Acabo de leer la reseña al magnífico libro de Doménico Losurdo «Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra» realizada por Jordi Torrent Bestit en la página web de la Fundación Andreu Nin. No ha gustado a Torrent, por supuesto, las tremendas dosis de realismo que despliega Doménico Losurdo al contextualizar históricamente y desplegar de modo atinado la dialéctica de Estados del curso histórico -en rigor, dialéctica de Imperios- en las páginas de su libro dedicado al Vozhd.
Para Torrent
La falta de frónesis de DL alcanza una de sus expresiones más notorias en el reiterado empleo del tu quoque. Como es sabido, el “tú también” es recurso defensivo de bajo nivel argumentativo. En este caso, constituye uno de los dispositivos que, utilizado ad nauseam , contribuye no poco al desequilibrio ideologizante aludido.
Acusado de hegelianismo por Torrent, Doménico Losurdo habría incurrido en el error de mostrar la «necesidad» de Stalin. Veamos como concluye la reseña:
Los latidos del “corazón de la situación humana real” son inaudibles en este libro. Han sido sustituidos por el silencio con el que se pretende acallar no pocas realidades incómodas, realidades que hacen insostenible la tesis mayor que ha inspirado a su autor, esto es, que el “mal” causado por Stalin y por el estalinismo, en la medida que contenía los gérmenes de un generalizado “bien” materializado en sucesivas epifanías (la modernización de la URSS, la derrota del nazi-fascismo…), debe ser aceptado como históricamente necesario. En definitiva, a mi juicio el esfuerzo de DL ha dado lugar a un artefacto ideológico poco convincente, a la par que a una aportación historiográfica fallida. No obstante, como contribución a la extendida creencia -variante positivista del post-modernismo en boga- de que el pensamiento político no puede mantener una relación estable con la verdad, Stalin. Historia y crítica de una leyenda quizás pueda valorarse de manera menos negativa, aunque, ciertamente, no por ello más agradecible»
Torrent capta, sin embargo, bastante bien el meollo ideológico del libro del comunista italiano: la crítica implacable de Losurdo al «mesianismo anarcoide» (pág. 133 del libro de DL), el «culto de la universalidad y de la utopía abstracta” (pág. 135) así como “el radicalismo y mesianismo anarcoide” (pág. 140), son arborescencias derivadas del “desatroso mito de una voluntad universal (…), de una democracia directa, una dirección colectiva que sin mediaciones ni obstáculos burocráticos se exprese directa e inmediatamente en las fábricas, en los lugares de trabajo, en los organismos políticos”. (pág.139). Stalin habría así corregido para Doménico Losurdo las derivaciones metafísicas de la tradición marxista.
Y es que la grandeza del libro de Doménico Losurdo es precisamente haber mostrado la conexión que existe entre el «Izquierdismo, enfermedad infantil del Comunismo» de Lenin y el ejercicio práctico de la política de Stalin. Desde nuestras coordenadas, puede afirmarse que lo que Lenin hizo en su opúsculo en la teoría, Stalin lo hizo en la práctica. Refutar los delirios de la desviación izquierdista. No es casualidad de Torrent saque a colación a toda la tropa izquierdista antibolchevique: Pannekoek, Korsch, Souvarine, Serge, Mattick, etc. Los filósofos soviéticos caracterizaron al izquierdismo como nihilismo, ¿por qué? Pues por la tendencia reiterada de la desviación izquierdista de negar la dialéctica histórica real, la necesidad de instituciones reales así como las conexiones objetivas de la Historia. Bajo la búsqueda de una metafísica democracia comunista es muy fácil ver el derecho soviético como la traición de una burocracia, pero no darse cuenta de que todo Estado necesita un ordenamiento jurídico para subsistir. Es muy fácil desde el democratismo universalista criticar la intervención de la URSS en otros países y verla como «imperialismo» en su sentido peyorativo. Ahora bien, todo país intenta, necesariamente conformar su entorno a su imagen y semejanza o cuanto menos, crear un entorno de países que no sean estratégicamente hostiles. Esto es geopolítica básica. Es muy fácil hablar desde la atalaya de la diversidad cultural y de la unidad metafísica del proletariado y acusar a Stalin de «rusificador». Pero si lo que unen a los grupos no son institucions mentales sino reales, la unión de los ciudadanos soviéticos sólo podía hacerse bajo un idioma que comprendiera tanto un uzbeco como un lituano. Y este era el ruso ya de hecho. Stalin, al rusificar la URSS, consolidó su unidad y consolidó de hecho y no de palabra o sobre el papel, la unidad de la clase obrera soviética.
En definitiva, si el libro de Doménico Losurdo resulta tan potente es justo por lo que no le gusta a Jordi Torrent, por su inserción en la dialéctica de imperios que se estaba llevando a cabo en la Historia. Visto desde esa escala, es muy fácil ponerse ñoño y llorar por los muertos. Pero la política es realmente eso. El poder, como dijo Mao, está en el fúsil. Este realismo político «estalinista» es el que no gusta a tantos lectores incómodos de Losurdo en España o Italia. Porque acaso el quid de las leyendas negras, tanto la soviética como la española, no esté tanto en reiterar sus aspectos violentos y coercitivos sino en pensar de modo torticero y metafísico que esos aspectos violentos y coercitivos son anómalos al curso histórico y que aquellos que lo practican son, en cierta medida, humanos «deshumanizados», malas personas ansiosas de poder. No existe tal cosa. Existe la dialéctica histórica que es a su vez dialéctica de Estados y dialéctica de clases. Si Doménico Losurdo se esfuerza en mostar que la violencia y las masacres están también presentes «en el otro bando» de la dialéctica histórica es precisamente para triturar la fantasia construida por el liberalismo de legitimar su actual hegemonia como producto de la paz. Igual le ocurre a los izquierdistas indefinidos de hoy día. Se han construido a su imagen y semejanza una retórica de la «izquierda pacífica» frente a la «derecha violenta e intolerante» que es completamente falsa. No ya porque no haya existido derecha violenta e intolerante, sino porque presupone ya que la violencia y la intolerancia deben ser barridas del arsenal teórico y práctico de las izquierdas. Frente a esto se levanta la voz de Lenin y su reivindicación del «sano odio proletario». La grandeza de Stalin consistió en rectificar y triturar dialécticamente muchos de los postulados metafísicos del izquierdismo en la senda que ya trazó Lenin. Izquierda definida frente a izquierdismo nihilista indefinido. Realismo político frente «altermundismo» aliciesco y metafísico. Es lo que los izquierdistas de hoy día no son capaces de tolerarle ni a Losurdo ni a Stalin.
De paso, añadir que el artículo «bujarinista» sobre stalin, que Pablo Huerga Melcón publicó en «catoblepas» en 2008, es bastante malillo.Le pasa por basarse en un pésimo investigador(arch getty dixit) y esquizofrénico como los hermanos Medeiev y en fuentes secundarias de tercera ó cuarta división,¿ alguien puede tomarse en serio las «fantasías» y mentiras del vlasoviano solsehnitzin en «archipiélago gulag» ó alguien en sus cabales cree que puede hacerse historia rigurosa basandose en novelas y textos literarios?.Salud.
La verdad es que coincido plenamente con el buen artículo de Escalante y con los certeros comentarios de Juan Carlos alvarez.Por otra parte parece poco probable que stalin le dijese eso a Molotov,»todo está perdido», al contrario tenemos testimonios como los de Dimitrov sobre la enorme entereza y frialdad de «koba» en ese momento; por algo seria que tanto en Yalta como en Potsdam,stalin se mostrase superior «psicológicamente» a sus aliados occidentales, a churchill le intimadaba sacandóle de sus casillas en bastantes ocasiones.Todos estos supuestos eventos se fltraron después al «informe secreto» de Kruschev, Grover furr estima que 59 de las 60 imputaciones ó «hechos» que cita el informe , son palmariamente falsos ó inventados y no cabe duda que este «informe» hizó mucho daño a la Urss, no menos quizás que el asesinato extrajudicial de Beria ó la supresión del Nkvd. salud.
Igual no te has percatado (o sí), Webmaster UVI Guan Kevió, pero con tu acción acabas de solucionarle el dolor de boca a Esquinas.
Excelente ataque quirúrgico.
Felicidades…!
Juan Carlos Álvarez creyó que le censurábamos un comentario porque la web ocultaba todo lo que se escribía tras pulsar el botón «Responder». Lo he solucionado y ahora ya no aparece tal botón, para comentar hay que bajar al final de la página como se ha hecho siempre.
Ni Izquierda Hispánica ni yo como webmáster moderamos los comentarios vertidos aquí y tampoco hemos censurado a nadie, aunque nos reservamos el derecho de eliminar calificaciones e insultos gratuitos, como los que el propio Juan Carlos Álvarez ha lanzado creyendo que le censurábamos… Queden sus insultos publicados como muestra de que ni moderamos ni censuramos los comentarios.
Nuestra intención es facilitar el uso de la web, por eso los comentarios están abiertos a todos los usuarios que no están registrados. Queremos que esto siga siendo así.
Pido contención y calma para que los comentarios sigan generando debates interesante como hasta ahora. Creo que nadie quiere ver al pie de cada artículo una retahíla de insultos sin sentido.
Gracias por vuestra atención.
Enrique. Webmáster de IH.
«A propósito, veo que Izquierda Hispánica censura mis comentarios. Esto confirma lo qie ya intuía desde hace tiempo: que IH es una farsa ridícula, un izquierdismo absurdo y vulgar de salón, y que sus represenatntes son una absoluta nulidad intelectual, unos reaccionarios camuflados.» Juan Carlos espero que rectifiques la parte en que nos acusas de censura FALSAMENTE. Si no has leido tu comentario (que no salió por las causas técnicas que ya hemos explicado doscientas veces) que reproduce un poco más abajo mi camarada Esquinas es un problema tuyo, no de IH. En cuanto a los insultos que nos viertes ( llamandonos «farsa ridícula» o «nulidad intelectual» o «reaccionarios camuflados» ), simplemente por una rabieta que te ha dado sin tener ninguna razón,te calificas a tí mismo.
Como bien anotas, Juan Carlos, ahora que ya he podido leer tu último comentario, probablemente el retraso del desembarco en Francia podía tener el trasfondo político que Carlos Hermida sugiere: agotar un poco a la URSS. También por parte de la URSS jugaban al mismo juego. El discurso constante de Stalin diciendo que podían perder (aprovechando la ocasión para reclamar la ayuda que fuera, mucha o poca; y la apertura del frente oriental), y ocultando incluso al mismo Churchill, en su visita al sitio, las ingentes fuerzas que iban acumulando en Stalingrado («allí no pasaba nada»; o bien «lo normal»…), imagino que también tendrían una intención similar; quizás no la de agotar a los Aliados, pero sí que no se dieran todavía mucha cuenta del potencial poderío que tenían.
Esto ya me lo invento completamente: Churchill podía olerse que Stalin no le contaba toda la verdad y de ahí que extremara su prudencia. Encaja; aunque no por eso tiene que ser verdad.
He corregido mi error, gracias Peliyot.
Donde Esquinas pueda decir «Javier», supongo que deberá leerse «Juan Carlos». Y, en efecto, Juan Carlos, no es para ponerse así, hombre. A Esquinas le duele la boca de decir lo de no «responder», sino lo de «enviar». Y al fin y al cabo, por aquí, casi todos estamos muy de acuerdo en muchos asuntos fundamentales. El hecho de intentar pulir ciertas cosas, con mejor o peor fortuna, supongo servirá precisamente para demostrar la pluralidad de las cosas y las gentes. Este sitio no puede prescindir de alguien como tú.
Vamos a ver. Parece que no se leen los comentarios. Todo aquel que esté familiarizado con nuestra web sabe que tenemos un problema con el filtro anti-spam. Cuando le daís al botón «Responder», el programa lo detecta como spam y lo guarda en toda la morralla que nos llega. Tenemos que rescatar el comentario y subirlo nosotros. NO SE HA CENSURADO NINGÚN COMENTARIO DE JUAN CARLOS. El suyo que no apareció LO SUBÍ YO MISMO y está más abajo, como puede verse.
La paranoia es bastante mala. Si en vez de lanzar rápidamente acusaciones nos preocupáramos un poco de leer, no habría esos problemas. ¿Por qué íbamos a censurar a Juan Carlos cuando lo que dice está muy cerca a nuestra línea de interpretación de Stalín? Sería de locos.
Por favor, Juan Carlos, te pido que rectifiques tu comentario o expliques más qué se te censura. Por cierto, ya que ves en nosotros rasgos izquierdistas, pues coméntalos abiertamente y podremos discutirlos.
Un cordial saludo,
Que sí, Pregunta, que sí; que en ningún momento se ha dicho que la URSS no haya sido muy importante en este asunto. Lo que he venido a cuestionar es el papel casi exclusivo que le ha otorgado Juan Carlos y la definición de los aliados como meros comparsas. Esto es a lo que yo he llamado «pelín exagerado».
Tú aseguras que «…la URSS venció con superioridad pero menos, y sin apoyo directo. Si la victoria en la [Guerra II] hubiera dependido sólo del genio de Churchill o de Roosevelt, quizás no se hubiera producido…» La guerra de las cifras es la peor que existe, pero me vuelve a sonar exagerado eso de «sin apoyo directo».
Después del ataque de Alemania a la URSS, que Stalin se resistía a creer, éste veía la guerra ya perdida y al parecer, desconsolado, vino a confesarle a Molotov: «Todo lo que Lenin ha creado, lo hemos perdido para siempre.» El mismo mariscal Zukov escribe en sus memorias: «Con mucha franqueza no puedo sostener que en aquellos días tuviésemos convicción de que lograríamos resistir y que podríamos detener al enemigo en Moscú.»
En un mensaje común de Churchill y Roosevelt enviado a Stalin, se decía:
«Hemos aprovechado la ocasión que ofrecía el examen del informe del señor Harry Hopkins al regreso de Moscú, para preguntarnos el modo mejor en que nuestros dos países puedan acudir en ayuda del vuestro para sostenerlo en la magnífica defensa que oponéis al ataque alemán. En este momento estamos actuando de común acuerdo para darles la mayor cantidad de suministros de los que tenéis necesidad urgente.» En el mismo mensaje también se lee: «Continuaremos enviándoles víveres y materiales con la máxima rapidez posible.»
Esto está extractado de la Pág. 12 del nº 31 de El Catoblepas, titulada «II Guerra Mundial: ayuda inglesa y americana a la URSS» de Luis David Bernaldo de Quirós Arias; en la que, después de detallar algunos aspectos importantes de esa colaboración, termina:
«Como puede observarse, según las fuentes y según las fechas, los historiadores discrepan un poco. Sea como sea, lo que no cabe duda es que la URSS recibió una cantidad ingente de material bélico procedente de EE.UU. y Gran Bretaña principalmente.»
El detalle es mucho más exhaustivo en el documento original del «Acuerdo entre los EEUU y la URSS sobre la disposición de Préstamo y Arriendo…», que puede encontrarse en *.pdf en Internet.
Y fíjate que incluso podría estar de acuerdo en no catalogarla como una ayuda «decisiva»; depende nuevamente de dónde pusiéramos el corte. Los índices finales podrían sonar irrisorios frente a la producción de la URSS… pero hay que tener en cuenta que se pusieron a producir como churros una vez se quitaron de encima la presión alemana. Así que, muy «sin apoyo directo», no se ajustaría a la realidad.
A propósito, veo que Izquierda Hispánica censura mis comentarios. Esto confirma lo qie ya intuía desde hace tiempo: que IH es una farsa ridícula, un izquierdismo absurdo y vulgar de salón, y que sus represenatntes son una absoluta nulidad intelectual, unos reaccionarios camuflados.
Hasta nunca.
De acuerdo entonces, Peliyot, en la estrecha relación entre la socialdemocracia y el fascismo (que justifica la aplicación del término «social-fascismo» a la socialdemocracia de los años 20, 30 y 40, y aun a una parte significativa de la socialdemocracia actual, que ha derrocado a todos los gobiernos árabes laicos para sustituirlos por teocracias islámicas). Y me olvidaba, por supuesto, de Finlandia, gobernada también por el Partido Socialdemócrata Finés cuando entró en guerra con la URSS. El líder de los socialdemócratas fineses y primer ministro de Finlandia, Väinö Tanner, era aliado de Hitler y recibió apoyo armamentístico y estratégico de la Alemania nazi en su guerra de invierno contra la URSS.
Respecto a tu relativización de la importancia de la URSS en la aniquilación del nazi-fascismo, no puedo estar más en desacuerdo. En primer lugar, resulta absirdo decir que fue el invierno ruso el que acabó con el ejército nazi. ¿Acaso los nazis no disponían de calefactores, de ropas y de vehículos y equipos de invierno? Por supuesto que los tenían, pero fueron destruidos en su mayor parte por los soviéticos antes de que llegara el invierno. Los alemanes ya casi no disponían de tanques ni de combustible antes de que cayeran las primeras nieves. La causa de la derrota del nazismo fue la enorme capacidad industrial de la URSS, debida a su eficacísima economía centralizada y planificada. Y la URSS luchó completamente sola contra el nazismo durante tres años. Como dice Carlos Hermida:
«El 6 de junio de 1944 los norteamericanos desembarcaron en Normandía.No se trata de menospreciar la contribución de Estados Unidos a la derrota del nazismo, pero la apertura del segundo frente en Europa se produjo cuando Alemania se encontraba en vísperas de su derrota. Estados Unidos e Inglaterra habían pospuesto durante dos años el desembarco en Francia para debilitar a la URSS, pero en el momento en que vieron que era capaz de ganar la guerra con sus propias fuerzas, entonces se decidieron a intervenir para frenar la influencia política de la Unión Soviética y controlar los movimientos de resistencia en los países de Europa Occidental. Es evidente que la liberación de toda Europa por las fuerzas armadas soviéticas habría significado un durísimo golpe para el capitalismo a escala mundial y los
Estados Unidos estaban dispuesto a evitarlo a toda costa. De igual manera les preocupaba el protagonismo de los comunistas franceses e italianos en la lucha contra el ocupante alemán. A la altura de 1944 los problemas políticos pasaban a primer término, porque militarmente la guerra estaba ganada.
Durante tres años la Unión Soviética luchó sola. El sacrificio y las penalidades soportadas por el pueblo de la URSS fueron enormes. Las pérdidas humanas se elevaron a 26 millones de personas, una buena parte civiles que fueron víctimas de la guerra de aniquilación practicada por los alemanes. Fueron destruidas 1.700 ciudades, 72.000 aldeas y 32.000 empresas industriales. En conjunto, la URSS se vio privada del 30% de su riqueza nacional y el conjunto de sus pérdidas constituyó el 40% del total de las sufridas por todos los combatientes.»
Por supuesto, el cargarse a la cúpula del partido nazi hubiera implicado un golpe de estado contra el gobierno nazi y una auténtica revolución, que entonces sólo podían llevar a cabo los comunistas. Por desgracia, una vez más la socialdemocracia, tan ladina, oportunista y rastrera como siempre, se unió a los nazis para perseguir y masacrar a los comunistas e impedir que el gobierno nazi pudiera ser derrocado.
Un detalle importante para cuantificar la importancia de Stalin en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial es que mientras que los aliados «occidentales», especialmente Inglaterra, necesitaron de una superioridad brutal en armamentos y hombres para vencer a Rommel y otros, la URSS venció con superioridad pero menos, y sin apoyo directo. Si la victoria en la WWII hubiera dependido sólo del genio de Churchill o de Roosevelt, quizás no se hubiera producido, o quizás estaríamos hablando de un III Reich aún imperante tras un armisticio satisfactorio para todas las partes. Es especular, pero sin duda que la URSS fue decisiva más que los otros aliados.
Nadie está discutiendo eso, Juan Carlos. Precisamente por todos los motivos que dices, es por lo que se acuñó el término «social-fascistas» trás el VI Congreso de la Komintern en 1928; para designar la colaboración que la socialdemocracia alemana en particular y la socialdemocracia mundial estaba llevando a cabo con el nazismo y el fascismo. Y explica cómo gran parte de esa socialdemocracia se transmutó en nacionalsocialista o permitió que el nacionalsocialismo triunfara en Alemania. Lo de cepillárselos no es ninguna ironía; todo lo contrario.
Pero me sigue pareciendo algo exagerado, por más decisiva que pudiera haber sido la URSS, que sin duda lo fue, atribuirle casi en exclusiva la victoria frente a Alemania; aún siendo verdad que el temor a la derrota se empezó a extender después de Stalingrado. Aquello fue, para Hitler, lo que le hizo entender que ya no podía conquistar Rusia. Al principio, de Stalin, pensaba que era un mal sujeto, un bárbaro, un asiático, una fiera… luego, poco a poco, al ver de lo que era capaz, dijo que podría haber sido su mejor aliado.
A juicio del Almirante Dönitz, al que nombró sucesor, uno de los errores militares más importantes fue no ocuparse debidamente del Atlántico. Las flotas navales aliadas fueron un gran obstáculo. La existencia de Inglaterra, los víveres, la industria y el armamento dependían de las importaciones, del tráfico a través del Atlántico, e incluso la intervención y ayuda de EEUU sólo podían llegar por aquella ruta. Para ingleses y americanos su mayor empeño era proteger esas vías marítimas. Por tanto, lo que tendrían que haber hecho era atacar… pero no fue así; no disponían de los medios necesarios para sostener un enfrentamiento con éxito. Y cuando a toda prisa pudieron contar con sumergibles eficaces, ya era demasiado tarde.
A juicio de Albert Speer, arquitecto del régimen y posterior Ministro, Stalingrado no significó todavía el final, pero sí un cambio de dirección. Existe una diferencia entre una victoria fallida y una derrota total. Lo vio todo perdido cuando la flota aérea americana destruyó toda la producción de carburante en mayo de 1944.
Churchill, con una intervención contundente, quiso destruir la moral de Alemania y dar a Stalin una prueba del poder de la RAF y de la US Air Force; y la noche del 13 al 14 de febrero de 1945 convirtió Dresde en lo más parecido al infierno sobre la tierra.
No se está diciendo que la expresión «salvar al mundo» sea lo exagerado; dependerá probablemente de cómo y a quiénes se aplique, de dónde pongamos el corte. Lo de Cuba, por ejemplo, principalmente fue una cosa de dos. Cada uno se vendería a sí mismo, en sus respectivos sitios, como único ganador; pero lo cierto es que el mundo entero salió ganando.
En cuanto a lo de haberse podido cargar a Hitler y otros, sin duda me apunto. Lo que ya no estoy tan seguro es si eso hubiera evitado algo. Tal y como sostiene GB, respecto de Napoleón, si aquél teniente hubiera muerto en sus primeras escaramuzas, habría surgido otro teniente. Siempre habrá cabos y tenientes suficientes.
Estimados amigos. Os recuerdo que si dais al botón «responder» el comentario no sale publicado. La causa, los plugins anti-spam que tenemos. No lo hemos conseguido solucionar. Aquí va el comentario de Juan Carlos Álvarez en respuesta a Peliyot.
Enviado el 17/12/2011 a las 14:49 | En respuesta a Peliyot.
Peliyot, yo estoy hablando en serio, así que, por favor, los chascarrillos sobran. Sobre todo si no tienen gracia y además son una digresión sin sentido.
La profunda imbricación de la socialdemocracia y el nazi-fascismo en los años 1920 y 1930 es un hecho demostrado en multitud de pruebas documentales e históricas. Otra cosa es que el consenso anti-fascista tras la SGM olvidara el triste papel de la socialdemocracia como cómplice y abanderada del fascismo, por el hecho de que una minoría de socialdemócratas (sobre todo españoles) formara parte de la resistencia durante la guerra.
Michael Parenti ha estudiado muy bien este asunto: los escuadrones de asalto (antecedentes directos de los nazis) fueron creados a finales de la década de 1910 por el Partido Socialdemócrata Alemán para combatir a los comunistas alemanes y para ejercitar el terrorismo de Estado contra el movimiento comunista (un terrorismo que entre 1918 y 1930) se cobró más de cien mil víctimas entre los militantes socialistas y comunistas. Por otro lado, buena parte de los militantes del Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán provinieron de la socialdemocracia, incluidos algunos de sus más destacados líderes.
Más aún, la socialdemocracia francesa votó a favor de entregar Francia a los nazis. Lo mismo hizo la socialdemocracia holandesa, danesa y sueca. Todos ellos fueron colaboracionistas. Muy poca gente sabe que, durante la invasión de Dinamarca por los nazis, los socialdemócratas daneses estuvieron en el poder y eran más pro-nazis que nadie. Los nazis colocaron como primer ministro al secretario general del Partido Socialdemócrata Danés, Thorvald Stauning, quien en todas sus alocuciones públicas saludaba con un ‘Heil Hitler!’
En Suecia, el Partido Socialdemócrata no sólo fue colaboracionista de los nazis, sino que también estuvo en el gobierno durante la ocupación nazi de Suecia. Albin Hansson, líder del Partido Socialdemócrata Sueco y primer ministro de Suecia desde 1932 a 1946, admiraba el sistema corporativo fascista de Mussolini (con quien se carteaba con frecuencia), y describió a Hitler como “el más grande hombre de nuestro tiempo”. Todo esto aparece descrito en detalle en las obras de Michael Parenti, por ejemplo.
El historiador canadiense Grover Furr ha demostrado que Bujarin y sus seguidores, simpatizantes de la socialdemocracia occidental, tuvieron contactos con socialdemócratas suecos e incluso con representantes diplomáticos del gobierno alemán. En cualquier Estado de Derecho, una traición tan grande a la patria sólo puede castigarse con la pena de muerte.
Si alguien se hubiera cargado a Hitler y a toda la cúpula del Partido Nazi, así como a Thorvald Stauning, Albien Hansson y la cúpula de los socialdemócratas suecos, daneses, holandeses, belgas y franceses en los años 1930, hubiera hecho un gran bien al género humano.
Por otro lado, no me parece en absoluto exagerada la expresión “salvar al mundo” para describir el efecto de la derrota del nazismo y la evitación de una guerra nuclear global gracias al estalinismo y la URSS.
Eric Hobsbawm y Anthony Beevor calculan que más del 80% del ejército nazi fue aniquilado en la URSS. El papel de los aliados de la URSS fue de mera comparsa.
Peliyot, yo estoy hablando en serio, así que, por favor, los chascarrillos sobran. Sobre todo si no tienen gracia y además son una digresión sin sentido.
La profunda imbricación de la socialdemocracia y el nazi-fascismo en los años 1920 y 1930 es un hecho demostrado en multitud de pruebas documentales e históricas. Otra cosa es que el consenso anti-fascista tras la SGM olvidara el triste papel de la socialdemocracia como cómplice y abanderada del fascismo, por el hecho de que una minoría de socialdemócratas (sobre todo españoles) formara parte de la resistencia durante la guerra.
Michael Parenti ha estudiado muy bien este asunto: los escuadrones de asalto (antecedentes directos de los nazis) fueron creados a finales de la década de 1910 por el Partido Socialdemócrata Alemán para combatir a los comunistas alemanes y para ejercitar el terrorismo de Estado contra el movimiento comunista (un terrorismo que entre 1918 y 1930) se cobró más de cien mil víctimas entre los militantes socialistas y comunistas. Por otro lado, buena parte de los militantes del Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán provinieron de la socialdemocracia, incluidos algunos de sus más destacados líderes.
Más aún, la socialdemocracia francesa votó a favor de entregar Francia a los nazis. Lo mismo hizo la socialdemocracia holandesa, danesa y sueca. Todos ellos fueron colaboracionistas. Muy poca gente sabe que, durante la invasión de Dinamarca por los nazis, los socialdemócratas daneses estuvieron en el poder y eran más pro-nazis que nadie. Los nazis colocaron como primer ministro al secretario general del Partido Socialdemócrata Danés, Thorvald Stauning, quien en todas sus alocuciones públicas saludaba con un ‘Heil Hitler!’
En Suecia, el Partido Socialdemócrata no sólo fue colaboracionista de los nazis, sino que también estuvo en el gobierno durante la ocupación nazi de Suecia. Albin Hansson, líder del Partido Socialdemócrata Sueco y primer ministro de Suecia desde 1932 a 1946, admiraba el sistema corporativo fascista de Mussolini (con quien se carteaba con frecuencia), y describió a Hitler como «el más grande hombre de nuestro tiempo». Todo esto aparece descrito en detalle en las obras de Michael Parenti, por ejemplo.
El historiador canadiense Grover Furr ha demostrado que Bujarin y sus seguidores, simpatizantes de la socialdemocracia occidental, tuvieron contactos con socialdemócratas suecos e incluso con representantes diplomáticos del gobierno alemán. En cualquier Estado de Derecho, una traición tan grande a la patria sólo puede castigarse con la pena de muerte.
Si alguien se hubiera cargado a Hitler y a toda la cúpula del Partido Nazi, así como a Thorvald Stauning, Albien Hansson y la cúpula de los socialdemócratas suecos, daneses, holandeses, belgas y franceses en los años 1930, hubiera hecho un gran bien al género humano.
Por otro lado, no me parece en absoluto exagerada la expresión «salvar al mundo» para describir el efecto de la derrota del nazismo y la evitación de una guerra nuclear global gracias al estalinismo y la URSS.
Eric Hobsbawm y Anthony Beevor calculan que más del 80% del ejército nazi fue aniquilado en la URSS. El papel de los aliados de la URSS fue de mera comparsa.
Juan Carlos, me gusta eso de cepillarse a quienes sólo están para las mamadas. Siempre sospeché que tenía que haber más gente decente en el mundo.
En todo caso, si bien es cierto que pueden haber mesas con una sola pata (aunque en realidad, si no está clavada y fijada al suelo, siempre necesitará que de ella salgan otras más pequeñas que le den estabilidad), por lo general, lo primero que al menos imagino, es la clásica que suele tener cuatro. Dando por válido, porque además es la pura verdad, que Stalin derrotó al nacionalsocialismo y que Kruschev retiró los misiles, ¿no es un pelín exagerado decir que tales hechos, innegables, salvaron por dos veces al mundo…?
Porque claro, en el primer caso, dejando aparte al General más famoso que los rusos han tenido siempre, al inmortal General Invierno, los soviéticos y los nazis no estaban flotando… había más actores en la película, que alguna presión y alguna consecuencia de esa presión tuvo que reflejarse de alguna manera en los acontecimientos; obligando a los nazis a tener que estar en «to los laos», a dividirlos y, por tanto, a derrotarlos.
Y en el segundo caso, supongo que la Persona Blanca Anglo-Sajona («yo también soy berlinés», azuzando a sus primos lejanos alemanes), también tendría algo que decir. En la dialéctica de Imperios, se lo dijo mediante el bloqueo marítimo y alguna pequeña escaramuza. Ambos se entendieron, dado que es un idioma universal; hubo concesiones por ambas partes y luego volvieron a aliarse en el 68 contra otro enemigo común: el anarquismo; donde en ambos lados hubo jaleo…(poco se ha dicho, creo, sobre lo «aliados» que han sido no pocas veces).
Se acepta la exageración sólo si es un recurso retórico.
Una de las mejores cosas que hizo el gobierno de Stalin fue enviar a los socialdemócratas (traidores social-fascistas aliados del nazismo y del Gran Capital) a los campos del Gulag, así como ejecutar a socialdemócratas como Bujarin, quien (como demuestran documentos revelados al público tras la Glasnost) mantuvo contactos con espías nazis. El encarcelamiento y ejecución de los socialdemócratas permitió limpiar la Unión Soviético de traidores pro-nazis, y de este modo aseguró la victoria sobre el nazismo.
Si algún error cometió Stalin,l fue el de no ejecutar a más socialdemócratas. Así hubiera evitado deserciones y traiciones en el frente de batalla.
La socialdemocracia es el Mal radical, y no el estalinismo.
Saludos.
Enhorabuena a Tomás Escalante por este valiente y necesario artículo. El libro de Lousordo es magnífico. Va en la misma línea de otros críticos realistas (materialistas, podríamos decir, como Thurston o Arch-Getty) de la historia tradicional sobre Stalin y el estalinismo (inicialmente inventada por la prensa sensacionalista de William Randolf Hearst y por la propaganda nazi), con su clara tendencia idealista y psicologista, completamente ahistórica y descontextualizada, que pretende explicar los males del régimen estaliniano (que efectivamente existieron) sólo por los desequilibrios mentales de sus líderes y la perversidad intrínseca de su ideología.
Pero es un hecho histórico innegable que el estalinismo salvó dos veces al mundo: la primera vez, con su impresionante victoria sobre el nazi-fascismo (que dejó boquiabierto al mundo entero); la segunda vez, con la retirada de los misiles por parte de Kruschev (educado y formado en el estalinismo, pese a su posterior execración del mismo), que evitó una guerra mundial que hubiera sido destructiva y hubiera causado cientos de millones de muertos y heridos incurables. Sólo estos dos hechos deberían llevar a replantearnos la leyenda negra anti-estalinista (en el fondo, anti-rusa y anti-ortodoxa, ya que el cristianismo ortodoxo siempre despertó una enorme desconfianza en Occidente).
Saludos.