La publicación del último informe “Análisis y Perspectivas 2014” que elabora FOESSA junto a Cáritas, organización no gubernamental de inspiración católica, ha levantado una considerable polvareda mediática. El Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se apresuraba a desmentir el sombrío panorama que dibujaba el estudio. Argüía el ínclito Ministro problemas en la metodología de cálculo. Vamos, dicho en cristiano: que en realidad no estamos tan mal, “que el ya estamos saliendo” es algo más que un eslogan de cara a las próximas elecciones europeas. Pero en fin, según la metodología de cálculo del Ministro “los salarios en España están subiendo”. Así que FOESSA y Cáritas me inspiran más confianza metodológica que el Sr. Montoro.
Pero, ¿qué dice exactamente el informe? En primer lugar se hace hincapié en la caída de las rentas disponibles y el crecimiento de la exclusión. Por ejemplo el porcentaje de hogares sin ningún tipo de ingresos se situaba en 2007, antes de la crisis, en 300.000; actualmente supera los 700.000. Casi 12 millones de personas se encuentran afectadas por problemas de exclusión. 4,5 millones más que en 2007. De esa cantidad, unos 5 millones están en situación de pobreza extrema. Igualmente resulta preocupante que los ingresos de un número creciente de españoles se dediquen íntegramente a satisfacer los gastos de vivienda (hipotecas, alquiler, energía). La mera subsistencia para este colectivo se hace muy complicada si no fuese por la ayuda de familiares y de redes asistenciales.
Sin embargo, la investigación de FOESSA también llama la atención sobre otro asunto muy relevante. El aumento de personas en situación de exclusión severa y moderada, está acompañada del incremento de personas con una trayectoria de integración precaria. Mediante el uso de un índice sintético de exclusión, los autores del informe miden el número de hogares y personas en cuatro situaciones: integración plena, integración precaria, exclusión moderada y exclusión severa. El panorama antes de la crisis ya era preocupante. La mitad de la población se encontraba en una situación de integración plena frente a algo más del 16 % en exclusión moderada y severa. Algo más del 33 % se encontraba en la situación intermedia de integración precaria. En 2013 las cifras han variado considerablemente. Un 34,3 % de la población engrosa las filas de los que disfrutan de una integración plena; en el extremo opuesto, algo más de un 25% de la población en situación exclusión moderada o severa. El sector mayoritario de la población, 40,6%, está en situación de integración precaria.
En este sector intermedio está la clave del futuro inmediato. En mi opinión, las políticas neoliberales de austeridad impuestas desde Berlín y Bruselas, y aplicadas por los gobiernos lacayunos del PP/SOE que cambiaron la sacrosanta Constitución de 1978 tras unas llamaditas de los “jefes”, no buscan prioritariamente aumentar la exclusión social absoluta, porque eso acabaría hundiendo todo el sistema. Más bien están orientadas a justificar la situación del nuevo precariado, la versión moderna del proletariado, que va camino de consolidarse como el sector mayoritario de la sociedad. De este modo, la esencia de la legitimación de las crecientes desigualdades se recoge a la perfección en el dicho español “A falta de pan, buenas son tortas”. Traducido al lenguaje de la desigualdad sería algo así: «jóvenes y parados de larga duración, conformaos si acaso con un trabajo eventual donde te paguen el salario mínimo aunque no te de casi para vivir, porque en caso contrario os espera la nada, la exclusión absoluta”.
Excelente artículo, solo decir que los datos (exclusión total, vulnerabilidad, personas en riesgo o camino hacia la exclusión) en sus cifras continúan en aumento, y Los datos son de momento una muestra más de la mala administración y control del estado neoliberal imperante, «no digo nada nuevo bajo el sol» sin embargo, el rol de la iglesia cumpliendo el rol del estado, en la medida de lo posible, es para considerarlo y retomarlo en el sistema político.
Caritas no solo es caridad hacia los católicos, puesto que su función es hacia los más desfavorecidos, estos no se ven por su religión sino por su dignidad, la dignidad de la que Cristo nos ha hablo con su propio testimonio de vida, al hacerse hombre y nacer pobre. En caritas además la persona debe, y debería ser escucha en su máxima dignidad. Al igual que lo debería hacer el estado con su pueblo.