Marx y la apropiación originaria

Para emprender un análisis no desviado sobre el papel del Estado en la economía-política marxiana es necesario tener en cuenta, primero de todo, que la programación de su obra no llegó a hacerse efectiva (como sucede en la mayoría de los casos). El Capital nos ofrece una visión del modo de producción capitalista desde la perspectiva unilateral del capital, pero a esta debería habérsele añadido, además, la del trabajo y el Estado. Sin embargo, en los Grundisse, al meterse de lleno en la red de cuestiones ontológicas inherentes a la economía-política, tuvo que lidiar cara a cara con tales problemas, y es aquí donde el genio nos ofrece una visión embrionaria (pero no por ello ilegítima o susceptible de rectificación, aunque sí es cierto que ha de completarse) de lo que la doctrina del materialismo filosófico considera una Teoría del Estado.

A lo largo de la dilatada carrera del marxismo son muchos los que han creído (probablemente los más) que el Estado es una consecuencia o resultado del sistema de producción, de la lucha de clases, proponiendo que su génesis se deriva de la necesidad voluntarista de la clase dominante de poner en vereda a la dominada. Sin perjuicio de que esto sea cierto, y de la vasta recolección de datos empíricos que puedan ofrecerse para probar dicha tesis, no podemos dejar pasar el
hecho de que para que la posesión de los medios de producción divida a la sociedad política en clases, es necesario presuponer un Estado que legalice (evidentemente con la fuerza) el modo de producción. Es decir, la propiedad no puede existir fuera de un recinto, amurallado, en el que se proteja la circulación de bienes. Un recinto que tiene la
forma de un circuito que definimos como una red de instituciones -cuya función primordial es monopolizar el uso de la violencia- que posibilita la recurrencia de la explotación de unas clases por otras. La apropiación de un territorio por parte de un grupo es un presupuesto lógico al proceso productivo.

La comunidad tribal no se presenta como resultado, sino como presupuesto de la apropiación temporal de la utilización comunitaria del suelo. La comunidad tribal natural, o si se quiere, el gregarismo, es el primer presupuesto de la apropiación de las condiciones objetivas de su vida. La Tierra es el gran laboratorio, el arsenal que provee tanto el instrumento de trabajo, como el material mismo, así como también provee el lugar que constituye la base de la comunidad”.

La apropiación real a través del proceso de trabajo tiene lugar bajo estos presupuestos, que no son producto del trabajo, sino que se presentan como sus presupuestos naturales o divinos”.

La tierra en sí, por muchas dificultades que pueda presentar para ser trabajada y apropiada realmente, no ofrece ningún obstáculo para relacionarse con ella como con la naturaleza inorgánica del individuo vivo, como con el laboratorio, instrumento de trabajo, objeto de trabajo y medio de subsistencia del sujeto. Las dificultades que la comunidad encuentra, pueden proceder solamente de otras comunidades, que o bien han ocupado ya la tierra, o bien perturban a la comunidad en su ocupación. La guerra es, por lo tanto, la gran empresa general, el gran trabajo comunitario, que es requerido, bien para ocupar las condiciones objetivas de existencia, bien para proteger o perpetuar la ocupación de las mismas. La comunidad compuesta de familias está organizada ante todo militarmente –como comunidad guerrera o militar-, y esta es una de las condiciones de su existencia como propietaria”.

Pero aunque la apropiación originaria del territorio es el embrión imprescindible para la conformación del Estado, esto no significa que una tribu anclada a una tierra lo sea ya de hecho, más bien le confiere esa posibilidad, que podrá efectivizarse, en la medida en la que tenga potencia para ir asimilando a las tribus de su entorno. Es a través de este proceso de reestructuración de otras sociedades tribales a través de un núcleo político monopolizador de la violencia como una sociedad humana se transforma en un Estado, y es en esta reestructuración (que conlleva la redistribución de la “propiedad” –la tenemos que poner entre paréntesis) de las sociedades campestres donde van apareciendo a su través diferenciaciones de clase.

Cuanto más se aleja la tribu de su sede originaria y ocupa suelo ajeno, es decir, cuanto más entra en condiciones de trabajo esencialmente nuevas y más se desarrolla la energía del individuo tanto más están dadas las condiciones para que el individuo se convierta en propietario privado de la tierra, cuyo laboreo particular le corresponde a él y a su familia. La comunidad –en cuanto Estado- es la relación recíproca de estos propietarios privados, su unión frente al exterior y la garantía de esta unión”.

Para diferenciar la sociedad en la que hay una apropiación del suelo, de aquella otra, en la que sobre dicha apropiación se ha construido un Estado, Marx acude a un criterio morfológico capaz de dotar a ese sistema biocenótico de tribus agricultoras en lucha entre sí de un núcleo reestructurador que, sin emerger espontáneamente, pueda sin embargo presentar un corte radical respecto a la situación anterior. Dicho corte nos lo ofrece la figura de la Ciudad respecto del Campo. La primera sería un eje sobre el que gira el segundo, que envuelve a la primera.

La segunda forma, y que es el producto de una vida más dinámica, más histórica, presupone también a la comunidad como primer presupuesto, pero no como en el primer caso como substancia, de la cual los individuos son meros accidentes, o de la que constituyen puros componentes naturales, es decir, presupone como base no el campo, sino la ciudad en cuanto sede ya creada de la gente del campo. El campo se presenta como territorio de la ciudad; al contrario que la aldea, como mero accesorio del campo”.

Y aquí ya:

Continúa siendo un presupuesto para la apropiación el ser miembro de la comunidad; pero como miembro de la comunidad el individuo es propietario privado. Puesto que la comunidad –aunque sea ya aquí un producto histórico, no sólo de hecho sino reconocido como tal y, por lo tanto, ha tenido un origen- es el presupuesto de la propiedad de la tierra, sin embargo, esta propiedad es mediada por su existencia como miembro del Estado, por la existencia del Estado”.

En la forma romana, griega (en resumidas cuentas, en la antigüedad clásica), en la que la tierra es ocupada por la comunidad, es suelo romano, una parte continúa siendo de la comunidad en cuanto tal, como diferente de los miembros de la misma, es el ager publicus en sus diferentes formas; la otra parte es dividida y cada parcela de terreno es romana, por el hecho de que es la propiedad privada, el dominio de un romano , pero él solo es romano, en la medida en que él posee este derecho soberano sobre una parte de la tierra romana”.

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2 Respuestas a “Marx y la apropiación originaria”


  • Gracias a Rafael por el enlace. Remontarse al campo etológico es pertinente pero no conclusivo, ya que lo que irá diferenciando al hombre del animal son las instituciones que va produciendo, engarzando, y perpetuando en el tiempo.

    En cuanto a Daniel, muy interesante el artículo aunque habría que destacar que se trata de los Grundrisse, que no aparecieron hasta los años 30 del siglo XX, mientras que antes la obra que verdaderamente influyó en la conformación de la teoría marxista del Estado es «El origen de la propiedad privada, la familia y el Estado» de Engels, que va mas por la vía de considerar al Estado una construcción posterior a las clases y no anterior. El esquema básico del marxismo vulgar se presenta del siguiente modo: primero las clases y luego las construcciones para justificar la existencia de esas clases y la explotación. En término del materialismo filosófico habría que destacar esta concepción metamérica así como su contraria (primero la «superestructura» y luego llega las clases como su resultado) sino un esquema diamérico en la confluencia entre la capa basal y cortical cuya concatenación diamérica -entre las partes- produce una capa conjuntiva que separa el territorio, es decir, que recorta un espacio de la tierra enfrentado a otros grupos. Los textos de Daniel mostrarían que Marx puede ser reinterpretado sin problemas desde estas coordenadas y no desde una posición de «a ver qué es lo primero» el huevo estatal o la gallina de las clases.

  • Cuestiones que creo que son interesantes en el campo etológico:
    http://www.ideal.es/granada/v/20120511/granada/hormigas-colonizadoras-20120511.html

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