La vuelta de la lucha de clases

Existe un concepto torticero de lucha de clases igual que existe una noción romántica de proletariado. Como afirma el economista Diego Guerrero, el proletario no es ese personaje con mono, casco y alpargatas -como suele representarse en El Jueves, por ejemplo- sino algo mucho más complejo: el asalariado que produce valor. Dejaremos por ahora eso de la teoría del valor-trabajo, pero conviene recordar que la «lucha de clases» tampoco son turbas callejeras lanzando cócteles Molotov sino la lucha por el reparto de la riqueza producida en una determinada sociedad. Puede, desde luego, manifestarse a través de la lucha callejera, pero no hace falta tal cosa. Basta con reconocer que si el que te paga 1.000 euros al mes puede pagarte 600 euros, ¿por qué va a seguir pagándote los 1.000 si nadie le presiona para que lo haga? Pensar que ya no existe la lucha de clases es tanto como pensar que ya quien contrata y el que es contratado viven en armonía. Esa «armonía» sólo se da mediante una institución superior que los envuelve pero que no se identifica con ninguno de los anteriores: el Estado. Por ello, la lucha de clases es una lucha con o contra el Estado.

Así de simple. Si quien te emplea puede pagarte menos, ¿por qué va a pagarte más? La respuesta está en la leyes. En el derecho y la coacción. Y ese derecho no brota de las entreñas de la naturaleza, del despliegue del Espíritu absoluto o de la «racionalidad jurídica» inmanente al cerebro de los propios leguleyos. La normatividad es un entramado de instituciones heredadas y transformadas a su vez en el marco de determinados Estados. Estados en pugna con otros Estados y con grupos enfrentados en su propio seno. Es lo que llamamos, con Gustavo Bueno, la conjugación entre la dialéctica de clases y la dialéctica de Estados. Por ejemplo, ¿cómo serán más poderosos los asalariados de una nación? ¿Divididos en 17 comunidades feudo-autonómicas con distinto ordenamiento jurídico o unidos en un único marco estatal con la suficiente fuerza como para imponer sus leyes a los capitalistas y vendepatrias? ¿Cómo serán más fuerte los asalariados, con sindicatos nacionales y unitarios o con sindicatos sectoriales atomizados? Lo que no queremos para España tampoco lo queremos para los sindicatos. No es casual que aquellos que fomentan los estados de las autonomías también fomenten la atomización de los sindicatos. Sueñan con una España dividida y sueñan con unos sindicatos atomizados. En el límite tendremos la utopía liberal de la «república independiente de mi casa». Cada individuo una mónada autónoma autodeterminada en lo político y cada individuo una mónada laboral autodeterminada en trato «libre» con el empresario.

Volvemos a repetir la simple pregunta: ¿Si te pueden pagar menos, por qué iban a pagarte más? La respuesta está en la dialéctica, en la lucha social. Hay quien no se ha enterado de que la URSS cayó hace veinte años. Porque, paradógicamente, es la caída de la URSS la que vuelve a poner sobre el candelero la lucha de clases. Podemos decir, que es la caída de la URSS la que hace que cobre sentido la lucha de clases. El periodo de 1917 a 1992 es el periodo de crecimiento de los partidos socialdemócratas, democristianos y de la derecha no liberal. Había que contener el peligro comunista con pactos sociales y concesiones. La dialéctica de Estados favorecía la colaboración de las élites sindicales y la patronal estaba dispuesta a concesiones ante el peligro del comunismo. Caída la URSS, ha caído también el «pacto social» entre las élites socialdemócratas y democristianas con el capital, pues el comunismo ya no aparece como un peligro en el horizonte. Por tanto, volvemos a la situación anterior a 1917: liberalismo salvaje, sueldos miserables para los asalariados y conflictos sociales. Vuelve la lucha de clases. Las ilusiones del progresismo socialdemócrata y democristianos se desvanecen. La URSS y el miedo al comunismo era el fulcro que mantenía vivo el mito del progreso ininterrumpido. Pero nada se nos dará si no lo conseguimos nosotros mismos. Y este «nosotros» no es otro que aquel que habla en español: Iberoamérica y sus trabajadores, plataforma real desde la que oponernos a la Unión (germano) Europea y a los Estados Unidos. Porque dialéctica de clases y dialéctica de Estados son inseparables.

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29 Respuestas a “La vuelta de la lucha de clases”


  • De acuerdo, el programa se queda corto. Y como podrían no hacer otro, quizás un Zafarrancho podría poner algunas cosas en su sitio. Yo tampoco los veo como anarquistas.

    Cambiemos igualmente el «motor». El único capaz de llevar a cabo un cambio es un Partido político. Pero a falta de pan, buenas son tortas; a falta de uno que produzca la ideología adecuada y trabaje en ello de modo efectivo, buenos serían unos sindicatos que ayudaran de alguna manera a que ciertas condiciones adecuadas pudieran darse. Ellos no tienen que hacer ninguna revolución, pero tampoco un proceso revolucionario podría desencadenarse al margen de ellos. Creo que por aquí iba GBS; aunque claro, me lo estoy inventando y lo decía por otra cosa.

  • Es ingenuo pensar que los sindicatos de clase son sujetos o motores revolucionarios. Ni siquiera en Cuba, con el M26, fue así, pues en todos los casos de revoluciones de corte marxista-leninista fue el partido de vanguardia (bien como «bloque histórico», bien como «grupo organizado y jerarquizado de revolucionarios profesionales») quien llevó a cabo la revolución. Que los sindicatos lleven a cabo la revolución me suena a anarcosindicalismo, o incluso a Sorel. ¿Será GBS anarquista? Hasta donde yo se no.

    Una cosa es que los puestos de trabajo no sean eternos, por la propia dialéctica técnica y tecnológica, y otra bien distinta es que en la propia coyuntura de una crisis capitalista (cíclicas), sin avances tecnológicos de envergadura real a nivel del campo económico, millones de puestos de trabajo se vean abocados a dejar de ser cubiertos, llevando a mucha gente a la pobreza relativa. La renovación tecnológica no tiene por qué conllevar una depauperización masiva ni una extensión de las listas del paro si la economía está concertada, planificada racionalmente, pero no en sentido monista, sino en sentido pluralista (algo que en IH estamos debatiendo desde hace meses).

    En consecuencia, el programa me sigue pareciendo malo, porque se queda corto, peca de lo de siempre (atacar siempre a los mismos) y necesita de un segundo programa para salvarse (insisto, sobre las ideologías empresariales y sus prácticas actuales).

  • Por fin he podido terminar de visionar el TC “maldito”, desafortunado, horroroso y no sé cuántas cosas más. Si me permitís, vengo a templar gaitas… pues quizás algunas están hirviendo. Para empezar, discrepo de casi todos; (menuda forma de empezar). Claro, eso puede ser debido a que como ya tenía tales referencias, pues como que iba algo inmunizado a enfrentarme con la ponzoña. Y tampoco ha sido para tanto. No sólo eso; ha estado más que bien. No se puede decir que haya sido de los mejores, para mi gusto, pero muy revelador en algunos aspectos que ahora intentaré explicar. Pero antes, algo a Pregunta.

    En efecto, Pregunta, cuando te contesté, vine a decir que tú planteabas una cuestión y dos renglones más abajo tú mismo podrías habértela contestado. Intenté mostrarte que no había ausencia de crítica. Y en ese momento me pareció oportuno citar aquélla segunda propuesta con la intención de luego justificar la necesidad de una «purga»… pero de ahí a deducir «barrer» es mucho deducir. Nada de esto dices más tarde; es decir: pues es verdad que yo mismo me contesté o es verdad que no hay ausencia de crítica. Y para rizar el rizo conviertes, de alguna manera, «purgar» en «barrer»; citando la décima propuesta para marear la perdiz, en la que en ningún momento se menciona el término «sindicato» en su enunciado. Si luego te vienen las hostias, no te quejes.

    Sobre el Teatro Crítico de referencia, es evidente que si otros tienen más datos de otra índole, como conocer personalmente a los protagonistas (por tanto, saber de qué pie pudieran cojear), haber compartido mesa y mantel con ellos (por tanto, saber cómo lo hacen para eructar), o similar… siempre tendrán una ventaja añadida de la que yo carezco. Pero si nos atenemos a lo que se dice o cómo se dice, vale la pena rescatar algunas de esas cosas… que tras intentar digerirlas tampoco es que haya que poner el grito en el cielo.

    Para empezar, qué mejor que hacerlo por el final. Estoy de acuerdo que Sharon, esa cara más o menos atractiva, pero distinta a los clones que tanto abundan, con un par de libros más, de una tal Letizia (una que dicen se ha casado con no sé qué príncipe de no sé qué cuento, y que espero, si es Rey, sea llamado “El Breve”); estoy de acuerdo, como decía, que tuvo un papel… digamos… más incisivo de lo habitual. Lo mejor, a años luz de todo lo demás, fue ese final:

    «…Ya no les quiero decir nada más… y créanme, les estoy haciendo un favor…»

    Pero lo bueno no es esto; sino: «Nooo… es broma… [ja, ja, ja]» ¡Sublime! Lo que hace la confianza.

    Es verdad que hubo silencios. Pero ni tan reveladores como Fdez decía, ni tan correctamente políticos como Brurbgos, firmando Brurbos (por la dificultad del tecleo, supongo), decía. A mi juicio, distintos. Cada uno respondía a estímulos diferentes. Alguno, porque cuando a uno le mencionan al padre, tiene derecho a la réplica en primer lugar; y algún otro, porque el que supongo paga… manda.

    Tras un repaso de memoria histórica, que no faltó en ningún momento, Marcelino Suárez planteó “otra manera de verlo”: «La competitividad de unos países frente a otros, regulando de una manera u otra su fuerza de trabajo.» Luego añade que “no sabe”, pero en realidad ha conjugado muy bien todas las dialécticas, de clases y de Estados. Muchas veces suele reducirse esta cuestión a claves internas casi exclusivamente; pero si el objetivo es competir, al final siempre nos encontramos con los de fuera… Así es. Porque algo que no se relacione con el exterior, e intercambien energías, termina produciendo demasiado calor y derritiéndose. Cabría preguntarse, por ejemplo, si las razones que China tiene, cuando regula su fuerza de trabajo, están pensadas sólo como medio para conquistar el mundo… o no.

    También es verdad que muchos de los tópicos que se dijeron, perfectamente podían haber sido dichos, o seguramente ya habrán sido dichos, en “La Noche de César”, por ejemplo. Pero también en ese sitio, alguna vez, podrían haberse dicho cosas que ya pudieran haberse dicho aquí en algún momento. Ver cómo arremeten contra el IV Reich, los venenos que el Euro llevaba dentro, el asalto a mano armada de Alemania o lo absurdo del término «Europa», no tienen porqué significar que hayan visto ninguna luz.

    Más tarde, GBuenoJunior, intenta describir lo que él entiende como mitos: el empresario es el malo y el sindicato es el bueno: «Hay sindicatos que son sindicatos podridos, que son gremios mafiosos en el peor de los sentidos, -el de pilotos aéreos o el de controladores aéreos, trabajadores privilegiados, que tienen las posibilidades de subyugar a un país o paralizar un país-…». «El otro mito, el del empresario, un animal explotador que sólo quiere ganar y ganar. Entonces no querrá echar a la gente, querrá contratar a más para saciarse con la sangre de sus trabajadores cada vez más…».

    ¿Quién va a negar una de las réplicas de Sharon, cuando describe al empresario capaz de quitarse de encima a un par de trabajadores para seguir manteniendo el 200% de beneficio…? Yo no, por supuesto.

    Y aún un tercer mito, que se me antoja mucho más importante que los tópicos anteriores: el mito del puesto de trabajo:

    «…Ese puesto de trabajo de una televisión que han cerrado, una televisión pública que tienen que cerrar, el puesto de trabajo es el puesto de trabajo fantasma que se creó en una institución que era inviable y que no tiene porqué sostenerse. No hay ninguna garantía de continuidad de ningún puesto de trabajo si no responde a una realidad.»

    Hombre, si las casas con chimenea no son tan abundantes hoy como pudieran haberlo sido antes, está clarísimo que no se necesita a un ejército de deshollinadores; ni de herreros que le pongan herraduras nuevas a las contadas acémilas que hoy sigan circulando. Esto es algo que tampoco puedo negar. Todos, y cuando digo todos es todos, estamos sujetos a reciclaje. Esto pasa, supongo, por no poderse estar quietos. Los Amish norteamericanos parecen haber resuelto este problema: siguen viviendo en general como hace siglos. Pero yo no quiero ser un Amish; algo habrá que hacer.

    Cuando se habló de los modelos de análisis, creo haber identificado lo que inspiró a Esquinas para una gran parte del artículo de más arriba, desarrollándolo y contextualizándolo a lo que él quería expresar:

    «Los modelos de análisis no valen desde el final de la Guerra II, y mucho menos después de la caída de la Unión Soviética… de la que muchos no se quieren enterar…»

    Enseguida, Sharon, soltó otra bomba: «la culpa de la crisis es de los trabajadores… ¿les suena…?»:

    «La culpa de la crisis es de los trabajadores, por tener esos sindicatos; que dejaron de ser sindicatos de clase para convertirse en sindicatos de funcionarios y cuyo objetivo es seguir ahí, cobrando del Estado. La Unión Soviética se ha hundido y ellos siguen anclados en los viejas ideas en ese discurso que repiten una y otra vez…»

    Debo reconocer que lo más sorprendente que encontré, entre todo, fue el ataque de sinceridad que tuvo el hijo, o así lo entendí, después de mencionarle al padre. Un ataque de sinceridad que podría echar por tierra todos los comentarios negativos, sobre el programa, en el sentido de atribuirle una eventual “derechización”:

    «Yo, particularmente… [¡Yo!… y ¡particularmente!… algo muy difícil de encontrar…], el cabreo que puedo decir que tengo históricamente con los sindicatos es que han traicionado la función que tendrían que haber hecho; que era haber sido el motor revolucionario. Y entonces no lo han hecho. Entonces eso es algo con lo que hay que estar enfadados con los sindicatos… Y encima que haya ingenuos que te vengan reivindicando que ellos son de la gloriosa UGT o de la gloriosa CCOO… Pero, ¿De qué…?»

    ¡ESTÁ CABREADO!… porque no ha habido revolución. ¿Es eso de “derechas”…? Pues lo siento, pero me es difícil aceptarlo. Creo que no estoy cayendo por el precipicio del psicologismo (uno nunca sabe); me atengo a las palabras que salieron de su boca y de su “Yo”. Si está cabreado es porque le hubiera gustado otra cosa; se siente traicionado. ¿Es posible extender esa sensación de traición a otros que no sean el hijo…?

    Nada de esto niega la lucha de clases; se llamen ahora empresarios y trabajadores, empleados o empleadores, explotadores alfa o beta que a su vez explotan a los gamma, o como se quiera.

    Santiago Armesilla dice que la defensa de los sindicatos no es una defensa ciega. Y estoy de acuerdo con él. Pero insisto con la «purga»; porque si no la hay, será difícil crear verdaderas condiciones para que un proceso revolucionario pueda darse… que es en el fondo lo que más o menos queremos todos.

    Por estas razones, que he intentado explicar, no considero al programa de la misma manera que muchos otros. Además, si algo puede decirse a su favor, es de haber sacudido este debate y dotarlo de mayor riqueza. Venga, ya me podéis canear.

  • Gracias Manuel por el interesante artículo. Recomiendo además otros de Alberto Garzón, cuyos análisis económico -que no políticos- son muy interesantes.

    En cuanto a la «vuelta al revés» de Marx, es eso, una vuelta al revés, no un tirar la palangana con el niño dentro. El materialismo filosófico también sigue hablando de esencia, de materia, de forma, incluso de sustancia (identidad sustancial), etc. El concepto de lucha de clases hay que darle la vuelta no eliminarlo. De hecho, la vuelta se produce con el término «dialéctica de clases». Porque más que luchar, las clases están en una dialéctica. Los cursos de la dialécticas son plurales y esto implica que no sólo hay lucha de clases, también hay colaboraciones de clases, momentos a-clasales -en una asociación de amigos del Parchís puede haber distintos individuos de distintas clases que trabajen conjuntamente para extender el parchis. Esto propiamente ni es lucha ni colaboración de clases, es simplemente una neutralización en función de otros objetivos-. Es decir, la «lucha de clases» no lo abarca todo como creía el marxismo. No somos «pan-luchaclasistas» en el sentido de aquel marxismo que veía lucha de clases hasta en la Química, en el Futbol, y en cualquier cosa que se precie. Esto que hacemos es reconstruir y dar la vuelta a Marx: incluyendo una dialéctica compleja que no abarca toda la realidad y conjugándola con la dialéctica de Estados necesariamente.

    Salud y gracias por todos vuestros comentarios.

  • No es que ya no nos lean a nosotros, que también. Es que no leen bien a Gustavo Bueno.

    Me quedo con este párrafo: «El título de esta entrada es en respuesta a esa estrafalaria tesis, desde el punto de vista del materialismo filosófico, de que una vez fenecida la URSS, la lucha de clases, los sindicatos, la izquierda… ya no tienene sentido y sólo cabe una trituración “académica” de la realidad».

    A ver qué entienden algunos por «crítica del presente».

  • Cara oculta de la química: si has leído con atención los textos y polémicas de Bueno en torno a esta cuestión del marxismo: la vuelta del revés de Marx, la crítica a la distinción base/superestructura y demás verás que en ninguna parte se niega la existencia de la lucha de clases. Se cuestiona la existencia de un proletariado universal, el papel de estado pero se afirma que la dialéctica de clases se da de forma conjugada con la dialéctica de Estados y que ambos son una sola. Le dice GB a Fuentes Ortega: «Mi crítica fundamental a J.B.F.O. se dirige sobre todo a la doctrina, que él parece suscribir, de la separación sustancializada entre la dialéctica de las clases, interna a las estructuras políticas, y la dialéctica de esas propias estructuras políticas» Y por si queda alguna duda: «No hay una disyuntiva entre la lucha de clases (y subordinada a ella la de los Estados) y la lucha de Estados (y subordinada a ella la de clases): lo que hay es una codeterminación de ambos momentos, en una dialéctica única.»
    El título de esta entrada es en respuesta a esa estrafalaria tesis, desde el punto de vista del materialismo filosófico, de que una vez fenecida la URSS, la lucha de clases, los sindicatos, la izquierda… ya no tienene sentido y sólo cabe una trituración «académica» de la realidad.

  • «¡Tanta “vuelta del revés” de Marx para luego “volver a la lucha de clases”|

    ¡Esto parece un tiovivo¡».

    Realmente parece que o no se leen o no se comprenden los artículos, Esquina lo dice muy claro: «Así de simple. Si quien te emplea puede pagarte menos, ¿por qué va a pagarte más? La respuesta está en la leyes. En el derecho y la coacción. Y ese derecho no brota de las entreñas de la naturaleza, del despliegue del Espíritu absoluto o de la “racionalidad jurídica” inmanente al cerebro de los propios leguleyos. La normatividad es un entramado de instituciones heredadas y transformadas a su vez en el marco de determinados Estados. Estados en pugna con otros Estados y con grupos enfrentados en su propio seno. Es lo que llamamos, con Gustavo Bueno, la conjugación entre la dialéctica de clases y la dialéctica de Estados.(…)Porque dialéctica de clases y dialéctica de Estados son inseparables.» Como ves no hay tiovivo, sino «vuelta del reves de marx», algo que no significa que se niegue la lucha de clases, sino que dice que esta conjugada (la misma) con la dialéctica de estados.

  • cara oculta de la química

    ¡Tanta «vuelta del revés» de Marx para luego «volver a la lucha de clases»|

    ¡Esto parece un tiovivo¡

  • La defensa de los sindicatos no es ciega. La defensa de los sindicatos es frente a terceros: a) los sindicatos amarillos y nacionalistas, b) la patronal, c) el PP, d) los corifeos liberales en LD y otros medios, e) las imposiciones geoeconómicas del eje franco-alemán.

  • Aquí dejo el artículo completo de Juan Francisco Martín Seco, del diario digital República.com., publicado hoy mismo. Creo que viene muy bien con el tema de este foro y para que se aclaren ciertos «preguntas»… y otros.

    MARTÍN SECO DICE:

    «Determinados conceptos como la lucha de clases están hoy demodés. Se nos pretende convencer de que, en la actualidad, las clases no existen y que trabajadores y empresarios tienen intereses comunes. Si se tercia, la CEOE o un gobierno de derechas no tienen pudor en proclamarse defensores de los parados frente a las organizaciones sindicales que se preocupan tan solo de los que disfrutan de un puesto de trabajo. Tal vez por ello es conveniente que ciertos datos pasen desapercibidos, como los de la distribución de la renta, que demuestran que las clases –como las meigas– haberlas, haylas, y que en esa lucha que, se quiera o no se quiera, siempre se da por el reparto del pastel, los trabajadores llevan muchos años perdiendo.

    A principios de los ochenta, la remuneración de los asalariados (9 millones de trabajadores) absorbía el 53% del PIB; en el año 2007, al principio de la crisis, participaba tan solo en el 48%, y eso que el empleo ascendía a 18 millones de trabajadores. Datos que indican de forma clara el sofisma que se esconde detrás del discurso que liga la viabilidad del sistema público de pensiones a los problemas demográficos. Lo que pone realmente en peligro las pensiones es que la renta nacional se reparta cada vez de manera más injusta, engordando la porción que se destina al excedente empresarial, es decir, al beneficio de los empresarios, tanto más cuanto que los distintos gobiernos son renuentes a gravar fiscalmente estas rentas. En estos años de crisis, la desigualdad se ha hecho aún más pronunciada y en apenas tres años la participación de los asalariados ha perdido dos puntos porcentuales, situándose en el 46% del PIB.

    Este proceso ciertamente no es privativo de España. En mayor o menor medida ha afectado a todos los países, tal como se puede ver en el informe de otoño de la Comisión Europea, recogido en European Economy, 6, de noviembre de 2011, si observamos atentamente la evolución de los costes salariales unitarios en términos reales. Esta variable es tan solo un cociente entre el salario real y la productividad. Cuando el numerador se incrementa en menor medida que el denominador el índice decrece y es señal de que la distribución de la renta ha evolucionado a favor del excedente empresarial y en contra de la retribución de los trabajadores. Eso es lo que ha ocurrido desde principios de los ochenta, lo que indica bien a la claras los efectos perversos que ha tenido la globalización para los asalariados de todas las latitudes.

    Pero si esta tendencia ha sido común a todas las economías, nuestro país se ha colocado en cabeza, y el descenso de los costes laborales unitarios en términos reales ha sido bastante más acusado que en la mayoría de los otros países –por ejemplo, que en la propia Alemania–, lo que desmiente el intento de responsabilizar a los salarios de la falta de competitividad de nuestra economía y pone en cuestión la receta de salir de la crisis mediante una deflación salarial.

    Desde la constitución de la Unión Monetaria, la economía española ha presentado tasas de inflación superiores a la media europea, y desde luego superiores a las de la economía alemana, lo que le ha hecho ir perdiendo competitividad con el consiguiente reflejo en un incremento progresivo del déficit exterior y en un enorme endeudamiento privado. Todo ello, junto a la imposibilidad de devaluar la moneda, se encuentra en el origen de la delicada situación en que nos hallamos. Pero, tal como indican las cifras, esa subida de precios no está causada por el incremento de la retribución de los trabajadores sino por la elevación del excedente empresarial. Es ese empeño de los empresarios en apropiarse cada vez de una parte más grande del pastel el que ha conducido al diferencial de inflación. Incluso en la situación actual, lindando en la recesión y con los salarios por los suelos, los precios no descienden tal como sería necesario para recuperar la productividad perdida. Los últimos datos del INI indican que en el año 2011, mientras los salarios subieron el 1,1%, las rentas de los empresarios se incrementaron en el 6,6%.

    La verdadera razón, no abiertamente confesada de la reforma laboral, es forzar a la deflación salarial en la creencia de que actuará como una devaluación interior, pero la fórmula falla si, tal como ocurre desde hace muchos años, la contención salarial en lugar de contribuir a moderar los precios se orienta a incrementar los beneficios de los empresarios.»

    http://www.telefonica.net/web2/martin-seco

  • Pregunta hace preguntas que ponen en evidencia su ignorancia. Pregunta por el valor que produce un dependiente de un establecimiento o el barrendero que barre las calles, sin saber que el valor es el trabajo socialmente necesario es decir, el trabajo que se valida socialmente de diversos modos. En el modo de producción capitalista, el trabajo se valida socialmente mediante una institución concreta o cúmulo de instituciones: el mercado. El barrendero de una empresa de limpieza produce valor porque su trabajo se valida en el mercado. Por eso, si yo salgo a barrer la mierda de perro que ha dejado un impresentable en mi puerta, eso no es trabajo, es una actividad sin duda útil e incluso, como afirma Marx, socialmente útil, pero no crea valor. Si el que la recoge es un asalariado de un empresa a la que pago ya sea directamente ya sea mediante impuestos, entonces eso ya supone valor.

  • La interpretación de Pregunta sobre la cita de Bueno es muy particular de él . En el sentido de que Bueno diga allí que hay que barrer a los sindicatos mayoritarios actuales, ¿lo dice en algún momento de esa cita?. Esa es sin embargo la tesis de el horroroso programa de Teatro Crítico sobre la reforma laboral. Pero claro ¿por cuales los sustituyes a esos sindicatos?, por nada o por sindicatos amarillos de empresa,o anarquistas o corporativistas de sector u oficio, o sindicatos secesionistas como los que hay en vascongadas o Galicia, etc… Nadie defiende ciegamente a los dos grandes sindicatos, sino que se defienden instituciones realmente existentes a las que hay que influir para que vayan en el camino que indica el artículo de Esquinas «¿Cómo serán más fuerte los asalariados, con sindicatos nacionales y unitarios o con sindicatos sectoriales atomizados?», y porque hoy por hoy son los únicos que pueden echar para atras esta reforma laboral tan dañina para los trabajadores españoles y que cronifica a la economía política española en una situación de subordinación a otras potencias, dejandonos definitivamente en una economía de servicios que compite por sus bajos costes laborales y que por lo tanto no va a la raiz del asunto que es la desindustrialización de nuestra capa basal.

    El que si parece apoyar ciegamente a la clase empresarial española es el propio pregunta, y también parece apoyar ciegamente al PP si leemos esta cita que pone en los comentarios del artículo sobre la reforma laboral «A nadie le gustaría más que al gobierno del PP que subieran los salarios: aumentaría el consumo y la crisis empezaría a remitir. Pero a día de hoy no se puede.»

    En cuanto a la cita de Bueno que enlaza pregunta, se le ha olvidado poner lo que sigue «Otra cosa es que una sociedad capitalista, por mucha voluntad que tenga de mantener el proyecto de su llamado «Estado del bienestar» (decimos «llamado» teniendo en cuenta la ironía de la denominación en una sociedad con el 20% de desempleados sin pensión), pueda conciliar estas exigencias: proporcionar ocupación efectiva, no ficticia, y evitar que tal ocupación determine el desplazamiento de otros empleados en su «puesto de trabajo» (con lo que la solución de cada problema implicaría la reproducción de un problema similar y generalmente más grave)(…)Las diez propuestas ofrecidas no tienen una intención revolucionaria, en el sentido ordinario de este término. Sin embargo estas propuestas están formuladas en el ámbito de un sistema de ideas políticas que tampoco descarta la necesidad, supuestas dadas las condiciones adecuadas, de desencadenar un proceso revolucionario en el sentido más tradicional.» Esto ni se menciona en el ya famoso (por horroroso) programa de Teatro Crítico, en el que se acepta totalmente el orden establecido realmente existente. Por cierto no puedo dejar de señalar que GBjr. dice al final del programa susodicho que hay que quitar las subvenciones a los sindicatos y que vivan de sus afiliados. ¿esto también vale para otras instituciones como las fundaciones, o a estas (o a algunas de ellas por sus buenos servicios) se las debe dar la subvención o incluso aumentarsela, de lo que se quite a los sindicatos?.

  • El poderío exegético de pregunta es asombroso porque pone en Gustavo Bueno cosas que no dice. Gustavo Bueno a lo sumo expone una situación pero no «apoyaría barrer» nada según lo que se desprende en el fragmento que pregunta ha puesto. Claro que es normal que el que tenga un trabajo quiera mantenerlo. Es la fortaleza de permanecer en el ser. Pedir que quien tiene un trabajo no se organice para mantenerlo es, en el mejor de los casos, puro panfilismo. Como Gustavo Bueno no es un pánfilo, no pide en esta cita barrer nada, sino que presenta la situación tal y como es: el grupo de los trabajadores asalariados buscan mantener sus salarios y para ello se organizan en sindicatos. Busca, además, la mayor estabilidad, es decir, la del funcionariado. ¿Por cierto, está también Gustavo Bueno, funcionario como su hijo, en contra de los funcionarios? Claro que no, pero «pregunta» pondría no tendría reparo en tergiversar las cosas a su gusto.

    Los sindicatos defienden a los trabajadores efectivos en primer lugar. Claro. Vaya descubrimiento luminoso. Pero en segundo también actúan defendiendo a los parados mediante diversas iniciativas, entre otras, defendiendo más plazas de oposiciones, por ejemplo o defendiendo la contratación de nuevos empleados cuando las empresas crecen -cuestión clave en algunos sectores laborales-.

    No hace falta que pregunta nos recuerde los problemas de los sindicatos. ¿Pero por qué esa fijación que tiene con ellos? Aventuro a que su principal fuente de adoctrinamiento cotidiano es libertad digital, esRadio y medios pijoflaúticos afines. Dado la defensa de las autonomías y la fragmentación es norma general en las instituciones españolas -empezando por los sindicatos, siguiendo por los partidos, las comunidades de vecinos y terminando por la Iglesia católica- la fijación por los sindicatos se debe al interés en finiquitarlos para desproteger a esos que sí tienen trabajos, a los que se les pide ¡oh, milagro! que se vuelvan gilipollas y no intenten mantenerlo.

    Esquinas lleva razón al constatar que la situación de la que habla Gustavo Bueno es más propia de antes de la caída de la URSS donde los sindicatos podían llegar a pactos armoniosos con la patronal por el miedo a que se radicalizaran y llegara el pérfido comunismo. Por ello la patronal transigía. Hoy, ¿para qué va a pactar nada la patronal si puede intentar eliminarlos? El tiempo de que a los trabajadores les regalaban las cosas ha pasado y ahora si se quiere algo habrá que luchar y no pactar porque no hay fundamento para pactar nada una vez que las leyes proteccionistas laborales de la época de la Guerra Fría están desapareciendo.

    Como no somos sindicalistas, no pensamos que el sindicato sea la opción revolucionaria. No somos anarcosindicalistas. El único capaz de llevar a cabo un cambio político es un Partido político. Y para tenerlo, hay que comenzar a organizarse, producir ideología y comenzar a trabajar en ello de modo efectivo. Intuyo que el ínclito «pregunta» vive engolfado criticándolo todo con su sabiduría materialista trituradora esperando que al hacer la revolución en la teoría también se produzca la trituración en la práctica.

  • Aquí nadie habla de «una clase empresarial explotadora frente a un proletariado que genera todo el valor». Sino de la sofistería del último Teatro Crítico, y se pide que se haga otro sobre la ideología autosatisfecha de los empresarios, agrupados en la Patronal, y de sus corifeos liberales. Pero me da que nunca se hará tal programa.

    Eliminar los sindicatos sería «revolucionario» si hubiese una vanguardia política revolucionaria que los barriese. Pero el PP no es esa vanguardia, por mucho que GBS lo diga en dicho programa.

    Que el MF es compatible con el liberalismo es más que discutible. Primero, ¿con cuál liberalismo: el doceañista -que puede reivindicarlo, pero el MF es incompatible con cualquier forma de derecha política, y el liberalismo doceañista era izquierda y derecha al mismo tiempo, sobre todo respecto al altar; lo que hace el MF con la Escolástica, al igual que con el marxismo, es triturarla y, una vez dada su vuelta del revés, absorberla, algo que explicó muy bien Javier Pérez Jara en los Foros de Nódulo hace años-? ¿es compatible el MF con el anarcoliberalismo? No. ¿Es compatible con el keynesianismo, que algunos consideran más socialdemócrata que liberal? ¿Qué es ser liberal: ser generoso? Entonces pues claro, el MF sería «liberal». ¿Hasta el punto de generosidad de ofrecer a tu mujer a otro señor, como hacen las «parejas liberales»?

    El MF será compatible, a nivel político, con toda ideología que defienda el Estado y su eutaxia y recurrencia, que limite la iniciativa individual a nivel económico concertando las acciones productivas y de consumo en la capa basal, y que tenga unos planes y programas racionalistas. No puede tampoco ser compatible con el nacionalsocialismo, por su racismo, ni con el fascismo y su idea de Estado destinado a liderar una determinada era histórica y someter «por derecho» a otros pueblos en un imperialismo depredador (que es lo que hizo Italia con Libia y Etiopía). Tampoco es compatible con el nacionalcatolicismo, por su unión de trono y altar.

    Las compatibilidades tangenciales que se den son las mismas que podrían darse entre comunismo y fascismo, o comunismo y liberalismo, o liberalismo y fascismo. Pero si alguien que es liberal, fascista o comunista llegan al MF, y tienen las suficientes entendederas como para reformular las ideas que manejaban antes, aunque «emic» se consideren liberales, fascistas o comunistas, ya no serán «etic» ni liberales, ni fascistas ni comunistas. IH, de hecho, no es comunista. Y mucho menos fascista o liberal.

    pregunta no ve que sin UGT y CCOO serán los sindicatos amarillos, o ELA y LAB en el País Vasco, quienes tengan su oportunidad. Pero pregunta nunca responde las cuestiones que aquí se plantean. No se si por mala fe o por falta de discernimiento.

    Salud.

    Santiago.

  • Por cierto, Peliyot, parece que en 1995 Gustavo Bueno apoyaría barrer a estos sindicatos «verticalistas» que algunos defienden tan ciegamente:

    «Décima propuesta
    Eliminación del concepto de «colectivo de desempleados» y asignación a los parados y población ociosa, mediante retribución, de tareas de interés público.

    Esta propuesta parte del hecho de que el ideal del pleno empleo es incompatible con la estructura de la sociedad capitalista y que el remedio de «repartir trabajo» sin bajar los salarios es ininteligible. En consecuencia, el «colectivo de desempleados» en un sistema capitalista ha de considerarse como un mal crónico. Un mal que ha llegado a convertir a los trabajadores efectivos en privilegiados y a sus sindicatos en organizaciones públicas que tienden incluso a heredar ciertas querencias «verticalistas», orientadas a transformar a sus miembros en una suerte de funcionarios públicos.»

    http://www.fgbueno.es/gbm/gb1995di.htm#10

    Los sindicatos defienden a determinados colectivos de trabajadores, concretamente los que ya han conseguido estabilizar su empleo. Los parados, que se busquen la vida.

  • Brurbos, si lo tuyo no son juicios de intenciones y psicologismo, no sé ya qué puede serlo. La mujer liberada frente a los hombres conservadores… Juicios de intenciones que me parece no se componen con lo observado. Si van contra los sindicatos, significa que no están a favor de conservar lo que significan esos sindicatos. Luego ahí no son conservadores. Sigo sin ver lo que aquí muchos dan por supuesto: una clase empresarial explotadora frente a un proletariado que genera todo el valor. ¿Qué valor genera un dependiente de un establecimiento o el barrendero que barre las calles? Explíquense al menos en una precisió cercana a la hora del famoso Teatro Crítico, donde se dejó en entredicho la labor de los sindicatos.

  • El problema es complejo y la situación se complicará de forma inminente, sin embargo la cuestión es hasta qué punto lo hará a medio o largo plazo y qué factores o vicisitudes dependemos por «defecto»: quizá de una secesión en el seno de España, o de una ruptura de la UE, o de una salida del euro, o de una guerra por todo lo alto.
    En cuanto a las medidas que se puedan tomar a medio o largo plazo está claro que solo una política común, unida y seria (una realpolitik) nos podrá dar el bono para tener algo que esperar por «exceso» o, digamos, por diligencia.
    Sucede que para plantear la cuestión, desmembrar la nación política en clases está muy bien, y mejor está asignar las etiquetas a un sistema de clases jerarquizado desde el punto de vista de la propiedad y el poder.
    Sin embargo creo que para detallar cómo están las perspectivas sobre el estado de cosas actual, además de parar mientes en la historia del proletariado y del patronazgo y del Estado, etc.; habría que centrarse en cuales son los grupos sociales y políticos que componen el Estado español en la actualidad, qué potencia portan y cómo se relacionan entre ellos.
    Para comenzar habría que desmembrar el Estado en sus 17 comunidades autónomas y sus 2 ciudades autónomas; hacer inventario de las fuerzas político-sociales que ejercen su poder dentro de cada sección; y finalmente atender a qué fuerzas transversales recorren estas partes seccionadas.
    Algunas de estas fuerzas transversales podrán corresponder a partidos como Amaiur, que ejerce su influencia de manera transversal y muy particular hacia el resto de España (por ejemplo sirviendo de acicate a otras fuerzas secesionistas [por cierto, me da que la palabra «secesionismo» es mal interpretada por la gente de a pie, que está más acostumbrada al «independentismo», y ya sabemos cómo es la sensibilidad del lector que ya tiene ciertas ideas fijas]), otras fuerzas corresponderán al PP, otras a los medios de comunicación, al PSOE, etc. Y la decadencia de este último es un hecho que marcará de forma transversal la perspectiva en España.
    Entre las clases que siguen también están los gremios, los mineros, los camioneros y ciertos servicios básicos (por ejemplo, si los controladores aéreos paran, condicionan a toda España y parte del extranjero).
    El proletariado no existe así que lo tenemos fácil.
    En fin, habría que especificar mucho más y ponerse al tema porque si no hablamos de mariposas y florecillas.
    Como decían en la ya famosa mesa redonda de Teatro Crítico: la revolución en Grecia es de momento pequeño-burguesa, y si quieren conseguir algo, que hagan de veras la revolución.
    Con respecto a los momentos de silencio durante la mesa creo que eran momentos de silencio correcto políticamente; eché en falta un ensañamiento con la clase empresarial española en el programa, pero el que no lo hicieran solo me interesa en el aspecto de que pudiera ser por algo. Ahí es donde hay que entrar, y no se trata de psicologismos ni sociologismos por supuesto.
    Lo curioso es que de haber alguien que sobrepasaba ese tabú del silencio era Sharon, que siguiendo mi analogía, si ellos eran políticamente correctos, o diplomáticos, ella era canalla, ella iba más allá y pedía cuentas al contertulio.
    Los hombres conservadores y la mujer liberada; asunto curioso; pues bien no se intuya machismo bajo esta interpretación, nada más lejos de mi intención. Aprecio la intervención de Sharon como cuasi-necesaria, porque apela a lo que nosotros mismos (lo digo principalmente por mi) hubiéramos hecho en esa mesa redonda: interpelar por el otro camino inexplorado.
    Sin embargo continúo pensando en que nos quedamos con lo que hay, y que por ello la única salida es buscar justificación al monotemático anatema contra los sindicatos.
    Quizás sea indicativo del título de la mesa redonda.
    Quizás también lo sea la salida de Gustavo Bueno Sánchez de uno de esos incómodos silencios con algo así como: «nos estamos yendo del tema».
    En todo caso no estaría de más otro programa con un título complementario.
    Brurbos

  • Bueno, Pregunta, entre lo que Esquinas dice, ya lo dice:

    «¿Cómo serán más fuerte los asalariados, con sindicatos nacionales y unitarios o con sindicatos sectoriales atomizados? Lo que no queremos para España tampoco lo queremos para los sindicatos.»

    Tú mismo te estás respondiendo a la cuestión de definir claramente los contextos de la atomización, de alguna manera, cuando defines claramente que podría haber sindicatos corrompidos y atomizados por ciertas autonomías, al defender los derechos de los trabajadores que hablen «su idioma». Pero decir que no hay crítica no es verdad; lo citado de Esquinas ya es una crítica a esa atomización. Como algunas cosas dicen que avanzan, la famosa «holización» habrá llegado ya a distinguir y segregar trabajadores de un idioma y de otro, dentro del mismo Estado. Se puede entender entre Estados diferentes, por su propia dialéctica; pero cuando se da dentro del mismo, es cuando crece la preocupación. Y preocupa, ya lo creo que preocupa.

    Hace falta una buena purga… o llamar al «Tío de La Vara» para que canee a muchos (y muchas). A nadie, decente quiero decir, le gusta ese tipo de atomización. Ésa es una de las razones de la falta de unidad que se decía y que se reivindica. Entre las «Diez propuestas, «desde la parte de España», para el próximo Milenio» de GBueno en 1995 (¡1995!), puede leerse:

    «II.- Transformación, mediante reforma de la Constitución, de la actual monarquía hereditaria en una República parlamentaria, y limitación del tiempo que los ciudadanos puedan dedicar «profesionalmente» a la política (incluyendo en este concepto no sólo a los cargos públicos sino también a los puestos de dirección en los partidos políticos y sindicatos).»

    Hay que purgar… ¡tantas cosas!

    Y con lo del Teatro Crítico, por un lado, entre todos me estáis quitando las ganas de verlo; pero por otro, razón de más para verlo, supongo.

  • Fdez, tus creencias tendrían que justificarse de algún modo más allá de convicciones personales. Tal y como lo cuentas, para quien no lo haya visto se dirá que el Teatro Crítico fue un programa lleno de silencios, y no produce esa impresión al verse. Tampoco veo que se insultase a los sindicatos ni nada parecido. Es que parece que criticar a los sindicatos fuera una especie de pecado que haya de ser expiado en el tribunal de la inquisición sindical.

  • Los sindicatos actuales no pueden estar más corrompidos y atomizados por las autonomías: defienden los derechos de los trabajadores en catalán, y ni una sola crítica a que haya que aprender lenguas regionales para optar a un puesto de trabajo en determinadas autonomías españolas. Si no se definen claramente los contextos de la atomización, lo dicho no es más que un brindis al sol. También habrá que explicar quiénes son los que producen valor en España, porque empresas de esas quedan ya pocas, si es que quedan.

  • El «núcleo de poder» de un Estado establece planes y programas para conseguir, en un sentido u otro,la eutaxia frente a otros Estados. Pero, a la vez, ese «núcleo de poder» realmente lo constituye una clase social, con unos intereses de clase (eutaxia de clase, quizás) frente a otras clases. Cierta clase social hace uso del Estado, controlando su «núcleo de poder», para conseguir sus intereses de clase.
    Ahí estamos, «in media res». Pero no sólo basta decir cómo es la realidad, también operamos tomando partido. ¿Qué hacer?

  • Gracias, también a todos, por los comentarios. Tampoco es que haya comentado en profundidad el artículo. Básicamente estoy muy de acuerdo con él; sólo pretendía exponer alguna consideración, no exactamente “a la contra”, sino a favor de poner encima del tapete cosas que a veces no saltan a simple vista. Tampoco lo que vine a decir es que del artículo se desprendía que todos los trabajadores lo hacían bien (ni mal). Eso no se desprende del artículo, que no entra en esa cuestión, ni tiene porqué entrar, sino como algo que no suele decirse casi nunca y, que en efecto, se da a otro nivel; como dice Esquinas. Tiene mucha razón el Webmaster en algunas cosas que dice; aunque no tiene porqué hacerme reflexionar demasiado, ya que también forma parte de lo que he venido a considerar.

    Todos conocemos casos de todo tipo, para dar y vender. Los casos de incompetencia suelen ser los más llamativos (¿Quién no conoce a alguien así…?), pero también he dicho que había mucha (muchísima) gente “decente”, responsable y trabajadora (la mayoría probablemente). Pero esto tiene que ser de aplicación a todas las partes; incluida a la de empresarios ¿O acaso a todo empresario lo único que le mueve es la codicia…? No estaría de acuerdo con esa afirmación. Del mismo modo que hay trabajadores sobre-cualificados y súper-preparados, en paro o no, hay empresarios sobre-cualificados y súper-preparados, en quiebra o no. Ahora bien, como todos supongo estaremos de acuerdo, la responsabilidad es de quienes cobran por ser responsables. Y si tales oficiales o suboficiales no lo hacen bien, pues sólo les espera la ruina; como también he dicho. Lo de rechazar los números impares, reconozco, me ha llegado… lo cual demuestra que hay “directivos” o dueños que sólo van a pasar el rato.

    El Webmaster planteaba una cuestión: «Al trabajador, si le dejan ¿por qué va a esforzarse más cuando se puede esforzar menos?». Esquinas planteaba otra, muy paralela: ¿Por qué el que emplea va a pagarte más si puede pagarte menos…? Supongamos que un empresario pagara (más) en función de la productividad… ¿No estaríamos también bajando por pendientes peligrosas…? Espero que no, porque estoy completamente de acuerdo con lo que se dice al final: un reparto de responsabilidades… acompañado del correspondiente reparto de beneficios. Aquí hay mucha enjundia; porque efectivamente lo que suele suceder es la delegación de mucha responsabilidad… y poco o nulo “reconocimiento” en el bolsillo. Esto también forma parte de la lucha de clases; pues el acceso a ese beneficio nos acercaría mucho más a lo que realmente se pretende, unido a la destitución de esa “oficialidad” que sólo sabe pasearse como jefe; repartiendo responsabilidades por doquier, incluidas las suyas propias, mientras sólo se dedica a guardarse bien el culo.

    Lo que supongo viene a expresar el artículo, y aquí sí entro un poco más en él, es una reivindicación de una mayor unidad de todo tipo en la Nación Política española y menos dispersión en delirios que buscan balcanizarnos. Más unidad entre los trabajadores, como único modo de tener un mínimo de fuerza y menos individualismo pseudo-protestante. Más España y menos Ikea. Más español y su plataforma natural y menos espanglish con su plataforma artificial europea. ¿Por qué seguir con cosas en las que ya estamos de acuerdo…? Queda muy bien identificada la caída de la URSS como detonante de muchas de las consecuencias que se sufren hoy. El Fin de la Historia caló muy hondo y los sinvergüenzas se han empeñado en terminar realmente con la Historia. No hay revolución, todo es involución. No estamos en 1917, sino en la Edad Media o más allá. Suena exagerado, pero por ahí están viniendo los tiros. ¿No está ardiendo Troya…? No se si me dejo algo en el tintero.

    Lo de Fdez y los silencios que le han llamado la atención, me ha llamado la atención.

  • He vuelto a repasar el Teatro Crítico y yo creo que ni los mismos ponentes -- porque aquello, más que debate, parecía una exposición de tres ponentes sobre la misma idea- se creen lo que están diciendo. Los numerosos, y largos, silencios son reveladores de ello.

  • mi enhorabuena a esquinas,coincido plenamente.el papel de la socialdemocracia siempre ha sido el mismo,aplicar el programa económico de la burguesía,detras de la «izquierda gubernamental» como la llama annie Lacroix riz,siempre estaban los inspectores de hacienda y los poderes sinarquicos de la Banca y las grandes empresas, ahora y en los tiempos de León blum ,»hombre de izquierdas».la «edad dorada» de la socialdemocracia es un mito histórico más,aunque ciertamente fue la urss y su ejercito rojo, el que contribuyó a
    refrenar el instinto depredador del capitalismo y a permitir la emergencia inicial de china.
    salud.

  • Gracias por los comentarios. En respuesta a Peliyot, no se asume que todos los trabajadores lo hacen bien. Simplemente el hecho de que un trabajador lo haga bien o mal es una cuestión que se da a otro nivel que el Económico político. En todo caso, el trabajador asalariado siempre es un subordinado respecto a su empleador del mismo modo que un soldado está bajo un suboficial y un suboficial bajo un oficial. Si el trabajador lo hace mal, La responsabilidad no es la del trabajador sino de aquel que lo supervisa. De hecho es así y hay muy poca gente gue vaguee de forma generalizada en su trabajo. Lo que no puede ser es que para unas cosas se sea jefe y para otras se apele a la libertad individual.

    Remarco que el artículo se da a otra escala. Igual que los intereses de Alemania y España están enfrentados aunque existan alemanes amantes de lo español y defensores de nuestros intereses. Pero la escala del enfrentamiento entre Alemania y España es otra que supera la contingencia individual. Igualmente, la lucha entre el empleado y el empleador se da a otra escala. No se trata ni de que el trabajador sea vago o no ni que el empresario sea vago o malvado. Hablamos de la dialéctica de clases y de Estados que los envuelve.

    Salud y gracias de nuevo por vuestros comentarios.

  • Responderé a la cuestión de Peliyot sobre que existen pésimos trabajadores y en el artículo parece que se asume que todos los trabajadores lo hacen bien. Peliyot tiene razón al denunciar que existen trabajadores perezosos e incompetentes, todos conocemos casos particulares. Ahora bien, personalmente también conozco casos de personas sobrecualificadas, sobrepreparadas, competentes y trabajadoras que están en paro. Creo que todos conocemos también casos parecidos. En mi opinión esa no es la cuestión, la clave está en ¿de quién es la responsabilidad de que un trabajador nefasto siga en su puesto y un parado competente siga en el paro? Lo diré de una vez: la clase empresarial y los trabajadores directivos tienen esa responsabilidad. Si casos como los que conocemos ocurren, es porque ellos no han hecho bien su trabajo en primer lugar. ¿Cuánto tiempo dedican los empresarios al proceso de selección? El mínimo posible, suelen recurrir a contactos y relaciones personales. Incluso los que recurren a herramientas más modernas como Infojobs, realizan prácticas poco recomendables, como eliminar de un plumazo las solicitudes impares para ahorrarse trabajo de selección. Por experiencia personal veo clarísimo, aunque es sólo mi opinión, que la culpa de la ineficacia de los trabajadores y de la ineficacia del entramado industrial español la tiene nuestra nefasta clase empresarial española. Fueron ellos los que nos han llevado a la ruina, apostándolo todo al ladrillo. Y son ellos los responsables de las empresas y las contrataciones y son los que llevan las empresas a la ruina. Al trabajador, si le dejan ¿por qué va a esforzarse más cuando se puede esforzar menos? Los mandos directivos cobran más, no por casualidad, si no por la responsabilidad sobre los trabajadores que dirigen ¿por qué el trabajador de base va a asumir las labores y las responsabilidades del mando directivo, sin cobrar ni un euro más por ello? Si los empresarios llevan sus empresas a la ruina por aplicar organigramas ineficientes y anarquistoides, allá ellos pero que no califiquen a los trabajadores de perezosos. Es sencillo, que aprendan el significado de la palabra «responsabilidad». Y si no quieren responsabilidad sobre otras personas, que repartan beneficios entre los trabajadores. Espero al menos haber hecho reflexionar a Peliyot. Desde aquí gracias por comentar en profundidad nuestro artículo.

  • Excelente también, Esquinas; aunque sigo erre que erre con lo anotado ya sobre la «Dialéctica de Empresas» (derivada sin duda de la de Estados).

    Pues sí que ha levantado ampollas el Teatro Crítico que sobrevuela desde el artículo de «La Reforma Laboral». Tendré que terminar de verlo. En todo caso, como también Manuel comenta, tampoco es nueva esa interpretación liberal salida del seno de Oviedo. De alguna manera podría decirse que cuando Arrio o Nestorio piensan en el sistema, el sistema piensa a Arrio o Nestorio. A la fuerza el Materialismo Filosófico tiene que contemplar y dar cabida al liberalismo; sin necesidad de llegar a ningún fin de ninguna historia. Por ejemplo, cuando GBueno, a propósito del 15-M, preguntaba algo así como: ¿Quiénes se creen estos del 15-M que fueron los que hicieron el ferrocarril…? Él mismo les respondía: «lo hizo el capitalismo… a ver si se enteran…». ¿Se había puesto GBueno la gorra liberal…? Creo que simplemente, pese a su contundencia, sólo mostraba lo que había (ni por asomo se me ocurriría decir que así es como él lo pensaba…) Sin embargo, Esquinas, no faltándole en absoluto razón, podría decir perfectamente: «Lo hicieron los curritos chinos… (o curritos de cualquier otra procedencia -en la serie Kung Fu casi todos eran chinos-)». ¿Acaso la razón la tendrá uno más que otro…? Podrá matizarse después lo que se quiera, pero ambos se ciñen a una verdad. Y hay tantas verdades, ¿verdad?

    El problema que aparece enseguida es ya de otra índole, aclarada ya por Esquinas en otras ocasiones: aquéllos chinos no eran dueños de lo que hicieron, mientras que aquél capitalismo sí lo era; sin perjuicio de que estos chinos de ahora, que son los que manejan toda la «pasta» mundial, terminen por convertirse en sus dueños.

    En el problema (gordísimo) de las retribuciones, hay un componente que echo de menos. Tengan mono y casco, o no lo tengan, hay una cuestión que pocas veces se menciona: ¿Hace bien su trabajo…? Parece como si siempre se partiera del supuesto de que lo hace bien. Pero eso no se ajusta a la realidad de las cosas. Lo que hay dentro de cada sitio lo sabrán en cada sitio, pero puedo asegurar y aseguro (al estilo de Adolfo Suárez) que en todos los sitios, casi sin excepción, lo que hay es un mosaico de criaturas. Y los hay que son responsables y cumplidores con lo que se espera de ellos, ganen mucho o poco, y los hay que son unos verdaderos momios. ¿Quién no conoce a alguien así…? ¿O a muchos otros que son «decentes»…? Esto afecta absolutamente a todas las categorías laborales; incluyendo, naturalmente, a los mismos empleadores… no todos son «excelentes», ni todos momios.

    También se ha llegado a oír que a veces, en regulaciones de plantillas, algunos representantes sindicales han barrido para casa y han apoyado que quiénes se queden sean los de su cuerda, hagan bien su trabajo o no, y quiénes se vayan sean otros. Aquí entraríamos en los terrenos de la corrupción, delictiva o no.

    Pero, en todo caso, la pregunta ¿Por qué un empleador iba a pagar más, si puede menos…? se las trae. El sentido se comprende perfectamente y estoy de acuerdo con lo que Esquinas supongo quiere transmitir. Pero si el empleador no es un vulgar momio, haría bien en meditar un poco sobre este asunto. Eso de que puede encontrar gentes a patadas entre los millones de desempleados que somos o seremos, hasta cierto punto será verdad; pero nunca formará un equipo que merezca la pena. Al contrario; puede llegar a ser su ruina.

    En otras partes, IH ha defendido la desigualdad de las remuneraciones, relacionadas, como yo mismo estoy diciendo aquí, con la «calidad» de la faena. Una de las consecuencias de la «vuelta del revés» de Marx (la Umstülpung) es precisamente de haber librado a la teoría sobre el origen de la división de la sociedad en clases de la petición de principio. Aquella doctrina no daba causas ni razones de este desequilibrio de la sociedad originaria ideal de referencia. Aducir razones como la codicia de unos (muy recurrente en multitud de pancartas) o la debilidad de otros, es entrar en razones psicológicas. Y ante tales razones, todos por aquí, salimos huyendo. Nosotros partimos de una pluralidad de las sociedades humanas. Cuando se asientan, delimitan un territorio concreto y se apropian de él; pero aquí no está el origen de la división de clases. La propiedad surgida de la redistribución desigual, es desigual porque desiguales eran esas sociedades y desiguales las capacidades de sus miembros (en inteligencia práctica, en fuerza…). Y a estas diferencias se añadirán las que hubiera respecto de otras sociedades vecinas. Y en su enfrentamiento, las diferencias se harán cada vez mayores. Sobre este fondo de dispersión diferenciada, que incluye la especialización de tareas, irán desarrollándose los intercambios y el comercio, cada vez más complejo. Y de esta complejidad saldrá la invención de la moneda, y de ella las retribuciones a través de salarios.

    Un empleador te puede pagar más para que no caigas en la tentación de meter la mano en la caja; o para que no venga otro que te pague más; o porque realmente hagas bien tu trabajo (así premia cada año, desde hace -6-, el empleador de uno de mis hermanos que tuvo la suerte de poderse ir a Suiza; pues ya en 2006 se olía lo que aquí iba a suceder); o te puede pagar más por «misiones especiales»; y otras detalladas por GBueno en «El Fundamentalismo Democrático». Todo ello, sin perjuicio de que sea más fácil encontrar un camello que entre por el ojo de una aguja, que un empleador que te pague más pudiendo pagarte menos.

    Hay lucha de clases, ¡claro!; pero también hay mucha mala leche: en políticos, empleadores, empleados y resto de fauna.

    A ver si puedo ver hoy el Teatro Crítico tan criticado.

  • Muy buen artículo. En realidad la lucha de clases nunca desapareció pues la alianza de democrata-cristianos, liberales, socialdemócratas contra el comunismo era de carácter negativo y las tensiones y crisis aparecían una y otra vez; pero sí se vieron muy atenuadas. Ahora efectivamente sin la URSS, la emergencia de China y BRIC, MedioOriente y la crisis económica, las luchas de clases reaparecen. Eso sí, se lucha con lo que hay: izquierdismo indefinido, anarcoindividualismo, oportunismos para favorecer a tal o cual partido…..la ideología mayoritaria en la izquerda fruto de la degeneración de la socialdemocracia clásica y del comunismo, precisamente cuando aceptaron el «pacto social occidental» antiURSS. Pensar que van a tener un teoría política consiste cuando te desentiendes de tratar de expandirla, publicitarla, adaptarla a las organizaciones políticas o pensar que la van a tener por simple hecho de que alguna vez sí se tuvo, y tuvo éxito al existir la URSS o que al no existir la URSS ya no la puede haber y sólo cabe aceptar «lo que hay», no sé como calificarlo: ¿idealismo?¿positivismo histórico?

  • Muy bueno el artículo, te felicito Esquinas. Si cabe la posibilidad, a ver si se enteran los nuevo-liberales de Teatro Crítico. Con todos los respetos.

    Salud.

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