«Minijobs» españoles, precariedad asegurada

Estos días han sido publicados unos datos sobre empleo que refrendan la actual situación de precariedad estructural del trabajo en España. La importación del contrato por horas proveniente de Alemania está provocando lo que a todas luces se está produciendo ya en el país hegemónico de la UE: una sustitución del trabajo regular por otro temporal y de bajo valor añadido.

Si a esto se añade la propuesta del Ministro Guindos de flexibilizar en la próxima reforma laboral, todavía más, los contratos a tiempo parcial, estamos abocados a un proceso masivo de precarización del trabajo en nuestro país. Con las altas tasas de desempleo existentes, estas medidas alimentarán el efecto sustitución del trabajo regulado y estipulado en un mayor número de horas de jornada laboral.

Y es que en Alemania, los cerca de 7 millones de empleos “minijobs” de trabajo parcial, de menos de 15 horas a la semana y 400 euros al mes, han dejado al descubierto la producción de miseria y pobreza en ese país. Una pobreza prolongada que está afectando intensamente al grupo de la población comprendido entre 55 y 64 años. Ya no es sólo una cuestión de bajos ingresos, es un problema de producción de desigualdades estructurales entre clases sociales, donde las diferencias emergen también en el ámbito sanitario, alimentario y educativo, destacando los contrastes en la esperanza de vida entre grupos sociales de diferente renta (de media unos 10 años menos de vida un individuo que se sitúe en el grupo de rentas bajas, en relación a un individuo en el grupo de rentas altas).

Esta situación en España empieza a adquirir una tonalidad similar, ya que a la larga es muy probable que el crecimiento de este tipo de trabajos minoren, como mucho, el efecto de la gran destrucción de empleo a tiempo completo. De hecho, un estudio de la empresa Manpower afirma que el subempleo ha aumentado en España en los últimos seis años en un 72% (cerca del millón de empleos de pocas horas de duración).

Pues bien, la “anglogermanización” de nuestra estructura laboral y las medidas aplicadas para generar empleo son la nueva fuente de la reproducción de la pobreza y la miseria en España, no resolviendo en absoluto el paro y empeorando, sin lugar a dudas, nuestra base de seguridad social, las pensiones, la esperanza de vida en los estratos sociales más perjudicados, etc. Efectos más graves, si cabe, debido a que se parte de una situación muchísimo peor de la existente en los países que dominan en el entorno europeo. España tiene una estructura productiva compuesta por empresas de menor tamaño y que están especializadas en sectores de menor valor añadido.

Como ya hemos advertido en anteriores artículos, sin hacer cambios radicales en la política industrial y económica en España es imposible hacer cambios en la estructura laboral y generar empleo. Y aquí, el Estado está secuestrado por el régimen proUE, lo que es sinónimo de hacer todo lo contrario a lo que hay que hacer. Sin soberanía e independencia económica y política, seguiremos produciendo miseria en beneficio de terceros, en nuestro país y en el exterior.

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