Una palabreja recorre España un día sí y otro también, esta palabreja es “recorte”. Nos dicen que los recortes son inevitables, que no podremos salir de la crisis sin: bajarnos los sueldos, congelar las pensiones, acabar de vender las últimas “joyas de la corona” (las pocas empresas públicas que aún quedan), rebajar (aún más) las condiciones y derechos laborales, atacar (algunos hablan incluso de tocar la gratuidad y quizás la universalidad) los servicios públicos básicos (educación, sanidad, etc…) y las condiciones y sueldos de los trabajadores de éstos.
Pero la clave de todo esto no es recortes sí o no, sino cuáles y contra quién, y es aquí donde el velo ideológico de la palabreja “recorte” adquiere todo su significado, porque la clave para entender la razón de que éstos sean los recortes que se proponen e imponen y no otros (por ejemplo: “recortar” a todos los altos cargos políticos de libre designación, “recortar” competencias a las autonomías para ser recuperadas por el Estado –y en el límite, acabar con las propias autonomías-, “recortar” subvenciones a amigotes de unos y otros, “recortar” la economía sumergida y el fraude fiscal, “recortar” los beneficios excesivos de las grandes empresas que operan en España, ya sean nacionales o de otras naciones, “recortar” el exceso de renta que ciertos individuos y grupos -gustosos de sus modos y estilos de vida- tienen debido a las contínuas rebajas fiscales a las grandes fortunas –IRPF, impuesto sobre Patrimonio, etc…-, “recortar” la propiedad particular de grupos nacionales o de terceros estados sobre empresas antaño públicas privatizadas para que vuelvan a ser del Estado) es sencillamente, por un lado la coyuntura por la que pasa una nación concreta en un momento determinado, y por otro lado los intereses de las clases dominantes (el núcleo de la sociedad política o Estado), y todo esto teniendo en cuenta la posición que esa nación ocupa frente a otras en el sistema capitalista inter-nacional.
En el caso de España, todo indica que:
1.La coyuntura es muy complicada con la nación en números rojos, con alto desempleo, creciente deuda pública y privada, déficit fiscal creciente, baja productividad, 17 mini-estados cada uno tirando para su lado, etc…
2.Los intereses de las clases dominantes (un contubernio de oligarquías políticas y económicas nacionales más poliarquías regionales) van más encaminados en la depredación de mercados externos como Iberoamérica, en la especulación inmobiliaria o bancaria, en la cada vez mayor explotación de la fuerza de trabajo nacional, en la búsqueda de privilegios fiscales y de todo tipo en el caso de las burguesías vascas y catalanas, además de ponerse al regazo (unos y otros) de terceras potencias (unos genuinos vendepatrias).
3.Y esto se conecta con la posición de España frente a otras naciones, en donde nuestra nación aparece cada vez más y más subordinada a los designios del imperio yanki y del IV Reich (el eje franco-alemán o UE).
La única (real) pero más que complicada solución para cambiar esa coyuntura (que amenaza seriamente a la propia existencia de la nación –las ratas huyen del barco que se hunde-) es una revolución que cambie las clases dominantes (núcleo de la sociedad política) y el lugar de España frente a otras naciones.
Para resumir, desde la óptica de la dialéctica de clases, los asalariados o trabajadores a través de una institución que les una y organice –el partido- deben de conquistar el poder del Estado y utilizar éste con unos claros planes y programas para revolucionar todas las capas y ramas del poder del mismo, para “recortar” unas cosas y no otras. Desde la óptica de la dialéctica de Estados, llevar a España a otras alianzas (que no sean la OTAN o la UE) como las que se abren camino en los proyectos revolucionarios en unos casos y reformistas en otros en Iberoamérica.
Pero como he dicho esa (real) solución es más que complicada en las actuales circunstancias, aunque las contradicciones en la dialéctica de clases y Estados sobredimensionadas por la crisis estructural en la que estamos metidos, y que sin duda continuarán, pueden abrir posibilidades (la Historia no ha terminado).
rr
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