contributivas españolas) ha hecho que sean los trabajos a tiempo parcial y temporales los que un mayor impulso han recibido en la economía alemana. Los salarios alemanes son, proporcionalmente, de los que menos han aumentado, solo un 5% frente al 25% o el 30% de otras naciones también potentes de la UE, como Holanda por ejemplo.

También ha sufrido un golpe casi mortal el poder de los sindicatos de clase alemanes (de “clase de clases”, la de los trabajadores alemanes, los que producen, distribuyen y consumen valor económico en la capa basal alemana, el territorio alemán). Los convenios laborales ya no son nacionales o por sectores industriales, sino empresariales, casi individuales, invocando un llamado “pacto voluntario” derivado del “derecho natural” muy del gusto de la economía liberal en todas sus vertientes (desde los neoclásicos hasta la muy pujante Escuela Austríaca). La tecnología de la reforma laboral alemana, por tanto, sigue una nematología muy clara: la liberal.
De este modo, la reducción del paro en Alemania de 5 a 3 millones de parados en la última década, y la mejora de la competitividad, que no se pone en duda, se ha hecho a costa de empeorar las condiciones de vida de los trabajadores alemanes, tratando de aumentar la productividad para que la industria alemana, que necesita tener compradores fuera del país (y ese es el motivo principal por el que quieren exportar su reforma laboral a naciones como España), y necesita ser puntera en la UE para permitir a esta biocenosis económico-política competir con las mal llamadas “naciones emergentes” como la India, Rusia, Brasil o, sobre todo, la República Popular China, cuyo crecimiento económico a más del 8% anual, en plena crisis de las economías europeas y estadounidense, es el verdadero problema de estas economías para poder competir con el gigante asiático si no quieren verse engullidos por él. Y en ese sentido, siguiendo la dialéctica de clases y de Estados como matriz de análisis de esta reforma laboral, los trabajadores chinos y sus empresarios son, en teoría, “enemigos” de los trabajadores y empresarios alemanes (con todos los matices y zonas grises que hay en esas ideas de “amistad” y “enemistad” en una dialéctica de clases y de Estados que no puede confundirse con la lucha de clases o de Estados, pues puede haber cooperación entre clases y entre Estados). Pero en esa confrontación entre Estados a nivel de productividad económica, unas clases se enriquecen (en este caso, todas las clases de empresarios o “empleadores” alemanes o chinos), y otras se empobrecen (en este caso, todas las clases de trabajadores o “empleados” alemanes o chinos). Y las clases que más se enriquecen pueden, en un momento dado, emplear a esos supuestos “enemigos” (por ejemplo, los empresarios alemanes a los trabajadores españoles), como mano de obra más barata para contratar perjudicando, en este sentido, a los “amigos” trabajadores alemanes.

Entonces, ¿hasta qué punto los intereses de los alemanes, aun separados en clases, son o han de ser los mismos frente a los ciudadanos chinos, también separados en clases? Cuando en Alemania contratan fuerza de trabajo cualificada española o portuguesa, perjudicando quizás a otra fuerza de trabajo nativa, ¿miran su interés como Estado frente a los Estados portugués o español? Desde luego que sí, si lo que se pretende es tener a Portugal y a España en situación de país de tercera en la UE, sin industria, sin capacidad productiva alguna más allá de la construcción, sin más sector puntero que el sector servicios y de turismo, al tiempo que aprovechan para contratar a los trabajadores portugueses o españoles de mayor nivel de cualificación para sus empresas, cuando no muchos de ellos están trabajando en restaurantes alemanes. Luego, ¿cuál es entonces el cariz que toma la reforma laboral alemana? La de una reforma laboral encaminada –no se niega- a la recuperación económica para competir con otras naciones del mundo que experimentan un crecimiento económico espectacular, aprovechando que el Estado de bienestar está en total declive, siguiendo un modelo económico liberal que da mayor poder de gestión de la creación de empleo a los empresarios. Unos empresarios (también como “clase de clases”) alemanes que cuando se crea empleo dicen ser ellos los máximos artífices, pero cuando se destruye acusan al Estado y a sus duras legislaciones laborales de ser los culpables. Pero ¿no será quien crea empleo quien también lo destruye? ¿Acaso los empresarios alemanes no tienen una nematología sobre sí mismos propia más de una casta encantada de haberse conocido, de sus modos y formas de vida, de elite degenerada, que de personas sacrificadas que están más horas en la oficina que sus empleados en sus puestos?

Los empresarios alemanes lo negarán, pero lo cierto es que ese es el modelo que el Partido Popular está aplicando ya en España, y contra el que se rebelan los sindicatos mayoritarios, la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC.OO.), al menos ahora, a pesar de que ya Zapatero empezó a realizar esos ajustes que Merkel le pedía, y a pesar de que ya José María Aznar y Felipe González hicieron lo propio (las reformas laborales españolas para ajustarse a Maastricht empezaron ya con la reforma de 1994, con González en el poder).

3. Conclusiones.

Izquierda Hispánica realizó, mediante su medio de expresión audiovisual, el programa Zafarrancho, un análisis que explicaba la reforma laboral en España. Para ello invitó a dos sindicalistas que desgranaron las grandes líneas de la reforma. Este programa supuso, desde luego, un apoyo a esa huelga general, si bien no un acercamiento a los sindicatos mayoritarios españoles, pues somos muy críticos con su labor, a nuestro juicio y en muchos casos cómplice de la situación de precariedad laboral de muchos de nuestros trabajadores. Sin embargo, el análisis de la huelga requería un tiempo prudencial para poder expresarnos, para poder analizar fríamente sus consecuencias y su quehacer.

Aunque a nivel organizativo e institucional –CC.OO. y UGT- han conseguido movilizar a sus afiliados y bases, logrando una importante repercusión en el país, el éxito no ha sido total porque no ha abarcado al conjunto de los trabajadores españoles. Esta huelga general no era revolucionaria, ni siquiera reformista radical, pero tiene el mérito de ser la primera movilización social de gran calado en España donde se cuestionan ciertos dogmas de nuestra democracia coronada sobre todo en relación a la sumisión al eje franco-alemán.

La huelga general, esperemos, debe ser el inicio de más movilizaciones no ya contra el Gobierno, sino contra los cimientos básicos de los poderes políticos españoles. Sabemos que ni una huelga ni dos ni cien, en principio, podrían causar una situación de verdadera crisis institucional política en España. Sin embargo, y para no caer en especulaciones teoréticas muy interesantes que, sin embargo, no llevan más que a la amargura, impregnando tóxicamente todo lo que tocan, IH apoyará siempre cualquier movilización, huelga o reunión pública de trabajadores españoles que se posicione críticamente contra el estado de cosas que nuestra organización ha puesto en cuestión. Y por ello, no dejaremos de apoyar estas luchas en la medida de nuestras posibilidades.

Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.

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