Stalin y la Leyenda Negra

Se realizan algunos comentarios inspirados en el magnífico libro de Doménico Losurdo Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra. Ed.El Viejo Topo, 2011.

Estas líneas no son tanto una reseña del magnífico libro de Doménico Losurdo como unas reflexiones en torno a lo que el libro y el propio Stalin significa. Resumiré mi tesis de modo conciso: sin Stalin, las izquierdas somos imbéciles. Imbecillis -«sin bastón» en latín, llamaban los romanos a esas personas que sin tener bastón tenían que ir apoyándose en otras personas para ir andando. Una especie de lacra social que por no tener asidero iban fastidiando los andares del prójimo. Stalin y la URSS son el bastón racional sin que el que las izquierdas pueden comenzar a pensar. Y esto por varios motivos.

El primero, y casi de puro evidente, es que la racionalidad para un materialista tiene que ver con la cristalización de instituciones surgidas mediante la praxis histórica. Por consiguiente, antes de esas cristalizaciones poco se puede plantear. O dicho de otra manera: antes de que existiese el socialismo real poco se podía decir -con sentido- sobre el socialismo. Esto Marx lo sabía y por eso era reticente a las fórmulas sobre el futuro socialista aunque tomó buena nota de la Comuna de París como primer experimento. Por tanto, es la experiencia socialista real y efectiva la que actúa como material para pensar el propio socialismo y sin ese material tenemos muchas papeletas para caer en el delirio subjetivista o el nihilismo izquierdista. Particularmente fuerte es ese idealismo platónico que tiene una Idea de Socialismo tan pura y sublime que cualquier concreción histórica de la Idea le parece vana e irreal. El socialismo se convierte así en un mundo de ensoñaciones democráticas y paradisíacas donde «la economía será controlada por todo el pueblo» como si el pueblo fuera una entidad con cerebro capaz de tomar decisiones directamente y no mediante procedimientos indirectos institucionalizados o «el socialismo traerá una economía más humana» como si la economía capitalista o soviética no fueran humanas -¿acaso el hombre nace bueno y es el capitalismo o el «capitalismo de Estado soviético» el que lo corroe? ¿no resultará más bien que el hombre se moldea en la sociedad en el seno una pluralidad de grupos e instituciones? Así pues, desconfiemos de todos aquellos para los cuales cualquier socialismo es poco bueno en comparación con sus fantásticas y sublimes ideas del socialismo futuro. No se trata de no tener planes y programas, no se trata tampoco de no tener un proyecto futuro racional. Se trata de que esos planes y programas para un socialismo futuro no pueden generarse en el aire y por eso, quien quiera implantar un socialismo real que exista no puede sino basarse en el socialismo que realmente ha existido. Y esto tanto en realación a los acierto como en relación a los errores de ese socialismo real de referencia.

Esto me lleva al segundo punto por lo que Stalin y la experiencia soviética son claves para un proyecto de izquierda. Losurdo lleva toda la razón cuando afirma que Stalin supuso la corrección de ciertos postulados marxianos, mesiánicos e idealistas, para sustituirlos por otros. Stalin fue así el gran heterodoxo del marxismo que al calor del proceso revolucionario real que se estaba llevando a cabo tiene que modificar muchos de los dogmas heredados por la tradición marxista para aplicar aquel axioma leninista de estudiar la situación concreta y no repetir la fraseología heredada. Losurdo pone como ejemplo el caso de la desaparición del Estado. Stalin y su aparato tuvieron que rectificar el nihilismo administrativo y jurídico heredado de una concepción idealista y voluntarista del Estado. La historia de la administración soviética y del Derecho soviético en época de Stalin es la historia de una progresiva «des-voluntarización» del derecho y de la administración. Stalin fue consciente que el Estado, lejos de desaparecer, parecía reforzarse. Y lo asumió teóricamente dentro de las limitaciones que su tradición marxista le imponía.

Ahora bien, asumir que el Estado no va a desaparecer implica comenzar a pensar desde el Estado y los grupos o clases sobre los que se sustenta y en la dialéctica con otros Estados y clases que lo combaten a su alrededor. Cuando Stalin cita en las entrevistas con admiración a Pedro el Grande, no lo hace por ser un traidor a la clase obrera o un chovinista. Sino porque el Estado que ha conquistado el Partido bolchevique es históricamente heredero de ese de Pedro el Grande y por tanto no es intrascendente la experiencia histórica del zar Pedro para entender lo que estaba ocurriendo en la URSS. Un ejemplo: Polonia. Ya sea con el Imperio zarista, la URSS o la actual Rusia, siempre será el espacio a controlar frente a Alemania. Y esto es así se sea comunista o se sea zarista. La crucial diferencia es que Lenin y Stalin procuraron elevar a Polonia a un régimen socialista igual al propio de referencia, mientras que Alemania procuró mantener a Polonia en un segundo plano político e incluso racial. El carácter generador de la URSS puede verse en el conflicto con el fundamentalismo islámico: mientras Stalin eliminaba el burka y las vestimentas islámicas para «que las mujeres puedan acceder en pie de igualdad a la formación científico-técnica» -así decían los decretos al respecto- los gerifaltes musulmanes de Crimea pactaban con el «sultan Adolf Hitler» en la lucha contra el poder soviética. El informe del NKVD que se conserva tras la reconquista de Crimea deja clara -junto al material publicado por los dirigentes islamistas prohitlerianos- la influencia nacionalsocialista y la necesidad de deportación. Y esto nos lleva a entender el mecanismo de Leyenda negra. La deportación de los musulmanes de Crimea tras la reconquista roja, fue, para la historiografia occidental, fruto del delirio subjetivo de un Stalin cruel que no tendría otra cosa mejor que hacer que divertirse deportando a gente en masa. Ahora bien, en un tiempo donde la Guerra Fría se avecinaba y donde el puerto de Crimea era de vital importancia para que la Armada roja tuviera una salida al Mediterráneo, ¿podía Stalin dejar una zona de vital importancia estratégica en manos de una población que había colaborado mayoritariamente con la ocupación alemana? Estamos, y esto es lo que quiero recalcar ahora, en una caso parecido al de la expulsión de los moriscos con Felipe III. Para la Leyenda negra anti-española, la expulsión tiene que ver con la ancestral intolerancia católica española y no con la dialéctica de Estados y religiones que se estaba llevando a cabo en el Mediterráneo en particular y en toda Europa en general.

Y es que la Leyenda Negra, tanto la que afecta a España como la que afecta a la Unión Soviética, tienen interesantísimos puntos de contacto. En ambos casos la leyenda negra consiste no tanto en inventarse ciertos hechos -algunas invenciones sobre la Inquisición y sobre la maldad de las Checas son casi calcadas- como en callar lo que estaba pasando en el resto del mundo y negarse a explicar la racionalidad de lo que España o la URSS estaban haciendo. Domenico Losurdo utiliza precisamente este método comparativo para poner en claro cómo lo que ocurría en la URSS de Stalin no era algo anormal en comparación con procesos iguales o análogos que se estaban produciendo en el resto del mundo. En ‘Contrahistoria del liberalismo’ el comunista italiano saca a la luz la conexión entre el liberalismo realmente existente y los proyectos nazifascistas alemanes e italianos. Igual que se habla de la Inquisición española como si la Alemania protestante o la Inglaterra anglosajona no hubieran tenido inquisiciones mucho más sangrientas que la hispana se analizan procesos soviéticos sin compararlos con procesos del mundo capitalista. Porque al capitalismo -y aquí está parte de la trampa dialéctica denunciada por Losurdo- no se le reprochan sus maldades. Me atrevo a decir que la ideología individualista actúa como tapadera: para el liberal las atrocidades ocurridas en las sociedades capitalistas son frutos de malas decisiones atribuible a los individuos particulares pero no al sistema en general mientras que los errores del campo socialistas son aplicables a todo el sistema
en general y no a decisiones particulares. Esto, por supuesto, no es verdad y es fruto de una mala comprensión del papel del Estado en el capitalismo. La hambruna irlandesa, las masacras de negros en la construcción del ferrocaril norteamericano, las matanzas en la colonización de África o la Indía, etc., fueron frutos de decisiones políticas y estaban engarzadas en el mismo proyecto político -«ortograma»- que esos Estados capitalistas estaban llevando a cabo.

Concluyo con un caso particular para entender, a modo concreto, qué quiero decir cuando mantengo la necesidad de tener a Stalin y a la URSS como referencia de racionalidad. Es normal, sobre todo entre el trotskismo, analizar ciertos cambios sociales acaecidos en la época de Stalin como traiciones al ideal prístino leninista. El caso concreto al que me voy a referir es a la modificación del matrimonio en la URSS de Stalin. El trotskista tenderá a ver en ello un proceso reaccionario por el que la Revolución se traiciona para volver a instituciones del Antiguo Régimen zarista debido a una burocracia corrupta que ha traicionado a la clase obrera. Sin embargo, no se analiza el papel que tuvo las nuevas leyes sobre el matrimonio dictadas por el primer gobierno soviético en 1918: bastaba con comunicar por carta al soviet de referencia la voluntad de casarse para que el matrimonio fuera dado por bueno. El matrimonio se liberalizó completamente en la Rusia leninista. Pero en vez de producirse la liberación esperada, la ruptura de la familia tradicional produjo un crecimiento espectacular de niños abandonados por sus familias. Legalmente, el caos generado por el matrimonio liberalizado hacia imposible saber a ciencia cierta con quién estaba o decía estar casado uno y, por tanto, era imposible determinar quienes se hacían responsables de los niños. Stalin modificó el derecho matrimonial soviético volviendo a institucionalizar el matrimonio e imponiendo condiciones más fuertes en el divorcio. Esto, unido a las ayudas a las familias, disminuyó de modo espectacular el número de niños abandonados en la URSS. Es decir, lo que tenemos aquí es la corrección de unas medidas ideológicas que al principio se veían como progresistas pero que la realidad histórica real vieron inviables en esa coyuntura histórica y por tanto tuvo que ser rectificada. No es que Stalin fuera un traidor respecto al ideal matrimonial planteado por los bolcheviques, es que Stalin fue más leninista que nadie al constatar que o fortalecía la familia soviética dotándola de seguridad institucional o el proceso revolucionario en la URSS corría grave peligro. No se trata por tanto, de ver si tal medida o cual es «de izquierdas» o «de derechas» como de referirnos al análisis concreto de la situación concreta para entender la racionalidad del proceso y aprender de lo ocurrido.

Por eso mismo Stalin y la experiencia soviética son cruciales para nosotros. No tanto para copiar fórmulas sino para aprender que no basta con tener en la cabeza sublimes y luminosas ideas que llevar luego a cabo sino aprender y argumentar desde el análisis concreto de la situación concreta abandonando la visión del fantástico «progreso histórico» como si fuéramos profetas que conociéramos una visión clara del futuro. Marx es tolerable por los ideólogos burgueses pero Lenin y Stalin jamás podrán ser aceptados por la ideología burguesa oficial. Y esto porque Lenin se propuso hacer la Revolución y la llevó a cabo, así como Stalin y su gestión política fue la que llevó el socialismo a medio mundo. Stalin fue el leninista más ortodoxo siendo un heterodoxo marxista. Los enemigos del socialismo no se lo perdonarán nunca así como no perdonarán a Losurdo que haya desmontado muchos mitos con este magnifico libro.

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14 Respuestas a “Stalin y la Leyenda Negra”


  • Sólo decir que sí, que el país del mundo con mayor porcentaje de stalinófilos del mundo es Turquía, la economía sumergida les otorga una cierta independencia a la hora de imaginar políticamente por lo visto.

  • ¡Gracias,Esquinas!, si conozco la obra de Rogovin asi como la del otro gran historiador trotskista P.Broue ya fallecido;los dos han sido criticados con acierto por Angel Viñas (para el caso de la guerra de España) y por Grover furr.

    Éste ultimo acaba de publicar en Turquía-pais con bastantes marxistas- un libro polémico especialmente para los trotskistas:»stalin y la Democracia.Trotski y los nazis»https://www.jiscmail.ac.uk/cgi-bin/webadmin?A2=ind1302&L=MCN&F=&S=&P=5394 .Desde luego impublicable en EEUU,Europa ó España, quizás en algún pais de Hispanoamérica(aumque allí el trotskismo tiene bastante peso).
    salud.

  • Muchas gracias, Granados!! El de Losurdo ya lo conocía pero el otro es una sorpresa. Estaremos al tanto. Tu comentario no salió inmediatamente porque contenía enlaces y la web lo puso en espera para comprobar que no era spam.

    En Rusia se está editando buen material, lástima que por aquí las izquierdas con más posibilidades se dediquen a traducir vete a saber qué obra francesa y no interesantes trabajos que están apareciendo. En los EE.UU los trostkistas están intentando algo parecido (los del comité internacional de la IV internacional) editando la obra de Vadim Zakharovich Rogovin sobre la oposición de izquierdas en la URSS y trabajos recientes sobre el trotskismo en la URSS en los años 50. Lo que yo me pregunto es que si había trotskismo en los años 50, entonces la idea de un complot trotskista no es ningún delirio estalinista, sino una lucha real entre facciones que habrá que analizar. Se esté o no esté de acuerdo con Rogovin, lo cierto es que el uso de los archivos y las fuentes actuales está mostrando una URSS menos «monocromática» que cómo se suele plantear.

    Lo dicho, muchas gracias por los enlaces!

  • Os comunico la aparición en español de dos buenas novedades relacionadas con esta entrada:

    .Domenico Losurdo:»Hegel y la catástrofe alemana»,Escolano editor,Madrid, 2013.http://domenicolosurdo.blogspot.com.es/

    .Anselmo Santos:»Stalin, el grande»,Barcelona, edhasa, 2012.
    http://www.edhasa.es/libros/libro.php?id=13252&l=Stalin%2C+el+Grande&t=Biograf%C3%ADas+y+Memorias&a=Santos%2C+Anselmo&e=Edhasa&c=Ensayo&idt=7

    salud.

  • Muchas gracias, Granados. Habrá que leerlo. A ver si el Viejo Topo se lanza a publicar interesante material académico ruso escrito en la actualidad que combate la leyenda negra estalinista. Estoy pensando en el instituto de historia militar ruso, cuyas publicaciones van por esa línea. Y no es que el instituto sea estalinista, sino que como buenos rusos defienden a su nación frente a la leyenda negra creada por la CIA y sus aliados.

  • En relación con esta entrada de Esquinas,os comunicó una gran novedad e inusual novedad, que es el libro de Antonio Fernández Ortiz:»Ve y lucha.Stalin a través de su circulo cercano»,Barcelona, el Viejo topo,2012.
    http://tribunaymemoria.blogspot.com.es/2012/10/esta-es-la-portada-de-mi-nuevo-libro.html

  • Hay algo en su razonamiento que no encaja-dijo-¿Cómo puede afirmar que los intereses del hombre no coinciden, no confluyen plenamente con los intereses del Estado que ha creado una industria bélica para la defensa? Creo que los cañones, los tanques, los aviones con los que se envía a combatir a nuestros hijos, a nuestros hermanos, son necesarios para todos y cada unos de nosotros.
    Rigurosamente exacto dijo Sokolov
    Vasili Grossman, Vida y destino

  • ¡ Estimado Esquinas y amigos!:

    la bibliografía sobre la «cuestión morisca» es muy amplia, en DIALNET, he encontrado 217 artículos- la mayoría recientes- sobre la expulsión de 1609 y eso sin contar las guerras de las Alpujarras de 1568-9.

    El hispanista francés Henri Lapeyre(1910-1984), junto con joan Reglá y Caro Baroja, escribió algunas de las obras clásicas como «Geografía de la España morisca»(1956) y un interesantísimo y poco conocido «las etapas de la política exterior de Felipe II»;univ.Valladolid,1973.

    Respecto a lo que dices de Katyn, también estás en lo cierto,desde luego no es esperable que medios «progres» como El Pais ó Publico ó publicaciones paratrotskistas como «Rebelión» ó «kaos en la red», publiquen nada que suene a «revisionista» ó pro-stalin.

    Me parece incluso increíble que una editorial como «el Viejo topo» en la linea de la «nueva izquierda», haya publicado el libro de Losurdo, aunque es cierto que es un autor que lo suelen publicar las editoriales españolas- lo último, por ejemplo un trabajo sobre Kant-.

    En la propia Rusia, de hecho, el gobierno de Meddeiev-Putin ha tapado el asunto todo lo que ha podido después de las denuncias con pruebas que hizo el diputado comunista Iluskin, muerto repentinamente en 2010.Parece ser que un falsificador- probablemente militar- que habia participado en la fabricación de los «documentos de Katyn» entre 1990 y 1995, se puso en contacto con Iluskin y le proporcionó pruebas como papel de época , tampones, etc.

    grover furr, algunos investigadores rusos y uno sueco, han seguido el asunto un tanto novelesco que se ha cerrado con la muerte de Iluskin; que yo sepa ni Ziuganov ni el PCFR, han retomado el asunto.

    salud.

  • Estimado Granados,

    El paralelismo con la expulsión morisca precisamente radica en lo que se dice en la entrevista de Furr que has pegado. La colaboración de los moriscos con el Imperio otomano en el siglo XVII está tan documentada como la colaboración con los nazis de esas minorías étnicas deportadas. Esto no significa que la expulsión o las deportaciones no sean análisis de discusión crítica, es decir, hasta qué punto son efectivas, generan problemas económicos, etc. Lo que no es de recibo es hablar de ellas como genocidios o planes maléficos orquestados por estados intolerantes y totalitarios.

    A raíz del bisnieto de Stalin así como su familia es una pena que gran parte del material publicado en ruso para desmontar las mentiras sobre Katyn no hayan sido traducidos al español. Gracias a la lucha de la familia de Stalin el tribunal de Moscú dictaminó que la masacre de Katyn fue en diciembre de 1941, es decir, fue a mano de los alemanes. Es penoso que las editoriales presuntamente marxistas o de izquierdas publiquen morralla izquierdista -en el sentido de Lenin- sobre otros mundos posibles, sobre como cambiar el mundo sin tomar el poder, etc., pero no estas cosas. En fin, salud y gracias por participar!

  • «He aquí vuestra obra», reflexión incisiva de James Petras en «Rebelión»(9-julio-2012) sobre el tétrico legado y responsabilidad de la»izquierda antiestalinista»(socialdemócratas,trotskistas otánicos,pacifistas,ececologistas y toda la ralea de la»izquierda indefinida»).

    El estado de bienestar occidental: su aparición y la desaparición del bloque soviético

    James Petras
    Rebelión

    Los intelectuales occidentales de izquierda y liberales desempeñaron un papel fundamental en la confusión sobre el importante y positivo papel que el bienestar soviético había desempeñado presionando a los gobiernos capitalistas de Occidente para que siguieran su ejemplo. Por su parte, durante las décadas posteriores a la muerte de Stalin y cuando la sociedad soviética evolucionó hasta convertirse en un sistema híbrido de bienestar social autoritario, estos intelectuales siguieron calificando a estos gobiernos como «estalinistas», ocultando la fuente de legitimidad principal a sus ciudadanos: su avanzado sistema de protección social. Esos mismos intelectuales afirmaban que el «sistema estalinista» era un obstáculo para el socialismo y volvieron a los trabajadores contra sus aspectos positivos de un Estado de bienestar centrándose exclusivamente en los «gulags» del pasado. Sostenían que la «desaparición del estalinismo» supondría una gran apertura para el «socialismo revolucionario democrático». En realidad, la caída del bienestar colectivista desembocó en la catastrófica destrucción del Estado de bienestar, tanto en el Este como en Occidente, y el ascenso de las formas más virulentas de capitalismo neoliberal primitivo. Esto, a su vez, llevó a una mayor retracción del movimiento sindical y espoleó el «giro a la derecha» de los partidos socialdemócratas y obreros mediante las ideologías del «nuevo laborismo» y la «tercera vía».

    Los intelectuales de izquierda «anti-estalinistas» jamás han realizado una reflexión rigurosa acerca del papel que han desempeñado en el derribo del Estado de bienestar colectivo, ni han asumido ninguna responsabilidad por la devastación de las consecuencias socioeconómicas tanto en el Este como en Occidente. Además, esos mismos intelectuales no han tenido ninguna reserva en esta «era post-soviética» a la hora de apoyar (por supuesto, «críticamente») al Partido Laborista británico, el Partido Socialista francés, el Partido Demócrata de Clinton y Obama y otros «males menores» que practican el neoliberalismo. Apoyaron la destrucción manifiesta de Yugoslavia y las guerras coloniales encabezadas por Estados Unidos en Oriente Próximo, el norte de África y el sur de Asia. No pocos intelectuales «anti-estalinistas» de Inglaterra y Francia habrán brindado con champán con los generales, los banqueros y las élites del sector petrolero por la sangrienta invasión y devastación llevada a cabo por la OTAN en Libia, el único Estado de bienestar de África.

    Los intelectuales de izquierda «anti-estalinistas», ahora bien acomodados en cargos universitarios de privilegio en Londres, París, Nueva York y Los Ángeles, no se han visto afectados personalmente por el retroceso de los programas de bienestar occidentales. Se niegan categóricamente a reconocer el papel constructivo que los programas de bienestar soviético rivales desempeñaron para obligar a Occidente a «mantener» una especie de «carrera de bienestar social» ofreciendo prestaciones a sus clases trabajadoras. En cambio, sostienen (en sus foros académicos) que la mayor «militancia de los trabajadores» (difícilmente posible con una afiliación sindical burocratizada y menguante) y los «foros de especialistas socialistas» mayores y más frecuentes (en los que ellos pueden exponerse sus análisis radicales… unos a otros) restaurarán finalmente el sistema de bienestar. De hecho, los niveles históricos de regresión, en lo que respecta a la legislación sobre bienestar, continúan incólumes. Existe una relación inversa (y perversa) entre la prominencia académica de la izquierda «anti-estalinista» y la desaparición de las políticas del Estado de bienestar. ¡Y los intelectuales «anti-estalinistas» todavía se asombran por el desplazamiento hacia el populismo demagógico de ultra derecha entre las clases trabajadoras atenazadas!

    Si analizamos y comparamos la influencia relativa de los intelectuales «anti-estalinistas» en la construcción del Estado de bienestar con el impacto del sistema de protección social colectivista competidor del bloque del Este, las evidencias son abrumadoramente claras. Los sistemas de bienestar occidentales estuvieron mucho más influidos por sus rivales sistémicos que por las críticas piadosas de los académicos «anti-estalinistas» marginales. La metafísica «anti-estalinista» ha cegado a toda una generación de intelectuales ante la compleja interacción y ventajas de un sistema internacional competitivo en el que los rivales elevaban la puja de las medidas de bienestar para legitimar su propio gobierno y minar a su adversario. La realidad del equilibrio político de fuerzas en el mundo llevó a la izquierda «anti-estalinista» a convertirse en un títere en la lucha de los capitalistas occidentales por reducir los costes del bienestar y crear la plataforma de lanzamiento para una contrarrevolución neoliberal. Las estructuras profundas del capitalismo fueron las principales beneficiarias del anti-estalinismo.

    La desaparición del orden legal de los Estados colectivistas ha desembocado en las formas más atroces de capitalismo depredador y mafioso en la antigua URSS y en los países del Pacto de Varsovia. Contrariamente a los delirios de la izquierda «anti-estalinista», no ha surgido en ninguna parte ninguna democracia socialista «post-estalinista». Los agentes fundamentales del derrocamiento del Estado de bienestar colectivista y los principales beneficiarios del vacío de poder han sido los oligarcas multimillonarios, que saquearon Rusia y el Este, los cerebros multimillonarios de los carteles de la droga y la trata de blancas, que en Ucrania, Moldavia, Polonia, Hungría, Kosovo, Rumanía y otros lugares convirtieron a centenares de miles de obreros fabriles desempleados y a sus hijos en alcohólicos, prostitutas y drogadictos.

    Desde el punto de vista demográfico, los mayores perdedores del derrocamiento del sistema de bienestar colectivista han sido las trabajadoras: perdieron sus puestos de trabajo, las bajas por maternidad y las prestaciones jurídicas y por el cuidado de niños. Padecieron una epidemia de violencia doméstica bajo el puño de sus maridos desempleados y borrachos. La tasa de mortalidad materna e infantil se disparó debido a un sistema de salud pública debilitado. Las mujeres de clase trabajadora del Este sufrieron una pérdida de estatus material y derechos legales sin precedentes. Esto ha llevado al mayor descenso demográfico de la historia de la postguerra: las tasas de natalidad se han desplomado, las tasas de mortalidad se han disparado y la desesperanza se ha generalizado. En Occidente, las feministas «anti-estalinistas» han ignorado su complicidad con la esclavización y la degradación de sus «hermanas» del Este. (Estaban demasiado ocupadas agasajando a gentes como Vaclav Havel.)

    Los intelectuales «anti-estalinistas», por supuesto, afirmarán que el desenlace que ellos habían imaginado está muy lejos de lo sucedido y se negarán a asumir ninguna responsabilidad por las consecuencias reales de sus actos, su complicidad y las ilusiones que han creado. Su iracunda afirmación de que «cualquier cosa es mejor que el estalinismo» no convence a nadie de quienes están en el abismo que alberga a toda una generación perdida de trabajadores del bloque del Este y sus familias. Tienen que empezar a contabilizar el ejército de desempleados de todo el Este, que se cuenta por millones, los millones de víctimas de tuberculosis y VIH en Rusia y Europa del Este (donde ni la tuberculosis ni el VIH planteaba una amenaza antes de la «ruptura»), las vidas destrozadas de millones de mujeres jóvenes atrapadas en los burdeles de Tel Aviv, Prístina, Bucarest, Hamburgo, Barcelona, Amán, Tánger y Brooklyn…

  • Estimado Esquinas y amigos :

    En tu reseña estableces un parelelismo histórico muy cabal entre la expulsión de los moriscos hispanos en 1609(de hecho hasta 1614, con los moriscos murcianos) y las deportaciones soviéticas de 1943- 44.Añadiría además las deportaciones de moriscos por don Juan de Austria a Castilla y Extremadura en 1568 y que sino recuerdo mal estudió en los años 50 H.Lapeyre.

    Sobre el tema de las deportaciones soviéticas supongo que conoceréis en español el excelente libro de Antonio Fernandez Ortiz:»Chechenia versus Rusia»,Barcelona,el viejo topo, 2003.

    Copio a continuación por su interés sobre el tema una entrevista de 2010 en inglés ,al profesor Grover furr, realizada para «Georgian times»;el entrevistador es un periodista bisnieto de Stalin.

    Interview
    Grover Furr: “The Deportation of Nationalities was Excusable”

    The Georgian Times continues its series of interviews with Dr. Grover Furr

    Q: Professor Furr, what about the wartime deportation of people? What happened is more or less known, so the real question is: How can these deportations possibly have been justified? Were they not a form of genocide?

    A: In his secret speech to the XXth Party Congress on February 25, 1956, Nikita Khrushchev raised three objections to these deportations: (1) that there were “no exceptions”; (2) that they were “not dictated by any military consideration;” (3) that “whole nations” were punished “for the hostile acts of individual persons or groups of persons.”

    None of these claims is true. N. Bugai, the leading Russian expert on deportations and a strong anti-Stalinist, documents some exceptions to the deportations for veterans and their families. Bugai also stated that “… the Soviet government had by and large allocated its priorities correctly, basing those priorities on its right to maintain order behind the front lines, and in the North Caucasus in particular.”

    Q: But should whole nationalities have been deported?

    I think this can be answered in two points. First, how massive were the rebellions among these ethnic groups, and second, there is also the question of genocide. To split up a small national group that is tightly knit by a unique language, history, and culture, is in fact to destroy it.

    In her famous book “GULAG”, the American anticommunist, Ann Applebaum denies that there were massive rebellions and desertions. In my book Antistalinskaia Podlost’ I cite facts which were uncovered by other researchers that prove that these pro-Nazi rebellions did involve most of the people in the ethnic groups in question.

    For example, over 90% of Crimean Tartar recruits deserted. Researcher J. Otto Pohl has argued, from German sources, that not all these men joined Nazi forces. Even if true, this makes no difference as the Soviets could not have known this, and most would have joined anti-Soviet partisan or bandit groups.

    Likewise, 93% of Chechen and Ingush men drafted to military service in 1942 deserted, went into hiding, joined the Nazis, or joined rebel or bandit groups. In February 1943, pro-Nazi Chechen nationalists led a major pro-German rebellion under the Nazi flag,

    Grigory Tokaev and Viacheslav Molotov both agree that there were large anti-Soviet rebellions in these areas during the war. The only difference: Tokaev thinks the rebellions were justified.

    Historian, V. I. Zemskov has specialized in deportations in general. His estimate is that out of 151,720 Crimean Tatars deported, 191 died during the course of deportation. That is 0.13 per cent. Not 13% or 1.3%.

    According to Bugai and Gomov, “NKVD records attest to 180 convoy trains carrying 493,269 Chechen and Ingush nationals and members of other nationalities seized at the same time. Fifty people were killed in the course of the operation, and 1,272 died on the journey.” This is 0.27 per cent; 0.26 per cent if you exclude the 50 killed in the course of disarming, etc. Since it happened in the winter during the fiercest war in world history, that figure does not seem very high. It is probably a lot lower than the rate suffered by Soviet civilians in the occupied areas.

    In the case of the Chechen-Ingush and the Crimean Tatars, collaboration with the Nazis was massive, involving most of the population. To try to isolate and punish “only the guilty” would have been to split the nation up. This would probably have destroyed the nation and there would have been very few young men for the young women to marry. Instead, the national group was kept together, and their population grew.

    Q: But if the deportations of nationalities, like the collectivization of agriculture and so-called “Holodomor”, are not simply excusable, how do you account for all the criticism of them by respected historians everywhere?

    A: I don’t think this is hard to understand. These events of Soviet history, especially of the Stalin period, are misinterpreted, distorted, lied about, in the service of extreme anti-working class, right-wing nationalism.

    The deportations that I discussed above were the result of large-scale Nazi collaboration. In order to justify this Nazi collaboration and create a myth of a “heroic past” for the right-wing nationalists of these groups, this Nazi collaboration must be depicted as “justified”, and the deportations as “unjustified.”

    by Jacob Jugashvili and Eka Buchukuri (Translated from Georgian edition of «The Georgian Times»)
    2010.11.09 16:04

  • Estimado Rafael Granados,

    Muchas gracias por tu efusivo comentario. Comparto contigo la caracterización del libro de Losurdo, en el sentido de que es filosófico y no historiográfico. Losurdo no entra por ejemplo en los debates historiográficos sobre Katyn, la hambruna en Ucrania o las deportaciones. El tema que yo personalmente he investigado un poco es el de la deportación de Crimea y como digo en el artículo, está totalmente deformada. Los musulmanes de Crimea fueron colaboracionistas al máximo con los nazis y la deportación sólo se realizó después de un impresionante trabajo de campo sociológico realizado por el NKVD.

    En ruso hay gran bibliografía imparcial con Stalin en estos momentos. Cuando digo imparcial quiero decir que ve a Stalin como un estadista que tuvo que tomar ciertas decisiones en un contexto histórico, social y político determinado y no como un pérfido controlador al que nada se le escapaba.

    El gran problema de muchos marxistas, a mi entender, es que centran los debates en la manida cuestión de la ortodoxia u heterodoxia de Stalin respecto al marxismo. Si el marxismo fuera una revelación sobrenatural, pues entonces es comprensible el debate. Pero si es una doctrina nacida a la luz de la práctica política real es simplemente ilusorio pensar que va a mantenerse inalterable con el paso del tiempo. Porque el problema no es mantenerse fiel o infiel al mensaje original. Esto es abstracto. El problema es qué se cambia del mensaje original y qué se cambia. Qué cosa sigue teniendo vigencia de Marx de algo que digo en 1848 y qué no. Aquí muchos no se podrán de acuerdo pero entonces hay que remitirse a los argumentos racionales y no a «eso no es lo que dijo Marx en tal año y tal escrito». Para mí, y esto es algo que cada vez tengo más claro, la importancia de Lenin y su «Materialismo y empiriocriticismo» de 1909 está en defender la idea de verdad en el marxismo. Porque decir que algo es burgués es sólo una calificación sociológica pero no nos dice nada sobre la verdad o mentira de algo. Marx no sólo muestra que la Economía política era burguesa. Para eso no hacía falta escribir volúmenes inmensos sobre El Capital. Marx trata de mostrar que es falsa y que oculta la realidad de la Plusvalía y es entonces -pero no antes- cuando el carácter burgués se muestra como ocultador de esta realidad. Lo dicho, que hay que razonar y no andar diciendo si esta medida o aquella es lo que Marx quería.

    Diego Guerrero es un gran economista marxista al cual admiro y admiramos en IH pero en cuestiones filosófica o históricas no es fuerte. Pablo Huerga también es conocido nuestro y también creo que se deja llevar por tópicos aunque también es cierto que está abierto a hablar y discutir.

    Un cordial saludo y gracias por seguir leyéndonos. Por cierto, el artículo va circulando por la red ya que algunos lo han copiado y pegado sin citar mi autoria ni citar a Izquierda Hispánica, lo cual es de lamentar.

  • ¡ Estimado Esquinas!,darte la enhorabuena por tu brillante reseña del libro de Losurdo.

    Afirmas dos grandes verdades que a mucha gente de «izquierdas» escandalizarán:

    1.Que stalin era un heterodoxo aún dentro de las coordenadas ortodoxas del marxismo-leninismo y

    2.Que Lenin y especialmente Stalin,no serán perdonados jamás ni por la burguesía ni por la intectualidad sea de izquierdas ó de derechas, por su osadía al materializar las ideas socialistas.
    Y efectivamente, este alejamiento y escarnio de la obra de Lenin y de stalin, explica en parte la imbecilización total de la vida política;yo diría que la absoluta mediocridad de lo que nos rodea, por eso está tan en boga la retórica de la «exelencia» porque no la hay.

    Añadiría que uno de los legados «envenenados» que dejó Stalin a nuestro mundo fue el surgimiento de la República Popular China;sin el apoyo de la URSS , sin stalingrado, no hubiese habido ni «larga marcha», ni victoria maoísta contra el japón y el Kuomintang y ni I-II Planes quinquenales que pusieron la base industrial de la China moderna.

    También coincido con la observación de Raul Muniente, que Losurdo se queda corto.

    Dicho esto,el libro de Losurdo sobre Stalin,muy alabado por ejemplo por la historiadora marxista Annie Lacroix riz, hay que leerlo como lo que es como un ensayo histórico-filosofico, no como una reconstrucción histórica sobre pruebas de primera mano(fuentes primarias).

    Toda la literatura que utiliza son fuentes secundarias(historiografía anglosajona), por lo tanto algunas de las evidencias ó imputaciones que ofrece son más que discutibles cuando no incorrectas, ya que Losurdo realmente ni conoce ni maneja las fuentes.

    Leer el ruso seria una condición necesaria aunque no imprescindible- algunas fuentes aparecidas en los ultimos 10 años, incluso han sido traducidas al inglés
    y sin olvidar que muchos documentos de la época de Lenin y stalin se mantienen como «top secret», en torno al 70% ó más de los mismos-.

    Creo que el propio Losurdo es consciente de esta limitación, cuando en su página web, reconoce basandose en las investigaciones de Annie Lacroix riz, que «el affaire Tujachevsky», tiene bases más que solidas y que este militar conspiraba claramente con Alemania para dar un golpe de Estado.

    Creo que la lectura filosofica de losurdo hay que completarla con la lectura histórico-filológica de los artículos y libros del norteamericano Grover Furr.

    Desgraciadamente en España, no tenemos una «investigación» revisionista de este tenor salvo el caso de Angel Viñas sobre la guerra civil y el papel de la Urss, aquí lo que tenemos es una repetición de los tópicos demonizadores más gastados de la «guerra fría».

    Cómo muestra veáse si no el artículo de Huerga Melcón
    en «Catoblepas»(2008), el libro reciente de Alvaro Lozano,»Stalin, el Tirano rojo»(Nowtilus) ó las traducciones de libros de propaganda pro-polaca y pro-baltica y hasta nazi, como el de Timothy Snyder,»Tierras ensangrentadas»(galaxia guttemberg) ampliamente publicitado por la prensa cultural patria(ABC,La Vanguardia,Público,El Pais,Heraldo de Aragón,etc).

    En cuanto a Trotskistas, bordigistas, internacionalistas tipo Diego Guerrero- le mandé un artículo de Grover furr sobre Stalin y la reforma democrática y ni se molestó en responderme- , mejor ni hablar, están anclados en el dogma del «proletariado como clase universal» y su visión de la historia de los ultimos 80 años es totalmente disparatada, cuando no falsa.

    Rafael Granados.

    Saludos.

  • Amén.

    Incluso puede que el autor se haya quedado corto, comedido, políticamente correcto.

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