Destapando sectas, contra los enemigos de la racionalidad: Segundo caso, Masonería

Siguiendo la línea del artículo anterior (/2011/destapando-sectas-bota/»>), en el que me propuse analizar y desenmascarar las, por desgracia, tan abundantes pseudorreligiones que no cesan de abundar en el mercado ideológico, en este momento me dispongo a exponer un segundo caso de enemigos de la racionalidad. Esta secta que analizaré es un tanto peculiar, debido a toda la neblina confusa y un halo de mitología que la rodea. Son numerosos los libros que la condenan y los que la defienden, aunque estos últimos pertenezcan a una oferta editorial no especialmente extendida. Me refiero a la tan enigmática francmasonería o masonería sin más.

Los orígenes históricos de la masonería, por propio interés de algunos de sus miembros, son teñidos con tintes de leyenda conspiranoica maniquea, afirmando que la masonería existe desde el principio de los tiempos y estuvo actuando como «la mano invisible de la Historia» desde Adán, pasando por la pirámides egipcias, el Templo de Salomón o los Templarios. Sin embargo, la hipótesis menos legendaria y más realista (aceptada también desde la perspectiva emic de un sector de masones un tanto más cercanos a la lucidez) apunta a los gremios de constructores de catedrales del medievo. Dichos gremios (al igual que las logias masónicas, es decir, los grupos de masones que se reunen regularmente para realizar sus rituales a puerta cerrada.) estaban regidos por una estructura jerárquica, dividida en aprendices, oficiales y maestro, siendo este último el instructor de los recién llegados. Las técnicas y conocimientos de arquitectura no salían del círculo de artesanos, siendo las artes serviles patrimonio exclusivo del gremio. De ahí que no resulten extraños ni el gnosticismo, ni el hermetismo extremo que les otorga un aura de misterio, ni el léxico o la simbología que emplean ( la escuadra y el compás como símbolos por excelencia, la denominación de dios como Gran Arquitecto Del Universo, la escenificación de un templo en sus rituales y etc) o los vínculos de clientelismo surgidos entre los miembros. Además, heredan la costumbre gremial de tener un fondo denominado el Tronco de la Viuda, que en principio servía para socorrer a la viuda y los huérfanos de cualquier miembro fallecido. Hoy en día, dado que los actuales masones pertenecen a una burguesía acomodada y con demasiado tiempo libre para derrocharlo en cualquier club de campo, este fondo pasa a costear la pomposa ornamentación de los venerables maestros y las peleas por el báculo dentro de las órdenes gnósticas.

Con el desarrollo económico que sustituyó el feudalismo por el mercantilismo y el gradual auge de poder de la burguesía en el siglo XVII, la masonería operativa (la de los gremios profesionales) fue transformándose en organizaciones fraternales y en la masonería actual, denominada masonería especulativa, debido a que ya sus miembros no ejecutaban obras materiales, sino obras «espirituales». Los masones ya no eran artesanos, sino clientes aristócratas que creaban élites entorno a sus compañeros de rito. Ya en el siglo XVIII, se desarrollaron plenamente estos clubs de caballeros que discutían sobre temas esotéricos y aspiraban a captar más poder e influencia através de las redes de clientelismo. De este modo, las primeras grandes logias surgieron en Escocia e Inglaterra. La Gran Logia de Escocia actuaba en favor de la Casa de los Estuardos y se caracterizaba por ser eminentemente aristocrática y católica. La masonería escocesa dio origen a la clasificación en 33 grados, siendo el primero el más bajo y el trigésimo tercero el más alto, además de instaurar uno de los ritos masónicos más extendidos junto al de York. Ambos ritos y sus diferencias los explicaré más adelante. Por otro lado, la Gran Logia de Londres estuvo vinculada a la Casa de los Hannover por medio de una serie de burgueses y aristócratas relacionados con la corona británica. La masonería inglesa siempre se opuso a la escocesa porque esta no aceptaba al rey de Inglaterra como cabeza de la Iglesia y de la masonería a su vez. Es por ello que la masonería inglesa, bajo el manto de la monarquía, pudo expandirse fácilmente por la plataforma anglosajona. Entre sus principios se encuentran el reconocimiento unánime del Ser Supremo, la prohibición de las discusiones de tipo religioso o político, la no aceptación de mujeres y el juramento sobre la Biblia, ya que es obligatoria para sus miembros ser de confesión anglicana. Posteriormente, surge la masonería francesa, más influenciada por la Ilustración y con miembros jacobinos . La masonería francesa, organizada en el Gran Oriente de Francia, se manifestaba laica, aceptaba la libre conciencia de sus miembros, junto al libre debate de cuestiones religiosas y políticas, la preocupación por los asuntos sociales y, ya en el siglo XX, permitió la entrada de las mujeres en logias mixtas.

A partir de la diferenciación entre la línea de la masonería inglesa y la francesa, se establecerían dos categorías para distinguir las clases de logias: Regular e irregular. La regular se denomina así por obedecer los principios de la creencia obligatoria en Dios y en la inmortalidad del alma, la exclusión de las mujeres y la prohibición del debate sobre temas religiosos o políticos, así como la rebeldía a la autoridad. La irregular, contraria a esos principios, se le llama también liberal y adogmática, por aceptar la libertad de conciencia, la iniciación de mujeres, el libre debate y la participación social.

Otra clasificación de las logias es según el rito que practican, siendo los dos principales el rito escocés antiguo y aceptado y el rito de York. El rito escocés antiguo y aceptado es el más extendido. Aplica la clasificación jerárquica y se trabaja en forma ritual através de ceremonias pseudoreligiosas con cierto aire pagano (la celebración del solsticio de verano como ritual de paso de una estación a otra es un ejemplo de irracionalismo gnóstico de religión secundaria). No obstante, también incluye trabajos de tipo intelectual consistentes en ensayos que los miembros leen frente a toda la logia y luego dichos trabajos son discutidos oralmente. El otro rito importante es el rito de York, más difundido en la plataforma anglosajona y sobre todo en Estados Unidos. La parafernalia de los rituales de esta corriente no supera a su propio oscurantismo gnóstico y algunos de estos consisten en, por ejemplo, la dramatización del enterramiento de un aprendiz en su paso a un grado superior.

Sin embargo, hay algo que toda logia, corriente masónica u orden tiene en común: Su oposición visceral a la racionalidad y su verdadero dogmatismo. Lejos de sus pretensiones izquierdistas indefinidas jurar en la logia sobre la Declaración de Derechos Humanos, la masonería se opone a todo universalismo de facto al tratarse de una comunidad cerrada en posesión de «el secreto». Este elitismo subyacente y muchas veces explícito se opone a la holización racionalizadora, como expresaron los creadores del materialismo histórico. Marx dijo en la Conferencia de Londres de la Primera Internacional en 1871: «…este tipo de organización está en contradicción con el desarrollo del movimiento obrero, desde el momento en que estas sociedades en lugar de educar a los obreros, los someten a sus leyes autoritarias y místicas que entorpecen su independencia y llevan su toma de conciencia en una falsa dirección». También Engels ataca la masonería y la define como «esa internacional aristocrático-burguesa de la Ilustración» o como «orden jesuítica». A su vez, la quinta generación de izquierdas en la Tercera Internacional declara en el Congreso: «Todo aquel que, antes del 1º de enero, no haya declarado abiertamente a su organización y hecho público a través de la prensa del Partido su ruptura total con la Francmasonería, queda automáticamente excluido del Partido comunista sin derecho a reafiliarse en el futuro. El ocultamiento de su condición de francmasón será considerado como penetración en el Partido de un agente del enemigo, y arrojará sobre el individuo en cuestión una mancha de ignominia ante todo el proletariado.» La única excepción dentro de los países comunista es Cuba, debido a que el héroe nacional, José Martí, era masón. La izquierda asiática también prohibió las logias masónicas. Por otra parte, la derecha alineada socialista fue mortal enemiga de los masones. Un ejemplo de ello fue Franco y su política antimasónica que consistía en la persecución de los masones para la expropiación de sus bienes y su posterior ejecución. Hablaba a su vez de la existencia de una conspiración judeo-masónica-comunista internacional. Seguía el ejemplo de Primo de Rivera y Salazar, además de que compartía este rasgo con la derecha no alineada fascista con Mussolini. La vinculación en España de la masonería con la izquierda jacobina representada con Manuel Azaña y su oposición a la iglesia católica (todas las sectas, casualmente, siguen el dogma del anticlericalismo barato. Nunca gustan las franquicias rivales, al parecer.) son factores para dicha política. Estas razones están muy lejos del racionalismo materialista de Marx y la quinta generación de izquierdas.

En conclusión, la masonería, aunque no sea tan metafísica como otras sectas (cosa que tampoco es ningún mérito comparándolo con la Astrología, el satanismo o el vudú), no deja de ser una secta gnóstica y elitista, sobre todo en sus sectores mas irracionalistas. Por lo tanto, no deja de ser enemiga de la racionalidad. Sin embargo, es aún más absurdo afirmar la existencia de una conspiración masónica que domina el mundo. Los propios mitos maniqueos de la masonería como organizacion trascendente a la propia historia se vuelven contra ella, me remito al ejemplo de Franco. La masonería no domina el mundo desde las sombras, pero no por ello se deben tolerar e infravalorar la basura metafísica.

P.D: He aquí un enlace sobre la masonería en España http://www.masoneria.es/ .

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17 Respuestas a “Destapando sectas, contra los enemigos de la racionalidad: Segundo caso, Masonería”


  • ¿Para cuándo el artículo de los grupos sectarios ultracatólicos? ¡Estamos esperando!

    Pego este artículo de hace algunos años

    LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES

    Los nuevos Movimientos en la Iglesia desplazan a «los ejércitos» más arraigados

    DANIEL MOYA

    Revista Alandar.- El pasado mes de mayo, Juan Pablo II se marchó de España más que encantado. El cardenal Rouco no se lo creía. El quinto viaje del Papa a nuestro país había sido un «éxito total», muy por encima de las propias expectativas de la cúpula eclesial. Al menos, desde el punto de vista de la convocatoria de grandes multitudes, que es como la jerarquía y los medios de comunicación miden estas cosas.

    Pero el mérito no fue de los obispos españoles. La «culpa» de la excelente acogida se debió a la masiva movilización organizada por los llamados nuevos movimientos eclesiales: en el aeropuerto de Madrid-Barajas, en los aledaños de la Nunciatura, en el aeródromo de Cuatro Vientos, en la plaza de Colón, en todos los lugares por donde pasaba Juan Pablo II había gente de los ‘kikos’ (el Camino Neocatecumenal), de los ‘cielinos’ (Comunión y Liberación), de los Focolares, de los Legionarios de Cristo, del Opus Dei…

    Y es que, como bien se ha dicho, los nuevos movimientos son el auténtico «ejército» del Papa en sus ansías de reconvertir al mundo al catolicismo. Tan es así que el auge de estos grupos se ha convertido en uno de los rasgos más característicos del pontificado de Juan Pablo II, al que incluso han llegado a calificar como el Papa de los movimientos. Y con toda la razón del mundo.

    El apoyo del Vaticano a estos movimientos quedó «oficializado» en el famoso Congreso Internacional de los Movimientos Eclesiales, celebrado en Roma en el día de Pentecostés de 1998. Aunque este encuentro congregó a 56 de estos nuevos grupos, el Papa decidió reunirse en público con los líderes y fundadores de siete de ellos, escogidos «en virtud de su extensión y representatividad universal»: Kiko Argüello, del Camino Neocatecumenal; Chiara Lubich, de los Focolares; Luigi Giussani, de Comunión y Liberación; Patti Mansfield, de la Renovación Carismática Católica; Marcial Maciel, de los Legionarios de Cristo; Andrea Riccardi, de la Comunidad de San Egidio; y Joaquín Allende, de Schoenstatt. En esta ocasión, Juan Pablo II, bajo el lema «Movimientos eclesiales: comunión y misión al alba del tercer milenio», quiso honrar a «una de las más claras expresiones de la acción del espíritu en la Iglesia del siglo XX».

    Nueva evangelización

    Pero el respaldo del Papa venía de lejos. Al poco de llegar al Vaticano, Wojtila ya tenía en mente su plan «nueva evangelización», que tenía un objetivo doble: por un lado, restaurar la fuerza de una Iglesia que consideraba debilitada por las derivas del Concilio Vaticano II y, por otro, reforzar la presencia católica en una sociedad cada vez más secularizada. Juan Pablo II decidió poner su proyecto en manos de los nuevos movimientos eclesiales en detrimento de la hasta entonces vanguardia de los «ejércitos» papales: jesuitas, dominicos y franciscanos, principalmente, luchaban más, por sacar a la gente de la pobreza que por hablarles de Cristo. Además, habían llegado, a su juicio, demasiado lejos en la interpretación de la nueva Iglesia que anunciaba el Concilio. Ni que decir tiene que entre los que habían llegado «demasiado lejos» destacaba, en primer plano, sin ser mencionada explícitamente, la Teología de la Liberación, cuya aproximación al marxismo no podía consentir un Papa originario de una Polonia subyugada por el comunismo.

    Los jesuitas -sobre todo en El Salvador (recuérdese a Ellacuría y sus compañeros mártires)- y los franciscanos -en Brasil, con Leonardo Boff a cabeza- eran los principales animadores de la Teología de la Liberación. Había, pues, que pararles los pies. El control de los primeros se inició en 1980 con el aislamiento de Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús, y la imposición al frente de la orden de una persona de la confianza papal, el italiano Paolo Dezza. Con las otras órdenes religiosas, bastó el ejemplo de lo ocurrido con los jesuitas y los procesos abiertos por la Congregación para la Doctrina de la Fe (el antiguo Santo Oficio) a algunos de su miembros más polémicos, como iniciado contra Boff en 1984 que acabó con la secularización el teólogo.

    Juan Pablo II no ocultó nunca su cercanía al Opus Dei, que hasta entonces había sido visto con desconfianza por el Vaticano. Con el nuevo Papa, su ascensión fue vertiginosa. Ya en 1978, pocos días antes del primer cónclave después de la muerte de Pablo VI, el entonces cardenal Wojtyla visitó Villa Tevere, la sede del Opus, y rezó ante la tumba de Escrivá. En 1982 otorgó a la organización el título de «prelatura personal». Creada a medida para el Opus, le concede los atributos de una verdadera diócesis sin limitación territorial. El prelado del Opus depende directamente del Papa, escapando así a la autoridad de los obispos diocesanos. En 1992 beatificó a Escrivá, sólo 17 años después de su muerte, y el año pasado lo convirtió en san Josemaría.

    Al asalto del poder

    Los nuevos movimientos, en fin, con todo el celo apostólico de su juventud, recibieron el encargo de recristianizar el mundo. El diseño era sencillo: los movimientos se repartirían el trabajo en función de su «carisma» propio y para evitar grandes choques entre ellos: el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación se dedicarían a las élites. Los Neocatecumenales y los Focolares, a las clases medias. Y los carismáticos, a las clases más populares. En este proyecto no cabían las comunidades de base, desautorizadas y anuladas, y el resto de movimientos de ambiente o especializados, que han sido marginados. Más de veinte años después, la estrategia no parece haber logrado su objetivo, pero estos movimientos no sólo se han consolidado en la Iglesia sino que poco a poco se han ido extendiendo por el mundo y tomando las riendas del poder.

    Fidelidad recompensada

    De todos los rasgos comunes, hay uno que sobresale sobre los demás y que explica a las claras la preeminencia actual de los movimientos: la fidelidad al Papa.

    Una fidelidad que el Pontífice ha devuelto con creces. Hoy, los movimientos gozan de un respaldo vigoroso por parte de la jerarquía y muchos obispos los solicitan para animar la vida católica en sus diócesis. Pero conviene recordar que estos movimientos eran -aún lo son en algunos lugares- vistos con recelo por gran parte de la Iglesia institucionalizada: las grandes congregaciones, las parroquias y muchos obispos; y con frecuencia eran acogidos con desconfianza allá donde decidían instalarse.

    Lo que constituía al principio la gran novedad de los movimientos -es decir, que eran eminentemente laicales- ha ido desapareciendo con los años. En mayor o menor grado, todos ellos se han ido clericalizando, creando ramas «sacerdotales», formando a sus propios curas e incluso fundando sus propios seminarios al margen de las diócesis. En consonancia con los tiempos, los sacerdotes asociados o miembros de estos movimientos están siendo promovidos a la jerarquía. De hecho, su clero está evolucionando como una especie de jerarquía paralela que va tomando posiciones en en Vaticano y en las distintas Iglesias locales.

    El vergel español

    Aquí aparece, claro, otro rasgo común a los movimientos que se nos había escapado: el gusto por el poder. Es la vieja premisa del Opus Dei, compartida por el resto -sobre todo, por los Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación- de que la evangelización se juega en la política, incluso dentro de la Iglesia. Dicho en otras palabras, el poder es necesario para imponer sus doctrinas -que son las únicas «verdaderas»- al resto de la Iglesia y de la sociedad.

    Así las cosas, España es uno de los países que mejor ha acogido a los nuevos movimientos. No en vano dos de los más importantes -Opus Dei y el Camino Neocatecumenal- nacieron aquí, y otro más -Legionarios de Cristo- es de origen mexicano y, por tanto, de habla castellana. De hecho, el pasado mes de septiembre, las páginas religiosas del diario «La Razón» (cuyo coordinador Alex Rosal, dicho sea de paso, es «legionario») declaraban triunfalmente que «Medio millón de católicos españoles participan en movimientos apostólicos». Según este artículo, el más numeroso, con 86.000 miembros, es el Camino Neocatecumenal, seguido por el Apostolado de la Oración, con 50.000, y los Focolares, con 42.000. A tenor de este informe, el Opus Dei tiene 33.000 adeptos y los Legionarios de Cristo (que figuran con el nombre de su rama laicaa, Regnum Christi), apenas 4.000. El resto, hasta el medio millón, se reparte entre decenas de grupúsculos.

    Lógicamente, las cifras deben ser vistas con cierto espíritu crítico, habida cuenta del secretismo que rodea a estas organizaciones, que, en ocasiones, ni siquiera desvelan el número real de seguidores. Sea como fuere, es evidente que, en relación con la masa de creyentes, estos grupos son insignificantes. Y, sin embargo, han sabido introducirse en los centros de mando, en España y en el resto del mundo católico.

    A la caza del obispo cercano

    Por influencia, ya que no por número, tal vez los segundos en la lista, después del Opus, sean los Legionarios. Según José Martínez de Velasco, autor del libro «Los Legionarios de Cristo», «España es la base operativa para la expansión legionaria hacia Roma y el continente europeo. A través de selectos colegios y de un activo entorno universitario en Madrid, Valencia, Cantabria, Salamanca, Barcelona y Sevilla, la Legión de Cristo se está introduciendo en las familias y en los círculos más poderosos e influyentes de la economía y de la comunicación de nuestro país». Legionarios reconocidos son dos ministros, Ángel Acebes y José María Michavila, además de una hermana de Ana Botella, que no oculta su proximidad al movimiento. Y en su órbita se mueven también otros apellidos ilustres de las finanzas y la universidad como Gustavo Villapalos; la familia Oriol (que cuenta con 4 curas legionarios) o Alicia Koplowitz y su fundación Vida y Esperanza. Dueños de la universidad privada Francisco de Vitoria, su estrategia actual consiste en ir comprando y/o fundando colegios para formar a los más jóvenes. Ejemplo de ello es el reciente caso del colegio El Bosque, de Madrid, cuyos alumnos han visto cambiar la orientación laica del centro a la ideología legionaria -separación de sexos incluida- a mitad del curso.

    También los ‘kikos’ cuentan ya (¡cómo no!) con su obispo: monseñor Ricardo Blázquez, de Bilbao, uno de los teólogos del Camino. Y con su universidad: la Católica de Murcia, una de las zonas, junto con Andalucía y Madrid, donde están más extendidos. Pero si a alguien se le puede acusar de Iglesia paralela es, desde luego, a ellos. Tan en así que, sólo en España, controlan más de 300 parroquias y han abierto un seminario propio en Madrid, el Redemptoris Mater, para formar a sus propios «misioneros itinerantes». Tienen, además, dos centros especiales de formación en San Pedro del Pinatar (Murcia) y El Escorial (España). Aunque oficialmente pobres, la Fundación Familia de Nazaret para la Evangelización Itinerante, aprobada en Madrid por el cardenal Suquía en 1992, mueve al año más de 120 millones de euros, procedentes sobre todo de los diezmos de las familias. Sus dirigentes utilizan esos fondos sin rendir cuentas a nadie. La revista francesa Golias, de origen católico, les ha dedicado recientemente un número monográfico y se atreve a decir que el Camino incurre en ocho de los diez criterios que el Consejo de Europa establece para identificar a las sectas perniciosas.

    Más pequeños por el número -apenas 1.500 en España-, Comunión y Liberación (CyL) es, sin embargo, el movimiento que más apoyo explícito tiene en la jerarquía episcopal. ‘Cielinos’ son los arzobispos de Granada, Franciso Javier Martínez, y Oviedo, Carlos Osoro. Y dando vueltas en torno están también el de Valladolid, Braulio Rodríguez, y los auxiliares de Madrid Eugenio Romero Pose y César Augusto Franco, hombres de confianza del cardenal Rouco.

    Como en otros países, CyL está sobre todo presente en el mundo universitario y editorial a través de Ediciones Encuentro, la asociación Atlántida, que organiza el Happening, una cita fija en el calendario universitario de tipo lúdico, y la asociación Nueva Tierra, que agrupa a un amplio haz de grupos parroquiales y universitarios. Teológicamente, cuentan con el aval de gran parte de los escrituristas de la Escuela de Madrid.

    Por último, los focolares, pese a sus 42.000 adeptos reconocidos, están mucho menos presentes en los alrededores del poder. Por supuesto, tienen igualmente un obispo, en este caso monseñor Francisco Pérez, arzobispo castrense y director de las Obras Misionales Pontificias, que mueven más de 1.000 millones de euros al año. Y también una editorial, Ciudad Nueva, y una revista del mismo nombre, además de la Escuela Aabbá con cursos de nueva teología y otras disciplinas humanas y científicas. Por lo demás, viven y actúan mucho más calladamente. Porque, al fin y al cabo, lo importante no es el número de seguidores, ni lo poderosos que sean, sino extender el mensaje evangélico. Y si es como ellos lo entienden, mejor.

    La Obra de Dios

    El Opus es, además del más veterano, el movimiento más influyente en la Iglesia actual. Con 84.000 miembros según sus propias cifras -incluidos menores de edad-, 1.800 de ellos sacerdotes y el 26 por ciento numerarios (célibes), cuentan ya con 2 cardenales: el arzobispo de Lima, monseñor Cipriani, y el español recientemente nombrado Julián Herranz, miembro de la curia (presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos. ‘Opusinos’ son también otros dos españoles: el portavoz del Vaticano y muñidor de toda la estrategia comunicativa, Joaquín Navarro-Valls; y el director de la Escuela Diplomática, Justo Mullor. Cercanos son igualmente el secretario personal del Papa, monseñor Diwisz; los cardenales Sodano, López Trujillo y Moreira Neves; y el nuevo secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Lajolo.

    En España, de momento, sólo han conseguido colocar a uno de los suyos al frente de la diócesis de Burgos: monseñor Gil Hellín, que vino directamente de la curia romana. Pero cuentan con la simpatía de casi todos los demás obispos: 50 de ellos asistieron a la canonización de san Josemaría en octubre de 2002. El más entusiasta de ellos es el primado de Toledo, Antonio Cañizares, conocido como ‘el pequeño Ratzinger’. Si los hay, y muchos, en América Latinaa: 7 en Perú, 4 en Chile, 2 en Ecuador, 1 en Colombia; 1 en Venezuela; y en Argentina y 1 en Brasil. Es significativo que dos de ellos hayan sido nombrado sucesores de personalidades como Óscar Romero, en San Salvador, y Hélder Cámara, en Recife.

    Sólo un obispo en España, pero mucha influencia en las élites políticas, económicas y universitarias. Suyos son la Universidad de Navarra, con su afamada clínica universitaria, los colegios Tajamar y Retamar de Madrid y el IESE de Barcelona. Suyas son las editoriales Palabra, Rialp y Eunsa. Suyos son los grupos de comunicación Recoletos y Negocios (editores, respectivamente de diarios como Marca y Expansión o La Gaceta de los Negocios) y el periódico del arzobispado de Madrid, «Alfa y Omega». Y suyo, además de multitud de empresas, el Banco Popular. Y muchos de sus miembros están presentes en las esferas del poder, entre ellos el ministro de Defensa, Federico Trillo; el fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, y la Junta de Jefes de Estado Mayor del Ejército en pleno.

  • La carne es débil, Botija. Tu anterior comentario me suena mucho haberlo escuchado, si no por aquí, por otro sitio.

    ¿Qué es bueno…? preguntaba papá Nietzsche; el poder, el poder en sí mismo, se contestaba. Intentar conseguirlo no tiene por qué ser algo malo. Puede hacerse mediante la seducción o por la fuerza. Si IH, por ejemplo, pudiera convencer a millones, pasaría de seguir teniendo este Blog a tener una sede de un partido… susceptible de ser votado. No se le puede recriminar a ningún grupo su intento de adquirir o mantener cierto poder; si lo logran es porque pueden… y si no, es porque no pueden. Todos se enfrentan mutuamente, en mejor o peor lid.

    Lo del fistro sexuaaarrl y sus traumas anexos, la cristiandad en general y sus líderes en particular, no parece que lo lleven muy bien. Pero tampoco lo llevan en otras partes (por no decir en ninguna). Al parecer existe algo o alguien llamado Osho, que dice tenerlo solucionado… pues a sus fieles y fielas les abre rápidamente un tercer ojo, más abajo de la espalda, y todos están muy contentos y felices. No hay remordimientos de ningún tipo. Algunos en el pueblo de un amigo, no han dejado vaca, oveja o cualquier otro bicho similar, con la virginidad intacta… y no sufren ni ellos ni los bichos.
    En fin, hay abismos a los que es mejor no asomarse.

  • Encontré estos dos textos en internet y es curioso pero esto lo pienso desde hace décadas:

    Anónimo dijo…
    Yo creo que el Opus es una secta con una mezcla letal entre lo malo del protestantismo y lo malo del catolicismo.
    Del protestantismo adopta, dado que el interés máximo de la secta es el dinero y el poder, el perdón para enriquecerse en la fé. Algo incompatible con el catolicismo. De hecho el catolicismo veía mal el enriquecerse y el protestantismo al primar el individualismo y la no intercesión en su fé, da via libre, como bien analizó Weber, en su homo faber.
    Del catolicismo rescata iconografías, un fundamentalismo machista, y seguir la liturgia, vamos no son cismáticos forman parte de la iglesia católica, y son un grupo influyente porque son los que tienen más dinero y poder.

    Un detalle curioso por lo que implica de control sexual, es lo poco masculinos que son los miembros del Opus, tan redichos, tan babosetes. Y las mujeres tan asexuadas parecen seguir un patrón en la vestimenta, peinado, habla etc.. Al estilo de las sectas puritanas protestantes más antiguas.

    Claro que aparece una Isabel Tocino y uno se percata que es todo cuestión de dinero y poder y la «tropa» pues lleva uniforme como la dueña de Telva, y los super super pues hacen de su capa un sayo.

    17 de julio de 2010 16:23
    Johann Heinrich dijo…
    Interesante el último anónimo. En efecto, el Opus adopta lo peor de la negra tradición (no la esencia, sublime) católica (beatería, hipocresía, doble moral, clasismo clerical y «aristocrático», represión sexual, sexismo, pesimismo antropológico) y del protestantismo (razón instrumental, ánimo de lucro, ascestismo mal entendido, represión, utilitarismo, materialismo, clasismo burgués, usura…).

    Concretamente del calvinismo la «predestinación», la sutitución de la ética y la moral por la fe (en Escrivá) y el rezo abusivo, etc.

    En el caso del fundador, un pequeñoburgués de provincias venido a menos, clasista, autoritario, acomplejado, homosexual reprimido, envidioso, vanidoso, explotador, etc etc etc se corresponde con el tipo que Erich Fromm describe en su magnífica obra «El miedo a la Libertad». El tipo de individuo que se somete para someter a los demás.

    Un cretino, vaya.

  • Hace años leyendo un libro sobre el Opus Dei, había una anécdota que no me resisto a poner aquí: resulta que había un opusino de 30 años, empresario, que había estafado a Haciendo y a sus clientes, que explotaba a sus empleados, pero nada de esto le causaba ningún remordimiento, ¡qué va!, lo único que le preocupaba a su enferma e infantiloide mente era…la masturbación ¡toma castaña!¡si los seguidores de Escrivá de Balaguer no son una secta yo soy astronauta!

  • Sí Botija, esas cosas pueden darse; pero no son propias de la Masonería… y más bien inexistentes.

    El integrismo es algo muy protestante; aunque le hayan traspasado el término al Islam. Los fanatismos y extremismos suelen afectar, en general, a los más neófitos en lo que sea; los cuadros que están por encima, como ya saben de qué va la vaina, pues se lo toman con otra filosofía; pero tienen que seguir siendo capaces de excitar al neófito… sobre todo si lo que quieres es que te incluya en su testamento… porque ése es el único modo que tiene el neófito de salvarse.

    En la Masonería no pasa nada de esto. La salvación, en su sentido estricto, no es una prioridad; aunque esté presente, como es lógico, un ámbito esotérico y uno exotérico. Pero eso no es relevante; cualquier Consejo de Administración o Ejecutiva de cualquier Partido, se mueven en los mismos lodazales. La prioridad es la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad (ideas muy recurrentes). La cuestión del secreto es más ficticia que real. De ahí que, cuando alcanzas a comprender que tales ideas son en el fondo ideas falsas, pues no te queda otra que «dimitir». Puedes no-dimitir… y entonces asciendes en el escalafón.

    A los únicos «raritos» con los que me he encontrado, fue a una pareja de Testigos de Jehová, hombre muy maduro con jovencito… y como me pillaron medio despeinado, pues los hice pasar. Terminamos con el maduro tapándole los oídos al jovencito… no sea que le diera por pensar… (es sabido que el oído es el sentido más importante…) Fuera de esta anécdota, dado que soy pobre de solemnidad, prole de solemnidad y la mayoría que me rodea no sabe lo que es un libro, (aunque, eso sí, sepan muy bien lo que es un «fuera de juego»…) pues resulta que el «rarito» vengo a ser yo. Pero lo llevo bien… y por eso vengo por aquí… para ver si aprendo algo.

  • Error en mi mensaje anterior: donde pone a el Opus debería ser al Opus.

  • Cuando me referí a el Opus o los Legianarios y similares como sectas lo hice en un sentido amplio del término y también en un sentido de extremismo, de integrismo, fanatismo, etc…, además aunque esta gente busque situarse muy bien en el sistema político o empresarial, son gente que se aísla bastante del mundo, de la sociedad que le ha tocado vivir, todos hemos conocido, me imagino, a gente que esté en un grupito de éstos y suelen ser bastante raritos con su puritanismo, su represión sexual, sus rarezas, su beatería, etc…. Por supuesto que grupos nacionalistas pueden ser considerados como sectas, en algún que otro sentido…

  • En lo que dice Juan Carlos Álvarez hay bastante razón; una secta no sólo tiene connotaciones religiosas, también ideológicas… y no siempre exentas de irracionalidad; entendida ésta como la aceptación de unas fuentes de revelación ajenas a la estructura del Mundo y accesibles a determinadas personas (Sabino Arana y sus discípulos, por ejemplo).

    La masonería operativa (la que moldeaba la piedra para convertirla en una Catedral), era diferente a su hijuela, la masonería especulativa (cuya piedra a pulir quedaba reducida al individuo). La adoración a Lucifer es posible en cuanto se invierten ciertos parámetros. El mundo antes era malo, porque Lucifer era malo. Pero si Lucifer es bueno, entonces el mundo es bueno… La vuelta del revés de Mani; aunque la máxima sigue intacta: «el hombre sufre, la gnosis salva».

    Como cualquier proyecto religioso, no es difícil su traducción en el ámbito político; pero no es preciso exagerar con el asunto de la dominación mundial. El mundo es demasiado grande como para ser dominado. Basta con dominar a ciertos individuos. No hay nada más masónico, por ejemplo, que la «Educación para la Ciudadanía» o las leyes inspiradas en el Instituto de Libre Enseñanza. Muchas políticas de Zapatero no podrían ser más masónicas de lo que son; pero a nadie se le ocurriría deducir que su intención es dominar el mundo.

    No es necesario irse a Waco, lo dañino y destructivo lo tenemos más dentro que nuestra propia yugular.

  • Es muy problemática la utilización del término «secta» para definir a las logias masónicas; y también lo es para referirse a grupos intraeclesiales tales como los kikos (Camino Neocatecumenal) y el Opus Dei. Una de las características fundamentales de una «secta» propiamente dicha, según las definiciones sociológicas al uso, implica que las sectas aíslan a sus adeptos del mundo y consideran que la sociedad y sus instituciones son todas malignas. Por el contrario, tanto la masonería como los kikos y el Opus Dei buscan estar en muy buenas relaciones con las instituciones sociales y estatales y con los poderes fácticos, y desde luego no buscan aislar a sus adeptos sino, más bien, situarlos adecuadamente dentro de las estructuras del poder.

    Si entendemos por «secta» cualquier grupo o grupúsculo hermético o con normas de conducta poco claras, con una estructura jerárquica y autoritaria, y asimismo defensor de ideologías irracionales y oscurantistas, entonces sin ninguna duda el PP, el PSOE, Izquierda Unida, CiU, PNV, Bildu, etc., se merecen el calificativo de «sectas» tanto o más que las propias logias masónicas, los kikos, los legionarios de Cristo y los opusinos, y en algunos casos (como el de Bildu-Batasuna), bastante más dañinas que la secta más destructiva que podamos imaginar (como el templo en la jungla del reverendo Jim Jones o los fanáticos armados de Waco).

  • Pues no se muy bien, Botija. Los luteranos con la «sola fide» van que se matan. Los calvinistas con la «sola predestinación» van que se salvan. A los kikos, al parecer, les pusieron el sello de «acordes» en el Vaticano y, además, suelen pedir constar en los testamentos de sus fieles (nunca hay que menospreciar el poder de la materia; el poder de las «pelas» para entendernos -o mejor el poder del «yuan», dado el estado comatoso del dólar o euro…-)

    En todo caso, sigo diciendo lo mismo respecto a las sectas: conocida una, conocidas todas. Sobre todo las más o menos nuevas. Lutero y Calvino no son tan nuevos y, además, tenían una formación que más quisieran el Kiko o el Tom Cruise… que curiosamente nadie menciona pero que tiene un éxito considerable entre la «star-blishment» norteamericana (Travolta, Smith de Bel-Air, &c.). Cienciología que retoma, como todas, ciertos aspectos destacables de las tradiciones habidas y por haber, cocktelera mediante, y te hace triunfar. Probablemente una reacción frente a la evidente orientalización de La Meca californiana descendiente de Bruce Lee, Shirley MacLaine, Mia Farrow junto a los Beatles y resto de hippies armónicos, pacíficos y amorosos.

    El interés que puedan tener todas estas cosas dependerá de por dónde metamos el corte. Para un chino confuciano (inventor de la «confución», ¿verdad?), pues todo esto le sonará como a música ratonera. Para un judaísmo convencional, pese a las diversas corrientes que lo conforman, pues lógicamente verán a casi todo lo demás como a sectas y herejías salidas de su seno; incluyendo a Roma, a Moscú -a casi nadie le interesa cómo es eso de la Ortodoxia-, o a esa piedra negra a la que millones y millones de hombres islamizados dan vueltas… al modo como en ciertos sitios de India o Tibet dan vueltas alrededor de svásticas.

    Con todo, la masonería, no se ajustaría demasiado a lo que podamos entender como «secta». Las malas lenguas dicen que como a Franco no le permitieron ingresar, se cabreó y los persiguió. Ilustres personajes históricos, muy relevantes, han sido masones. Ricardo de la Cierva asegura con rotundidad que hasta Zapatero es masón (pero que no puede decir cómo lo sabe). Por experiencia propia, pues yo también «he sido libre y de buenas costumbres», he de decir que bueno, la «metafísica» podría estar más o menos presente, pero que lo importante era a quién tenías al otro lado del teléfono. Un ejemplo: si tienes una distribuidora cinematográfica y compras y vendes derechos de explotación de programas, si en TVE hay un interlocutor que te dice lo que la programación de la España que despertaba quiere emitir próximamente, pues sólo tienes que buscar en Europa o EEUU tales cosas, Buñuel, Hakim, Silberman, y tienes la venta asegurada. Esto puede hacerse, y de hecho se hace, sin necesidad de ser masón. Pero hubo un tiempo en el que ayudaba. No son cuestiones muy «metafísicas», lo reconozco. Los más pillados, es decir, los que más pasta y tiempo libre tenían, pues sí… siempre estaban midiendo la Gran Pirámide porque decían que allí habían muchos secretos. También eran muy bonitos y coloridos los pasaportes de Malta. Los cuales, como no eran del todo legales, pues hubo que pasarlos por el fuego… no simbólicamente, sino literalmente. En resumen: que de «libertad y buenas costumbres», las justas. Cuando creces, pues ya ves las cosas de otro modo… y ya el grado 33 pues como que te lo pasas por la flor. Casi nada es como parece… Lo del dominio del mundo, primero tengo que fumarme algo para que no me de la risa y ponerme serio.

  • Marina Luxemburgo

    Me alegra saber que el siguiente artículo que estoy preparando ya sobre el Opus Dei y los Legionarios de Cristo será bien recibido. Pensé en esos dos como los más conocidos, pero también añadiré las otras sectas católicas mencionadas. Gracias por las recomendaciones.

  • Al menos sí que es verdad que de vez en cuando se mencione la relación entre el Opus Dei y el Partido Popular (su heredero postfranquista).

  • Hay que tener algo de paciencia. Los artículos sobre sectas de Marina Luxemburgo van tocando sectas determinadas cada vez. No pidais todo de una tacada, amigos.

  • Es cierto, no se tocan los grupos verdaderamente problemáticos para el presente. El opus, por ejemplo, su infliltración capilar en el poder judicial, en la empresa, la educación privada y la administración pública, el ejército… ¿Es más fácil hablar de quimeras distantes? ¿Dónde está la verdadera mirada trituradora del Basilisco cuando se la necesita?
    ¡¡¡Contesta, camarada!!!

  • Gracias Peliyot por el artículo. La verdad es que esta secta de los kikos tiene un aire más luteranoide-evangelístico, más de renacidos = conversos, mientras que el Opus o los Legionarios por ejemplo tienen un tufo calvinistoide que no veas ¿no?

  • Botija,

    Sobre los KIKOS, quizá puedas encontrar algo divertido aquí; reproduciendo un artículo de otra parte:

    http://atapuercaprofanada.wordpress.com/2011/01/24/kiko-la-colera-de-dios/

    Porque supongo que de lo que se trata, es de divertirse, ¿verdad? No hay kiko que no se lo pase pipa.

  • Muy buenos artículos aunque echo de menos una crítica hacia las sectas católicas tipo Opus Dei, Legionarios de Cristo, kikos, Comunión y Liberación, Milicias de María, etc…

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