Se glosan sus hazañas en medios como Libertad Digital o El Mundo o “tanques de pensamiento” como el Instituto Juan de Mariana. Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, es sin duda reconocida por el liberalismo español (aclarar que los parecidos de los liberales de hoy en día con la izquierda liberal doceañista, la de las Cortes y Constitución de Cádiz – cuyo bicentenario, que es el de España como Nación política, estamos próximos a celebrar-, con ejemplos como los de Riego o Flórez Estrada, es pura coincidencia) como su campeona.
Entre sus “galones” de liberal “de verdad” está la entrega a manos privadas de servicios públicos básicos (como la educación, la sanidad, el agua…). Servicios que puede (mal)gestionar e incluso destruir, debido a que tiene competencias sobre los mismos gracias al cochambroso Estado de las Autonomías.
Todo ello, eso sí, sin llegar a su privatización total, lo que sería consecuente con la delirante y metafísica ideología anarco-liberal, que nos dice lo “parasitario” y “burocrático” que es el Leviatán que no para de extraer y extraer, cual insaciable vampiro, a los “individuos”, con la que tanto coquetea la Thatcher castiza.
Lo que realmente se hace es una externalización o conciertos de ciertos servicios o empresas públicas. Es decir, se entregan para negocio seguro a cargo de los fondos públicos, algo así como un “liberalismo de Estado”, consistente en dar beneficios a una elite selecta propietaria de empresas que viven de ese mismo Estado (constructoras, aseguradoras, clínicas privadas, grupos religiosos católicos –Opus Dei, Legionarios de Cristo, etc…-). Con todo esto, vemos verificado esa definición de ideología, en este caso el fundamentalismo liberal, como representación que una clase/grupo social determinado tiene de su lugar en el mundo, de sus intereses, y de la visión que tienen de otras clases/grupos antagónicos. Por otro lado, esa misma ideología está preñada de falsa conciencia por el desajuste reiterado de los proyectos prácticos respecto de los campos a los cuales intenta ser aplicados (hay liberales pero ni hay ni puede haber liberalismo –en su forma “pura”-).
Pues bien, “Espe” no tiene bastante con todo ello y en la aventura en la que se embarca es intentar sacar adelante el proyecto del multimillonario yanki, Sheldon Aldenson. ¿Quién es Sheldon Aldenson? Pues es una de las más grandes fortunas de USA y de todo el mundo. Es el principal accionista de la transnacional yanki Las Vegas Sand, que está detrás de tres casinos resorts en Las Vegas y dos en Macao (China). Ahora quiere abrir otro en España, primeramente se fijó en Barcelona para posteriormente echarle el ojo a Madrid.
¿Qué es lo que ofrece? Ofrece la creación de 164000 puestos de trabajo directos y 97000 indirectos, gracias a un gran casino que luego se convertiría en un gran complejo de ocio y apuestas. ¿Qué es lo que pide? Según varios medios, se puede decir que “el oro y el moro”, que se concreta en:
- 1. A nivel laboral: Modificación del Estatuto de los trabajadores; de la Ley de Extranjería (para traerse “sus” trabajadores foráneos); exenciones y rebajas a la Seguridad Social, así como que los trabajadores foráneos puedan cotizar a la Seguridad Social de sus respectivos Estados.
- 2. A nivel de infraestructuras: Construcción de un metro; que llegue el tren de Cercanías al complejo; el traslado de Valdemingómez y del asentamiento de la Cañada Real; cesión del suelo público de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid, así como expropiación de suelo privado.
- 3. A nivel de legislación, impuestos y subvenciones: Permitir a menores y ludópatas entrar en el casino; cambiar la Ley de Impuestos de Sociedades, la Ley de Impuestos sobre no residentes, y el IRPF; para colmo, de su boquita también sale el pedir una subvención de 25 millones de euros.
Pregunta, ¿ante todo qué pretende la Thatcher castiza? Pues llegar a crear una especie de zona franca o isla legislativa, al estilo de las dockland en Londres, Inglaterra (como siempre, la anglofilia tan presente en la liberal Aguirre). Según sus propias palabras: “No quiere decir que eso vaya a ocurrir en Madrid o Alcorcón, pero le daremos facilidades [al inversor] para que digan dónde tiene que haber una avenida, y vamos a cambiar toda la normativa que haya que cambiar (…) Los principios; no vamos a vulnerar ni uno solo de nuestros principios y valores.”. Lo que no sabemos es si estos “principios” son, como diría Marx (no Carlos, sino Groucho): “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”.
Para finalizar, sólo se puede decir que estos liberalotes que dicen “amar tanto a España” (como Aguirre o el periodista –gran fan de ésta- Federico Jiménez Losantos), en realidad, les importa bien poco la capa basal (el territorio y la riqueza producida y distribuida en el mismo por los trabajadores, apropiado por un Estado frente a otros, y cuya conservación y desarrollo es el fundamento del patriotismo político) de España. Y es que “hay amores que matan” y es que a estos liberalotes, que pretenden utilizar esa capa basal al antojo de las élites burguesas españolas o de terceros Estados, sólo se les puede calificar de ser unos genuinos VENDEPATRIAS y de ahí uno de los muchos peligros y miserias del liberalismo.
Propuesta absurda:
-- Impedir que sean los norteamericanos los que monten ese «putiferio». Que se monte con dinero público español (caso de que tal cosa exista)
-- Todos esos puestos de trabajo que no sean para ningún foráneo, sino para españoles. Sus cotizaciones, rebajadas o no, en España.
-- ¿Quiénes van a acudir a ese «paraíso de placer»…? Pues los únicos que pueden acudir: los que manejan los billetes de colores. De ese modo, no sería necesario inventarse «impuestos para los ricos»; irían de buen grado a gastarse lo que por otro lado pudieran defraudar.
Pues, la verdad, tampoco me parece tan absurdo. Se matarían un montón de pájaros de un tiro. Pero, al final, pasará lo que siempre pasa. Un principio muy antiguo dice: «si funciona, no toques». Algo como Loterías y Apuestas del Estado, un invento de lo más rentable, con un mínimo de inversión y mantenimiento, como funciona, ¿qué se hace…? pues venderlo… No tenemos remedio… (muy distinto a «no tener más remedio») Así nos va.