Desde Izquierda Hispánica queremos ofrecer a nuestros seguidores el interesante y emotivo diagnóstico que de la realidad hispanoamericana realiza nuestro amigo José Ramón Bravo, coordinador de la excelente e imprescindible página Hispanoamérica Unida. Se trata de un comentario realizado a propósito de una discusión pero que reproducimos por su evidente interés. Desde Izquierda Hispánica compartimos buena parte de su certero diagnóstico y haciéndonos eco de su emotivo final hacemos un llamamiento a nuestros lectores y seguidores a que se unan al activismo político en pos de intentar revertir tan lastimosa situación.
El proyecto de Izquierda Hispánica está abierto a todo aquel que comparta alguno de nuestro principios programáticos: Unión Iberoamericana, no sólo como entidad cultural e histórica sino como horizonte de unidad política. Socialismo entendido en primer lugar como forma de vida comunitaria y de vínculos solidarios frente al individualismo protestante anglosajón y europeo u otros proyectos comunitaristas ajenos a nuestra tradición (islam, orientalismo..) Materialismo Filosófico entendido como realismo político frente a utopías políticas que a la larga sólo pueden conducir a la frustación.
Te esperamos.
El actual Panamá no llegó a estar bajo soberanía mexicana sino colombiana, pero igualmente estoy totalmente de acuerdo en que todos los países ganarían muchísimo con esta unión de México y los centroamericanos (se alcanzaría una población de más de 160 millones que es una masa suficiente para aspirar a gran potencia futura). Ya nos lo dijo hace casi dos siglos ese gran estadista mexicano que fue Lucas Alamán (tantas veces incomprendido y malinterpretado), que en política sólo se concede importancia a las «grandes masas» (refiriéndose a los países). El problema es que esos micro-estados[los países centroamericanos] están totalmente colonizados por los yanquis e indirectamente por las multinacionales de otras potencias (incluida Gran Bretaña, nuestro peor enemigo) y les sería muy difícil librarse una campaña orquestada en contra de México por esas otras potencias, que lo presentarían como «imperialista». Es decir, los verdaderos imperialistas acusarían de imperialista a México (país que de todos modos tiene su soberanía «hipotecada» a los Estados Unidos), y ya sabemos lo efectivos que son nuestros enemigos a la hora de crear «leyendas negras» de desprestigio contra nosotros. Desde luego, si los dos mayores virreinatos, Nueva España y Río de la Plata (cuyas partes centrales son hoy México y Argentina) hubieran conservado sus territorios respectivos, no sólo existirían ahora dos potencias, una en el Norte y otra en el Sur, de tamaño y población respetables, sino que además al no haber tantas fronteras absurdas de mini-países, esos dos grandes podrían haber logrado de forma más operativa y con menos trámites la unidad de la América de habla española. Quedaba una pieza importante entre los dos: la «Gran Colombia», pero obviamente a esta también la trocearon nuestros odiosos enemigos. Y, ¿cuál es la situación actual? Pues es la siguiente: el Estado de lengua española más importante por población y economía (México) es de facto una colonia de Estados Unidos, sin apenas fuerzas armadas proporcionales a su tamaño y con el cáncer de la violencia y la droga que las potencias anglosajonas le han metido dentro para destruirlo. Centroamérica está pulverizada en micro-repúblicas absolutamente vasallas de Estados Unidos y otras potencias (que juegan con ellas tanto como quieran), las repúblicas de habla española de Sudamérica son colonias de Brasil, incluida Argentina, a la que alguna vez muchos vimos como la esperanza de una futura re-unificación hispanoamericana… ¡pobre Argentina y pobres de nosotros! El MERCOSUR y la UNASUR son instrumentos absolutamente ideologizados que utiliza el Brasil como arma de dominación (y pago de tributo a su eterno «aliado en la sombra»: el Imperio Británico) y los yanquis se meriendan México y Centroamérica. Resumiendo: nuestra Patria no sólo está dividida por fronteras ridículas y absurdas entre lo que deberían ser «provincias» o «estados administrativos» (no naciones soberanas), sino que encima la Nación está partida en dos: nuestra mitad Norte se la comen los yanquis, y al mitad Sur de la comen los brasileño-británicos (con unos buenos mordiscos de los chinos y los rusos)… un desastre. Para colmo, la Alianza del Pacífico, la única que reúne a cuatro de los más importantes Estados americanos de habla española por población y economía (México, Colombia, Perú y Chile) no pretende ninguna integración real sino sólo abrir los mercados a feroces multinacionales que acabarán con la poca industria que tenemos e impedirán el desarrollo de un auténtico sector manufacturero de productos con valor agregado, requisito IMPRESCINDIBLE para que se desarrolle una Nación económicamente (los más acérrimos defensores del «liberalismo económico» hoy en día, los Estados Unidos, fueron proteccionistas al principio, para defenderse de la embestida económica de Gran Bretaña y poder desarrollar su propia industria, aunque ahora defiendan lo contrario.) En definitiva, hoy como ayer, nuestras elites nos han fulminado en pedazos, nos han entregado al enemigo, nos han lavado el cerebro con ideologías alienantes y extrañas a nuestro ser y nuestras necesidades (derecha, izquierda, «bolivarismo», «liberalismo», «latinoamericanismo», «doctrina Monroe», etc.) y nos han condenado a ser, una y otra vez, repúblicas bananeras exportadoras de materias primas que sólo ocupen una posición subalterna en el mundo, a pesar de que por nuestros recursos, población, territorio y cultura universal bienpodríamos ser la primera potencia de la Tierra. ¿HASTA CUÁNDO VAMOS A SEGUIR ASÍ?
José Ramón Bravo, Hispanoamérica Unida
heril- lo siento
Me alegro de ver un análisis en el que se pone el foco sobre lo que está sucediendo en torno al Brasil y sus países satélites. No se podrá desarrollar una política socialista partiendo de la tradición brasileña, que hunde sus raíces en el Imperio eril portugués -- el auténtico modelo del Imperio Británico, la especial relación entre Portugal y Reino Unido también también tiene que ver con esto-, y estamos viendo que el intento de seguir esa línea acaba degenerando, como bien a las claras nos lo muestran los ejemplos de Venezuela y la Argentina.