Cambios en Cuba

En este artículo paso a analizar a grosso modo los cambios que sobre todo en la capa basal (el equivalente a la infraestructura en el materialismo histórico) se han discutido y aprobado en Cuba, ya que en la capa conjuntiva (ejecutivo, legislativo, judicial) y en la capa cortical (militar, federativo, diplomático) apenas se toca nada. La Revolución cubana después de que cayera el Imperio comunista soviético al cual perteneció, se queda sin su principal soporte económico-político-militar. Debido a ello (y junto al bloqueo del Imperio USA) cambió sus planes y programas económicos para mantener la eutaxia (permanencia, estabilidad) de la revolución. Como consecuencia, en los 90 se ejecutó el Periodo Especial que permitió la inversión extranjera, la doble moneda, y otras medidas que sirvieron para aguantar el temporal. Con la llegada del nuevo siglo, la colaboración con Venezuela (petróleo a cambio de médicos, técnicos y profesores) más las nuevas relaciones con otras naciones iberoamericanas como Brasil, Argentina, etc., además de con China, le sirvieron para aguantar aún más el tipo. Pero a pesar de esto, Cuba necesitaba más cambios en su capa basal para seguir manteniendo su socialismo y su Revolución.

Por ello, las diferentes fases de debate, elaboración y votación que empezaron en Diciembre de 2010 (donde participaron gran parte de la ciudadanía cubana a través de sus centros de trabajo y las organizaciones de masas) y terminaron con las resoluciones aprobadas en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) el 18 de Abril de 2011, dieron como resultado los 313 Lineamientos de Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Esto ha sido un ejercicio de democracia procedimental frente a la propaganda del fundamentalismo democrático liberal y socialdemócrata sobre Cuba, que dibuja a esta nación hermana como un régimen degenerado por no ser una democracia homologada.

A continuación resumiré los cambios según las tres ramas de poder que componen la capa basal:

a) Poder planificador (la capacidad de planificación y programación de la producción global).

Se mantiene la planificación pero transformando su metodología y organización (de monista a pluralista) teniendo en cuenta al mercado. Además de la propiedad estatal socialista (que sigue siendo la principal), se reconocen la inversión extranjera (empresas mixtas), las cooperativas, los pequeños agricultores, y los autónomos (provenientes de despidos en plantillas estatales infladas, y debidamente formados y apoyados para montar sus negocios). Todas estas formas de propiedad serán complementarias, aunque se prohibe la concentración de la propiedad privada ya sea de personas jurídicas o físicas. Las relaciones entre empresas se refrendarán mediante contratos, las funciones estatales y empresariales se separarán, las empresas estatales y las cooperativas con pérdidas no serán subsidiadas e incluso serán cerradas o privatizadas. Las empresas, una vez pagados sus impuestos, podrán crear fondos para las inversiones que crean oportunas. El Estado aumentará inversiones en la industria, la tecnología, la vivienda, el agro, etc.; buscará un equilibrio financiero externo, mantendrá la regulación en algunos precios pero en otros no, y hará una planificación monetaria para lograr un equilibrio monetario interno y externo, además de diversificar y aumentar la oferta de créditos; además, gradualmente se tenderá a eliminar la doble moneda para que toda la ciudadanía utilice una moneda con el mismo valor.

b) Poder gestor (movilizador de la fuerza de trabajo).

Se busca el crecimiento de la productividad del trabajo y del ingreso medio; precisamente los ingresos de los trabajadores y directivos deberán ser de acuerdo a los resultados de las empresas, buscando con ello rescatar el papel del trabajo y del ingreso que por él se obtiene (“de cada cual según sus capacidades, a cada cual según su trabajo”). Eliminación de subsidios y gratuidades excesivas (entre ellos y gradualmente, la libreta de abastecimiento). Preservación de la sanidad, la educación y la seguridad social públicas, pero aumentando su calidad y eficiencia, evitando despilfarros y derroche.

c) Poder redistribuidor (capacidad para fijar impuestos y exacciones a sujetos o instituciones).

La fijación de un nuevo sistema tributario más eficaz como elemento redistribuidor del ingreso, haciéndose progresivo (mayores gravámenes para los ingresos más altos), así como estímulos fiscales para autónomos, agricultores, y sectores económicos determinados de interés para la nación.

Como conclusión, decir que todos estos cambios necesarios para mantener la eutaxia de la revolución cubana ponen encima de la mesa el dilema de hacia dónde se dirige la hermana nación caribeña.

Cuba, debido a su tamaño y población (así como su situación geográfica como isla) no puede, frente a los otros estados, ser más allá que una sociedad política ejemplarista. Y precisamente por esto existe el peligro y la insuficiencia para sobrevivir sólo ante su poderoso enemigo y vecino, los Estados Unidos de Norteamérica. Por ello siempre necesitará integrarse en una plataforma mayor que le dé protección; ésta puede ser la que le ofrece China (plataforma asiática), la que le ofrece USA (plataforma anglosajona), o la que le ofrece Venezuela (hoy en día la vanguardia de lo que podría ser una plataforma hispánica que integre no solo a Iberoamérica sino también a otras naciones políticas que hablan español y portugués, como las mismas España y Portugal, o Angola, Guinea Ecuatorial, Timor Oriental, entre otras).

Con estos cambios Cuba parece querer acercarse a un camino intermedio entre el socialismo específico chino (“economía de mercado socialista”) y el en construcción socialismo específico venezolano (el llamado “socialismo del Siglo XXI”), con lo que esto mostraría que la dirigencia cubana quisiera acercarse por igual a la plataforma asiática y al embrión de esa posible plataforma hispánica cuyo núcleo hoy por hoy más adelantado es Venezuela (aunque quizás en otro momento podría ser Brasil, Méjico, Argentina, …), frente a la plataforma anglosajona en donde reside el imperio realmente existente (USA) operante en la actualidad, y a donde sin duda caería Cuba (como en los tiempos de Batista) si estas reformas no surtieran efecto (algo que no deseamos en absoluto).

Para concretar, la gran cuestión es la formación de una plataforma hispánica socialista (Alianza Socialista Iberoaméricana) que englobe a los cerca de 400 millones de personas que compartimos los idiomas español y portugués, así como otras costumbres y tradiciones (muchas de ellas de raíz católica) que son los restos vivientes de lo que fue el imperio español, para que así tanto la revolución cubana como la revolución bolivariana de Venezuela, como otras revoluciones que pudieran darse en otras naciones políticas de esta plataforma (como, aunque hoy en día parezca totalmente imposible, en la propia España, y muy a pesar del Movimiento 15-M) puedan continuar en el tiempo y unirse frente a los peligros del imperio depredador capitalista euro-yanqui y el islamismo.

“Si un Estado está controlado por una oligarquía nacional o multinacional, la izquierda, por su variable socialista, tendrá que orientarse en el sentido de la estatalización de las grandes empresas productoras o comerciales; si el Estado es socialista (en cuanto al control de las grandes fuentes de producción y distribución) la izquierda, por su variable racionalista, y en determinadas circunstancias (en las cuales la socialización burocrática haya conducido a situaciones «irracionales») podrá defender la privatización en algún sentido, precisamente para devolver la posibilidad de que actúen otros mecanismos de la razón dialéctica.” (Gustavo Bueno, «La ética desde la Izquierda». El Basilisco,nº 17, 1994).

“Para alcanzar el éxito, lo primero que estamos obligados a modificar en la vida del Partido es la mentalidad, que como barrera sicológica, según mi opinión, es lo que más trabajo nos llevará superar, al estar atada durante largos años a los mismos dogmas y criterios obsoletos. También será imprescindible rectificar errores y conformar, sobre la base de la racionalidad y firmeza de principios, una visión integral de futuro en aras de la preservación y desarrollo del Socialismo en las presentes circunstancias.” (Discurso de Raúl Castro en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba – PCC -, en Abril 2011).

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