El pasado mes de enero la presidenta de la República de Argentina Cristina Kirchner, realizó unas declaraciones entre otras de la misma naturaleza que venía realizando años atrás, reivindicando el derecho a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, actualmente bajo el control del Reino Unido. Las Islas Malvinas fueron tomadas por las tropas inglesas en 1833 y desde entonces han sido motivo de disputa.
Entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982 se produjo la denominada Guerra de las Malvinas o Guerra del Atlántico Sur (en inglés: Falklands War). En aquel entonces, el gobierno argentino estaba dirigido por una dictadura militar (1976-1983) de orientación fascista y anti-comunista. Todo esto en el contexto internacional de la Doctrina de Seguridad Nacional que los EEUU llevaban aplicando en Latinoamérica contra en Comunismo.
Fue una guerra desastrosa para Argentina. Apenas tenían posibilidades de doblegar al Ejército Británico. La Junta Militar que gobernaba Argentina encabezada por Leopoldo Fortunato Galtieri, en una especie de «huida hacia a delante» para mantener el régimen militar, llevó al Ejército Argentino a una derrota más que probable, como más tarde se confirmaría. Mal equipados, mal entrenados y maltratados por los mandos y oficiales, más de 600 soldados argentinos perecieron en el intento de tomar vía militar las Islas Malvinas. Además, se produjeron más de 1000 heridos.
Desde la perspectiva de la dialéctica de Estados, el reclamo de estos territorios por parte de Argentina y la negativa a abandonarlos por parte de los británicos no es para nada un capricho. Además del gran interés geoestratégico del archipiélago, existen intereses relacionados con la capa basal de ambas naciones. Los recursos pesqueros y petrolíferos son un motivo más que justificable por el que ambos Estados deseen el control de este archipiélago.
La presidenta argentina, pese a «maquillar» sus declaraciones con retórica democratista apelando al ambiguo «Derecho Internacional» de la ONU, e incluso alegando motivos de caracter medio-ambiental respecto a las plataformas petrolíferas, amenazó en septiembre de 2011 a Londres con suprimir la conexión aerea al archipiélago acordada por el presidente argentino Menem en 1999 con el primer ministro británico Antonio Blair. Cristina Kirchner sigue jugando esa baza de presión diplomática en recientes declaraciones.
El Gobierno Argentino actual a diferencia de la Junta Militar del año 1982, ha optado por otras vías de presión diplomática mucho más responsables desde el punto de vista político. La amenaza de la cancelación de vuelos a las Malvinas, al margen de los resultados, se podría considerar como una medida de presión diplomática prudente que no malgastaría vidas humanas inútilmente como se hizo en el año 82 en una guerra suicida.
Si bien la actuación del Gobierno Argentino presidido por Cristina Kirchner respecto a las Malvinas podría considerarse como patriótico, con todas las objeciones que se puedan hacer, la actuación respecto a la también colonia británica de Gibraltar por parte del anterior gobierno del PSOE en España puede tacharse de todo lo contrario.
Ante el litigio entre Reino Unido y España ya no sólo por la soberanía del Peñón de Gibraltar sino ante la expansión británica sobre las aguas que lo rodean: el jefe de la Diplomacia Española en 2009 Miguel Angel Moratinos, pasará a la Historia por ser el primer ministro español que pisa Gibraltar en trescientos años de ocupación británica. En julio de 2009 Moratinos se reune con el Ministro de Exteriores del Reino Unido, David Miliband, y con el máximo responsable del Peñón de Gibraltar, Peter Caruana. Un acto político inaceptable dándole caracter bilateral a la reunión (Gibraltar / España) y otorgándole al «llanito» (apelativo despectivo de los habitantes de Gibraltar) Caruana calidad de jefe de Estado.
Con esta medida el PSOE decía «haber avanzado mucho» (aunque todo sigue igual), y fue muy criticada por el principal partido en la oposición en aquel momento, el Partido Popular. Ahora con el PP en el poder, sería muy interesante que superasen su retórica voluntarista. ¡Gibraltar español¡, decía hace poco el nuevo ministro de exteriores del PP José Manuel García-Margallo en una reunión con su homólogo británico. Pero parece que el PP no pasará del simple voluntarismo. ¿Se atrevería el PP a tomar ejemplo de la presidenta argentina y amenazar al Reino Unido con cerrar la frontera con el Peñón? (la verja de Gibraltar) ¿Se atreverán a tomar el aeropuerto de Gibraltar?
En una España golpeada por la crisis económica y con sus oligarquías políticas cegadas por el europeísmo sublime, los españoles no podemos hacer otra cosa que mirar a la hermana República Argentina con «envidia sana» y reconocer de buen grado que la presidenta Cristina Kirchner con sus aciertos y sus errores ha demostrado ser mucho más patriota que los inútiles politicastros vendepatrias españoles.
Gracias por tu comentario Peliyot, como bien dices la «no-violencia»(que en realidad es violencia por otros medios que no sean la intervención militar),fuera de lo que sería un pacifismo panfilista ,puede ofrecer alternativas de presión diplomática.Es importante que Argentina cuente con apoyos fuera de sus fronteras,parece que ya hay alguien que está dispuesto a tenderle la mano:la Venezuela del presidente Hugo Chavez y los países que integran el ALBA.
saludos
Un buen artículo.
En todo caso, la envidia, nunca es sana y está íntimamente relacionada con el hígado.
En efecto, la Doctrina de Seguridad de EEUU es la gran promotora de muchas cosas. Y eso del «Derecho Internacional» -¿un «derecho» sin Estado…?-, sin duda, es una ficción más. Una ficción jurídica; tan metafísica como la propia ONU -lugar donde un voto de Luxemburgo tiene el mismo valor, sobre el papel, que un voto de China; pese a que ésta tenga luego su «derecho de veto» (eufemismo que significa: ¡tengo Bombas!)-. Franco ya cerró la verja de Gibraltar y seguimos como estamos.
La Presidente argentina tendrá más datos. Si su prudencia política le aconseja eso, ya se verá por dónde le sale el tiro. Sea o no patriótica, a los hombres británicos, a los british, seguramente se la traerá al pairo… literalmente; es decir, mantendrán las naves quietas con las velas tendidas… aguantarán la posición, estarán a la expectativa, tendrán paciencia hasta que las condiciones de navegación cambien a unas más favorables, esperarán sin hacer nada. Lo cual no significa que no les importe; les importa y mucho. Quienes tengan más capacidad para aguantar la situación, ganarán. Los afganos, por ejemplo, les han ganado a todos juntos y aliados; no todo se basa en las armas que se tienen.
Si no fuera porque igual me equivoco, se diría que la señora Kirchner quiere aplicar de alguna manera, en la dialéctica de Estados, las tesis de Gene Sharp; los métodos de la acción no-violenta, los métodos de protesta y persuasión no-violenta. Para ello es necesaria la persistencia, una estrategia bien definida y saber liderarla. No se trata de un pacifismo panfilista. A esa no-violencia se le puede llamar también violencia; es una no-violencia hostil. Así lo atestiguan muchas de las «revoluciones de colores» habidas: si no obedeces, el sistema se derrumba; entre otras. Argentina no puede ganar en el campo de batalla… pero podría hacerles pasar un mal rato a los british. Y quién sabe, igual colapsan. Todo dependerá de cómo tengan los pies; si son de barro podrían caerse. Claro que, luego, todo puede ser mucho peor… como algunas de esas «revoluciones de colores»… que de tanto absorverlos pueden convertirse en lo más negro que pueda mirarse.