Movilizarse con la cabeza llena, nueva propuesta de Julio Anguita.
Una de las ideas machaconas de Vladimir Lenin es que las masas aprenden en la experiencia revolucionaria, no sólo confirmando lo que ya saben -quién es el enemigo- sino constatando qué no funciona. Ensayo y error. Ahora bien, si entendemos que «las masas» no son un grupo homegéneo -pues aunque fueran de una misma clase social podrían ser de distintas nacionalidades, religiones, gustos, ideas políticas, etc.- sino heterogéneos lo que resulta ser la masa no es tanto una «cosa que aprende» sino grupos de individuos agrupados, enclasados, que van corrigiendo su praxis política en el seno mismo de la propia actividad reivindicativa.
Una de las frases que más estamos escuchando estos días en los debates sobre la propuesta de Julio Anguita «Somos Mayoría» es «no hagamos como el 15-M». Frase que le hubiera encantado a Ulianov pues constata que, efectivamente, la gente aprende en la lucha. Pero aprende no con una cabeza vacía sino llena ideológicamente con ideas que estructuran la forma de ordenar la realidad. No es que las ideas determinen la realidad es que las ideas mismas son parte de la realidad y como materiales que son, son a su vez capaces de ordenar materiales. Así, puedo interpretar el fracaso del 15-M como castigo de Dios, como prueba de que «sólo una doctrina marxista-leninista con unos líderes no burocratizados» conducirá a la victoria, o como la prueba evidente de que todo proyecto indefinido acaba divagando ya que en la política si no se tiene un proyecto político medianamente concreto, no se llega a ninguna parte. Lo que queremos decir es que la lucha en las calles no es sólo cosa de aprender, sino de aprender «con la cabeza», pues como ha remarcado Anguita, hay que protestar sí, pero con la cabeza llena y no vacía.
IH apoyaría y estaría en el nuevo proyecto de Julio Anguita en cuanto empiece a andar de verdad y en tanto se distinga del 15M -para repetir lo mismo, para eso ya está el original- en su definición de un proyecto político serio, aún a pesar de las dificultades que, a priori, también acomete.
«Somos Mayoría», más definido y menos divagante que el 15-M DRY, tiene también problemas que está por ver si los solucionará. El más destacado es su «neutralismo cívico» en la medida en que deja de lado explícitamente declararse inspirado en alguna de las grandes ideologías políticas históricas. ¿Podremos ponernos todos de acuerdo? Hasta cierto punto sí y hasta cierto punto no. El lugar donde se crucen las fuerzas nos indicará precisamente ese punto y hasta dónde se podrá avanzar sin que el movimiento se disuelva. Por ahora nos queda el deber de trabajar y esperemos que «Somos Mayoría» no sólo «remueva las conciencias» sino también las poltronas de la partitocracia española.
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