
Los indignados estadounidenses, que han recibido su inspiración, al igual que los del resto del Mundo, de España -lo que da cuenta de la importancia universal de España, ya que todo lo que ocurra en la Península Ibérica a nivel político tiene repercusiones universales, al igual que lo que ocurra en Estados Unidos-, toman el centro financiero de la nación, pero no el centro político: Washington. Además de no tener fuerza numérica para ello, no tienen quizás la fuerza teórico-política para darse cuenta de que el Estado sigue siendo el pilar fundamental de toda acción política. En este sentido, los indignados yankis actúan igual que los españoles: quieren ser tribunos de la plebe, pero sin tribuna y con solo parte de la plebe de su parte. Una plebe sin experiencia política alguna, que se ha politizado gracias a a estos neoalbigenses universalistas, que quieren impulsar una ciudadanía mundial sin Estado, sin fronteras y sin capitalismo. No conseguirán nada de lo que pretenden, aunque su hueco en la historia ya se lo han ganado, como los albigenses.
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