Acerca de ETA (I)

Este artículo fue publicado en la web venezolana Aporrea.Org. Fue publicado cuando la banda terrorista secesionista anunció su nueva tregua indefinida. Debido a su importancia lo rescatamos para todos nuestros lectores.

El jueves 20 de octubre de 2011, a un mes de las elecciones generales que pondrán a un nuevo Presidente y a un nuevo Gobierno al frente de la nación española, la banda terrorista secesionista ETA emitía un comunicado donde decían cesar definitivamente su actividad terrorista: no más asesinatos, no más coches bomba, no más tiros en la nuca, no más extorsión a pequeños empresarios (nunca extorsionaron [ETA] a grandes empresas vascas –de las cuales, se dice en diversos medios, salen fondos directos a la financiación de los diversos grupos políticos del entorno ideológico de ETA como Batasuna, Bildu, Sortu, Amaiur, ANV, PCTV, &c), no más secuestros, &c. El comunicado se hacía días después de la llamada “conferencia internacional” de políticos extranjeros a sueldo pagados por el mundo proetarra para exigir a España (y Francia) la negociación de la secesión del País Vasco español y francés y la creación de un Estado vasco independiente. En este artículo vamos a ahondar en el contenido de dicho comunicado, en su repercusión, en lo que fue aquella conferencia y en lo que realmente es ETA.

 

1.- El comunicado.

El comunicado se resume, emic (es decir, desde la perspectiva supuesta de ETA –o como demostraremos más adelante, de la falsa conciencia que de ETA se vende a muchos de sus simpatizantes dentro y fuera del País Vasco), en lo siguiente: gracias a la conferencia internacional celebrada anteriormente en la ciudad de San Sebastián, el autodenominado “Movimiento Socialista de Liberación Nacional Vasco Euskadi Ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad)”, ve las condiciones adecuadas para una resolución pacífica y dialogada de un supuesto “secular” conflicto político que, se supone, ha enfrentado al pueblo vasco con España y Francia desde hace milenios. Básicamente, la resolución del supuesto conflicto consiste en que Francia y España acepten las condiciones que ETA exige para que haya paz, esto es: una votación en suelo vasco para decidir si se es un Estado independiente o no, el acercamiento de presos de ETA al País Vasco y la amnistía de los terroristas (a los que llaman “presos políticos” a pesar de haber cometido varios asesinatos, secuestros y atentados con coche bomba). Ciertamente, ETA ha conseguido simpatizantes en el País Vasco y en el resto de España (pocos pero no tan pocos como pueda creerse), además del resto del Mundo, en su supuesto papel de “oprimidos” por España y Francia, con lo que se ganaron simpatizantes de parte de otros oprimidos. La solidaridad de oprimido a oprimido prende porque apela a lo emocional, pero como demostraremos en este artículo, la condición de oprimidos de los vascos en general y de ETA y sus tentáculos políticos en particular no solo es falsa, sino que incluso es una amenaza no solo a la unidad de la nación española, sino sobre todo a la unidad de su clase obrera.

 

El párrafo clave del comunicado de ETA es el siguiente:

 

ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada. ETA con esta declaración histórica muestra su compromiso claro, firme y definitivo”.

 

Las claras contradicciones entre este párrafo y la realidad objetiva son flagrantes, pues aunque ETA habla de cese definitivo de su actividad armada ni se disuelve, ni entrega todo su arsenal armamentístico, ni ofrece datos sobre los zulos que poseen tanto en suelo español como francés en los que además de armamento dejaban durante meses o incluso más de un año (como su secuestro más largo, el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara), ni, más que nada, ofrece señales que indiquen un acercamiento por su parte hacia las cerca de 858 víctimas de sus ataques terroristas que durante más de cincuenta años han provocado. Los muertos etarras ascienden a 200; pero mientras esos doscientos son siempre durante tiroteos con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado español o la gendarmería francesa en persecuciones o en redadas en domicilios y escondites varios, por no hablar de las ejecuciones capitales que varios tuvieron durante la dictadura franquista, los muertos españoles no fueron nunca en enfrentamientos armados –solo la última víctima de ETA hasta el momento, el gendarme francés Jean Serge-Nerín, lo hizo en un tiroteo en el sur de la nación  francesa-, sino mediante tiros en la nuca por la espalda, coches bomba, bombas en centros comerciales (como la bomba del centro comercial Hipercor de Barcelona en 1987), en pasos circulatorios (como el atentado en Vallecas, barrio obrero de Madrid, en 1996, que acabó con la vida de varios obreros), o en terminales de aeropuertos (como la furgoneta explosiva que en 2006 acabó con la vida de los inmigrantes ecuatorianos Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate, cuyo asesinato fue justificado por un miembro de las juventudes proetarras con el siguiente argumento “no eran vascos”). Luego el conflicto político secular del que hablan, a nivel de la organización ETA, es inexistente, pues los muertos etarras siempre fueron en acciones policiales, y los asesinados por ETA en viles atentados terroristas. Luego definiremos qué entendemos por terrorismo.

 

La otra gran contradicción de este párrafo se resume en esta pregunta: si se cesa la actividad armada, ¿por qué se dice que la “confrontación armada” no cesará hasta que España y Francia dialoguen, de igual a igual, las condiciones que la misma ETA, a través de su comunicado y en la pantomima de conferencia internacional de San Sebastián han sentado, que son las que siempre, de cara a la galería han defendido? ¿No puede resultar un contrasentido cesar la lucha pero al mismo tiempo decir que la lucha cesará hasta que Francia y España acepten las condiciones de ETA? La respuesta a estas dos preguntas está clara, y la hemos indicado en gran medida más arriba: al no haber entregado ETA las armas, ni haberse disuelto como grupo terrorista, ETA pretende controlar el proceso de negociación de manera absoluta, controlando tanto a sus marionetas de la autodenominada “izquierda abertzale” (más tarde demostraremos por qué al entorno proetarra hay que englobarlo en la derecha política), como a la propia población española, la cual celebra, con Gobierno del PSOE, oposición del PP y diversos medios de comunicación manipuladores de masas, un falso fin de ETA. ¿Por qué ETA tiene la sartén por el mango? ETA no negocia nunca nada que no pueda ganar, y si puede ganar ahora no es solo por su propia iniciativa como grupo terrorista. La propia conferencia de San Sebastián indica el camino que guía a ETA realmente.

 

2.- El terrorismo de ETA

El fundamentalismo democrático reinante en España, ideología que estima que la democracia liberal burguesa es el sistema político definitivo por excelencia, el más noble y excelso, condenando como falsas democracias a los sistemas políticos que no siguen la norma burguesa de funcionamiento (como la Venezuela bolivariana o Cuba) y estimando que los sistemas políticos no democráticos son bárbaros y no civilizados (a pesar de que toda una monarquía absoluta como Arabia Saudita esté en el G-20 y sea uno de los principales exportadores de crudo del Mundo), al tiempo que asegura con la fe de un requeté recién comulgado que los llamados déficits de la democracia (en realidad, efectos políticos normales a todo sistema capitalista burgués) se resuelven con “más democracia” (en vez de decir, por ejemplo, con “socialismo”), se alegra del supuesto fin de las actividades terroristas de ETA, al tiempo que se alegra del asesinato a manos de yijadistas islamistas en Libia del ahora “dictador” Muamar Gadafi, cuyo sistema no se ajustaba a las condiciones del sistema democrático liberal burgués, aunque hace pocos años era amigo incondicional de muchas potencias occidentales, incluida España. Este fundamentalismo democrático ve el supuesto fin de ETA como una “victoria de la democracia”, sin especificar si esa democracia es española, vasca, catalana, francesa o venezolana. Y, confundiendo la gimnasia con la magnesia, está encantada de haberse conocido, aunque movidos por una configuración institucional que ha funcionada durante 500 años de historia de España como nación histórica unida y 200 como nación política desde el 19 de marzo de 1812 (año de proclamación de la Constitución de Cádiz), poco podrían ceder a las demandas etarras de autodeterminación (secesión) y amnistía de presos, salvo que ello ya esté pactado entre ETA, PSOE y PP. ¿Pero este pacto, que decimos desconocer si existe y lo tomamos como una suposición solo, se ha conseguido solo por cesión ante la actividad criminal de ETA y la “kale borroka” (violencia callejera)? ¿O hay algo más? De momento, analizaremos en qué ha consistido el terrorismo de ETA hasta ahora.

 

Como dijimos, ETA ha asesinado en sus más de 50 años de historia a 858 personas en España (una de ellas en suelo francés, como indicamos más arriba). Pero según las estadísticas oficiales de la democracia coronada española, las víctimas son menos: 829. ¿Por qué? Porque 29 víctimas de las 858 asesinadas lo fueron durante la dictadura de Franco. Para la monarquía democrática actual, las víctimas de ETA en la dictadura son menos víctimas porque “no son de los nuestros”. Entre esas víctimas está el que fuera penúltimo presidente de España durante la dictadura, Luis Carrero Blanco, asesinado mediante una bomba colocada en un túnel subterráneo en la calle que explotó cuando su coche oficial pasó por el punto exacto en que la bomba se colocó. Este atentado se produjo en 1973. El gran beneficiado de aquel atentado terrorista fue el último presidente del gobierno franquista, Carlos Arias Navarro, a la sazón encargado de la seguridad personal del propio Carrero Blanco. El dictador Franco, durante su alocución televisiva tras el asesinato de Carrero dijo una frase todavía hoy inquietante acerca del crimen: “No hay mal que por bien no venga”. Todavía se hacen cábalas acerca de esta enigmática frase. Pero años después se supo que antes de morir Carrero Blanco se reunió con el Secretario de Estado del Imperio Estadounidense, Henry Kissinger, uno de los sujetos más siniestros de la política internacional, encargado durante las legislaturas de Richard Nixon (republicano) y Gerald Ford (demócrata), de operaciones terroristas como la red de extrema derecha Gladio o de la ayuda a la conformación de sanguinarias dictaduras en Sudamérica como la argentina de Videla o la chilena de Pinochet. Carrero, miembro de la Falange Española desde el primer día (uno de los grupos ultraderechistas que configuraron el Movimiento Nacional, partido único del franquismo), era antinorteamericano desde siempre, y Kissinger y el Pentágono ya prepararon la Transición española de la dictadura a la democracia desde un primer momento (prácticamente desde 1959, cuando el presidente yanki Dwight M. Eisenhower visitó España y pactó con Franco el fin de la autarquía económica española, los planes de desarrollo promovidos entre otros por el Opus Dei, que metieron a España en una plena economía de mercado capitalista y la purga progresiva de elementos conservadores del régimen franquista más enemigos del liberalismo económico).

 

Entre esos enemigos estaba Carrero Blanco, que en su entrevista con Eisenhower el 19 de diciembre de 1973 discutió con Kissinger sin llegar a un acuerdo acerca de si España debía empezar con él al mando un proceso de transición no ya económico, sino político hacia una democracia burguesa, proceso ya preparado debido al proceso de acumulación capitalista (en términos marxistas) que se inició en 1959, que marcó el inicio del fin del proletariado clásico en España, la creación de la llamada “clase media” y la reindustrialización de la nación, estancada desde la Guerra Civil de 1936-1939. Carrero Blanco representaba un escollo para los planes geopolíticos del Imperio Estadounidense, que consistían en convertir a Portugal, Grecia y España (el llamado “cinturón blando de Europa”), en aquel tiempo dictaduras militares de derechas (con economías no capitalistas, sino en muchos casos similares a la economía del régimen peronista en la Argentina), en democracias liberales burguesas para así poder incorporarlas a la OTAN. Pura política de guerra fría frente a la Unión Soviética. Carrero Blanco, continuador acérrico del “franquismo más puro”, suponía un obstáculo a la política yanki de contacto y amistad con todos los partidos y movimientos demócrata-cristianos europeos, aliados necesarios junto con la socialdemocracia, en su cruzada contra el comunismo. Al día siguiente de la entrevista, el 20 de diciembre, Carrero Blanco era asesinado por ETA.

 

ETA publicó poco después en Francia un documento “Operación Ogro”, donde relataban la facilidad con la que cometieron el asesinato de Carrero Blanco, en el que detallaban cómo recibieron ayuda externa, sin precisar nombres, pero siendo algunos de sus ayudantes externos a ETA extranjeros (es decir, no españoles). Y no deja de ser casual que el atentado contra Carrero ocurriese a escasos metros de la embajada estadounidense en Madrid. La CIA conocía perfectamente las intenciones de los terroristas, los cuales no tuvieron ningún seguimiento policial de ninguna clase durante sus continuos viajes a Madrid durante aquellos años. Carrero seguía siempre el mismo camino en coche antes de ir a su oficina, pues antes pasaba por una Iglesia católica a rezar, por no hablar del olor a gas que en la calle empezaba a desprenderse mientras los etarras cavaban el túnel para colocar la bomba. En conclusión, el Imperio necesitaba llevar a cabo sus planes y programas geopolíticos y no le importó lo más mínimo acabar con políticos que hasta hace poco eran aliados suyos (como Saddam Hussein o Gadafi; así funcionan los Estados Unidos del Norte de América).

 

Alguno podría pensar que a ETA le traía sin cuidado quién le apoyara y para qué, pues le importaba su “causa de liberación nacional” contra el fascismo franquista, y si los que le ayudaban eran los yankis en un inicio, bienvenida ayuda pues se aprovecharían de ella para causas más nobles… como Al Qaeda. Pero el camino de asesinatos de ETA no tiene su punto de inflexión con Carrero Blanco, asesinato que muchos luchadores antifranquistas recibieron con júbilo por creer que los etarras eran luchadores por la liberación del franquismo. El régimen de la democracia coronada de 1978, en el que España vive actualmente, es heredero directo del franquismo, pues fue una transformación “de la ley a la ley”, de una dictadura militar derechista de tipo populista en un régimen liberal burgués capitalista, auspiciada por Estados Unidos. Una democracia en la que el comunismo no jugó ningún papel, viéndose relegado a un segundo plano político, siendo totalmente inexistente desde la mayoría absoluta de los socialdemócratas del PSOE en 1982 con Felipe González en el poder (que continuó en el poder hasta 1996, año en que le sustituyó José María Aznar que gobernó España hasta el 2004, año en que le sustituyó el también socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero). Una democracia donde las únicas fuerzas de “izquierda”, una vez barrenada la izquierda comunista, fueron prácticamente el PSOE y ETA, cuando la primera constituye una socialdemocracia degenerada en socialfascismo que ha entregado a la clase obrera española al neoliberalismo más duro, descentralizando el poder político y económico, y la segunda una banda terrorista nacionalista étnica y secesionista que mataba españoles por el mero hecho de serlo. Tanto el franquismo reformista como el Imperio yanki prepararon una Transición de régimen dictatorial a una democracia burguesa en la que la inestabilidad política, el terrorismo etarra y la desunión de los trabajadores españoles en un régimen autonómico de facto confederal son la norma. Un régimen en que si desde la izquierda política se defiende la unidad de la clase obrera española (“haced de la causa de la nación la causa del pueblo, y la causa del pueblo será la causa de la nación”, que decía Lenin), tanto el PSOE como el proetarrismo (nacionalismos vasco, catalán, gallego, castellano, murciano, andaluz, bierciano, canario, valenciano, &c., además de ciertos grupos seudoanarquistas cercanos al nacionalismo étnico, algunos grupos autodenominados “comunistas” pero defensores de la balcanización de España como el PCPE, IA, PCE-r, entre otros,  más grupos carlistas, una de las familias políticas del régimen franquista, hoy considerados de “izquierdas” algunos de ellos), acusan a quien lo haga de “fascismo” o “franquismo”. Un régimen cuya soberanía está vendida, por parte del PSOE, del PP y del neofeudalismo proetarra, al eje franco-alemán y al Imperio Estadounidense.

 

Un régimen democrático burgués que ha tenido el mayor número de víctimas de ETA durante su existencia (829, más las 29 del franquismo, un total de 858 víctimas). La primera víctima de ETA (no reconocida por ellos), fue un bebé de 22 meses, Begoña Urroz Ibarrola, en 1960, asesinada mediante una bomba incendiara en una estación de tren que la quemó gravemente, lo que causó su muerte a los pocos días. La lista de muertos durante el franquismo y después puede verse en estos dos enlaces (en ellos se detalla el modus operandi de ETA, su metodología en los atentados y los medios empleados para ello):

 

*http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Asesinatos_cometidos_por_ETA_hasta_la_muerte_de_Francisco_Franco

*http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Asesinatos_cometidos_por_ETA_desde_la_muerte_de_Francisco_Franco

 

El asesinato de niños a manos de ETA es más frecuente de lo que pueda parecer (algo inaudito que sorprendería a la euforia pacifista y democratista que hoy envuelve a muchos españoles). 23 niños fueron asesinados por ETA mediante sus atentados de masas, y más de 70 resultaron heridos. El 11 de diciembre de 1987 ETA colocó una bomba en la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en la que murieron 11 personas, de las cuales 5 eran niñas de entre 4 y 13 años. Otras cinco niñas de entre 7 y 14 años fueron asesinadas por ETA el 29 de mayo de 1991 mediante otro coche-bomba en otra casa-cuartel, esta vez en Vic, provincia de Barcelona (señalar que el líder neofeudalista Josep Lluis Carod-Rovira, catalán hijo de Guardia Civil aragonés, se reunió hace pocos años con ETA de manera ilegal para lograr que ETA no volviese a atentar en Cataluña, cosa que consiguió, dándole igual si mataban a otros españoles; tampoco extraña, pues su comportamiento tras el asedio a políticos catalanistas este mismo año 2011 durante las protestas de indignados en Barcelona denotó su carácter racista, homólogo al de los etarras, pues se quejó de que los indignados hablaran en español, y les pidió que se fuesen a “España” a mostrar su indignación, como si Cataluña no fuese también parte de España). ETA además ha dejado huérfanos a centenares de niños, la misma cantidad de viudas.

 

A esto hay que sumar la extraña complacencia de la justicia española con ETA, una ETA que no deja de acusar, junto con sus partidarios, al Estado español de ejercer la tortura contra sus militantes. Y aunque ciertamente en España, como en todo Estado, se cometen torturas y abusos policiales en comisarías, no es menos cierto que este tipo de comportamientos en España tienen a los presos comunes como sus mayores víctimas, y que durante el franquismo el grueso de población que mayor represión sufrió no fueron ni catalanes ni vascos, sino andaluces, extremeños y castellanos, los más pobres ciudadanos de España desde hace más de un siglo. Como decimos, esa complacencia que pueda sonar extraña a los simpatizantes proetarras, se demuestra en que hasta el día de hoy unos 330 asesinatos de ETA todavía no tienen sentencia judicial, con la excusa de que “no se ha podido determinar el autor material de los hechos”. España se caracteriza por tener un sistema judicial muy laxo y permisivo con los delincuentes y muy duro e injusto con las víctimas de la delincuencia. Un caso que ejemplifica esto, a nivel de delincuencia común no terrorista, lo constituye el caso de la niña de 17 años Marta del Castillo, asesinada y violada por varios sujetos, uno de ellos menor de edad cuando se produjo su asesinato. Tras matarla, se deshicieron del cadáver de la víctima, el cual no ha sido todavía encontrado por la Policía. El menor de edad, apodado “el Cuco”, ha salido en libertad con cargos solo por encubrimiento de asesinato, y es probable que, al no “existir” cuerpo del delito, todos los acusados, incluido el asesino autoinculpado Miguel Carcaño, salgan en libertad en pocos años. Por no hablar de los casos de violencia machista, en los que la mujer no tiene ninguna protección frente a su agresor. La justicia española piensa en la imposible reinserción de criminales horrendos en la sociedad, tanto comunes como terroristas etarras o islamistas.

 

No es menos importante señalar que ETA ha estado presente con sus atentados en los cambios políticos más decisivos de la historia de España en los últimos cuarenta años. El asesinato de Carrero Blanco antes de la Transición solo es el primer ejemplo más significativo. Pero el intento de asesinato de José María Aznar en 1995, antes de su elección como presidente en 1996, el del miembro del PP del Ayuntamiento de Ermua, Miguel Ángel Blanco, en 1998, dos años antes de la mayoría absoluta de Aznar en 2000, o el asesinato de Isaías Carrasco, sindicalista español de la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato cercano al PSOE, que estaba amenazado por ETA e iba sin escolta por decisión propia (pues muchos amenazados por ETA llevaban escolta, desde sindicalistas hasta políticos –algunos de ellos asesinados como los socialdemócratas Fernando Buesa o Fernando Múgica-, pasando por profesores universitarios –algunos asesinados como Ernest Lluch o Francisco Tomás y Valiente-), murió por un tiro en la cabeza en 2008, días antes de las elecciones que revalidaron el mandato de Zapatero en su segunda legislatura, y ahora el “cese definitivo de la lucha armada”, no dejan de resultar cuanto menos sospechosos. Por no hablar, en una hipótesis no demostrada y que roza para muchos la conspiranoia, de que el atentado masivo del 12 de marzo de 2004, que costó la vida a 200 trabajadores españoles e inmigrantes en las diversas bombas colocadas en trenes de cercanías en barrios obreros como Santa Eugenia, El Pozo del Tío Raimundo y Atocha en Madrid, a dos días de las elecciones generales que dieron la victoria primera de Zapatero sobre Rajoy, no fue cometido realmente por islamistas (no se encontraron terroristas inmolados entre los restos del atentado), sino por ETA. Sin embargo, este último caso resulta problemático y no queremos incidir mucho en él. Pero, lo que es cierto, es que ETA ha marcado el devenir político y electoral de España y ha entrado siempre en campaña, con resultados que siempre la han beneficiado.

 

Que ETA no es un grupo armado de liberación, sino un grupo terrorista, lo demuestran sus procedimientos, que definen en esencia qué es el terrorismo. El terrorismo ha de entenderse siempre como un procedimiento, en sentido antropológico y funcional (el terrorismo procedimental). Y una definición de terrorismo en sentido funcional y antropológico ha de oponerse a toda otra concepción del terrorismo que tenga connotaciones ideológicas, políticas, psicológicas y éticas, pues es la única manera de dar al terrorismo una definición laxa de lo que en realidad es, pues ello permite evitar el reduccionismo sustancialista. Para ello, es necesario distinguir dos partes necesarias en el terrorista: la parte terrorista, la que administra la violencia, y la parte aterrorizada, la que la recibe, su victima. Así, podemos caracterizar el terrorismo procedimental como sigue:

 

a) El grupo terrorista que realiza las actividades violentas debe ser identificado como tal, esto es, el grupo terrorista debe siempre dejar su firma y hacer públicos sus fines.

b) Su violencia ha de tener un carácter recurrente, sus actividades amenazan con repetirse si no se cumplen sus objetivos.

c) Sus agresiones han de ser sorpresivas y aleatorias.

d) Ha de existir una complicidad objetiva por parte del grupo aterrorizado (llegando incluso al Síndrome de Estocolmo), en el sentido de que el grupo sobre el que se ejerce la agresión debe plegarse a los fines del grupo terrorista. Si las víctimas no se dejaran aterrorizar por el grupo que realiza las agresiones, la estrategia terrorista perdería su sentido.

 

Con ETA se cumple la característica a), pues siempre ha hecho públicos sus fines y siempre ha dejado su firma mediante llamadas y comunicados, incluso con su reciente “fin de la lucha armada”. También se cumple la característica b), pues sus actos terroristas amenazan con repetirse si no se cumplen sus objetivos, incluso con su reciente “fin de la lucha armada” como hemos demostrado con el párrafo último que hemos citado de su comunicado. También se cumple la característica c), pues sus acciones eran sorpresivas y recurrentes, cosa que todavía se mantiene en el aire tras su comunicado de fin de actividades terroristas, pues se espera que España y Francia muevan ficha para ceder a sus demandas para así, y solo así, cesar la “lucha armada”. Y también se cumple la característica d), pues la euforia y complacencia de PSOE, PP, el entorno proetarra en toda España y de buena parte de la pánfila sociedad española está encantada de que ETA deje de matar pero no de desaparecer ni de entregar sus armas ni entregarse a la justicia, convirtiéndose así buena parte de la sociedad política española en cómplices objetivos de los fines etarras y de sus medios, por no hablar de la complacencia de los medios de comunicación españoles con el lenguaje político creado por todo el entorno proetarra (paz, diálogo, “izquierda abertzale”, &c., son expresines asumidas por la parte receptora del terror etarra como verdades). No ocurre lo mismo en Francia, pues el Estado francés no toma en serio sus demandas y persigue a ETA de manera radical, a pesar de haber tenido a un gendarme francés como la última víctima de ETA, y a pesar de haber sido Francia durante décadas el santuario legal de los etarras para evitar la persecución de sus miembros por parte de la policía española y de la Guardia Civil.

 

Según nuestra definición de terrorismo procedimental, si un grupo terrorista cumple esas cuatro características estaremos hablando sin duda de un grupo terrorista. ETA, así como Al Qaeda, los narcos mexicanos, la red Gladio, la mafia italiana (tanto la mafia siciliana como la Camorra napolitana), &c., son claramente grupos terroristas. No así Hamas, Hezbollah, el IRA, las FARC, Sendero Luminoso, &c., que no pueden ser calificados entonces como terroristas, no porque tengamos algún tipo de simpatía por ellos, sino porque no cumplen alguna o algunas de las características que hemos enunciado para definir el terrorismo procedimental. Menos aún bandas de delincuentes comunes.

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1 Respuesta a “Acerca de ETA (I)”


  • La lista de 829 víctimas no incluye a los asesinados por los Comandos Autónomos Anticapitalistas (y a una víctima de la guerra sucia como Josean Cardosa y a otra del BVE como Martín Merquelanz). La de 858 sí incluye a las víctimas de los CAA ( y a una del DRIL como Begoña urroz, etc.).

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