Nuestra estructura productiva, en franco declive, está liderada en la mayoría de los casos por empresas “españolas” multinacionales (buscad en el IBEX 35 y encontraréis) que en términos netos tienen unos tipos impositivos muchísimo más bajos que cualquier trabajador que no llega prácticamente a final de mes. Las desgravaciones fiscales para los trabajadores son muy limitadas, pero es que las empresas pueden hacer auténticas virguerías llegando a reconvertir su tipo impositivo en el 11% en muchos casos.
Y decimos “españolas” por aquello de que la sede oficialmente (supuestamente) se encuentra sita en España, pero si atendemos a otros criterios como el pago de impuestos, creación de empleo y accionistas, se puede comprobar fácilmente que eso de “empresas españolas” se podría matizar mucho. Para que lo sepa todo el mundo, y pongo un ejemplo, este tipo de empresas, con la ley en la mano, ha podido obtener durante muchos años grandes deducciones, -y los sigue obteniendo-, por invertir en otros países y, además, liberarse de pagar impuestos en España por los ingresos foráneos obtenidos. Y es que a mayor tamaño empresarial, menor es el tipo impositivo neto de deducciones. Ojo que esto no lo digo yo, porque sí, que esto lo dice la señora Agencia Tributaria.
Y digo neto, también, porque por añadidura durante los últimos años, y gracias a nuestro “generoso” sistema fiscal, estas empresas creaban más empleo en el extranjero -y siguen creándolo- que en nuestro propio país.
En plena crisis económica, estas “empresas salvadoras del IBEX 35”, como Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola, Repsol, ACS, Gas Natural, etc. ganaron en un año más de 50.000 millones de euros antes de impuestos. Pero, ¿dónde se reinvirtieron estos beneficios extraordinarios?, España no se ha beneficiado durante años de estas prebendas empresariales, si por lo menos hubiera servido de algo para los trabajadores españoles que con sus nóminas endeudadas han soportado el fisco y lo seguirán soportando, pero nada, se ha ido a peor. Miles de millones de euros ha perdido el sistema tributario en beneficio de muchas empresas multinacionales “españolas”, gracias a las grandes transferencias de rentas desde la parte baja y media de la sociedad.
Y es que el Estado promueve esta desigualdad, una desigualdad después de impuestos que es mayor que antes de impuestos. Una desigualdad económica, social y política que deja al descubierto que el capitalismo especulativo del que ha vivido España, ha hecho del trabajador un propietario aparente, cargado de deudas; porque nuestra economía es deuda sin valor productivo, sostenida por impuestos no destinados a gasto productivo, sino, principalmente, a intereses particularistas de grupos económicos con poder político. Unos impuestos que han sido más un instrumento de robo, de transferencia de rentas de unos grupos con menos posibilidades hacia los grupos que conforman el bloque del poder. En definitiva, un sistema fiscal regresivo que refuta, una y otra vez, la vieja cantinela de que el Estado es neutral y está por encima de las clases y grupos sociales: qué mentira política más siniestra, señores.
Pero es que España también ha sido y seguirá siendo un paraíso fiscal: SICAVS, Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros (ETVE), etc. Parece que pocos recuerdan que ExxonMobil Spain ganó en España, con la fórmula del ETVE, 10.000 millones en dos años sin pagar un euro en impuestos, ¡¡y con un solo empleado!! Esta es la patria para nuestros «patriotas».
Por otro lado, la atracción de inversión extrajera directa sin la existencia de una política en España que la dirija, controle y supervise es uno de los más graves errores estratégicos en política económica, principalmente en épocas de crisis. Y es que es, precisamente, en épocas de crisis una válvula de escape para encontrar una salida a estos grupos que dirigen los procesos de acumulación de capital. ¿Dónde en España hay realmente zonas económicas especiales para localizar, con un mínimo de rigor económico, las inversiones extranjeras?
En suma, la restauración que estamos sufriendo seguirá estos mismos derroteros con más actores extranjeros dominando nuestra economía y con un bloque en el poder sirviendo de correa de transmisión de estos intereses y, además, mejorando cada vez más su “representación de sí mismos” y su capacidad de dominación.
Aún no he oído a ningún partido político (incluido PODEMOS, claro) qué hacer al respecto, cuando la única salida de mejora probable de España es ir conformando alianzas con Iberoamérica, e ir saliendo de la pesadilla europea, buscando nuevas formas de organización social, económica y política. Pero para ello hace falta un partido que haga práctica revolucionaria, un partido que redirija el rumbo junto con los trabajadores, de forma coordinada, hacia nuevas rutas.
Hola Granados
Símplemente he querido recordar las miserias heredadas de nuestro sistema fiscal, aprovechando la aplicación de la nueva reforma fiscal. Y queriendo recalcar que el Estado es consustancial a la redistribución de recursos antes y después de impuestos. Y curiosamente cuando actúa después de impuestos puede dejar las cosas mucho peor que antes de impuestos, como pasa en Estados Unidos. ¡Y el Estado no es neutral!
Por otra parte, no somos partidarios de la tesis socialdemócrata, de que una correcta redistribución que atenúe las diferencias sociales y favorezca el crecimiento económico, donde se beneficien «todos», solucionará la cuestión social y política. Más que nada porque nada nos dice sobre la realidad del acceso a los recursos, las contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones sociales de producción y mucho nos dice de su pobre e interesada teoría del Estado.
Me reservo para otro artículo las implicaciones del nuevo sistema fiscal español.
En definitiva, que estamos en un momento en el que hay que «calentarse» la cabeza, para salir de la caverna en la que estamos inmersos. Si no, mal vamos.
Gracias por leernos y salud
¡ no te calientes la cabeza Monforte!, hay poco que hacer,Fukuyama tenía razón frente a Bueno , esta España es incluso peor que la de Canovas del castillo y aquella no es que fuese una maravilla.