¿Reconversión para qué?

Izquierda Hispánica quiere mostrar su desacuerdo ante un manifiesto, promovido por el miembro del Partido Popular español, Alejo Vidal-Quadras, y seguido por el presidente de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), el también popular Santiago Abascal, entre otros firmantes, llamado «Reconversión». Nos oponemos porque Izquierda Hispánica es una asociación política cuyos pilares ideológicos son la unidad de la Hispanidad -el conjunto de sociedades políticas y ciudadanos que piensan, hablan y sienten en español y portugués-, el socialismo como modelo económico contrario al libre mercado liberal actual, y el materialismo filosófico de Gustavo Bueno, como herramienta tanto de análisis crítico del presente como de sólido punto de partida para proyectar planes y programas políticos y sociales universales.

El manifiesto por la «Reconversión» de España («Por un renovado pacto constitucional para la reconversión del Estado«), propone la recuperación del consenso constitucional de la década de 1970, ortograma ideológico de la Transición española que llevó a España, de la ley a la ley, de la dictadura militar franquista a la democracia monárquica de Juan Carlos de Borbón. Se trata de una carta abierta dirigida al actual presidente del Gobierno, el también popular Mariano Rajoy, pidiéndole que tome las medidas políticas y económicas oportunas para la «mejora» del régimen actual tras más de 30 años de andadura histórica, centrándose en un gran «acuerdo nacional» entre el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español para fortalecer las instituciones políticas que inciden en la unidad nacional frente a sus progresiva disgregación. Si no se consiguiese ese pacto, «Reconversión» apuesta por el referéndum popular a la nación para votar estas propuestas.

Consideramos que la parte clave del manifiesto de «Reconversión» es la siguiente:

[…] ese gran acuerdo ha de referirse a las reformas de la estructura económica de nuestro país y del sistema educativo en todos sus niveles para restablecer la competitividad de la sociedad española en el contexto global, al funcionamiento y composición de los órganos constitucionales (Senado, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional), a la organización, competencias y financiación de los poderes públicos en sus tres niveles territoriales (Estado, Comunidades Autónomas, Corporaciones Locales), a la extensión y financiación de los servicios públicos, a los instrumentos de participación y representación política de los ciudadanos (partidos políticos, sistema electoral y control parlamentario) y a la posición de España en las instituciones comunitarias en relación al debate sobre el futuro de la unión política, fiscal y financiera, superando así en definitiva lo que ya se reconoce por una amplia mayoría de ciudadanos como el agotamiento de nuestro modelo constitucional».

No dudamos de la buena fe de sus promotores y firmantes. Ahora bien, la «Reconversión» de España, ¿qué busca? A la vista de lo propuesto aquí, el fortalecimiento de España dentro de las instituciones internacionales y supraestatales en que está metida (Unión Europea, OTAN, G-20), así como «poner orden en casa» en las instituciones internas. Es decir: a nivel de dialéctica de Estados, que España fuese una potencia en la UE -siguiendo la senda aznarista que, sí, presionó al Eje Franco-Alemán durante la firma del Tratado de Niza junto a Polonia, pero que nos metió de cabeza en el euro, siendo ese un punto de inflexión que nos llevó a los problemas que actualmente tenemos, como la pérdida de soberanía nacional y la sumisión económica cada vez mayor al Cuarto Reich alemán-, quizás buscando alianzas frente a Alemania junto con Estados que también tienen problemas dentro de la UE, como puedan ser Grecia o Italia, o a un nivel más acorde con las pretensiones de «Reconversión», Reino Unido, Holanda o la actual Francia. Todo esto, mientras se desarrolla conjugada con la dialéctica de Estados referida, con una dialéctica de clases interna en la que la crisis económica que sufrimos -recordemos, más de 5 millones de parados, más de 1 millón de españoles bajo el umbral de la pobreza relativa, más de 2 millones de niños españoles también en ese umbral, más de 500.000 familias con todos sus miembros en paro, con recortes más que acuciantes en sectores productivos como el de la minería del norte de España en Asturias y León-, se ve agudizada por el aumento del neofeudalismo secesionista en País Vasco y Cataluña, cuya agudización, sin negar sus elementos autóctonos, está aupado tanto por el PP como por el PSOE, desde Madrid, y con las leyes, incluida la Constitución de 1978, en la mano.

Así pues, la pregunta es evidente, ¿»Reconversión» para qué? Para salvar el barco, un barco a la deriva en cuya cubierta, hoy día, según algunos, solo se puede gritar esperando que las generaciones futuras «escuchen nuestros gritos» y los analicen, pues les avisamos. Pues, al carecer de «capitanes -ejércitos- que tomen el mando de la nave como a nosotros nos gustaría», lo mejor es apostar, por lo que se ve, por el camino fácil, a saber: evitar el hundimiento de la nave tirando con los brazos hacia arriba de las cuerdas podridas, los mástiles carcomidos y las poleas oxidadas del material constitucional, y de la mano de los lunáticos tranquilos -prudentes se dirá- que todavía creen en esos materiales. Nadie de los partidarios de este camino, e independientemente de sus motivaciones ideológicas o personales, quieren apostar por un camino más difícil, más arduo, pero a la postre con frutos más fructíferos para la nación española: el cambio de materiales e, incluso, de tropa, incluída la tropa «reconversionista».

Estamos ante un escrito flojo, sin ninguna clase de propuesta política efectiva para España, más allá de «pedir al poder que sea bueno» o «apelar al referéndum». ¿Acaso no comete «Reconversión» los mismos errores democratistas que otras iniciativas políticas fracasadas recientes, que también apelaban a la buena conciencia de la clase política, y si esta no escuchaba, al «pueblo? Pensamos en el Movimiento 12M-15M o en DRY, por ejemplo. No erraremos mucho si decimos, aún a riesgo de recibir críticas al respecto, que «Reconversión» es una iniciativa que podría calificarse como la versión pepera y de cafe, copa y puro, de los Indignados. ¿Acaso parte de DENAES no fue a protestar frente a la embajada argentina con caretas de Cristina Fernández de Kirchner y bailes de tango, al más puro estilo performativo de los grupos izquierdistas universitarios españoles? ¿También la «Reconversión» apuesta por la filosofía de «mani-fiesta-acción», propia de grupos de izquierdas indefinidas que leen Diagonal o ven «La Tuerka» en youtube? ¿Cuándo protestará DENAES frente a la embajada alemana ante las afrentas a nuestro tejido productivo que, durante treinta años, y más con la actual crisis, están postrando a España en la situación económica de servidumbre y cesión de soberanía nacional que, además, muchos ideólogos liberales del think tank Libertad Digital apoyan? Nos tememos que gente que apuesta por seguir navegando en una nave entretejida con materiales fantásticos, sin duda, y otros de deshecho, muchos de origen «europeo-alemán», no puede más que «pedir al poder que sea bueno» o «apelar al pueblo» para que sigamos como estamos. O mejor dicho, como estábamos. O peor dicho, para que sigamos con la idea de estabilidad no conseguida del todo que Alejo Vidal Quadras tenía en mente cuando, en la candidez de su hogar, reflexionaba en soledad sobre las bondades de la Transición española. Transición, recordemos, promovida desde Estados Unidos, desde Alemania y, sí, por Franco y buena parte de sus procuradores en cortes.

¿Se trata de un texto prudente? ¿Acaso la prudencia se mide por las apelaciones al poder tratando de conservar la unidad de la nación? Esto es tan prudente, y tan imprudente, como los últimos discursos de Felipe González apelando también al consenso y al apoyo al Gobierno en tiempos de crisis. Stalin decía que el consenso solo era posible en los cementerios. Y «Reconversión», o Felipe González, parece que únicamente puede conseguir sus objetivos si la sociedad política española está «muerta en vida», si no rompe totalmente con la situación constitucional europeísta del presente, y dirige su futuro hacia territorios políticos o económicos más acordes con su historia y su pueblo: América. No es prudente en absoluto una iniciativa que, aún tratando de preservar la unidad de España, pretende dejarnos establecidos en las estructuras político-económicas internacionales que permitieron una cierta prosperidad cuya letra pequeña nos aguardaba a vivir las carestías, miserias y servidumbres que actualmente padecemos.

Pues además, solo una recuperación económica real, efectiva, podría permitir alguna posibilidad a «Reconversión» para su cumplimiento. Una recuperación económica, un proceso de acumulación de capital (vía producción -poca-, o vía importación tanto de bienes como de dinero -vía compra-venta de rentas e intereses-), que, sin embargo, si no viniese acompañada de cambios que vayan más allá del campo económico, es decir, si no hay, insistimos, ruptura con la Unión Europea, con el euro en que nos metieron tanto PSOE como PP, e incluso un cierto tirón de orejas al FMI, España volvería en el futuro a situaciones iguales o peores a la actual en nuevas crisis económicas futuras. Y si no hay ruptura con ese consenso constitucional con dos partidos políticos podridos tanto técnica como ideológicamente como PP y PSOE, los mejores amigos del secesionismo siempre que haya que conservar el gobierno autonómico de turno, España no será soberana, y la nave seguirá yendo a la deriva internacional, chocando por doquier con icebergs que se dirigen directamente contra nosotros.

No queremos finalizar nuestra revisión de «Reconversión» sin mostrar nuestra perplejidad porque Gustavo Bueno, el filósofo más importante del presente, el gran referente, a nuestro juicio, que debe seguir cualquier iniciativa política que apueste por la Hispanidad y el socialismo, haya puesto su firma en este manifiesto, no sin dudar, desde luego, que la aparición de su nombre no se deba a una confusión de nombres, pues «Reconversión» podría haber sido firmado por miembros de la familia Bueno con el mismo nombre de nuestro maestro del materialismo filosófico. Pero solo hacemos suposiciones con ello. El caso es que, por mucho que Gustavo Bueno apoye la «Reconversión» no significa ni que «Reconversión» sea ‘materialista’, ni que todos los materialistas filosóficos tengan también que hacerlo. No es prudente tirarse por una ventana si tu maestro también se tira, y más si al caer no hay colchoneta que nos salve la vida.

También Gustavo Bueno firmó, junto a Fernando Savater, la carta de apoyó a Fernando Sánchez Dragó cuando ocurrió lo de su enésima provocación en su libro con Boadella por lo de «trajinarse» a unas supuestas quinceañeras japonesas. Aquello le pasó factura a Dragó, y bien merecido se lo tenía por creerse por encima del bien y del mal, por su individualismo esnob y sus ganas de «provocar desde la atalaya de la cultura». La firma de esa carta de apoyo a Dragó fue un error, y a mi juicio también es un error firmar esta declaración llamada «Reconversión». ¿Es más prudente políticamente hablando reconvertir una casa cuyos pilares están ya construidos con materiales defectuosos? ¿Y cuánto podría aguantar esa casa? Un pacto PP-PSOE recuperando el «consenso constitucional» (ese que nos trajo a la situación actual), es como tratar de poner pladur en unas paredes agrietadas, completamente desechas. El hedor democrático de la España constitucional del 78 es tal que, aún dando cierto márgen a la iniciativa -por eso del beneficio de la duda y el esperar a ver qué pasa-, en Izquierda Hispánica consideramos que todo lo que no sea la ruptura con el régimen del 78 -monarquía, constitución y Estado de las Autonomías inclusive-, no es más que paja. Polvo, cenizas, nada.

En conclusión, no podemos apoyar, por incomprensible, una iniciativa como la de «Reconversión», por muy nerviosa que tal iniciativa pueda poner a los secesionistas catalanes y vascos. Pues a estos, cualquier iniciativa, correcta o errada, que defienda la unidad de España, sea «Reconversión», sea Izquierda Hispánica, sea el Partido Socialista Monárquico Obrero Alfonso XIII, siempre será abominable para ellos. Lamentablemente, más aprovechable será para ellos toda iniciativa españolista que conserve los materiales que al neofeudalismo ha permitido conseguir ser casi hegemónicos en Cataluña y País Vasco: la Transición, el Consenso Constitucional, la Monarquía Coronada, la Unión Europea y el euro.

O «Reconversión» o «Revolución». O el camino corto de la mano de un poder podrido, que hiede, pero problemático para España, o el camino largo, difícil, duro pero a la larga verdaderamente patriota, frente a esos poderosos y su apestoso hedor. O con el poder, o la toma del poder. Entre estas dos alternativas, en el presente, y en el futuro, se debatirá el futuro del patriotismo español.

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8 Respuestas a “¿Reconversión para qué?”


  • A las tres cuestiones que planteas respondo diciendo que la vía que yo planteo (y que plantea IH) no es una vía para el ahora inmediato, nunca lo ha sido. Ninguna vía política revolucionaria (o no revolucionaria) lo es para el ahora inmediato, salvo que parta desde el poder para implantarla e implementarla.

    Tú y muchos me dirán que «¿y entonces tanto rollo para esto, cuando las cosas están tan mal?». Y yo respondo que los males de España son estructurales, y que por mucho que se mejore hoy día, por mucha recuperación económica y recuperación de competencias administrativas que tengamos, si se mantienen determinadas configuraciones institucionales actuales (Constitución y Autonomías, principal pero no únicamente), la situación podría reproducirse e incluso ser peor que ahora.

    Es necesario denunciar la inmediatez, pero proponiendo algo. La crítica a las autonomías empezó siendo minoritaria, y yo hoy día, tras años de «predicar en el desierto» es moneda común. Lo mismo vale para replantear la situación geoestratégica de España. A día de hoy, y con partidos que en su mayoría en España son vendepatrias o rompepatrias, es necesidad articular un discurso no ya solo patriota (hay muchos tipos de patriotismos específicos españolistas), sino yo diría que de Liberación Nacional en el sentido estricto de la palabra. Y esa liberación, a juicio de IH, debe ser proamericana, tanto del norte como del sur (por los hispanos), y debe ser socialista. Nuestro socialismo específico, al menos un apunte acerca del mismo, no puede ser igual a otros socialismos fracasados, aunque pueda recoger algún tipo de herencia de los mismos.

    Ahora la cosa se está poniendo más seria que en otras ocasiones en las calles, sobre todo en Madrid (la madre del cordero, y donde el materialismo filosófico debería tener al grupo más fuerte). La gente pide cambios, e incluso que rueden cabezas. Sin negar lo momentáneo y presente de las reivindiaciones, ¿acaso los patriotas revolucionarios mexicanos que en 1968 empezaron a plantear cambios en su país se detuvieron en pensar lo que la gente demandaba en 1968, o se pusieron a caminar hasta tener una figura como Lopez Obrador, capaz de aglutinar luchas de décadas en la nación hermana mexicana? ¿Tenían que haberse parado los bolivarianos cuando ocurrió el caracazo en 1989?

    Si toda acción filosófica ya es política, y en el marxismo la acción teórica y filosófica llevó a Lenin (el gran filósofo rey del siglo XX), el materialismo filosófico, si es el sistema filosófico tan grande y potente como presume de serlo (y lo es, sin duda), debe llevarnos a puntos que vayan más allá de reconversiones, que no son otra cosa que ideales retornos a pasados que nunca existieron.

    Salud, y gracias por comentar.

    Santiago.

  • Santiago estoy de acuerdo con tu diagnóstico, pero a mí se me plantean algunas cuestiones:

    1.- ¿Cómo puede sacarle pecho España a Europa en sus horas más bajas, es decir cuando estamos bajo la bota Alemana?

    2.- ¿Dónde está esa fuerza revolucionaria que levante a España de su carcoma a tiempo?

    3.- A la gente «de la calle» tu le hablas de revolución (de que existe IH, el materialismo filosófico,…) y te contesta: Revolución ¿para qué?

    No lo planteo como crítica sino como dificultad que encuentro.

    Saludos de un revolucionario.

  • Estimado Molécula, gracias a tí también por tu palabras.

    En cuanto al Frente Cívico (FC) promovido por Julio Anguita, comparto tu visión, si bien una «escuela de marxismo» en los tiempos que corren es mejor que una «escuela de fundamentalismo democrático» como el 12M-15M o Reconversión, cada una a su manera. Aunque habría que ver de qué marxismo quiere ser escuela FC, pues Marx solo hubo uno, pero marxismos muchísimos.

    Salud.

  • Comparto igualmente la crítica. Cuando lei la carta de reconversión me pareció vacía de ideas y sin mayor interés que el de ver los nombres que la apoyaban. Ningún cambio para bien puede salir de filas del PSOE, PP e IU, y menos apelando a que escuchen nuestras críticas y consejos desde una supuesta neutralidad, para eso, primero habría que dar brillo a sus zapatos y después alabar su exquisito gusto.
    Me pareció más cuerda y realista la propuesta de Julio Anguita, a pesar de dar la impresión de ser una «escuela de marxismo» que en nuestros días quedará en papel mojado, pero al menos se intenta movilizar cabezas (aunque sea teniendo como referente un defensor de los nacionalismos secesionistas y de IU), que ésta de reconversión, que da la impresión de un llamamiento para acaparar algún cargo o representación más visible en el mundo mediático.

    Se echan en falta propuestas desde otros países hispanos a los problemas de España.
    Saludos.

  • No creo que en «Reconversión» quieran volver al régimen anterior a 1978. En todo caso quieren volver a los comienzos del régimen actual.

  • Uno de los problemas más grandes que tiene este asunto de «Reconversión» es que invita a ella, pero sin definir un «para qué» o un «cómo». Sólo se indican los por qués, la necesidad de un cambio, pero nada más. Seguimos envueltos en un nuevo «-ismo», en este caso el «idefinismo». En estos últimos tiempos lo único que hemos visto son proyectos indefinidos, llenos de voluntarismo bienintencionado, pero con una carencia total de base. Ahora «Reconversión» puede convertirse en un término indefinido, como en su día lo fue Regeneración (aunque ojo con los regeneracionistas, que tenían bastante nivel). Veo que hay una tendencia al uso de ideas fuerzas no adjetivadas y sin ningún complemento detrás, no hay complemento directo, ni indirecto, ni circunstancial…

    El peligro de que este proyecto acabe siento un 15M-DRY sin rastas es evidente, y quizás sea mucho menos mediático, pero no sé cómo personas como las citadas van a poder evitarlo. ¿Será Reconversión un movimiento flotante más? Es una lástima que, con la excusa de simplificar y mundanizar los movimientos, éstos acaben disueltos como el azúcar en un vaso de agua. Sin un proyecto DEFINIDO no hay nada.
    Y Reconversión corre el mismo riesgo que tantos otros proyectos que han acabado en la cuneta política.

    Yo también me he quedado muy perpleja de la adhesión de Gustavo Bueno a este proyecto (y de gente afín al sistema), eso demuestra dos cosas:
    -- No hay alternativas potentes y uno se agarra a un clavo ardiente. Error.
    -- La propia crítica filosófica del presente, sin compañía de «para qués» acaba divagando tanto como las prácticas rastafaris. Error.

    Si España está completamente abismada… ya hemos visto que no se la desabisma con intenciónes. Como dice la tradición española, «hechos son amores».
    Ahora bien, lanzo mi pregunta, la misma que lanza mi camarada Santiago Armesilla: RECONVERSIÓN PARA QUÉ?

    Y ya para terminar, me gustaría hacer una apreciación. Todos hemos criticado el «régimen del 78», ¿acaso volver a lo anterior es acertado? ¿estratégicamente acertado?.

  • Gracias granados por tus palabras. Habrá que ver a dónde llega la «Reconversión» de todos modos. Aunque yo no abrigo muchas espectativas a la misma.

  • ¡Enhorabuena Santiago!, suscribo integramente tu crítica.

    El problema es que la dirigencia actual-tanto la élite política como la bancocracia- no van a cejar en su empeño que España siga adscrita al club de tiburones llamado Unión europea y eso cueste lo que cueste.
    El PP,el Psoe y las partidos secesionistas antes se abrirían las venas que renunciar a sus «señas» europeístas.

    Y la población entontecida por esa misma dirigencia, quizá no es consciente de la «boca del lobo» en la que nos hemos metido con nuestra incorporación al «area euro».

    Ni en el siglo XIX ni en ninguna otra época, hemos tenido un dogal tan asfixiante como este «patrón oro-euro».

    Algunos dicen que España ya fue a la bancarrota 7 veces
    en los siglos XVI-XVII, pero entonces España era un imperio y podia abolir ó renegociar unilateral y soberanamente sus transacciones financieras con Europa.
    Nuestra posición actual es más bien de «coloniaje» como el Egipto de 1882 ó la Venezuela de 1902, respecto a GB y EEUU.
    Tan sólo unas pocas voces en la intelectualidad han denunciado la situación como el propio Gustavo bueno en su tiempo que no ahora, algún economista como Rodríguez Calaza ó Pedro montes y poco mas.Toda nuestra «intelectualidad» es europeista ó bufonescamente cosmopolita, lo esperable por otra parte de gente que vive » a lo grande» de la mamandurria y de los enchufes con el poder mediático ó institucional.

    La economía se recuperara ,aunque seguiremos sometidos al mismo dogal del area euro y endeudados hasta las cejas, y nuestra clase gobernante y económica se sacudirá las manos cómo si todo hubiera pasado y dejando el edificio cómo está.

    salud.

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