La abdicación del Rey y la causa socialista iberoamericana

La abdicación del Rey está siendo una magnífica ocasión para que los partidos se definan respecto al Régimen que padecemos Lo primero, es saber quién está a favor y quién en contra. Y lo segundo, una vez que se esté en contra, ver qué modelos alternativos se proponen. Porque el Régimen capitalista pro-europeo es uno, pero las alternativas son múltiples. Entre esas alternativas encontramos aquella que nos dice «queremos más de lo mismo (más «democracia» -léase: democracia liberal-burguesa) pero sin Rey y con más «participación». Esto de la participación está muy bien si no fuera porque todo el mundo participa en los Régimenes políticos posteriores a la Revolución francesa. Todos somos partes de la nación de ciudadanos. Quien se abstiene de una votación, por ejemplo, no deja de participar sino que su modo de «formar parte» de la ciudadanía es dejando de ir a votar. La participación no hace más «participativos» a sus miembros pues de nada sirve participar si el modo concreto de participación está inserto en mecanismo institucionales que sirven a intereses políticos que los propios participantes no pueden cambiar. Podríamos estar votando diariamente por internet hasta la última coma de la última ley orgánica que nada cambiaría si, por ejemplo, la hegemonía para movilizar a los participantes hacia un resultado la tuviera un sólo grupo de poder. En el capitalismo, sabemos que ese poder lo tienen los capitalistas junto a los políticos que consiguen introducir en su esfera, que suelen ser casi todos. Por tanto, no nos sirve una república liberal hiper-democrática y un tanto ñoña que deje las cosas como están pero nos diera cauces falsos de participación.

Otra línea es la que pide una República federal aliñada con socialismo o liberalismo al gusto del consumidor. Esta propuesta, remarquémoslo, es absurda por varios puntos. El primero, porque todavía muchos no se han enterado de que los separatistas no es que quieran federarse con nosotros, es que nos odian. El mismo hecho de pertenecer a un Estado junto a nosotros ya lo consideran como un ataque. Odian a la Hispanidad, a Iberoamérica, a España, y odian a sus propios vecinos a los que consideran «españolistas» por la más mínima cuestión. Es decir, pedir que se federen aquellos que no quieren federarse y esperar que con ello los que no quieren federarse quieran federarse es un galimatías absurdo. Los procesos de regionalización en el seno de los propios Estados se están dando en todo el mundo. Nada hay de malo en autonomias administrativas. Lo malo es convertir cada región en una taifa particular con competencias para poner a los habitantes de una región contra otra, que es lo que está pasando en España y es lo que se está intentando hacer en Bolivia y Venezuela. Lo segundo, y no menos importante, es que fragmentarse y ahondar en la fragmentación en un tiempo donde los únicos que resisten al Imperialismo estadounidense y de la UE son los grandes estados -Venezuela (¿acaso tolera el separatismo de su Patria?), China (¿No son las fuerzas anticomunistas las que están fomentando la secesión allí?), Rusia (¿No está buscando unir y unificar el territorio perdido con la caída de la URSS?), Ecuador (¿no busca acaso buscar alianzas internacionales para asegurar sus avances económicos y sociales?). Llevar a España hacia una República federal es condenarla la bota de la Unión Europea. Nosotros gritamos un rotundo sí a una República federal, pero con Portugal, con Venezuela, con Argentina, con cualquier país hispano. Nada hay de malo en eso porque en ese caso las fuerzas aumentan. Pero una república federal que intente contentar a los que sólo se contentan con escupirte por ser hispano no va a ninguna parte.

Otro paquete de opciones son las que nos ofrecen las derechas republicanas. Por un lado, las derechas separatistas no quieren una república sino muchas, cuanto más mejor. En vez de en la Nación política creen que su etnia tiene derechos telúricos que brotan cual champiñones de la tierra para pedir unos derechos no ya históricos sino «kulturales» -con K de Kultura alemana-. La UE se relame con estas cosas. Nada más del gusto de Alemania que múltiples republiquillas. Tal vez a alguna se le otorgue el privilegio de ser un paraiso fiscal para corruptos, mafiosos y explotadores. Al resto no le correrá más suerte que someterse a los designios de países más potentes y que no han sido tan tontos como para fragmentarse y dividirse según los dictados que emanan del ser étnico. La otra opción republicana de derecha es la «tercer posicionista» o lo que viene siendo la derecha antiliberal de toda la vida: falangismo, nacional-revolucionarios, nacional-bolcheviques, etc. República unitaria, sí, pero con rostro de Bulldog y, no nos engañemos, capitalista. Porque las medidas económicas y sociales torticeras del tercerposicionismo consisten siempre en ser los tapa-agujeros de la burguesía. Es lo que Marx llamó, con gran acierto, el «bonapartismo» burgués. Si llegan al poder, se dedican a hacer lo que la burguesía decrépita no es capaz de llevar a cabo para salvar al capitalismo: nacionalizar cuatro cosas, intervenir económicamente por aquí y por allá con fines sociales populistas, echar la culpa a los inmigrantes de los males, hacer procesiones rimbombantes con obreros, empresarios, y «fuerzas vivas» disfrazados con algún uniforme paramilitar y aliñarlo todo con retórica chovinista. Cuando pase el furor pseudorevolucionario volverá la clase capitalista a pedir lo suyo, que no es otra casa que la libertad total de mercado. Se quitarán de en medio a «los fachas», recauchutarán para asimilarse a los designios burgueses lavándose la cara con democracia. Y volveremos a la misma situación de antes. Claro está, no como antes. De paso habrán acabado con todas las fuerzas de izquierda que les sean peligrosas. Porque el terceposicionismo mucho estar contra el capitalismo y el comunismo, mucho «estamos contra los dos por igual», pero a la hora de matar, qué casualidad, sólo mata a comunistas y a «rojos».

¿Qué hacer?

La solución que proponemos no es otra que se desprende de la propia realidad histórica, social y económica que padecemos. Queremos una República socialista vinculada con los lazos más fuertes posibles a Iberoamérica. ¿Será democrática? Sí, pero no en el sentido metafísico, abstracto e irracional en que lo piensan muchos compañeros de izquierda. Una democracia debe articular cauces para lo que llamamos el «vector ascendente» pueda ejercer su control, es decir, la implicación del ciudadano que forma parte del Estado-nación en la vida política, elevando la educación, mejorando la transparencia y los mecanismos concretos de elección. Pero no sólo se trata de elecciones. La tradición marxista ha pensado la democracia socialista como participación real y efectiva no ya en el Estado como ciudadano sino como miembro integrante del aparato estatal. Hay que incorporar a los ciudadanos al Estado y no con una falsa participación asamblearia, sino en sus instituciones: el Ejército (Milicia Popular), empresas estatales, sistema educativo, protección civil, sindicatos, etc. ¿Y qué socialismo? No desde luego el socialismo monista que pretendía planificarlo todo desde un órgano central. Planificar económicamente no sólo es asignar recursos, también es dotar áreas con modos de producción diversos. Recordamos, en la famosa frase de un gran dirigente marxista, que una sociedad con mercado no es lo mismo que una sociedad de mercado. Una propuesta afín a este socialismo pluralista la tenemos en el que propuso Salvador Allende: un sector planificado centralmente, el de las grandes empresas estratégicas y recursos de importancia nacional, un sector de medianas empresas bajo control legal y planificación abierta que permita el dinamismo económico sin suponer la dinámica capitalista y un sector de pequeña empresa y autónomo con libertad pero con protección. El socialismo no deja de ser socialismo porque un electricista autónomo te cobre por ponerte un enchufe o un fotógrafo te cobre por unas sesiones. Si deja de serlo si quienes fabrican las cámaras de foto lo hacen bajo las leyes económicas capitalistas o las compañías eléctricas hacen las veces de empresas monopolista con fines privados. ¿Iberoamérica? ¿Hispanidad? Sí, no sólo porque estamos contra la Unión Europea, sino porque somos parte histórica de dicha plataforma. España en particular no es el centro de Iberoamérica ni mucho menos una nación divina con un destino en lo universal. Es una Nación política que como el resto de Naciones hermanos surgió -como tal Nación política- de las Revoluciones burguesas del siglo XIX sobre el legado cultural común de la Monarquía Hispánica.

Precisamente en estos días, cuando uno de los monarcas herederos de dicha institución acaba de abdicar, es pertinente recordar que lo que buscamos para Iberoamérica no es un monarca absoluto con virreyes regionales. De politicuchos que se creen virreyes ya estamos bien servidos. Lo que buscamos es que Iberoamérica pueda hablar con una sola voz al mundo respondiendo de igual fuerza a igual fuerza a sus enemigos. Queremos, en definitiva, una Alianza Socialista Iberoamericana.

Artículos relacionados:

7 Respuestas a “La abdicación del Rey y la causa socialista iberoamericana”


  • Perdona entonces por la parrafada! Te contesto con un no. El autónomo no estaría sujeto a leyes capitalistas porque lo que define al capitalismo es la dinámica de acumulación y rotación de capital en manos de manos privadas. El autónomo puede generar frutos de su trabajo pero tener limitada la acumulación de capital. Recuerdo que el mercado, en sí mismo, no es sinónimos de capitalismo. En la URSS, en las sociedades feudales, en el Imperio romano y en sociedades prehistóricas había mercados y comercio -a escalas históricas diferentes, eso sí- pero no eran sociedades capitalistas.

    El modelo soviético fue incluir a lo que llamamos autónomos en asociaciones generales («Asociación de Escritores soviéticos», «Asociación de Carpinteros», etc.). Estas asociaciones coordinaban verticalmente la labor, tarifas y los derechos y obligaciones de estos profesionales. Personalmente no creo que sea la mejor opción para todo lo que actualmente entra en la rúbrica de «autónomos». Para no alargarme, remito a mi contestación anterior para indicar por donde iría nuestra propuesta.

    Un cordial saludo, y gracias de nuevo por participar.

  • Gracias por la respuesta, pero yo me refería más bien a la oposición que se hace entre el pequeño autónomo y la gran empresa. Si ésta ùltima, dice el texto, se rige bajo las leyes capitalistas, ya no es socialismo. Pero el autónomo sí estaría sujeto a las leyes capitalistas?

  • Me es muy útil tu aportación estimado Esquinas, sobre la planificación a distintas escalas que no es en absouto incompatible con la planificación central que en todo caso debe «ratificar» ex post la decisión tomada por la empresa individual digamos a «pie de obra», sobre todo a efectos de contabilidad macroecónomica en el nivel de las tablas input-output.

    E cuanto a lo del estado potente coincido contigo plenamente, es unaaberración de nuestra epoca que estéde moda la vuelta a las polis ó a las comunas medievales.

    Hablaste también de la defectuosa gestión administrativa, quizás uno de los problemas estaba en el monopolio «monista» del Pcus, parece que stalin era consciente de ese problema lo mismo que Beria, e intentó hacerreformas en este sentido, reduciendo el poder del Pcus, esa es la tesis de Grover furr y algunos historiadores rusos;en suma parece que la estructura institucional presentaba defectos que se agrandaron en el mundo de la postguerra y una vez desaparecida a «auctoritas de stalin no hizo más que agravarse en el tiempo.

  • Tienes toda la razón, amigo Granados. De hecho, el autor de la frase que cita Escalante («No es lo mismo una sociedad de mercado a una sociedad de mercado») es de Stalin.

    La idea de un socialismo pluralista hay que tomarla como una idea reguladora y estratégica, es decir, que permita ser modificada ella misma en el curso de su aplicación. Ciertamente la informática fue un problema, pero si hemos de ser sinceros, no sólo fue cuestión tecnológica sino de gestión administrativa. Las propuestas de muchos economistas soviéticos -algunas discusiones están publicadas en español- iban en ese sentido: dar autonomia a las empresas para realizar gestiones rápidamente entre ellas. El plan puede haber asignado a la empresa X la cantidad de 20 gruas mecánicas. A esa empresa le sobra una. Si la empresa W de la misma región necesitaba una grua tenía que realizar unas gestiones burocráticas ineficaces -en el sentido de tiempo y producción económicas- para conseguir que la empresa X le pasara la grua. Si vemos aquí, a nivel agregado total, las gruas planificadas siguen siendo las mismas: 20. Se podían haber generado mecanismos donde el plan no tuviera que ir «anotando» estos cambios como si fuera él mismo un Gran empresario o Gran gestor. Basta con planificar a una determinada escala y luego que hubiera otra planificación a otra determinada escala.

    El problema de la infiltración capitalista es un problema que se resuelve, en su límite, con la construcción de un sistema político y económico potente. Me explico: el capitalismo es capaz de albergar en su seno cantidad de «indignados» y anticapitalistas. Incluso modos de producción no capitalistas -comunas, asistencialismo, etc-Pero sigue funcionando. Y lo hace porque el grueso de la economía es capitalista. Es una de las razones que a muchos miembros de IH de tradición marxista les abrió la mente respecto a la necesidad de un Estado potente y unido. Que se nos llame estalinistas o lo que se quiera, pero lo cierto es que por más simpatías que se quiera no es lo mismo la URSS que Cuba. Cuba, por razones de dimensiones geográficas, jamás podría convertirse en una potencia que derrotara a los EE.UU. Puede resistir, ser hegemónica en ciertos niveles, etc., nadie niega esto. Pero pensar que con micro-estados la cosa puede funcionar es no aprender y no tomarse la economía en serio.

    Por otro lado, me parece pertinente que cites a Paul Cokshott y a A. Cottrell porque esa es la vía que se ha de seguir: propuestas políticas concretas que se sepan lo que se dicen en concreto. Por supuesto, la historia es la que es y nada impide cambiar y rectificar. No se trata de tener ya el sistema montado en la cabeza. Pero ojo, que hoy no se puede pensar como lo hacia Marx en 1870. Marx no podía reflexionar sobre ningún «socialismo real» salvo la Comuna. Hoy tenemos material abundante (el modelo yugoslavo, el soviético, el checoslovaco, el chino, etc.).

    Parte de nuestra labor es formular alternativas que vayan más allá del «otro mundo es posible» «podemos» o «mundo más humano». Esto es muy bonito, quién lo niega. Pero no ayuda nada a la causa de los obreros.

    Un cordial saludo y gracias granados por tu comentario.

  • ¡ muy interesante!, pero en realidad este «socialismo pluralista» no es una novedad sino que ya existió; frente a la montaña de tópicos y prejuicios este socialismo existía en la URSS en la época de stalin sometido al mecanismo de «doble circuito», especialmente bajo la forma de cooperativas y Pymes, lo describen muy bien en distintos artículos Valentine Katassonov y V.Turgachev en la siguiente web http://hist-socialismo.blogs.sapo.pt/

    El problema es que la planificación central se veia muy limitada en sus especificaciones por la falta de una tecnología informática como magistralmente han analizado Paul cokshott y alin cottrell.

    Esto favoreció despues de stalin, el desarrollo de la economia paralela que era un modo de precipitar a la economía a relaciones cada vez más de puro mercado, un problema que se podria planter en futuros «socialismos especificos» si las normas de la economía de comando no tienen suficiente «potestas» ó si existe «infiltración» procapitalista en las capas y organos decisorios del sistema-veáse la Urss gorbachiana, la Venezuela de Maduro ó los «nepmen» de la china actual-.

    El escenario no es desde luego nada idílico sino de una feroz lucha de clases intrasocialista entre grupos, clases y capas incluida la de los diversionistas ó vendepatrias pro imperialistas.

  • Gracias Pedro por tu pregunta. Desde nuestras coordenadas, una legislación socialista sobre este tema debe cubrir tanto las garantías de los que contratan los servicios o mercancias del autónomo como las del propio autónomo. Pongamos por ejemplo un caso reciente. Alguien que hace comida casera y la vende a sus vecinos. Hoy día, esta práctica se penaliza con multas de, según se añadan cargos, 3.000 euros. Una planificación legal «ex ante», es decir, anterior a los hechos y no esperando a que sucedan, debe fijar normas generales a escala nacional de higiene. De tal forma que la acción penal actuaría sólo si esas normas no se cumplen, es decir, po denuncia de parte. Si mi vecino me vende un plato de comida me corresponde a mí como ciudadano conocer las condiciones. En general esto ya se hace en la práctica pues es de suponer que si pido a un vecino que me arregle unos pantalones porque no sé coser es porque sé que lo hace bien y no es un desastre. Por tanto, la ley regula no planificando centralmente sino dando a conocer las condiciones que un ciudadano puede exigir a otro en sus tratos.

    De parte del autónomo se garantiza que le sea beneficioso dar cuenta de esa acción mercantil particular. Por un lado, con impuestos acordes al volumen de las ventas. Por otro, mediante facilidades. En países iberoamericanos ya existen las facturas o boletas timbradas en las que el autónomo paga los impuestos antes y con ella da facturas. Estas facturas contarían además en la Seguridad Social para temas de jubilaciones, por ejemplo. Así, el autónomo sólo tiene que pagar unos timbres oficiales y no darse de alta y llevar a cabo un papeleo inmenso.

    Me interesa recalcar que estas medidas son ejemplos para mostrar la posibilidad o «composibilidad» gracias a mecanismo existentes ya. No las definimos previamente como si ya tuviéramos un sistema montado y cerrado legalmente que aplicar. Simplemente indican que ya existen mecanismo jurídicos diseñados que pueden adaptarse a una situación legal socialista pluralista. Toda ley se define en la práctica y se modifica según circunstancias. Lo que nos interesa remarcar es la racionalidad de la medida y que no nos movemos en la utopía.

    Salud.

  • Bajo qué leyes económicas trabajaría el pequeño autónomo?

Actualmente los comentarios están cerrados.