Tesis de Izquierda Hispánica sobre la caída de la Unión Soviética

Mapa con las regiones de la Unión Soviética

Las siguientes tesis fueron presentadas durante la IV Reunión Nacional de Izquierda Hispánica, 4 y 5 de septiembre de 2010 en Barcelona, España. Dentro de poco subiremos las actas de dicha reunión para que también podáis tener acceso al interesante debate que surgió al comentar las siguientes tesis.

Tesis 1: La Unión Soviética fue un fracaso.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas constituyó el primer experimento político, económico y sociológico en la Historia de una sociedad socialista desde una tradición revolucionaria de izquierdas. Sus logros a lo largo de sus 70 años de vida son claros: construcción del primer modelo socialista de tipo materialista y racionalista, transformación del Imperio Ruso zarista atrasado y agrícola en la segunda potencia industrial del Mundo, victoria sobre el nazifascismo en la Segunda Guerra Mundial, impulsor indirecto y directo de la extensión del Estado de bienestar socialdemócrata en el mundo occidental, fomentador de los procesos de descolonización de los Imperios Depredadores decimonónicos (Gran Bretaña, Francia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, &c.), iniciador de la carrera espacial, entre otros.

Sin embargo, el experimento, que no estaba previsto para fracasar (pues los marxistas-leninistas pensaban que a pesar de los avatares del camino, la idea aureolar del comunismo final era inevitable), fracasó, pues en 1991 dejó de existir, junto con todo su bloque político de la plataforma eslava. Prácticamente sólo queda Cuba de ese experimento universal (el bloque asiático-maoísta es para estudiarlo aparte), y con matices, pues Cuba no pertenece a la misma esfera cultural, por religión y lengua, de la esfera de origen de la izquierda comunista. El intento de reforma de la Perestroika y la Glasnost sólo aceleró un proceso de descomposición interna imparable que se producía desde los inicios de la segunda mitad del siglo XX.

Admitir que la URSS fue un fracaso no supone negar sus logros, sino admitir que es un proyecto político que ya no existe, desde hace 20 años. Que se trata de un naufragio cuyos restos todavía flotan en el océano, pero que no cabe ya defender un proyecto extinto, pues si no existe hoy día no puede ser referente político, sino referente histórico, que no es lo mismo. El referente histórico en lo que a sociedades políticas se refiere son aquellas sociedades que, extintas ya, han dejado su poso en la Historia. El referente político es aquella sociedad política realmente existente que, en el presente, y en la forma de Estado, ejerce de manera efectiva su influencia y actúa en consecuencia. Políticamente hablando, sólo se puede seguir a aquello que existe en el presente, y hoy día, reivindicar políticamente a la URSS es reivindicar un fósil, algo que políticamente no lleva a ninguna parte, salvo a la nostalgia continua y a la inacción estéril.

Tesis 2: Vuelta del revés de Marx.

El fracaso de la URSS supone el fracaso de puntos básicos de la doctrina marxista y de la leninista. Esto no supone renegar de ambas, pues ellas son, después del materialismo filosófico de Gustavo Bueno, el último bastión de la racionalidad en la Historia frente al oscurantismo y el idealismo. Lo que se requiere es una revisión del marxismo-leninismo, la vuelta del revés de Marx y la vuelta del revés de Lenin.

En la vuelta del revés de Marx, Gustavo Bueno ha señalado estos puntos básicos:

  1. La teoría de la alienación, según la cual, con la distribución de la propiedad de modo originario según clases antagónicas, se habría alienado la humanidad, siendo el Estado el acontecimiento histórico que ha acentuado esa alienación.
  2. La idea de que el proletariado universal es el agente de la revolución.
  3. La dictadura del proletariado como etapa de transición del socialismo al comunismo.
  4. La idea de que cualquier filosofía realista o materialista dijese que es imposible borrar la desigualdad entre los hombres.

Estos cuatro puntos han de ser refutados.

Punto 1:
Antes de la alienación no existía el hombre histórico, sino el hombre en sentido antropológico, en estado de salvajismo o de barbarie. El hombre comienza a ser hombre con la aparición del Estado, lo cual implica todo tipo de desigualdades, incluidas las más escandalosas. Además, la existencia y organización de los hombres en Estados demuestra que en sentido histórico (no ya biológico en cuanto a especie -Homo Sapiens-), la Humanidad no existe. Aquí es necesario tomar la idea del individuo flotante frente a la de alienación marxista. Y no surge el Estado con la propiedad privada, que acabó con el comunismo primigenio y con ello surgieron las clases sociales. Al contrario, la transformación de las sociedades humanas, mediante la unión entre ellas, en sociedades políticas, en Estados (negamos con esto la idea de Estado como entidad moderna, y defendemos que Estado es toda sociedad política con necesaria apropiación de territorio), llevó a que los nuevos poderes constituidos repartiesen el territorio apropiado, dando lugar a las clases sociales y a la propiedad privada. Es, por tanto, el Estado el que delimita, reparte y adjudica la propiedad, y el que dice qué es propiedad de todos y qué propiedad de unos pocos. Luego las clases nacen dentro del Estado, y no al revés.
Punto 2:
Si no existe la Humanidad, menos aún el proletariado universal. Nunca hubo y nunca habrá unidad del proletariado universal, el cual, además, en sociedades políticas como la española, es prácticamente inexistente (poco más de 3 millones de personas de 17 millones de cotizantes del Régimen General de la Seguridad Social). Sin embargo, desde las coordenadas ideológico-filosóficas en que se mueve Izquierda Hispánica (el materialismo filosófico), es necesario, con vistas a construir un proyecto político, recuperar la idea de la dialéctica de clases, concatenada con la dialéctica de Estados, pues las revoluciones políticas a nivel interno de una sociedad operan más con la dialéctica de clases que con la dialéctica de Estados (otra cosa es la operacionalidad de las revoluciones políticas a nivel internacional, ahí el Estado se convierte en sujeto revolucionario, y más si se trata de un Estado con tendencias imperialistas generadoras como de hecho lo fue la Unión Soviética).
La vuelta del revés del llamado «sujeto revolucionario» conlleva, necesariamente, incluir la dialéctica de Estados en conjugación con la «dialéctica de clases»: así se puede afirmar que el Estado imperialista generador socialista es el «sujeto revolucionario» en tanto hablamos de dialéctica de Estados. A nivel de clases, el sujeto revolucionario es el «ciudadano» despojado de capacidad de decisión -a nivel de ortograma político nacional- sobre la Economía política. Dicho de otro modo, un obrero explotado no es alguien al que se le roba algo que previamente -metafísicamente- sea suyo. Eso es volver a un principio de «derecho natural» según el cual al asalariado le correspondería el fruto de su trabajo con independencia de la sociedad u Estado en el que se encuentre. Más bien diremos, que esa plusvalía deja de ser como el flogisto en el momento en el que se incluye la capa conjuntiva, el Derecho. Así, esa plusvalía, igual que el territorio, pertenece a la Patria, al territorio en tanto territorio recortado por un Estado. Los capitalistas son aquellos que se apropian de lo que se produce en el seno de una Nación política y deciden sobre ellos sin más cortapisas que el mecanismo de mercado. Por ello, la soberanía sobre lo que, por ejemplo, los mexicanos producen, no la tienen los mexicanos mediados por las instituciones políticas, sino que son los propios propietarios particulares los absolutos soberanos de lo que los mexicanos, españoles, etc. han producido. Este es el «robo» de la plusvalía y por ello son llamados, con razón «vendepatrias». La plusvalía es más un robo a la Nación política -al Estado- que al asalariado. Por ello el asalariado, como dijo Marx, debe elevarse a clase nacional, debe tomar y diseñar un ortograma político capaz de hacerse con el control de lo que los ciudadanos de la Nación política producen. Por ello podemos decir que existe la lucha de clases: la clase de aquellos que piden que la «plusvalía» -el valor que produce la Nación política en su conjunto- sea planificada por todos los ciudadanos libres e iguales (con una igualdad dada a escala política, no a otro tipo de escala) mediante sus instituciones, y aquellos que se «apropian» de dicha plusvalía para sus intereses particulares: a saber, los intereses de sus empresas privadas, los intereses facciosos de su nación etnica, etc…. Esto iguala, como explotadores -en el sentido de apropiación de valor- tanto a los secesionistas (que quieren robar parte de las fuerzas productivas y del valor económico al resto de ciudadanos para ser ellos los que la manejen) como a los capitalistas, en cuanto se rigen por la lógica del mercado y no por la lógica del ortograma político que hace más grande y justa la Nación política.
Punto 3:
El fracaso de la dictadura del proletariado acarreó costes humanos excesivos. La ética, la moral y la política siempre chocan entre sí. Sin embargo, para Izquierda Hispánica, hay ciertos límites intolerables no ya a nivel ético y moral, sino político, pues una sociedad socialista específica que, otra vez en nombre de un proyecto aureolar que se cree en marcha e inevitable, acaba asesinado o permitiendo la muerte de millones de sus ciudadanos, está inevitablemente condenada al fracaso y a su no recurrencia en el tiempo, como ocurrió con la URSS (a otro nivel con la República Popular China, pues aunque el Estado popular de Mao sigue su curso histórico, habría que estudiar detenidamente si se sigue tratando de un proyecto socialista específico exportable al resto del Mundo; a nuestro entender, decimos ya, no es así). La conservación física de los cuerpos de los sujetos que operan en la sociedad política revolucionaria es una condición sine qua non de éxito y de recurrencia en el tiempo, pues, como dice Gustavo Bueno:

«Las operaciones políticas no se repiten al modo como pueden repetirse las transformaciones de un complejo inorgánico u orgánico, cuyas variables externas están más o menos determinadas y controladas. La razón principal acaso pueda ponerse en que los sistemas políticos están organizados sobre sujetos que a su vez son operatorios, y que, por tanto, no pueden ser tratados como corpúsculos de la teoría cinética de los gases».

Desde IH postulamos que no existe una graduación sino revolución desde un Estado no socialista a otro socialista definido, por ello somos revolucionarios. La «dictadura del proletariado» es un remanente «gradualista» del marxismo-leninismo que postulaba una dictadura hasta que triunfara la democracia obrera. Lo que postulamos es una Revolución con un cambio de régimen y el imperio de la Ley del nuevo régimen que se constituya. El desprecio al Derecho y su concepción voluntarista por parte de los bolcheviques les llevó al Terror colectivo, pues sus acciones no estaban mediadas por ley racional alguna, sino por la voluntad de reprimir. No se trata de que no pueda reprimirse, de que no haya que tomar medidas contra traidores, etc. Se trata de que todas esas medidas deben encuadrarse en un marco legal capaz de racionalizar el uso de la violencia.
Punto 4:
La famosa tesis 11 de Marx sobre Feuerbach es, cuanto menos, discutible. Es necesaria la interpretación correcta del mundo a través de la filosofía, y más desde un sistema filosófico potente como el materialismo filosófico, pero no compete el intento de transformación del mismo a los filósofos profesionales, pues no son políticos (ni falta que hace). Quizás el materialismo filosófico, al considerar la filosofía como saber de segundo grado dependiente de otros, incluidos los saberes económicos y políticos, tenga dificultades para, después, realizar un progressus hacia esos saberes de los que depende para tratar de mejorarlos en algún aspecto. No compete a los filósofos del materialismo filosófico tratar de transformar el mundo, sino a los políticos, economistas, revolucionarios que obtengan inspiración de fórmulas filosóficas materialistas para implementar planes políticos de todo tipo. No estamos reduciendo esto a una mera cuestión profesional gremial, sino que sugerimos esta idea para el debate interno nuestro, si quizás el contemplar la filosofía como saber de segundo grado obligue a los filósofos materialistas a una toma de partido más nominal que activa. Cosa, curiosamente, luego rebatida en la realidad por el propio Gustavo Bueno, como muestran sus actos políticos y discursos desde prácticamente sus inicios en la construcción del sistema.

Tesis 3: Cualquier nuevo socialismo específico hunde sus raíces en la tradición de las izquierdas definidas anteriores.

Izquierda Hispánica no se reclama como un grupo de iluminados que contara con un novísimo saber arcano capaz de desentrañar el futuro. No queremos deshacernos del pasado, sino que somos herederos de una larga tradición de izquierdas definidas con las cuales entramos en conflicto dialécticamente: asumiendo, descartando y reconstruyendo críticamente todo su legado.El fracaso de la URSS supone, como hemos dicho, el fracaso del socialismo específico marxista-leninista, pero ni mucho menos supone el fracaso de la idea de socialismo, como muchos liberales se empeñan en mostrar.

El socialismo específico (económico y social) que construye y propone Izquierda Hispánica sólo puede decirse, sin negar la necesaria revisión, heredero del socialismo de la Unión Soviética, y a un tiempo, Izquierda Hispánica se reclama heredera del proyecto del marxismo-leninismo, pero, hundiendo aún más las raíces políticas revolucionarias en el tiempo, Izquierda Hispánica se reclama heredera de la Revolución Francesa y de la obra jacobina, y de la revolución liberal española de las Cortes de Cádiz, las cuales permitieron la transformación del Imperio Español católico del Antiguo Régimen en un conjunto de naciones políticas que hablan y obran en español, un conjunto de naciones en las que viven unos 450 millones de mujeres y hombres. Por lo tanto, y contracorriente de las ya amodorradas y caducas organizaciones izquierdistas de la piel de toro, Izquierda Hispánica se reclama heredera de las revoluciones liberal, jacobina y marxista-leninista.

Esto además muestra que no podemos sino enfrentarnos vehementemente y con todas nuestras fuerzas a cualquier tipo de socialismo específico de corte derechista, bien sea este de corte religioso cristiano (o islámico, o budista), bien sea de corte neofeudalista secesionista (ETA, ERC), bien sea fascista o nacionalsocialista. Estos grupos de socialistas de derechas son nuestros enemigos, y por tanto, enemigos de la revolución, por su irracionalismo, su racismo y sus creencias metafísicas más o menos implícitas o explícitas. Por lo que una nueva izquierda con un nuevo proyecto socialista no puede caer en los errores que cayó la URSS a nivel de concesiones secesionistas (derecho de autodeterminación, camuflaje de un privilegio de secesión que se carga la nación política, primera gran creación política de la izquierda jacobina), ni de diferenciación étnica. Este fue otro de los factores que condujo al fracaso soviético.

Tesis 4: La Unión Soviética fue un Imperio Generador Socialista.

La revisión y vuelta del revés de Marx obliga a ver a la Unión Soviética como un Estado imperialista, más allá de la visión emic de los comunistas de una dictadura de transición hacia la sociedad comunista sin Estados. Y reconocer a la URSS como un Estado imperialista, esto es, como un Imperio, supone revisar también las tesis leninistas del Imperialismo como fase superior del capitalismo. Diego Guerrero, economista marxista español, enuncia así su tesis de que el imperialismo no es una fase del capitalismo, refutando uno a uno los cinto puntos que Lenin enunció como característico del imperialismo:

En primer lugar, el grado de concentración y centralización del capital ha llegado a tal punto que las unidades de capital se han convertido en monopolios. Falso. Los monopolios han existido siempre junto a las pequeñas empresas: desde la época mercantilista hasta la actualidad, la inmensa mayoría de los economistas burgueses los ha criticado como parte de su argumento a favor del sistema «competitivo», desde Adam Smith a Milton Friedman. No hace falta por tanto mencionar la larga lista de economistas burgueses en los que Lenin se apoyó directamente para escribir su librito.»

En segundo lugar, la fusión del capital bancario e industrial había dado lugar a una nueva realidad: el dominio de la oligarquía financiera. ¿Qué eran los Visconti en la Baja Edad Media, los Fúcar en la Europa de Carlos V, las Compañías de las Indias Occidentales y Orientales en el XVII, los banqueros como John Law a comienzos del XVIII y sus famosos experimentos financieros franco-americanos, etc., etc.?»

En tercer lugar, la exportación de capitales domina cada vez más, en términos relativos, sobre la exportación de mercancías. Suponiendo que sea así, ¿acaso no sucedía lo mismo en la época de Ricardo o de Marx? ¿Qué otra cosa cabía esperar en la época del paso del capitalismo mercantil al capitalismo productivo?»

Cuarto, las «asociaciones internacionales de capitalistas» se han adaptado siempre al contexto geográfico y social correspondiente, y si siglos atrás sólo se asociaban en torno al Mediterráneo o al conjunto formado por el Mar del Norte y el Báltico (la Hansa, por ejemplo), es lógico que a mayor espacio territorial abarcado, mayor tamaño y extensión habrá de tener el tejido organizativo empresarial (y si queremos introducirnos en el terreno de la ciencia ficción, si se llegara un día a un dominio capitalista de la luna o de algunos planetas, habría sin duda asociaciones «interplanetarias» de capitalistas).»

Quinto, se ha terminado el reparto territorial de la tierra. Lo dudo, ya que ni siquiera hoy, ni nunca, todos (capitalistas, estados, etc.) lo darán unánimemente por terminado de una vez por todas. Véanse dos casos recientes. Primero, el reparto de Yugoslavia y, en general de la Europa del Este, significa un vuelco estratégico de esa parte de Europa hacia la esfera alemana, después de décadas de «pertenencia» a la antigua Unión Soviética. En segundo lugar, tenemos delante de nuestros ojos la nueva Guerra contra Iraq: ¿acaso no es un nuevo replanteamiento del reparto territorial del mundo colonial y neocolonial de las potencias imperialistas actuales?”

Y añade:

Pensar que el imperialismo es la fase «monopolista» del capitalismo –que Lenin sitúa a partir de 1870, y que los «leninistas» (en este sentido) actuales parecen pensar que será coextensiva con el capitalismo ya para siempre, pues nunca dicen cuándo terminó la fase que empezó hace ya tanto– no es sino una simple concesión por parte de Lenin a la concepción liberal (en el sentido de la teoría económica pura) del monopolio como negación (por muy «dialéctica» que se pretenda) de la competencia.”

Lo cierto es que siempre ha habido imperialismos desde la misma concepción de las sociedades políticas, y precisamente los imperios son los Estados que ejercen su influencia en otros Estados rebasando sus propios límites territoriales. En este sentido Gustavo Bueno distingue dos tipos distintos de imperialismos:

  1. Imperialismo Depredador:
    La norma del imperialismo depredador propone a la sociedad de referencia X como modelo soberano al que habrán de plegarse las demás sociedades políticas y, en el límite, tenderá a anexionarlas bajo su tutela. Es la norma del colonialismo. Las demás sociedades políticas sólo existirán, para la de referencia, a título de colonias, susceptibles de ser explotadas. La norma es poner a las demás sociedades al servicio de la sociedad imperialista, no reproduciendo en ningún caso el modo de vida de la metrópoli en las colonias, dejándolas como estaban antes de su conquista (bajo tutela de un Gobierno indirecto), o empeorando su situación. Como ejemplo canónico en la Antigüedad cabría citar el Imperio Persa de Darío. Como ejemplo de la Edad Moderna al imperialismo inglés u holandés, en tanto que aquel se regía por la regla del exterminio, en sus principios americanos, o por la del gobierno indirecto en sus finales del imperio africano y asiático. Como ejemplo de la norma del imperialismo depredador en la Edad Contemporánea es obligado citar a la norma de la Alemania nazi del III Reich, basada en los principios de la superioridad de la raza aria.
  2. Imperialismo Generador:
    La norma del imperialismo generador es la de la intervención de una sociedad en otras sociedades políticas (en el límite: en todas, en cuanto imperio universal) con objeto de «ponerse a su servicio» en el terreno político, es decir, orientándose a «elevar» a las sociedades consideradas más primarias políticamente (incluso subdesarrolladas o en fase preestatal) a la condición de Estados adultos, soberanos. La norma del Estado, por tanto, es generar Estados nuevos, y la dialéctica de esta norma es que ella, o bien habrá de cesar al cumplirse su objetivo, o bien habrá de cesar si se llega a la constitución de un Estado universal único. Por ello, el Imperio Generador iguala el nivel de vida de los territorios conquistados al nivel de la metrópoli, e incluso en según qué casos lo supera. Los ejemplos más notorios en la Antigüedad que cabría citar son: el Imperio de Alejandro Magno y el Imperio Romano. El ejemplo más notorio de imperialismo generador en la época moderna es el del Imperio español, y en ello cabría establecer la diferencia entre su imperialismo y el imperialismo inglés coetáneo. Tampoco se trata aquí de ignorar las prácticas depredadoras del imperialismo español (ni de ningún otro imperio generador, incluido la URSS), pero sería absurdo considerarlas como derivadas de su norma fundamental, teniendo en cuenta que estas prácticas fueron continuamente vistas como transgresiones de la norma fundamental, ya desde la época de la Conquista (Las Casas, Montesinos, Vitoria, Suárez). Como ejemplo de sociedad política regida en el siglo XX por la norma del Imperialismo Generador hay que citar, desde luego, a la Unión Soviética (en cuanto impulsora de los movimientos de liberación nacional, y esto sin perjuicio de sus prácticas depredadoras).

Luego si consideramos a la URSS un Estado Imperialista Generador, y Socialista, entonces la idea de Imperio, de manera polémica (como ya fue polémica en época de Marx la idea de “dictadura del proletariado”), puede ser rescatada y defendida por una izquierda política definida y revolucionaria. Esto no significa defender la idea de imperialismo abstractamente, sino de defender la idea de un Imperialismo Generador Socialista frente a otros Imperialismos no Socialistas, Depredadores o de corte derechista (religioso, étnico-lingüístico, &c.). Y, a nuestro juicio, no hay mayor defensa del legado de la URSS que su reconocimiento como Imperio, legado que hacemos nuestro.

Tesis 5:La historia no se puede repetir, no se puede repetir ni la Unión Soviética ni el Imperio Español católico.

Ni volverá el Imperio Español ni volverá la URSS, y defender la restauración de uno y otro, o de ambos, es una idea estúpida, absurda, idealista y romántica, además de anacrónica. Por consiguiente, no somos «reaccionarios» que busquen regresar a un prístino pasado remoto en el que todo fuera de color de rosas. La Monarquía Hispánica es la base histórica que hemos de tener en cuenta para que el proyecto de Unidad iberoamericana tenga un soporte efectivo. La URSS es el proyecto de socialismo específico más importante de la Historia hasta el momento, por lo que sus logros y errores proporcionan abundante material para la reconstrucción de cualquier proyecto de socialismo específico futuro.

Tesis 6: Los procesos políticos y sociales reales apuntan a que es en Iberoamérica, el mundo de habla hispana, donde se está dando un nuevo movimiento revolucionario de tipo socialista de izquierdas.

Los procesos políticos y sociales reales apuntan a que es en Iberoamérica, el mundo de habla hispana, donde se está dando un nuevo movimiento revolucionario de tipo socialista de izquierdas.

Aún habiendo desaparecido ambos imperios, los restos del naufragio de uno y otro, del Imperio Español y del Imperio Soviético, siguen presentes e influyendo en el presente. A nivel ideológico político, la idea de la construcción de un nuevo socialismo está muy presente en Iberoamérica (“Socialismo del Siglo XXI” de Chávez, con sus pros y sus contras), y a nivel también político histórico, la herencia de España se deja notar en que, como hemos dicho antes, 450 millones de personas en el Mundo hablan español, la mayoría concentrados en continente americano, además de otras características comunes (religiosas –catolicismo-, sociales y culturales). Todo ello en el marco del intento continuado desde hace décadas de profundizar en la unión, primero económico-mercantil, más tarde política, de Iberoamérica. Así pues se trata de procesos en marcha que no pueden negarse ni despreciarse. Pues, aunque en marcha, son efectivos, los llevan a cabo los Estados (Venezuela, Brasil –de lengua portuguesa, pero la Lusofonía la consideramos parte de la Hispanidad-, la penetración hispana en Estados Unidos que pone alerta a la dominante cultura WASP estadounidense), e Izquierda Hispánica se tiene por una organización seria y práctica, que llama la atención a no perder el tren de estos procesos históricos que, más que en ninguna otra plataforma continental del mundo (Unión Europea, mundo eslavo, mundo anglosajón, Islam, China), se dan de tal forma que pueda cumplirse la predicción de Ismael Carvallo:

La séptima generación de la izquierda habrá de ser materialista y habrá de ser Iberoamericana, considerando a Iberoamérica de un modo similar al que lo hicieron las Cortes de Cádiz respecto de España: iberoamericanos son todos aquellos que hablan Español en los dos lados del Atlántico. En otras palabras: así como la izquierda socialdemócrata nació marxista y fue pensada, fundamentalmente, en Alemán (sin perjuicio de constatar que lo que hoy queda de esta generación se ha pasado al terreno ambiguo de la indefinición política), la séptima generación nacerá, más que marxista, materialista (quedando el marxismo compendiado y rectificado en la doctrina del materialismo filosófico); además, la séptima generación de la izquierda será pensada en Español.”

Tesis 7: Sólo puede combatirse al Imperio capitalista anglosajón desde otro Imperio, iberoamericano, socialista y generador.

Sólo la unidad de la Hispanidad en un bloque imperialista, socialista y generador, frente al imperio anglosajón yanki que la utiliza como “patio trasero”, supone el arma más efectiva frente al dominio imperialista capitalista estadounidense. España, como núcleo generador de la sociedad hispánica, no puede permanecer impasible ante este proyecto, y por ello debe decantarse por él, abandonar la Unión Europea (de creación yanki), abandonar el euro y decir no a la depredación franco-alemana sobre nuestro suelo, y mirar a América, no para reconquistar nada, sino para unirse en la lucha e influir definitivamente en ella. De ahí el paso dado por Izquierda Hispánica en España, pero también con visos a continuar la obra en toda Iberoamérica: el fin último es la Alianza Socialista Iberoamericana. El Imperio Hispánico (que no español), socialista y generador, deberá ejercer su influencia a nivel universal, frente a otros imperios no socialistas, no generadores y no racionalistas. La defensa de esto supone una reafirmación de la tradición bolchevique, pero a mayor escala, frente a alternativas contemporáneas altermundistas foucaultianas. Pues, mientras los foucaultianos y demás postmodernos sólo piensan en crear contrapoderes, Izquierda Hispánica, bolchevique de herencia, piensa en tomar el poder.

Conclusiones:

  1. Socialismo no sólo basal, sino también conjuntivo y cortical. Profundizar en estudio de economía política, del derecho y de la estrategia militar.
    El materialismo filosófico tiene su propia teoría de las sociedades políticas, y distingue tres capas del poder: la conjuntiva (donde está el Gobierno, el legislativo y el poder judicial), la basal (el territorio donde trabajan los trabajadores ciudadanos de la nación política, que consideramos esencial defender frente a injerencias extranjeras y frente al ánimo traidor de los vendepatrias liberales), y la cortical (el ejército y la diplomacia). La revolución hispánica socialista ha de darse en estas tres capas del poder:
    • La revolución conjuntiva será el resultado del proceso de transformación en las siguientes ramas del poder: poder ejecutivo, legislativo y judicial.
    • La revolución basal será el resultado del proceso de transformación en las ramas del poder gestor, planificador y redistributivo.
    • La revolución cortical: transformación en el poder militar, federativo y diplomático.

    A este respecto, tenemos ejemplos históricos de revoluciones políticas que han incidido en mayor o menor grado en cada una de las capas del poder. Así, por ejemplo, la Revolución Francesa afectó especialmente a la capa conjuntiva, y la Revolución en España no influyó prácticamente en la capa basal, pero sí hubo grandes transformaciones en las capas cortical y conjuntiva.
    Estos poderes, además, están constituidos por instituciones, creadas por los hombres organizados de las sociedades políticas. La revolución universalista hispánica ha de ser, por tanto, una revolución institucional, pues ha de tener muy claro qué instituciones conservar, qué instituciones modificar y qué instituciones eliminar de la sociedad política de la que parte su proyecto revolucionario. Y esto siempre con vistas a la transformación política revolucionaria cuya meta esencial es esta: construir una sociedad capaz de ser recurrente, esto es, de permanecer en el tiempo.
    Por ello, debemos ser los números uno en economía política, en derecho y en estrategia militar, frente a liberales y socialdemócratas, frente a otras izquierdas definidas e indefinidas y frente al socialismo de derechas. El proyecto político ha de ser claro y conciso, sin ser elitista en el sentido de poder ganar una buena y numerosa, y creciente, base social.

  2. Socialismo específico pasa por holización de nación política.La holización es la transformación política revolucionaria consistente en convertir a los individuos aislados de una sociedad en ciudadanos iguales ante la Ley. Pero esa holización ha de ser política (en el sentido de que hay que condenar cualquier tipo de grupo secesionista neofeudalista y racista), y también económica, basal. No se trata sólo de eliminar las diferencias sociales más acusadas, como la pobreza o la marginalidad, sino de reconstruir el papel que cada ciudadano tiene en el marco de la capa basal -la Economía política-. Por consiguiente, el lema «a cada cual según su trabajo» deberá entenderse de un modo positivo, al modo que lo hace la Teoría del Valor-Trabajo, por lo que la igualdad económica no sólo no excluye la desigualdad sino que la presupone. Sin embargo, el fundamento de la desigualdad económica actual no es el trabajo, sino la propiedad sobre los medios de producción de la Nación y las mercancías y servicios que la Nación produce. La igualdad económica socialista es una Idea reguladora -que jamás puede ser alcanzada totalmente, pero a la que sí podemos realmente tender- que implica buscar la remuneración «a cada cual según su trabajo», no según el trabajo de su papaíto, según el trabajo de su nación étnica, o según los derechos de tribu, familia o clan.
  3. Una Federación, o Confederación, de Estados Iberoamericanos (incluyendo aquí todas las naciones políticas del Mundo que hablan español y portugués), es un Imperio.
    No puede llamarse de otra manera. La unión de estos Estados, que en principio no los elimina como tales, ni tampoco los fragmenta, es necesaria para poder ejercer influencia universal y aplicar el socialismo con efectividad. Se trata de un camino arduo por recorrer, pero en Izquierda Hispánica consideramos que sólo así se puede rescatar lo mejor del legado soviético, sin copiar sus errores, y sí reivindicando sus más notorios aciertos.

Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.

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