En este comienzo de año queremos recomendar un libro de los canadienses Joseph Heath y Andrew Potter que apareció en español con el título de Rebelarse Vende. En su ensayo los autores realizan un ataque mordaz y contundente contra la llamada contracultura y las formas de consumo alternativo. A lo largo del libro Heath y Potter nos demuestran que todo aquello que pasa por crítico, vanguardista y avanzado no es más que otra pieza del mecanismo de consumo capitalista.
La sociedad de consumo de masas en Norteamérica (que dio comienzo en los años veinte del siglo pasado), supuso poner a disposición de amplias capas de la población una gran cantidad de nuevos productos. La estandarización en los procesos de fabricación, el crecimiento absoluto de las rentas, la invención del pago a plazos o el marketing sentaron las bases del mercado pletórico de bienes y servicios. Lo que prima en esta etapa es la afirmación ante los demás del estatus obtenido con la posesión de determinado objeto. Frente a esto se alza la crítica contracultural. A partir de una combinación de marxismo y psicoanálisis, se afirma la necesidad de la uniformidad en el consumo para el mantenimiento del sistema capitalista. El consumidor “conformista” sería junto con el trabajador dócil la mismísima representación de la represión burguesa. Por eso la liberación humana vendrá de la mano de un consumidor rebelde, insumiso ante los dictados de la estandarización moderna. Sin embargo, y he aquí la contribución de los autores, ¿supone de veras la crítica contracultural un ataque al sistema capitalista? Pues no, porque la contracultura simboliza otra fase del desarrollo de la sociedad moderna. La crítica a la masificación no hace más que introducir una nueva variable en la complicada ecuación del consumo: la de la “diferencia”. Una vez que el acceso a un bien se ha generalizado, hace falta diferenciar, aunque solo sea en la imagen, ese bien. Así el crítico antisistema podrá objetar: “yo no sigo los dictados de la masa”. En realidad ese menosprecio tiene un claro contenido pequeño-burgués, de “distinción” en terminología bourdieana. Sin embargo sus consecuencias afectan a todo la sociedad. El acto de diferenciación consumista dentro y entre los distintos grupos sociales se convierte en una lucha competitiva sin fin, a semejanza de la carrera armamentística entre las superpotencias de la Guerra Fría. Y la crítica contracultural el mejor aliciente para atizarla desde posiciones que se venden como anticonformistas.
Heath, J; Potter, A. (2005): Rebelarse vende. El negocio de la contracultura. Taurus. Madrid.
El «YouTuber» Anticristo, con su peculiar y exquisito lenguaje, también arremetió en este caso contra los literalmente «Rebeldes»; una serie que al parecer tuvo sus 10 minutos de gloria. Se podrá no estar de acuerdo con algunas cosas, pero no tiene desperdicio:
http://www.youtube.com/watch?v=lywfLrTeVGM
Como diría «El Tío de la Vara», filósofo donde los haya:
«No es bueno que en la vara se quede veneno».
Ya le hemos dado el tirón de orejas al compañero Valderovich por el error. Solucionado. Gracias por avisar del error.
¡Rebelarse!
La Revelación ya es harina de otro costal… celestial.
Las neuronas van a velocidad de la luz; los dedos no.
¿»Revelarse»?