Transición democrática y 23-F. Ficción y Realidad

Lo reconozco. Lo vi y me la dieron con queso. El falso documental ideado por Jordi Évole con la complicidad de periodistas y políticos que vivieron la fatídica fecha, fue el programa más visto del pasado domingo. La polvareda mediática ha sido de campeonato, cabreo incluido. No es plato de buen gusto que te muestren a la cara lo fácil que es quedarse con el personal. Quiero creer que de no destaparse la farsa, muchos de los engañados nos hubiéramos dado cuenta. La verdad es que el montaje también tenía sus gazapos y omisiones. Era difícil tragarse que Jaime  Milans del Bosch, por aquel entonces Capitán de la III Región Militar y que luchó contra los soviéticos en la II Guerra Mundial, se prestara a un falso golpe para fortalecer la democracia que tanto odiaba. Increíble también que los políticos de la época, comunistas incluidos, se fiaran de él. Milans del Bosch participó desde la cárcel en otra intentona posterior, prevista para la víspera de las Elecciones Generales de 1982. Los carros de combate en Valencia tampoco dieron unas cuantas vueltas en círculo, a imitación de la maniobra intimidatoria protagonizada por Queipo de Llano en Sevilla durante el golpe de Estado de 1936.  Estuvieron posicionados delante de algunos de los edificios emblemáticos de la capital del Turia. Otros detalles omitidos, la casi toma de Madrid por la División Acorazada Brunete o el enfrentamiento de Aramburu Topete, Director General de la Guardia Civil, que estuvo a punto de matarse con Tejero.      

Después de las risas o el cabreo por el faso documental, Évole nos ofreció un debate donde se abordaron algunos temas candentes de la actualidad política: reforma de la Constitución, proceso secesionista en Cataluña, recuperación de memoria histórica etc. En general tengo una opinión positiva de  Salvados, aunque he de reconocer que cuando Évole compara, patina. Algo parecido le sucedió en el programa monográfico dedicado a la educación, donde comparaba la situación de Finlandia y España. Comparar es legítimo, sí. Pero primero es necesario explicar el marco o contexto de los hechos que van a ser comparados. Un ejemplo. Al final del programa aparecía el testimonio de un periodista alemán, sorprendido porque en España no se había juzgado o castigado la represión de los vencedores de la Guerra Civil Española. Lo que Évole venía a sugerir entre líneas es que la derecha de este país, a diferencia de la derecha alemana, no ha roto del todo con su pasado franquista. Évole presentaba la situación como si de una especie de anomalía se tratara, que evidenciaría la falta de calidad de la democracia española.

 La Alemania Nazi fue derrotada en una guerra y el país ocupado por las potencias vencedoras. Son esas potencias por las fuerza de las armas, no del diálogo o del consenso, los que quitaron de en medio (impartieron justicia, perdón) a los jerarcas nazis y reconstruyeron el país sobre bases distintas: la Alemania Federal de corte liberal y capitalista frente a la Alemania Democrática bajo control soviético. Ese y solamente ese es el contexto real para entender la relación de Alemania y sus ciudadanos con su propia historia reciente. ¿Y el caso español? Nada que ver. Primero, la dictadura franquista no fue derrotada por nadie. Ni la oposición interna ni ningún poder exterior conmovieron sus cimientos. La dictadura se acabó por, dicho en términos weberianos,  agotamiento de su legitimidad carismática. En cristiano, Franco estiró la pata. El cambio de régimen no se produjo por ruptura, sino por pacto, entre los franquistas y los anteriormente vencidos. Así el nuevo régimen institucionalizado con la Constitución de 1978,  tuvo parte de ruptura, pero también mucho de continuidad con el franquismo: la monarquía, el sistema económico de libre mercado, el aparato del Estado o la política exterior (amistad con los Estados Unidos-acercamiento al Mercado Común Europeo) siguieron incólumes. Ese es nuestro contexto. Puede que no sea posible que el régimen del 78 condene con radicalidad el franquismo, porque el régimen del 78 es hijo del franquismo. Es como querer que el PCE  condene el comunismo por las purgas cometidas por Stalin.  En definitiva,  pedirle peras al olmo.

 

 

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3 Respuestas a “Transición democrática y 23-F. Ficción y Realidad”


  • ¡Estimado juan !, me parece bien tu comentario pero insisto que en Alemania a pesar de la derrota, no hubo desnazificación en absoluto;ni hubo un «informe secreto» ni un congreso del CDU -al estilo del XX congreso del PCUS-con Adenaeuer exponiendo los crímenes de Hitler;Como señala la prof.annie Lacroix riz citando autores norteamericanos, hubo una perfecta continuidad institucional entre el III Reich y la alemania de Adenaeur;de hecho la famosa «declaración Schuman» de 1950- alabada como el acta de nacimiento de la UE- no fue más que una tapadera vergonzosa para remilitarizar el Reich restaurando la «Whermacht» en su integridad e intoxicando la mente de la población.

  • El montaje del Señor Évole ha dulcificado una realidad mucho peor. Y lo más escandaloso, el montaje y sus efectos se someten a discusión, en un desvío clamoroso del que debería ser el objeto de la controversia: el hecho de que a día de hoy el 23-F siga amparado en el más absoluto secreto oficial. Por eso el programa ha sido posible.

    Por lo demás, coincido plenamente con el último comentario: pretender que los españoles echen cuentas con su pasado reciente como los alemanes con los nazis equivale a la estupidez de ignorar que en Alemania esas cuentas fueron posibles porque los nazis salieron derrotados en la guerra. En España el franquismo triunfó. Lo que establece la diferencia es el resultado de una guerra, no el juicio moral que, además, no es una variable independiente del resultado de la guerra.

  • En la analogía con el Pce (antiestalinista como el que más) y Stalin te equivocas radicalmente, en España no ha habido «desfranquización» como «de facto» tampoco hubo desnazificación en alemania, esto es un mito que la gente se traga como si nada, de hecho hay hasta versiones liberales de Hitler como la obra de Joachin Fest;con Stalin la «caza» ha sido implacable y es algo insólito en la historia mundial, no hay nada parecido al «informe secreto» de Kruschev; El que sea una absoluta mentira histórica alimentada con patrañas nazifascistas y troskistas-,no le quita su valor como formidable arma de propaganda y que hace sospechar si el ucraniano Kruschev no era un agente occidental ó estaba cooptado por los servicios occidentales cuya labor de destrucción de Rusia sigue a toda vela como estamos viendo los últimos días.

    Lógicamente , si las cortes franquistas ó algún dirigente importante hubiese hecho algo parecido a un «informe secreto» sobre los crimenes de Franco, la transición se hubiera modulado de modo algo distinto y en la Alemania post III Reich,Adenaeur no hizo más que tapar los «crimenes del nazismo» recolocando a toda la administración nazi( vid el clásico Henry Tetens:»La nueva alemania y los viejos nazis»,era,México, 1965)

    En suma, el «informe krushev» es insólito y o bien es la mayor estúpidez-error político al estilo de un «pensamiento alicia» pre-Gorbachov ó bien la mayor traición jamás vista, quizás las dos cosas a la vez.

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