España y las izquierdas III: la Guerra Civil

En este artículo analizamos el recorrido de las izquierdas durante el siglo XX en España. Nos centramos en la Guerra Civil española, cuando se observa la “bifurcación” que toma España y que marca el ritmo del resto del siglo y principios del siguiente, es decir, el rumbo tomado por el franquismo es el rumbo hacia la democracia de mercado pletórico de bienes. Prueba evidente de esta afirmación es que nuestro Jefe del Estado es un monarca coronado por Franco, aparte de otras muchas que más adelante señalaremos. Baste recordar por el momento que multitud de “peces gordos” de las actuales oligarquías partitocráticas (tanto del PP como del PSOE) llevan los apellidos de notables jerifaltes del franquismo. Como dice el refranero: de aquellos polvos vienen estos lodos.

España es un terreno fértil para el análisis del concepto de izquierda política, porque es aquí donde se muestran más radicalmente en su forma genuina: enfrentadas. Según venimos sosteniendo, las izquierdas han peleado entre sí por tener cada una de ellas formas distintas de entender la sociedad política, y maneras distintas por tanto de manifestarse en la misma.

Muy tempranamente podemos percibir estos fenómenos. Durante el régimen de Primo de Rivera vemos a un PSOE aliado a la falange contra el terrorismo anarquista, que había arraigado desde la segunda mitad del XIX. Esto, que a todas luces parece paradójico, sólo lo es visto desde una consideración mítica de las izquierdas. Pues a nosotros, dada la clasificación de las izquierdas clara y distinta del Materialismo Filosófico nos parece que difícilmente habría podido ser de otra manera. Pues a grandes rasgos ¿No comparten la derecha socialista (maurista, falangista y franquista) y la izquierda socialdemócrata un punto en común, casi idéntico? Sí, tanto la derecha socialista como la izquierda socialdemócrata tienen la pretensión de mejorar la situación de las clases obreras desde la conservación del sistema establecido. Ni una ni la otra luchan por la eliminación del Estado, ni a medio ni a largo plazo. Las dos ponen claro énfasis en la capacidad redistribuidora del capitalismo, en tanto en cuanto el Estado esté posibilitado para guiar los fines particulares al bien común.

La Guerra Civil española es un enfrentamiento entre dos bandos, uno unificado y otro disgregado. En el primero se encuentran armoniosamente la derecha liberal, encarnada en la CEDA, la derecha socialista en Falange y la reaccionaria con el carlismo. En el segundo se encuentran conflictivamente la izquierda anarquista, socialdemócrata o socialista y comunista.

Una vez empezada la guerra las zonas republicanas van a emprender procesos de colectivización, sobre todo en las zonas dominadas por los anarquistas, en las que incluso se llegó a abolir el dinero. Esto, evidentemente, no va a ser visto con buenos ojos por los pequeños propietarios que habían apoyado a la república, de lo que se va a aprovechar Stalin, que ni tenía intenciones de emprender colectivizaciones masivas después de los costosos Gulags, ni quería dar mala imagen a las potencias burguesas. Se abría así el dilema que será el sino de la guerra: “guerra y revolución” o “primero guerra, después revolución”. A propósito de este fenómeno, Stalin había dicho de la guerra civil rusa: “Imaginaos un obrero que intenta construir su casa con un brazo mientras la defiende con el otro; eso hicimos nosotros”.

Mientras en el bando republicano las distintas facciones libran encarnizados combates callejeros (sobre todo en Barcelona), los sublevados conseguirán unificarse bajo la figura de Franco. Suele decirse que el bando franquista ganó la guerra por poseer un potencial bélico superior, pero esto es falso. Las capacidades de los combatientes iban parejas (se calcula que aproximadamente el bando sublevado tuvo en sus manos 800.000 hombres, frente a los 750.000 de los republicanos, 2000 piezas de artillería frente a 1500 piezas, 300 tanques y carros blindados frente a 800), además, el bando republicano superaba con holgura en víveres a su contrario. Lo que realmente marcó la diferencia entre unos y otros fue la unidad en la batalla.

Así, Stalin teme, por un lado, que Hitler se haga poderoso en Europa, y viceversa (pues España era para éste una apetitosa salida hacia el atlántico). Pero Stalin teme también,exacerbar a las democracias burguesas con las que intenta coquetear, que a su vez temen una revolución bolchevique en España.

Y fue este temor el que inspiró la política de no intervención propugnada por Gran Bretaña que no solamente contuvo el apoyo que el frente popular francés de León Blum estaba dispuesto a otorgar al frente popular español sino que también consintió la intervención no declarada de las futuras potencias del eje: la Alemania nazi y la Italia fascista, del bando de Franco. Ese pacto de no intervención no impidió que también Gran Bretaña y los EEUU apoyaran indirectamente al bando alzado.

Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo

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1 Respuesta a “España y las izquierdas III: la Guerra Civil”


  • ¿Durante el régimen de Primo de Rivera vemos a un PSOE aliado a la falange contra el terrorismo anarquista…?

    Durante el régimen de Primo de Rivera vemos a un PSOE aliado con Primo de Rivera; apoyando su dictadura.

    Tras participar por un breve tiempo en la Internacional comunista de Lenin, el PSOE decidió la colaboración con la dictadura del General Primo de Rivera; padre del fundador de Falange Española.

    Como en el límite, son los mismos perros pero con distinto collar -o al menos, con muchos de sus mismos apellidos-, daremos por válida la alianza con Falange. Los secesionistas -e incluso ETA-, herederos de los Carlistas y los Peperos herederos del Opus Dei. Añadiendo al Borbón, que curiosamente sigue teniendo la cabeza pegada al tronco, como los falangistas y carlistas, pues nos da como resultado que, en efecto: «Todo está atado y bien atado».
    Palabrita de Armesilla.

    «El Movimiento» es el movimiento.

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