Entorno a la educación y a la convivencia en los centros

Aula Vacía

Imagen de un aula vacía

Lo que piensa un profesor de secundaria. Éstas son unas primeras ideas que se ponen sobre la mesa, de cara a una posible discusión:

  1. Los valores más importantes a enseñar en los centros educativos no son los hoy día más mentados, pues la generosidad no es compartir, la solidaridadd no es ni la fraternidad ni ponerse en el lugar del otro, la tolerancia es un fiasco que no puede ponerse en práctica cuando eres débil y la intolerancia es a veces más importante para la vida social y la justicia necesaria para llevarse a cabo, la democracia mal entendida lleva al detestable fundamentalismo democrático
  2. Es necesario educar en valores que sean necesarios para cada individuo y para la sociedad (hoy día la «sociedad española» está enferma, si se me permite la metáfora). La educación más relevante lo sería de virtudes como la prudencia, la fortaleza o la ya mentada generosidad (sí ,virtudes, aunque si se prefiere se le puede dar el moderno nombre de «valores»), éstas, a nivel ndividual y, a nivel social, la justicia.
  3. Debemos desechar de los centros educativos el ideario de igualdad mal entendida. En los centros educativos españoles a los alumnos se les pone en una situación de igualdad ante los profesores. Con ello se comete un terrible error del que hoy ya se pueden ver sus efectos a casi todos los nives: graduados que no saben nada, profesores con problemas psicológicos, problemas graves de disciplina en centros educativos, con los padres como protagonistas en algunos casos…
  4. Cuando vivimos en sociedad no se puede hacer todo lo que se quiera, eso se debe aprender en casa y luego en la escuela.
  5. El dialogo que se promueve para conseguir la convivencia es otro error, a corto plazo para la comunidad educativa en general y, a largo plazo, para los alumnos menos integrados pues llegan a pensar que siempre podrán hacer lo que les dé la gana y ello les acarreara múltiples problemas de todo tipo.
  6. El diálogo para solucionar problemas con los alumnos se debería llevar a cabo entre los que son realmente iguales, los profesores. Es absurdo y pernicioso dialogar en igualdad con los que tiene que aprender a ser personas.
  7. Si un profesor tiene un problema con un alumno y lo castiga, si los padres no comparten el punto de vista del profesor deberán acatar su decisión. La autoridad del profesor en el centro debe prevalecer.

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7 Respuestas a “Entorno a la educación y a la convivencia en los centros”


  • Estimado Andrés:
    Me considero obligado a contesar a sus preguntas. Disculpe la tardanza. Rubrico lo que han señalado Marina y José Ramón y solo añado que, a lo largo de la Historia, españoles excelentes ha habido tantos, o más -por supuesto qué es así- que franceses, ingleses, prusianos, rusos… En las más altas cotas de la filosofía que es el contexto que mejor conozco (Molina, Suárez, Pereira, sánchez, Feijoo, además de un larguísimo etcétera), en otros gremios que los apunten los especialistas, además no se trata aquí de enumerar personalidades. En concreto entre cualquier profesional que se considere, a lo largo de la Historia, me atrevo a asegurar sin temor de errar que en España no ha sido menor el grado de excelencia. Incluso afirmo que que mucho mayor en algunos casos, si no no habríamos llegado a ser el Imperio que fuimos y del que hoy queda mucho más que una mera impronta. Hoy día esos profesionales -usted cita de la enseñanza- pese a los muchos casos que puedan citarse de malos, los hay en mayor número buenos. Y en otros paises hay tantos malos o más que en España (A modo de ejemplo que se me ocuurre: mi hermano conoce las fabricas de coches alemanas y españolas y siempre me dice que los españoles son mucho más trabajadores -aunque le parezca mentira- que los alemanes, pero tampoco es caso de poner este tipo de ejemplos). El problema que noto en sus comentarios es un gran problema que tenemos los españoles: la mayoría han hecho suya la «leyenda negra», que señala que somos los mas tontos, los más borrachos, sin menosprecio de la fealdad , la pequeña estatura… Tenemos que contrarrestar esa mala conciencia que ha penetrado en la cabeza de tantos españoles. En este caso usted mismo achaca al español de a pie quee no ha sido nunca excelente. El problema es sin embargo el que Marina ha expresado contundentemente: lo que puede organizar a buenos y menos buenos profesores en un sistema educativo eficaz mediante una ley de educaciónen condiciones, la cual no se preocupe solo de «fabricar» meros votantes y consumidores (contra lo que muchos docentes nos revelamos). En fin, tampoco quiero repetir lo ya dicho por Marina y José Ramón, y solo te -disculpa ahora la familiaridad- señalo, colega, si me permites la expresión, pues como has podido leer tambiém me dedico a la enseñanza y, por cierto, también tengo hijos, la mayor casada ya. Si lo consideras oportuno seguiremos charlando, aunque por mi parte este fin de semana esataré desconectado pues tengo arreglos en casa. Saludos cordiales. jchu

  • Estimado Andrés,

    Es cierto que hemos de trabajar por mejorar cada cual. Pero esto es indiferente, porque la Educación en España y en toda Iberoamérica tiene problemas estructurales que van más allá de lo que uno personalmente puede hacer. Por ello es necesario cambiar las estructuras no ya «de toda la sociedad» --esto es metafísica pura-- sino las estructuras educativas. Y es aquí donde vienen los problemas. Por nuestra parte, IH lucha por elaborar un programa socialista generador en educación. ¿Qué significa esto? Muy sencillo. Actualmente, el sistema es totalmente depredador porque en vez de preocuparse por que todos o la inmensa mayoria de los alumnos consigan el mismo nivel de excelencia -excelencia en contenidos, excelencia en comportamiento, etc, que es a lo que se refiere el compañero Josechu, si es que lo interpreto bien- lo que hace es rebajar el nivel. Actualmente, si un alumno «no puede llegar» (¿quién dice hasta donde es capaz de llegar alguien?¿Un claustro?) se baja el nivel. Esto es lo que está ocurriendo de hecho y casi de derecho en la educación actual. Nosotros postulamos que todos debieran alcanzar el mismo nivel. ¿Y si a algún alumno le cuesta más? ¿Y si tiene dificultades? Pues que se ponga todo el esfuerzo, medios y técnicas para que llegue a ese nivel. Si no, es dar ya por sentado que los alumnos son tontos, que es lo que más o menos presupone el sistema educativo actual. Necesitamos un sistema que gire en torno a los contenidos y no frente a una metafísica de valores, actitudes o predicimientos. Y esto por una razon sencilla: lo importante para educar es conocer qué se ensella y a quién se enseña. Es decir, adaptarse al contenido y adaptarse a los que tienen tienen que aprenderlo. Lo que se añade a esto, suele ser metafíscia. Salud y muchas gracias por su comentario.

  • Marina Luxemburgo

    Respondiendo a Andres, es necesario aclarar si el fracaso del sistema educativo español responde simplemente a la mediocridad de los profesores o a severos fallos a nivel administrativo y sistémico. Yo parto de mi experiencia en el ámbito educativo, como estudiante desde la infancia en diversos centros de Madrid, cada cual distinto del anterior. Por ello sé que una práctica común en muchos centros de contratar profesores que den materias las cuales no son precisamente su especialidad, e incluso emplear a un sólo profesor para varias asignaturas que poco tienen que ver, obedece a un empeño administrativo en recortar desesperadamente gastos. Puedo aportar el ejemplo de un profesora de historia que a su vez daba geografía, imagen y expresión, lengua y literatura española e historia del arte. También es necesario tener en cuenta que la mediocridad y la desgana de un profesor enraizan con una situación laboral lejos de ser envidiable. Algunos que en un principio entraron en la docencia con la ilusión de enseñar, pronto ven como pasa año tras año con un sueldo miserable, horas extra sin pagar, alumnos que les pueden literalmente llevar a una depresión (por mi experiencia pasada en un instituto como el Vi…en..Pa…ma, no sería la primera vez que esto ocurriera), la presión de conseguir un cupo mínimo de alumnos para poder dar su asignatura (esto sucede cuando se trata de asignaturas optativas y a veces con algunas opciones de Bachillerato menos escogidas como el de Humanidades), las reclamaciones de padres que idolatran a sus hijos y no admiten que sus niños suspendan o no reciban las notas que supuestamente merecen, calendarios caóticos con evaluaciones teóricamente trimestrales pero que unas veces no superan los dos meses, temarios educativos que no se llegan a completar o bien por el problema anterior o bien por la lentitud de los alumnos, y demás dificultades que lentamente les quita el entusiasmo y sólo esperan poder llegar tranquilamente al día de su jubilación. No niego por ello que haya profesores negligentes, pero el propio entorno lleva a muchos profesores buenos a malograrse con los años. Culpar únicamente a los profesores del fracaso de la educación resulta simplista. En las masificadas aulas de los centros públicos, no hay un ambiente óptimo para el trabajo, cosa que muchos por pereza o resignación no buscan cambiar. Se exige a los docentes que den todo un temario en un mínimo periodo de tiempo, una tarea homérica en el caso de asignaturas con densidad de contenido como física o latín. Los niveles de conocimientos entre los alumnos pueden llegar a ser muy dispares. En consecuencia, hay un grupo de alumnos aventajados que malgastan el tiempo en clase y otro de alumnos con más dificultades que se frustran y dan la materia por perdida. Ante esto, el sistema educativo actual da pocas opciones. Unas veces se rebaja el nivel de exigencia, dando menor contenido, mientras que en otros casos recomiendan a los desfavorecidos buscarse una academia privada. En ambos casos, cuando salen del instituto, los alumnos tienen graves deficiencias de conocimientos elementales para lo que han estudiado. Esto se agrava en el caso de alumnos conflictivos, que son directamente desechados por el sistema educativo a cursos de lo que llaman Diversificación y posteriormente a Garantía social. Lo que se supone que debería servir para ayudar a alumnos con dificultades a salir adelante, en la realidad es un aula de castigo de adolescentes arrogantes y desinteresados por sus estudios. Se debe recordar que, del mismo modo que los profesores no son perfectos, los alumnos tampoco. Dentro de la cultura del individualismo, la tolerancia panfilista y el igualitarismo de egos, el alumnado dista mucho de ser un modelo de virtudes. Es absurdo poner al alumno y al profesor al mismo nivel porque no son iguales, ni en el caso de que un profesor sea negligente. Por mucho que puedan quejarse alumnos y padres que los consienten demasiado, la autoridad moral y académica sólo puede ser del profesor. Por lo tanto, además de reclamar la autoridad del profesor y olvidar la insistencia en los valores de la tolerancia y la democracia idealizada, se tiene que aumentar la inversión en la educación pública, convertida actualmente en un gueto mientras se favorece una educación privada para élites además analfabetizadas (niños de papá «que no saben hacer la o con un canuto»), cambiar los modelos pedagógicos para que todos los alumnos lleguen al máximo nivel. En resumen, exigencia, disciplina, motivación y valoración al profesor, educación pública.

  • a JCHU.
    No se que edad tiene usted,si la autora de este articulo. Yo tengo 53 años, hijos en el «circuito educativo» y una experiencia de Diplomado, master, cursos de especilizacion .. Y cinco años de experiencia docente.
    Suscribo muchos de los puntos marcados por ustedes, pero hay algo en lo que no puedo estar de acuerdo «paulatinamente se ha ido perdiendo la “excelencia” Perdone used, pero ¿cuando tuvimos excelencia? ¿En los cincuenta, sesenta, setenta ..? Nunca hemos pintado nada en ninguna rama del conocimiento (obviamente no cuento las artes: literatura, pintura…) asi que este supuesto es simplemente una falacia …no del todo inocente.
    Para MARIA LUXEMBURGO Enorme alias, un poco exagerado sin duda.
    Mi experiencia personal y familar me lleva a pensar que la valoracion de los profesores actuales es bastante correcta: Son muy mediocres, apenas dominan la materia que imparten etc. No tengo ningun prejuicio «de igualitarismo democratico» ni nada semejante. Le cuento dos anectotas, una mia y otra de mi hijo en 4ª de ESO: Yo tenia un profesor de matematicas que fumaba ( entonces se podia fumar en clase) cuando emezaba a hacer «fgurillas» con el humo del cigrarrillo sabiamos que se habia perdido y nos resignabamos a pasar el resto de la clase pensando en las nubes hasta que tocara el timbre. Esto ocurrio en el colelgio V,,,,uz . En el instituto Gre….o Ma,,,on de Madrid, mi hijo tenia un profesor de fisica ( que no es fisico) que cuando se perdia en medio de una clase empezaba a acariciarse la barbilla (de esto hace 4 años). Asi que menos reclamar que los demas les subamos a los altares y mas trabajar para lograrlo.

  • Ha puesto usted el dedo en la llaga señorita Luxemburgo. Con las transformaciones de nuestro sistema educativo, sobre todo a partir del año que entro en vigor la LOGSE, paulatinamente se ha ido perdiendo la «excelencia». Y lo vamos a pagar caro en los años futuros

  • Marina Luxemburgo

    Por experiencia cotidiana, considero acertadas estas ideas. Es necesario dignificar la autoridad del profesor, hoy en día tan denostada por la visión distorsionada de la igualdad propia del fundamentalismo democrático. Viendo cada día como el ambiente de las aulas de los centros españoles parece propio de un gallinero y, en caso más extremos, de un patio de prisiones, se ve claramente la deficiencia sistémica de la educación. También es necesario aclarar que, frente a los esfuerzos y la insistencia en promover los «valores democráticos», el nivel de conocimientos es cada vez inferior. El fracaso escolar es una realidad alarmante, y eso no se soluciona con diálogo y tolerancia, sino con disciplina y exigencia. No se puede desarrollar un país si carece de unos buenos cuadros técnicos. La dejadez en tratar de manera radical estos problemas es un síntoma más de que esta sociedad es un fracaso.

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