Un nuevo pufo. Y van unos cuantos. Jenaro García, ex presidente de Gowex se suma a la lista de ilustres emprendedores como Díaz Ferran, Ruiz Mateos o Blesa, que acaban dando la campanada. Cada vez que Rajoy o Botella alaban a un empresario me echo a temblar. Hace unas cuantas semanas nuestro querido presidente-líder lo ponía por las nubes en la entrega de unos galardones en Bilbao. Jenaro es un referente de emprendimiento para la sociedad española, decía el presidente. Pues menos mal.
Querría utilizar estas líneas para lanzar una reflexión. Si mañana voy a cualquier empresa blandiendo un currículo donde afirmo conocer a la perfección el chino mandarín, sin tener ni idea, el encargado de supervisarme no tendrá demasiadas dificultades para pillarme. Puede que este hombre sea un crack del maquillaje y se la haya colado a los del MAB y a los de la CNMV. Pero en los últimos tiempos a los supervisores les han metido unos cuantos goles. El sistema financiero español ha estado captando durante años miles de millones procedentes de pequeños y mediados ahorradores bajo la formula de las preferentes. Los supervisores no vieron nada raro en ello. Ruiz Mateos financió sus chanchullos empresariales con unos pagares que prometían altos intereses y tampoco nadie advirtió nada. Los precios de la gasolina se sitúan en máximos históricos antes de unas vacaciones. Todo normal… Y por cierto hasta mi abuelita sabe que los sectores de la electricidad y las telecomunicaciones funcionan como oligopolios. Entonces me pregunto, ¿a quién supervisan los supervisores? ¿Para qué sirven?
Esto me recuerda cada vez más a los ayuntamientos que sufren furor privatizador. Los concejales que tienen que gestionar un servicio se lo entregan a una empresa privada, pero ellos siguen en su puesto para que parezca que hacen algo y cobrando una pasta. La otra explicación es que los supervisores se han tragado la ficción liberal. Un cuento chino que me soltaban en la escuela, en la que un Estado cada vez más débil y sin instrumentos de control sobre la economía, puede “regularla” y “supervisarla”. Vamos, como volar sin alas.
Qué casualidad que el liberalismo se crease como teoría por los británicos, que eran los que de facto controlaban la industria y el comercio durante finales del XVIII y principios del XIX.
Pero el problema no es que los anglosajones quieran engañar con sus teorías para abrir fronteras y expoliar países, el problema es que los «dirigentes´´ de los países nativos aceptan la implementación de tal teoría en la práctica institucional y la incluyen en el currículum escolar… como los jefes tribales africanos que vendían a sus congéneres a los comerciantes de esclavos por cuatro baratijas.