Izquierda Hispánica ante el feminismo (Parte I)

Desde el nacimiento de las primeras sociedades políticas, la principal prioridad de estas es asegurar la propia eutaxia. Esto se traduce en garantizar la estabilidad y la permanencia en el tiempo del orden de dicha sociedad política. Para ello, el Estado ha de organizar las distintas capas y ramas de poder y constituir las debidas instituciones para controlarlas. Además de ello, ha de tener en cuenta que la nación misma se nutre de sus ciudadanos, quienes producen lo necesario para la pervivencia del Estado y lo conforman. Para la eutaxia de una nación, sus ciudadanos deben tener garantizadas mínimas condiciones de subsistencia y reproducción. Sin ciudadanos, no existe el Estado y si no hay brazos jóvenes que sostengan a la nación, esta está condenada a su extinción. Por lo tanto, toda sociedad política entra en las cuestiones de la educación, la familia y, finalmente, la cuestión femenina.

Por razones obvias, sin mujeres, es imposible que nazcan vástagos de la nación y mantener la eutaxia. Sin embargo, ¿qué papel tiene la mujer dentro de una sociedad política, esa otra mitad necesaria para la pervivencia de la especie humana?

El hecho de que el Homo Sapiens no es hermafrodita obliga a tratar este asunto, incómodo para algunos y banal para otros. Sin embargo, el problema sólo comenzará a ser planteado con el nacimiento del pensamiento feminista a partir de ilustradas como Olympie de Gouges o Mary Wollstoncraft. Irónicamente, el concepto del feminismo, más allá de primitivas proposiciones utópicas dentro del Antiguo Régimen, nació en el seno del liberalismo de derecha, como reivindicación de los derechos políticos de la mujer burguesa, con capacidad adquisitiva suficiente como para costearse su acceso al sufragio censitario. Hasta el surgimiento de las generaciones de izquierda nacidas del marxismo, no eran tenidas en cuenta las mujeres dentro los programas políticos, con medidas concretas para extender la holización a las mujeres, no únicamente otorgándoles derechos políticos sino también garantizando una igualdad en términos laborales y económicos socializando el cuidado de los hijos de la nación, tarea atribuida tradicional y exclusivamente a las mujeres, principalmente proletarias que incluso acaban cuidando hijos de las burguesas que pueden permitirse huir de esa ocupación. Aunque más tarde me detendré a explicar estas diferencias entre feminismos, lo primero que hay que aclarar es el propio concepto del feminismo.

El feminismo no es una idea unívoca, sino plurívoca. El mito del feminismo como concepto único es oscurantista e impide ver las diferencias irreconciliables entre los distintos feminismos. Cada feminismo o bien está vinculado a una corriente política de derecha o izquierdas, o bien está sumido en una deriva ideológica indefinida como degeneración de una corriente definida. Pese a las percepciones erróneas de los feminismos como planteamientos independientes (similares, por otra parte, a las que se tiene comúnmente de mitos como el ecologismo, la naturaleza o la cultura), cada feminismo comparte el destino de la corriente que lo inspiró. Ningún feminismo nace sin el amparo de una teoría política que lo inspira ni se define sin su corriente originaria.

Otro mito recurrente es considerar el feminismo como un concepto únicamente inherente a la izquierda. Ni todos los feminismos son de izquierda, ni todas las izquierdas se preocupaban por la cuestión femenina. Algunos feminismos se caracterizan por ser particularistas, irracionalistas o ambas cosas. Estos feminismos están vinculados a modulaciones de la derecha y a la derecha no alineada. Entre los feminismos de la derecha los más emblemáticos son el feminismo liberal, religioso y nacionalsocialista.

El feminismo liberal fue el primero de todos ellos, surgido entorno a la Ilustración y que tuvo su máximo apogeo con los movimientos sufragistas a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con figuras como Emmeline Pankhrust e hijas en Gran Bretaña o Susan B.Anthony en Estados Unidos. Este feminismo era particularista, ya que distinguía entre las ciudadanas meritorias de derechos políticos a las mujeres burguesas. Su concepto de la ciudadanía se regía por la igualdad jurídica y, siguiendo su corriente originaria liberal, no consideraba la igualdad económica. Por ello, defendían el sufragio censitario masculino y femenino y en el caso de las sufragistas estadounidenses, restringiendo su acceso también a los negros. La corriente que inspiró a este feminismo fue el liberalismo de derecha. El heredero directo de este feminismo es el feminismo panfilista o aliciesco, siendo esta especie un feminismo de corte ético e indefinido. A diferencia de su predecesor, el feminismo aliciesco nace del sincretismo entre un feminismo liberal cuyas demandas habían sido atendidas (sufragio universal e igualdad jurídica) y un feminismo socialdemócrata decadente, al igual que su corriente originaria. El feminismo aliciesco, el más extendido y difundido actualmente, está dirigido a mujeres burguesas y pequeñoburguesas sumergidas en los valores democráticos homologados, dispuestas a unirse a cruzadas esperpénticas contra el lenguaje “sexista” y a favor del aborto masivo justificado con absurdos semejantes a “mi cuerpo es mío, mi propiedad”. Este mito común dentro de algunos feminismos deriva directamente del liberalismo, que supone la separación dualista entre el cuerpo y el alma. En este supuesto teórico, la mente o el alma posee un cuerpo mortal, por lo tanto, una persona nace con la “propiedad natural primigenia” y expresa su libertad vendiendo su propiedad. De ahí que ese mito sirva para justificar la cirugía estética por capricho, el aborto masivo, la pornografía, la prostitución y la mercantilización del cuerpo. Aún así, el feminismo aliciesco es erróneamente tomado por un feminismo de izquierda, pese a sus componentes irracionales y particularistas (como su antepasado, el aliciesco es un feminismo que niega la holización a las mujeres obreras y, por otra parte, su argumentación es débil cuando no nula).

Otro feminismo confundido como propio de la izquierda es el feminismo religioso. Este feminismo más reciente deriva de una yuxtaposición entre feminismos indefinidos y el pensamiento protestante en el caso del feminismo cristiano y el chiísmo en el feminismo islámico. Se caracteriza principalmente por la interpretación subjetiva de principios revelados a través de libros sagrados. En ambas variantes del feminismo religioso, la mujer es ciudadana en base a su pertenencia a una religión, como hija de Dios al igual que el hombre. El feminismo religioso nace a partir de la década de los setenta en Estados Unidos, coincidiendo con la extinción del feminismo liberal satisfecho y la decadencia socialdemócrata y keynesiana en las democracias homologadas. Sin embargo, el feminismo islámico es más tardío, de la década de los noventa, y surge entre mujeres de clase media iraníes. Esta última variante reniega del feminismo liberal al considerarlo “excesivamente occidental”, y postula que la liberación de las mujeres musulmanas no puede ir reñido a la fe islámica. A raíz de esto, el feminismo islámico no puede evitar contradecirse predicando la igualdad en los fieles, independientemente de su sexo, a la vez que defiende el uso del velo en las mujeres. La argumentación de esta defensa se basa en la oposición a la mercantilización del cuerpo y la creencia de que “así una mujer se protege de las miradas molestas de los hombres y es respetada”. Siendo su corriente originaria el Islam, no sorprende que las propias feministas se culpen a sí mismas del deseo que puedan suscitar en los hombres. Una clásica representación del síndrome de Estocolmo aplicado a la teoría feminista. De cualquier modo, no resulta minimamente lógico determinar que todo hombre se excita automáticamente con el brillo de una cabellera femenina. Así pues, el feminismo religioso es irracionalista, basado en principios revelados y, por lo tanto, un feminismo de derecha.

El último de los exponentes principales de los feminismos de derecha es el feminismo nacionalsocialista. Este usualmente es caracterizado como machismo e incluso misoginia porque no acepta la incorporación femenina al mundo laboral y utiliza conceptos patriarcales del Antiguo Régimen en sus análisis. Entonces, ¿cómo puede existir un feminismo derivado de una corriente política como el nacionalsocialismo? La respuesta a esta pregunta es que este feminismo tiene un concepto de la ciudadanía femenina derivado de la más obvia distinción entre sexos (el lema de la mujer nazi era “cocina, casa, cama”): La capacidad de parir vástagos. El feminismo nacionalsocialista convierte esta distinción en una garantía de la dignidad de la mujer. De esta manera, la ciudadana nacionalsocialista se caracteriza por ser madre aria y el pilar fundamental de la familia. Además, este pensamiento repudia la entrada de la mujer al mercado laboral, ya que el mercado de trabajo sigue una lógica explotadora, competitiva y enemiga de los valores tradicionales. La mujer sólo puede demostrar su valía y su máximo poder dando consistencia a su familia y garantizando la eutaxia en el hogar. Las máximas de este feminismo se vieron en la Alemania de Hitler, donde el Estado daba remuneraciones económicas a las mujeres que dejaran su empleo para criar a sus hijos. Esto no eliminaba los derechos jurídicos y de participación política femenina, aunque estos eran limitados. El feminismo nacionalsocialista se distingue de posiciones machistas en su concepto de la ciudadana, del cual carecen las teorías misóginas que ignoran la ciudadanía femenina reduciéndolas a su condición de hembras u objetos de deseo.

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8 Respuestas a “Izquierda Hispánica ante el feminismo (Parte I)”


  • En el libro Comala.com se aclara el origen y futuro del feminismo, que se ha convertido en un Neo Machismo difícil de manejar, de justificarse y empieza a perder adeptas, es el momento del cambio. visite el blog de Comala punto com y podrá visualizar el futuro no tan lejano.

  • Marina Luxemburgo

    En respuesta a la crítica que se hace a las dos partes del artículo sobre feminismos, por parte de Bruno Cicero en el blog El pulidor de cristales ( http://elpulidordecristales.wordpress.com/2011/05/01/izquierda-hispanica-y-el-feminismo/ ), he de exponer una defensa del artículo frente a las críticas que se le hacen.

    En primer lugar, el lector que esperaba encontrarse primeramente una postura determinada ante el feminismo, como se encuentra en otros artículos sobre indigenismo, ecologismo o imperialismo, ha de tener en cuenta que en el caso de los feminismos es imprudente elaborar una perspectiva determinada de buenas a primeras. Frente, por ejemplo, al indigenismo, la teorización sobre el concepto de feminismo, sus diferentes corrientes y los mitos que se le atribuyen necesitan un análisis más extenso de lo habitual. La confusión reinante en materia teórica sobre los feminismos es semejante a la desorientación que suele aparecer a la hora de hablar sobre las izquierdas y la derecha. Incluso esa confusión puede ser aún mayor, sobre todo teniendo en cuenta los planteamientos más extravagantes que surgen en el seno de los feminismos indefinidos de izquierdas, como el radical y toda la serie de delirios procedentes de los feminismos pseudopolíticos. Es preciso ahondar en una descripción analítica del feminismo y los feminismos antes de poder ofrecer una postura argumentada y definida. Con ello se evita caer en los tan abundantes y tentadores mitos ofrecidos desde los feminismos actualmente existentes y hegemónicos: El feminismo aliciesco y el radical. Para la desgracia del lector tendente a la generalización y a la lectura rápida, va a tener que detenerse a leer cada una de las partes del artículo, si es que le interesa adoptar a partir de ahí una postura sólida o criticar punto por punto lo expuesto sin caer en divagaciones fuera de contexto. Tampoco deberían hacerse predicciones y juicios de antemano sin haberse publicado siquiera la tercera parte. Las visiones futuristas carecen de toda base lógica.

    Por otra parte, respecto a la doxografía que se atribuye a la clasificación de los distintos feminismos, en la propia exposición y categorización de los feminismos hay una posición clara al encuadrarlos en primer lugar dentro de la derecha o de las izquierdas. Posteriormente, se clasifican como definidos o indefinidos no únicamente según su adscripción a una corriente política determinada, sino también viendo los feminismos indefinidos como degeneraciones de anteriores feminismos definidos. Por ejemplo, el feminismo aliciesco como degeneración e híbrido entre el feminismo liberal extinguido y el socialdemócrata decadente.

    Contrariamente al artículo de Bruno Cicero ( http://www.nodulo.org/ec/2003/n017p13.htm ), que considera únicamente los feminismos según su carácter definido o indefinido, no se ve el feminismo como concepto inherente a las izquierdas y opuesto a la derecha. El primer feminismo, el liberal, se presupone en el artículo mencionado como el único definido, que se sobreentiende dentro de los parámetros de las izquierdas, dado que Gustavo Bueno emplea los términos definido e indefinido para las izquierdas y alienado o no alienado para la derecha (aunque en El Mito de la Derecha dice: “se sobreentiende: alineadas en el proceso de transformación del Antiguo Régimen, proceso desencadenado por los ataques de las izquierdas que, en la medida en que se consideren como movimientos que ejercieron su actividad en ese proceso, pudieran también ser denominadas izquierdas alineadas.”) . Sin embargo, el feminismo liberal no se puede enmarcar dentro de las izquierdas debido a sus características particularistas y contrarias a la holización propuesta por las izquierdas jacobina y liberal. El feminismo liberal restringía la ciudadanía y los derechos políticos a las mujeres proletarias, ya que defiendía la igualdad jurídica y de derechos dentro de la burguesía, independientemente del sexo. La condición para ser ciudadana en una nación política consistía en tener capacidad adquisitiva para costearse la participación en el ámbito público. Eso le presupone de la derecha alineada (segunda modulación, derecha liberal) en cuanto que intenta conservar estructuras del Antiguo Régimen como los privilegios a determinados grupos sobre otros, rompiendo la igualdad de la ciudadanía (las mujeres burguesas pueden votar y ser votadas, mientras que las proletarias no).

    Los feminismos de derecha (por un lado, alineados como el feminismo liberal y el religioso -que pudiera ser de derecha socialista-, y por otro lado no alineados como el aliciesco o el nacionalsocialista) se oponen a los feminismos de izquierdas o bien por su particularismo, o bien por su irracionalismo, cuando ambos factores no están combinados en una corriente. Mientras tantos, los feminismos de izquierdas vinculados a las distintas generaciones de izquierdas (a excepción de las dos primeras, que como explico en la segunda parte de mi artículo, carecían de feminismos debido a que no consideraban a las mujeres dentro de sus planes de holización ni les otorgaban la ciudadanía) buscaban la igualdad jurídica, política y económica entre todos los ciudadanos de la nación, no únicamente a los hombres. Estos feminismos se definen tanto por la igualdad a nivel político como en las condiciones basales (salarios, condiciones laborales, servicios públicos destinados a socializar el cuidado de los hijos y etc) dentro de un programa político. Paralelamente, los feminismos de izquierdas indefinidos, además de moverse dentro de planteamientos ideológicos confusos y degenerados de corrientes definidas, se caracterizan por el rechazo a toda participación institucional.

    Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, es posible que el lector respire aliviado al saber que no tendrá la visión de una metafísica futura cuarta parte sobre el feminismo de los yanomami. O encuentre la suficiente paciencia de esperar a una tercera parte sin hacerse de antemano una idea errónea.

  • Marina Luxemburgo

    Para ejemplificar claramente el feminismo aliciesco basta con leer insufribles revistas como Cosmopolitan, ver nauseabundas series televisivas como Sexo en Nueva York o Mujeres desesperadas u observar la irrisoria Ley de Igualdad de ZP, en la que se considera fundamental la «paridad» en las listas de partidos o los consejos de administración mientras que se ignora la necesidad de políticas como, por ejemplo, guarderías públicas que faciliten la incorporación de la mujer al trabajo y en consecuencia fomenten la natalidad en la nación española.

  • Marina Luxemburgo

    Ejemplos evidentes de feminismo aliciesco los encontramos constantemente en revistas como Cosmopolitan, nauseabundas series televisivas como Sexo en Nueva York o Mujeres Desesperadas, además de en la irrisoria Ley de Igualdad de ZP, en la que se considera fundamental la «paridad» en las listas de los partidos o los consejos de administración, mientras no ve la necesidad de políticas como, por ejemplo, guarderías públicas que faciliten la incorporación de la mujer al trabajo y fomenten la natalidad en la nación española.

  • Marina Luxemburgo

    Para ejemplificar mejor el feminismo aliciesco, basta con leer revistas como Cosmopolitan o tragarse episodios de series de televisión inmundas como Sexo en Nueva York o Mujeres Desesperadas. Eso sin contar con la irrisoria Ley de Igualdad de ZP, donde lo importante es que haya una «paridad» en las listas de los partidos o en los consejos de administración, dejando en segundo plano una política de, por ejemplo, guarderías públicas que facilite la incorporación de la mujer al trabajo y favorezca la natalidad en la nación española.

  • -- La Eutaxia no es invento e Rousseau ni de Hegel, sino que en lo fundamental, es una idea clásica de filosofía del Estado: todo Estado y régimen estatal, tiende a perpetuarse en el tiempo. Pero que todo estado tienda a mantenerse en el tiempo no significa ni que lo consiga ni que sea bueno o adecuado que así sea. Hay que entrar a considerar cada caso.

    -- Precisa más lo del martillo. Claro que instituciones o construcciones históricas como las llamas que vienen de la izquierda y la derecha pueden reconducirse. Nadie ha dicho lo contrario.

    -- Lo de la hipocresía de la gente es verdad. Pero en nada afecta a la decisión de permitir o no el aborto y en qué casos permitirlo. Más bien hay que denunciar públicamente la hipocresía de los que dicen una cosa y luego hacen otra para sacar algún tipo de beneficio en contra de la gente humilde.

    Salud,

  • -¿Esto de la Eutaxia es invento de Rousseau o de Hegel? ¿Es como una «voluntad general»?
    -Nunca me queda claro en qué momento cada constructo histórico queda inmóvil y listo para que el martillo de Bueno lo destroce. Por qué algo que viene de la derecha o la izquierda no puede reformularse y conducirse hacia otro lado, ¿no apelan ustedes a la Inquisición o a Stalin?
    -«Podemos perdonar a un hombre si la lógica le obliga a llegar de mala gana a conclusiones que deplora, pero no puede perdonársele que se aleje de la lógica para tener libertad en defender crímenes», decía Bertrand Russell.
    -Deberían darse una vuelta por Latinoamérica y ver cuál es la situación en lo tocante al aborto, ver a las muchachitas abortando en casas clandestinas, a veces de curanderas y muy alejadas de justificaciones filosóficas. Las elites, en cambio abortan en buenas condiciones, y más tarde se pronuncian en contra.
    -Es necesaria una crítica del feminismo, que desde el diferencialismo y el naturalismo se ha vuelto cada vez más reaccionario. Si queda alguna feminista de izquierdas se ha vuelto reformista y está metida en el juego político, cosa también reprochable.
    ¡Salud!

  • Este es uno de los temas que hacía falta tratar. Muy buen artículo, a ver para cuándo podemos leer la parte II. Salud.

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