La Unión Germano-europea como herencia de Prusia

«El poderío alemán reptará de vuelta al mundo conforme Berlín intenta transformar su dominación económica de Europa en una estructura política que durará décadas. La crisis de deuda europea es una catástrofe en todos los aspectos salvo uno: está permitiendo a los alemanes utilizar su posición financiera superior para forzar a las varias naciones del euro a rendir su soberanía a una autoridad centralizada que Alemania controla. A diferencia de la regeneración rusa, el retorno alemán no es tan poderoso, diverso ni claro. Sin embargo, los alemanes están manejando la crisis de deuda para lograr mediante la diplomacia y la contabilidad la hegemonía europa que no lograron afirmar durante tres siglos de competencia bélica».

Según la interpretación de nuestro compañero Héctor Ortega en el texto «Guerra, independencia e historia» puede verse a España (junto con las repúblicas hispanas hermanas) como el resultado de un imperio realizado pero caído, la Monarquía Católica, mientras que como Estado-nación se constata su fracaso relativo, en tanto que se observa lo contrario para Francia, que como imperio colonial decimonónico habría cosechado un fracaso también relativo mientras que ha llegado a ser canon de Nación política unitaria centralizada. A la Alemania postnapoleónica y prebismarckiana del siglo XIX podríamos concebirla como un fracaso tanto como Estado-nación, por su unificación tardía, como como imperio, ya sea de ámbito europeo, pues el Sacro Imperio Romano Germánico sólo había sido imperio nominalmente y tras las guerras napoleónicas desapareció; ya sea de ámbito mundial, pues Alemania no llegó a tener un imperio en otros continentes como otras naciones europeas y lo que se le asignó tras el reparto de África fue exiguo y efímero. Así pues si la pugna de la Francia nacional ha sido llegar a ser con plenitud lo que sólo logró ser con deficiencia: un imperio; podríamos adivinar en Alemania el ímpetu de convertirse a la vez en un Estado-nación fuerte, mediante su unificación y expansión territorial y económica, y un imperio de ámbito europeo, del que son intentos las llamadas guerras mundiales, en realidad, guerras de expansión alemana.

Nosotros sostenemos la tesis de que la misma Unión Europa, pese a los oropeles de democracia, armonía y paz contiental, no es sino otro intento mutado y más eficaz de dominio alemán sobre Europa, esta vez en una alianza, tal vez precaria, con Francia. A muchos les podrá extrañar la falta de simetría entre la supuesta actual dominación económica y política de Europa y los evidentísimos intentos del pasado, puesto que la actual ya no es militar. Pero hay dos realidades que disipan esa asimetría y las dudas: la expansión militar fue un fracaso destructivo para la misma Alemania, además de que tras la II Guerra Mundial existen restricciones militares y políticas impuestas por las potencias aliadas vencedoras (no posesión de armamento nuclear, la presencia de bases militares estadounidenses en territorio alemán aun hoy, la no tenencia de derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas); y, en segundo lugar, que los ímpetus expansionistas del pasado también tuvieron un cariz económico, pese a que lo más difundido, mediante películas, documentales y enciclopedias, sean los aspectos militares más vistosos. Y esa expansión a la vez militar y económica era la propia de los imperios depredadores de las naciones industrializadas: abrirse mercados cautivos, conseguir materias primas y mano de obra barata o esclava, acabar con competidores (con la estrategia agresiva del «dumping» de la industria alemana, por ejemplo) o conseguir seguridad para sus ciudadanos y sus inversiones.

Podría interpretarse además que esta expansión alemana en Europa es heredera de la de Prusia en el ámbito germánico. Pues también la unificación política alemana comenzó con una unión aduanera, la llamada «Zollverein», y una unión monetaria, en las que los pequeños Estados alemanes cedían su soberanía y Prusia era la potencia dominante.

Más tarde el ámbito de expansión alemán quedaba determinado por la configuración europea tras la industrialización: potencias industrializadas como Reino Unido y Francia, con imperios extraeuropeos, o Bélgica, más pequeña; Alemania y las naciones de su órbita cuya industrialización fue inducida en gran parte por el motor alemán; y dos ámbitos no industrializados, de economías atrasadas, de dominación potencial: la Europa mediterránea y la Europa oriental, adonde siempre se ha dirigido el mayor volumen de la inversión extranjera alemana y por supuesto lo que se consideró su «espacio vital» de expansión imperial.

Ponemos a continuación como corroboración de estas tesis un texto en inglés y su traducción al español, extraído de un informe de una agencia privada de goeopolítica, Stratfor, de los Estados Unidos de América:

«German power will creep back into the world as Berlin attempts to grow its economic domination of Europe into a political structure that will last for decades. The European debt crisis is a catastrophe by all definitions save one: It is enabling the Germans to use their superior financial position to force the various euro nations to surrender sovereignty to a centralized authority that Germany …controls. Unlike the Russian regeneration, the German return is not nearly as robust, multi-vectored or certain. Nonetheless, the Germans are manipulating the debt crisis to achieve the European supremacy by diplomacy and the checkbook that they failed to secure during three centuries of military competition»

«El poderío alemán reptará de vuelta al mundo conforme Berlín intenta transformar su dominación económica de Europa en una estructura política que durará décadas. La crisis de deuda europea es una catástrofe en todos los aspectos salvo uno: está permitiendo a los alemanes utilizar su posición financiera superior para forzar a las varias naciones del euro a rendir su soberanía a una autoridad centralizada que Alemania controla. A diferencia de la regeneración rusa, el retorno alemán no es tan poderoso, diverso ni claro. Sin embargo, los alemanes están manejando la crisis de deuda para lograr mediante la diplomacia y la chequera la hegemonía europa que no lograron afirmar durante tres siglos de competencia bélica».

Nótese que el texto no computa un siglo y medio de expansionismo alemán, desde la guerra franco-prusiana de 1871 a la actualidad, sino tres siglos. Esto es, concibe este expansionismo como continuidad de la expansión prusiana desde el siglo XVIII y el proceso decimonónico de unificación germánica acaudillado por la misma Prusia.

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7 Respuestas a “La Unión Germano-europea como herencia de Prusia”


  • Sí, Fdez,
    como a David Balaguer, también a mi me ha llamado la atención lo de Rusia. Con el gas, en efecto, ya se vió hace pocos años lo dependiente que era Alemania del grifo ruso; al margen de otros proyectos faraónicos de oleoductos y gaseoductos ya terminados, recién o por terminar (de ahí, entre otras razones, la presión de Turquía, siempre germanófila, por entrar en Europa). Pero hasta el punto de llamar rehén a Alemania… es interesante.

    Lo del IV Reich está ya muy repetido en muchísimos lugares; tengan el pelaje que tengan.

  • Si tiene que venir una agencia americana a decírnoslo……es que estamos muy al fondo de la caverna y vemos con escasa claridad.

  • David Balaguer

    Botija, aquí lo hemos llamado también IV Reich. Y no es tan descabellado. El III Reich fue el de Hitler, el II el del Kaiser y Bismarck, pero es que el I Reich es el Sacro Imperio Romano Germánico. Si se llama a esa cosa imperio o Reich creo que puede llamársele también a la Unión Europea sin forzar mucho más el concepto

  • No recuerdo en qué medio fue pero hace unos meses un estudiante ucraniano comentó respecto a la Unión Europea: «¿por qué no lo llaman ustedes el 4º Reich?».

  • David Balaguer

    Gracias, Juan. Fdez, ¿podrías desarrollar más esa afirmación?

  • Es igual, no son fuertes. Cada vez es más evidente que Alemania es rehén del Imperio Ruso.

  • Magnífico artículo

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