“La conclusión es inevitable: las tropas estadounidenses están ayudando a asegurar la inversión china… el gobierno chino está promoviendo abiertamente el estilo económico chino… un sistema de mercado estrictamente controlado por la prioridad de mantener un partido único, un gobierno totalitario”
Afganistán ha sido territorio de diversos imperios desde la antigüedad (Imperio persa, el de Alejandro Magno y uno de sus restos, el Seléucida, para posteriormente pasar a su islamización por los árabes y posterior conquista por el imperio Mongol). Durante el siglo XIX, la dinastía Mohammadzai gobierna el Emirato de Afganistán y se enfrenta en dos guerras al Imperio inglés por las rivalidades de este con el Imperio ruso en la zona, además de la pugna por el control de la India. Durante el reinado de Amanulá, Afganistán es reconocida como Estado por Gran Bretaña en 1919, a cambio de darle protección y hacerse cargo de su política exterior frente a la Rusia reconvertida en URSS después de la revolución. Pero se desarrolla una tercera guerra contra el imperialismo inglés, que debido a la debilidad de este tras la Primera Guerra Mundial, trae un tratado de paz, en donde Gran Bretaña reconoce la independencia de Afganistán. Tras esto, buscó establecer relaciones diplomáticas con otras naciones de Europa, América y Asia, entre ellas la URSS, como oposición al dominio británico. A partir de ahí, desarrolla una relación especial con la URSS, hasta el punto de que fue el primer país del mundo que reconoció al nuevo Estado soviético. Con esta relación, Afganistán obtuvo ayuda soviética en materia de tecnología, infraestructuras y productos soviéticos que desplazaron a los británicos. Además, en 1923 se llevan a cabo reformas políticas, sociales y religiosas, que buscaban modernizar la nación y atacaban directamente a las tradiciones islámicas, como la supresión del velo a las mujeres y de la separación por sexos en las escuelas, y al arcaico sistema tribal. Sin embargo, estos intentos de reforma fueron infructuosos, ya que se produjeron levantamientos de sectores más reaccionarios de las tribus que reinstauraron un régimen de signo conservador y favorable a los británicos. Tras la Segunda Guerra Mundial, estuvo deambulando entre el Imperio estadounidense y el soviético, recibiendo ayudas de los dos, pero se fue decantando cada vez más hacia la URSS debido al apoyo del Imperio estadounidense a Pakistán (Préstamos, intercambios de estudiantes afganos que completaban sus estudios en la URSS, proyectos de esta en infraestructuras como carreteras y aeropuertos en el país afgano, hasta el punto de que desde 1958 hasta 1973 el 50% de técnicos y funcionarios habían sido formados en la nación soviética). Aún así, la dialéctica de clases afgana (Entre laicos e islamistas, marxistas y liberales, etc.), trajo un período de inestabilidad que llevó a la decadencia del sistema monárquico y en consecuencia animó al auge de poder de dos tendencias políticas antagónicas, el Islam más reaccionario y los grupos marxistas, que veían necesario un proyecto político de economía socialista con medidas sociales progresistas para llegar a un estado laico. Tras varios intentos fallidos de crear en Afganistán una democracia homologada, se derrocó a la monarquía en 1973, trayendo la república parlamentaria. Esta no se pudo mantener debido a los obstáculos objetivos de la sociedad afgana (el analfabetismo, la oligarquía terrateniente, la escasa industria -35 mil obreros en todo el país frente a 250 mil mulás-, etc.). Y por lo tanto, se produjo la Revolución Saur en 1978, de ideología comunista, comandada por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). La nueva República democrática de Afganistán emprendió importantes reformas como la prohibición de la usura, la campaña de alfabetización, la reforma agraria, la separación de la iglesia y el estado, la eliminación del cultivo del opio, la prohibición del velo en las mujeres o la abolición de la trata de mujeres. También el nuevo gobierno había firmado un tratado de alianza en 1978 con la URSS, en la que esta otorgaba ayuda material y militar a la nación afgana. Estas reformas eran rechazadas furibundamente por los islamistas, que las veían como una amenaza. En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos apoyó militar y económicamente a grupos paramilitares yihadistas, los muyahidines, para acabar con el gobierno comunista afgano y así debilitar a la URSS. Entonces, en septiembre de 1979 se produce un golpe de estado, en el que es ejecutado el presidente afgano Taraki y sus partidarios son asesinados. El autor del golpe, Amín, anterior primer ministro, se impone como nuevo presidente y se acerca en materia de seguridad a Estados Unidos y Pakistán. Esto último provoca la intervención de la URSS, que en diciembre envía un comando especial de 600 hombres que asesinan a Amín. Así comienza el intento de liberación soviético. A pesar de esto, los muyahidines (Entre ellos, un joven saudí perteneciente a una familia adinerada, llamado Osama Bin Laden) forman alianzas con diferentes tribus para luchar contra los rusos. Además, el Imperio estadounidense y China (enfrentada dialécticamente a la URSS) los apoyan enviándoles armamento desde Pakistán. Con la administración Reagan en Estados Unidos, aumenta considerablemente el envío de armas a los rebeldes (Reagan dijo: “Ver los valientes afganos luchadores por la libertad contra modernos arsenales con simples armas de mano es una inspiración para aquellos que aman la libertad.”)
En 1980, comienza la guerra con la sublevación de un regimiento de artillería en Kabul el 10 de enero. En la batalla murieron 100 muyahidines y las fuerzas soviéticas perdieron 2 hombres. Transcurren los combates entre los muyahidines y los rusos durante los siguientes meses y en abril el Congreso estadounidense aprueba el abierto apoyo a los rebeldes con 15 millones de dólares. De esta manera, los muyahidines reciben a su vez ayuda de Irán, Pakistán, Arabia Saudita y China. Se suceden las batallas entre ambos bandos, alargándose la guerra durante 9 años en los que las pérdidas humanas y económicas de la URSS son considerables. El conflicto era interminable y el ejército ruso sufrió 13.310 bajas, junto a más de 35.000 heridos y más de 300 desaparecidos. Finalmente, el líder soviético Gorbachov ordenó la retirada de las tropas soviéticas en 1989. La guerra dejó heridas profundas en la sociedad afgana y en el prestigio internacional de la URSS, con el consiguiente rechazo de la URSS por parte de los partidos comunistas de otros países del área capitalista (Que ya habían degenerado por el virus del eurocomunismo). Años después, en 1992, continúa la guerra hasta que vencen los integristas en 1996 e instauran el régimen talibán (Emirato Islámico de Afganistán), siendo este marcadamente retrógrado y propio de una derecha primaria (regresar al Antiguo Régimen, el trono y el altar). Entre las tropelías cometidas por estos reaccionarios se encuentran la extensión del cultivo del opio (aumentando la producción mundial de heroína un 94% y condenando a miles de pequeños campesinos al hambre y la miseria), además del trato vejatorio a las mujeres, a quienes les arrebataron la ciudadanía ganada durante el período socialista, dejándolas en la condición de hembras (imposición del burka, prohibición del trabajo femenino e incluso la de salir a la calle sin compañía de un hombre de su familia, además de que no recibían la debida atención sanitaria ya que no podían atenderlas médicos varones, eran encerradas en casa ya que no debían ser vistas en público, se les cortaban los dedos si se pintaban las uñas, tenían prohibido reírse en voz alta y muchas, al no poder trabajar ni ser mantenidas por un varón, morían de hambre o acababan en la mendicidad), la prohibición de la música, la televisión y el cine, aplicación de la sharia (con prácticas como la lapidación, el azote público y la mutilación), imposición a los hombres de la indumentaria islámica con sombrero y barba larga, persecución de la población chiíta (considerados como “sub-humanos”), así como un extenso número de leyes que acababan con todos los avances sociales y económicos conseguidos durante la República Democrática de Afganistán, que actuó bajo el manto del Imperio soviético. Posteriormente, con los brutales atentados protagonizados por Al-Queda en las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, el Imperio estadounidense, ayudado por Gran Bretaña y la OTAN, ataca Afganistán, culpándoles de proteger y ayudar a la red islámica comandada por el antiguo muyahidín y ex-agente de la CIA Osama Bin Laden.
El derrocamiento de los talibanes duró pocos meses y en su lugar las fuerzas invasoras comandadas por EEUU instauraron un nuevo régimen llamado República Islámica de Afganistán. En este, siguen existiendo las mismas discriminaciones a las mujeres del período talibán, los talibanes no han sido eliminados y siguen controlando parte del país como una especie de fuerza de resistencia y las elecciones celebradas como intento de establecer una democracia homologada han sido acusadas de fraudulentas. En cuanto al cultivo de opio, Afganistán sigue siendo el primer proveedor del mundo. Por otra parte, el Imperio estadounidense prepara la explotación de yacimientos de litio, así como el control de la zona para servir como lugar de paso del gas natural proveniente de las repúblicas ex-soviéticas centroasiáticas.
Mientras tanto, Afganistán vuelve a convertirse en un teatro de la dialéctica de imperios con la aparición de la República Popular China. La cada vez más influyente presencia china en el inestable país la vemos con un acuerdo en 2010 en el que China invierte 3.500 millones de dólares en Afganistán para los próximos 30 años, junto con la licitación obtenida por la empresa estatal China Metallurgical Group para la explotación de unos de los mayores yacimientos de cobre del mundo situado en la localidad de Aynak, en el sur de Afganistán. En añadido, China se ha convertido en el segundo exportador del país, después de Pakistán, y prepara un proyecto de construcción de una planta eléctrica, varias carreteras, escuelas e incluso mezquitas. Se estima que esto proveería de más de 5000 puestos de trabajo directos y 20000 indirectos. Esto lleva a que el coronel Greg Kleponis, de la Fuerza Aérea de los EEUU, en un documento redactado para el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra de Estados Unidos, diga: “La conclusión es inevitable: las tropas estadounidenses están ayudando a asegurar la inversión china… el gobierno chino está abiertamente promoviendo el estilo económico chino… un sistema de mercado estrictamente controlado por la prioridad de mantener un partido único, un gobierno totalitario”.
viva el imperio agano y su capital kabull sit y ha hacer la cerrera militar de piloto de helicoptero
Este comentario de De Verdad Digital, que ya sé que no os suscita simpatías, pero siempre está bien informado
En torno al Mar de la China Meridional existen diversas disputas sobre la soberanía en distintas áreas marítimas –cuyo subsuelo oceánico se sospecha que pueda tener importantes reservas de petróleo y gas– que enfrentan a China con Filipinas, Vietnam e Indonesia. Cada vez que China reclama su soberanía sobre estas aguas territoriales, EEUU aplica un doble movimiento. En primer lugar se ofrece a colaborar militarmente con los países enfrentados a las reclamaciones chinas. Cuando Pekín advierte de las peligrosas consecuencias de abrir las puertas del Mar de la China Meridional al Pentágono, Washington le acusa de emplear un “lenguaje amenazante” que “deja en claro por qué Estados Unidos tiene que ejercer su influencia”. La importancia de estas aguas no está sólo en su subsuelo, sino en que un tercio del comercio mundial pasa por ellas. Tener algún tipo de acceso directo e influencia sobre este corredor marítimo, es disponer de nuevas capacidades para estrangular la economía china. Ya el pasado año, con motivo de una disputa similar sobre otra área marítima entre Vietnam y China, la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton dijo que la preservación de la libertad de navegación en estos mares forma parte del «interés nacional» de EEUU, como ha vuelto a repetir esta misma semana.
Me ha gustado mucho esa frase del coronel que se cita; lo de un partido único, un gobierno totalitario. Qué decir de su conclusión: las tropas de EEUU están ayudando a China.
Pues bien, ¿Quién cree este coronel que es el que le ha ayudado a EEUU en sus guerras de Irak y Afganistán…? ¿Alguien del pentágono podría decirle que ha sido precisamente China…? ¿No es China la que tiene todos los dólares existentes en el mundo en sus cajas fuertes…? ¿No es China a la que el mulato Obama tiene que presentar sus informes periódicamente, cuando China lo llama a su despacho…? Porque a mi me da en la nariz que no es otro que China. Podré equivocarme, pero no es la primera vez que se oye que China es la que le ha financiado todas estas cuestiones. Y más, probablemente. Por tanto, la queja de este coronel, si acaso es una queja, sólo puede entenderse en el sentido de que China ahora quiere construir cosas, que previamente han sido destruídas o ni siquiera existían, sin haber participado de manera directa y no poner ni una gota de sangre encima del tapete. Y esto es lo que le debe fastidiar. Pero ha puesto la pasta… y ahora quiere intervenir. Este coronel ignora que el sueldazo que se lleva a su casa viene de Pekín. Pero dice lo que dice, porque es lo que tiene que decir; también va en el sueldo.
Lo del gobierno totalitario, reconozco que no lo he entendido muy bien. ¿Es totalitario? ¿Es autoritario? ¿Es lo mismo una cosa que otra? ¿Son buenas las dos; son malas? ¿Una es mejor que la otra? ¿Porqué no pide ningún chino, de los millones esparcidos por ahí, asilo político? ¿Los tienen en la garganta y habría represalias con los que se han quedado en su origen? ¿Es totalitario un gobierno de EEUU? Lo ignoro.
Lo del partido único lo entiendo menos. ¿Tiene EEUU un partido único…? Ya se, ya se. Muchos dirán: como mínimo hay dos. Por eso pregunto ¿Tiene EEUU un partido único…? ¿No son esos dos lo mismo…? ¿No están ecualizados…? Se dirá entonces: pero es que en China no puede haber dos. Pero bien podría el único que hay comportarse como dos; del mismo modo que bien podrían los dos del otro sitio comportarse como uno. Si uno es malo y dos está bien, ¿tres es mejor? ¿cien son muchísimo mejor…?
Sin duda, en China, por lo que se ve, si alguien levanta un poquito la voz acaba en el trullo. Eso no sucede en otros sitios; en los que simplemente se le ignora, pero sigue aparentemente libre -bueno… depende de lo que diga-Por eso el coronel dice lo que dice; porque cree que si un día no hay partido único, aquel sistema se demoronará.
¿Izquierda Hispánica estaría a favor de un partido único?
Reflexiones de alguien con muchas dudas.