Las estadísticas muestran día a día como el número de emigrantes españoles va en aumento. En anteriores artículos incidíamos en el problema del paro español y muy especialmente en el paro juvenil. Pues bien, nuestra emigración a otros países tiene su raíz sociológica, principalmente, en los jóvenes parados con estudios universitarios.
Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, la mayoría de la emigración se encuentra entre los 18 y 40 años. En concreto, si se compara el primer semestre de 2012 con el mismo periodo del año anterior se ha incrementado esta cifra en más del 44%.
Pero, ¿cuál es el problema? Es cierto que en la emigración no son todo desventajas, dirán muchos economistas: se reduce la presión sobre el paro en España, aumentan las remesas enviadas a España, se produce una mejora en la formación de estas personas emigradas y que puede redundar en beneficio de nuestro país a medio y largo plazo, etc. No negamos esto; sin embargo, y sin entrar a valorar otros costes económicos derivados, existen costes institucionales, no sólo económicos, sino también sociales y políticos que son un verdadero problema para nuestro país y que pueden lastrar nuestro medio y largo plazo.
Si atendemos a los países de destino, observamos con regocijo desde IH que se ha incrementado (entre un 25-50%) respecto a años anteriores nuestra emigración a Perú, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia y otros países iberoamericanos. Ahora bien, el principal coste económico-político de nuestra emigración es la descapitalización nacional que supone que los recursos públicos de España en educación sean rentabilizados por otros países de corte depredador como Alemania y Gran Bretaña, cuya emigración española ha aumentado un 6% y un 16% respectivamente, y fundamentalmente en el tramo técnico-científico (investigadores, médicos, biólogos, etc.).
Este hecho no sólo es un dato empírico sin más, siendo lo más reseñable que los jóvenes que se marchan a estos países, buscando un “futuro mejor”, no tienen ninguna intención de volver dada la previsión de paro estructural que hay en España. Podemos decir, sin lugar a dudas, que se está produciendo si no se toman las acciones políticas pertinentes, un truncamiento generacional sin precedentes en España.
El intervalo de edad donde se fragua la emigración española recordemos que se encuentra entre los 18 y los 40 años. A lo anteriormente dicho, habría que añadir que esta escisión generacional, como decía, no sólo hay que entenderla desde un punto de vista de descapitalización económica, sino también desde la óptica de la descapitalización institucional social y política. Esta franja de edad es el periodo de tiempo en el que se forjan las instituciones sociales y políticas más importantes para un país: la familia, instituciones empresariales, políticas, etc. Es decir, se estarían rompiendo los principales eslabones de construcción de nuestra sociedad política.
A modo de conclusión, el PP y sus colaboradores tácitos como el PSOE y otros grupos parlamentarios deberían dejar de hacer políticas contra España y prestar especial atención a otro de los muchos problemas subyacentes del paro: la emigración de los jóvenes españoles.
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Alberto:
La presencia de parados sobrecualificados puede tener muchos más usos que «producir riqueza». Incluso da la impresión de que para Ud. una persona es útil a su país sólo si genera beneficios: en cuanto «consume recursos» ya es malo. Parece difícil de admitir. La cualificación podría servir, por ejemplo, para dar forma a una o varias organizaciones políticas o sindicales, que modificasen ese contexto que Ud. describe.
Su problema es suponer el contexto fijo, quizás como consecuencia de asumir la existencia de una metafísica «cultura latina», «meridional» o «mediterránea» que produce necesariamente esos fenómenos que indica con detalle.
Otros podrán responderle mejor que yo a su última pregunta, pero la venta de la fuerza de trabajo tiene el problema de que sin una intervención previa del Estado, en forma de educación, Ud. jamás habría dispuesto de ella. ¿Cree que si se le formó en una universidad **pública** fue por pura filantropía, para que Ud. luego pudiera desarrollar su carrera de electrón libre por el mundo, sin más objetivo que sentirse satisfecho con Ud. mismo por lo sabio que es o lo mucho que cobra?
De paso le aconsejo que mire quiénes suelen usar eso de «producir riqueza», lo mismo se sorprende. Pista: http://en.wikipedia.org/wiki/The_Gospel_of_Wealth
Saludos
Estimado Sr. Larrea,
Desconozco si posee usted experiencia de primera mano en el sector privado o en el campo de la investigación, pero, sin dejar de estar plenamente de acuerdo con el Sr. Monforte en lo que respecta al gravísimo problema que supone la descapitalización humana de España, me parece que carga usted las tintas en demasía sobre los emigrantes.
En primer lugar, no sé en qué beneficiaría a España la presencia en ella de masas de parados sobrecualificados que en lugar de producir riqueza estarían consumiendo recursos en forma de ayudas a la subsistencia o, alternativamente y en el peor de los casos, dependiendo de la caridad familiar.
En segundo lugar, carga como digo las tintas sobre los trabajadores pero deja indemnes a los patrones pues, si el titulado universitario tiene la inmensa suerte de encontrar un empleo se encontrara con un entorno hostil de convenios disminuidos o inexistentes (desde la reciente reforma laboral tras la caducidad del convenio vigente el trabajador queda desamparado hasta que no se acuerde el nuevo, que inevitablemente será más desventajoso para el trabajador), jornadas laborales (declaradas) de 43 horas en muchos convenios (y lo que te rondaré, morena) horas extras gratuitas (ese simpático hecho diferencial español), con jornadas laborales que se extienden frecuentemente hasta la madrugada y a los fines de semana, responsabilidades por encima de la categoría laboral declarada con salario por debajo de la misma, salarios congelados a perpetuidad, que, una vez tenida en cuenta la inflación, se convierten en efectivamente decrecientes, condenando al trabajador a la progresiva proletarización, cuando no, en las franjas más bajas, a la miseria….
Todo ello justificado por el mantra “ejje etá tó mu mal”. No así para los miembros de los consejos de administración, sin embargo, que para felicitarse a sí mismos por su pulso firme al timón, que sin duda impide que la empresa se vaya al garete a pesar de la incompetencia de trabajadores y mandos intermedios, se premian año sí y año tambien con un amplio abanico de “bonuses”, unos públicos y otros no tanto (¿quién dijo crisis?), incluso mientras declaran EREs con desparpajo.
El modelo empresarial reinante en España es el de Laureano Oubiña, Jesús Gil y “El Pocero”; un modelo de rapiña que no se centra en el crecimiento y la reinversión sino que en buena medida se basa en la producción a corto plazo de liquidez para ser convertida en bienes y servicios de consumo dadores de status social. Las palabras fetiche como “productividad”, tan ubicuas en tiempos de crisis, son meros eufemismos para el abaratamiento del despido, el empobrecimiento progresivo del trabajador y el endurecimiento de las condiciones laborales.
El cine nos lleva al espejismo de creer que los individuos que ocupan posiciones de poder son gente de extremada sofisticación intelectual, aunque puedan en ocasiones ser malvados. La realidad es en cambio más decepcionante y desvela con frecuencia seres deprimentemente vulgares que se mueven por apetitos básicos que tienden a satisfacer por medios zafios. En otras palabras, «cherchez la femme (et la mansion avec des lions de plâtre)».
España debe ser el único país donde un ingeniero tiene problemas para llegar a final de mes, gracias al modelo cortijero de la patronal española, que aplica a las industrias más punteras el modelo del latifundismo donde los trabajadores cualificados son vistos como meros jornaleros que deben estar perennemente agradecidos por tener un mendrugo que llevarse a la boca.
La situación no es mucho mejor para el investigador, que tras largos años de sacrificio, se ve condenado a un estado de pobreza vergonzante bien entrados los 35-40 años, conviertindo la posibilidad de formar una familia en una utopía.
En este contexto, ¿acaso es antipatriótico que el trabajador venda su trabajo (el único capital del que dispone en la mayoría de las ocasiones) a quien aprecie su conocimiento y experiencia en lugar de ser tratado como un mendigo molesto?
Estimado Larrea:
Desde luego, no sé si considerarme un “cerebro”. Suena hasta mal. Lo que si sé, es que terminé mis estudios de licenciatura con muy buenas calificaciones, recibí dos reconocimientos por ello, he vivido un par de años en el extranjero y trabajado en la universidad con una beca de investigación. Se me ha terminado el contrato, estoy a punto de terminar mi tesis doctoral y no tengo trabajo, ni expectativas de tenerlo. Vería completamente normal que mi país, que me ha proporcionado el derecho a una educación superior, me exigiera permanecer en el mismo 5 o 10 años trabajando por menos de lo que obtendría en el extranjero. La realidad es que me ofrece una prestación por desempleo(recortada y en peligro de recorte) y subsistir gracias al apoyo familiar. La mayor parte de la gente cualificada que está emigrando no lo hace por “lucro” sino por mera supervivencia. Pero bueno, creo que en eso estamos de acuerdo.
Cuando digo capacidad, lo digo en el sentido amplio: económica y política.
Efectivamente, la falta de política española, en este y otros ámbitos, beneficia la política predatoria de terceros países, como Alemania e Inglaterra, entre otros. Por cierto, estos países son expertos en este tipo de estrategias: aprovechar recursos productivos infrautilizados de países sin capacidad para utilizarlos en beneficio propio.
Salud
¡Hola!
Sin que falte cierta dosis de razón en la excepción que plantea Larrea, sin embargo para evitar esa situación la carga de la prueba debería recaer en el mismo estado, en su política bien incentivando la posibilidad de que se quedasen a buscar trabajo en España, bien adoptando medidas que limitaran la marcha de esos cerebros, bien captando cerebros de otros países.
Saludos a todos
Larrea, cuando a través de la política no se tiene fuerza de obligar, cuando no hay castigos, incentivos en una dirección u otra, sólo se apela al voluntarismo, o a cuestiones éticas o morales.
La política ha ha de dirigir y rectificar las acciones de los ciudadanos.
Desgraciadamente en España, y en concreto, en el tema que nos ocupa los gobernantes son incapaces de reorientar esta situación que se puede agravar con el tiempo.
Saludos
Esquinas, entiendo que reaccione alérgicamente a todo lo que huela a liberal, pero no es mi caso. Antes de seguir elimino de la discusión a todos aquellos que emigran por auténtica necesidad. Yo me refiero más a esos que con toda modestia se autodenominan “cerebros”.
Si la educación es un derecho implica también deberes, aunque sea respecto de los padres y abuelos que la pagaron. Muchos de los emigrantes se olvidan totalmente de esos deberes y consideran que esa educación, una vez recibida, es patrimonio exclusivamente suyo. Cuando más les ha costado completar la formación, más se acentúa este sentimiento.
En vez de ser emigrantes que asumen con alegría el cosmopolitismo y contemplan entusiasmados la ampliación del mercado pletórico de personas del que quieren formar parte, si el problema es que “los gobiernos de España no han sabido sacarle partido a esos jóvenes” por culpa del “sistema político y económico español.”, lo propio debería ser que esos jóvenes (en vez de emigrar) se queden para que dicho sistema vuelva a funcionar correctamente.
Saludos
Gracias Larrea por visitar nuestra web y por tu comentario.
El primero que tiene que separar el grano de pa paja es usted, Larrea. La educación en España -por ahora- es un derecho no una subvención. Un derecho por supuesto, no natural ni que brota del «espíritu democrático» sino forjado en una lucha política compleja que ahora no viene al caso exponer aquí. Pensar que esos jóvenes han estado «subvencionados» es ya estar inmerso en la ideología liberal, ideología que no compartimos. Esos jóvenes no «chupan» de la educación pública, sino que reciben una educación pública gracias a los impuestos que sus padres y abuelos pagarón o están pagando.
Sin duda en otros países les habría costado un crédito de 30 años, pero ¿y qué? Si los gobiernos de España no han sabido sacarle partido a esos jóvenes no es por culpa de jóvenes educados sino del sistema político y económico español.
El jóven que emigra de España no es un desagradecido sino un jóven en paro sin mucho más futuro en España que el trabajo precario.
Un cordial saludo,
Me gustaría ver una crítica que separase algo más el grano de la paja en estos «jóvenes emigrantes». Entre ellos abundan quienes han chupado de la educación pública todo lo que han podido, para largarse inmediatamente después al extranjero, sin haber aportado nada en favor de la misma España que les subvencionó lo que en otros países les habría costado un crédito a 30 años.
Gracias Claudio por tu comentario.
Poco hay que añadir a lo que dice el compañero Esquinas. El problema es que los políticos que tenemos sólo se preocupan en cómo satisfacer a nuestros acreedores a costa de la nación, pero el paro, la desigualdad va a más y parece que las cosas van a ir a peor en el medio plazo.
Nosotros seguiremos denunciando y proponiendo posibles vías de salida a esta situación
Saludos y gracias de nuevo
Pues sí, Claudio, la cosa es más grave de lo que parece. Sólo hay que hacer una «encuesta» entre los amigos personales y ver cual es sus situación para ver que unos han emigrado, otros están en paro, otros subsisten en pseudo-trabajos de mala muerte, otros viven con sus padres, otros consiguieron un trabajo en los años de bonanza y se aferra a él como si les fuera la vida… está todo en descomposición, y eso es lo que se respira en la calle, en los supermercado o los bares. La gente piensa en resistir pensando que esto pasará pero lo cierto es que no parece pasar sino agravarse por momentos.
Muchas gracias y también es un gusto ver gente que busca como nosotros y tanta otra gente, la unidad.
Un cordial saludo y gracias por tu comentario.
Cómo está el patio. Hoy en el País hablan de este tema y hay gente que dice que no hay que alarmarse.
No se enteran de la gravedad, veo a España sin personal en un plazo breve de tiempo.
En fin, entre exilios y separatismos de diversa índole vamos «arreaos».
Da gusto ver a gente que busca aún la unidad…