Tres grandes mentiras de la Educación en España

Al hilo del artículo publicado sobre la LOMCE y con el fin de esclarecer algunas líneas trazadas al público más profano y ajeno al ámbito y a la función docente, así como sus agentes relacionados (Facultades de Pedagogía, principalmente), recupero la temática del sistema educativo en España para tratar desde un enfoque divulgativo tres grandilocuentes adjetivos con los que normalmente se apellida a la Educación (sea lo que sea eso, y dejándolo, nuevamente, para otra ocasión) cuando se trata de justificar nuevas legislaciones educativas ante el grueso de la población y cuya aplicación no solo es manifiestamente falsa sino, en cierta medida, indeseable.

  • COMPREHENSIVA

En las aulas se reproducen desigualdades en la división social del trabajo; es uno de los motivos principales por los cuales las legislaciones educativas, por más que quieran autorrepresentarse como tal pero profundamente enraizadas en un sistema productivo, nunca suponen una gran novedad. Nada de la LOMCE ha de extrañarnos: como decíamos, sigue el camino marcado y es un eslabón más en la dinámica introducida por la LOGSE en 1991 y, aun más, por la LGE de 1970.

Bien, a pesar de la apariencia “progresista” y acorde al sentido común que tiene el reclamar la igualdad de oportunidades podemos percatarnos de que no se trata de algo más que de un artificio completamente acorde con las ideologías propias de la plétora mercantil y las representaciones nematológicas  del profesorado y, a menudo, de aquellos que se hacen llamar expertos: si suponemos una igualdad de oportunidades, ignoramos y ocultamos las condiciones iniciales del alumno y, por ello, el resultado final (la credencial, el título, que yo obtenga y el punto hasta el que llegue, es consecuencia de mis talentos innatos, es responsabilidad y mérito/demérito mío y solo mío)

La intención de comprehensividad, reiterando nuevamente lo dicho, forma a la futura mano de obra en funciones productivas subordinadas, desde un punto de vista técnico (en cuanto a los conocimientos y habilidades adquiridos al finalizar la etapa obligatoria) como psicológico (en cuanto a aptitudes o valores inculcados en las aulas desde la Administración educativa, en el que destaca la sumisa docilidad, la alternativa fácil a la auto-disciplina propia de la enseñanza superior, cuya realidad pasa desapercibida ante nosotros). Lejos de suponer la convivencia de alumnado con diferentes intereses, expectativas y capacidades (no innatas), y distinto origen socioeconómico, favoreció el auge de los centros educativos privados no-concertados con un currículo propio, que ofrecen y venden a las familias burguesas y acomodadas una imagen de su práctica educativa como no-deficitaria, exigente en los contenidos, las habilidades y las aptitudes que la presunta élite ha de adquirir. Ya en 2013, pudiendo mirar con cierta distancia la LOGSE y su escasa proporción de titulados universitarios que hemos sido formados bajo su comprehensivo manto – eso sí, con una alta proporción de desempleados con titulaciones de variado pelaje – no hace mucha falta explicar que, como es patente y visible, la igualdad de oportunidades no trajo, como consecuencia, una igualdad de resultados y que, además, no fue capaz de mejorar, con respecto a las anteriores reformas, las condiciones socioeconómicas de aquellos estudiantes que, entonces, partían de los estratos más bajos .

 

  • INDIVIDUALIZADA

Lejos de las buenas intenciones que aparentan (con rotundo éxito) impregnar estos planes — y que, sin duda, sí parecen ser tales desde si tomamos al profesorado emic – la individualización de la enseñanza llevaría a una especialización extrema de cada futuro trabajador (o sea, de cada estudiante) en un campo muy determinado, quedando aislado, como “con orejeras”, del resto de las disciplinas y saberes. La cita que aparecía en el análisis de la LOMCE sobre el desarrollo del talento viene a confirmar lo dicho en el punto anterior: justificamos las diferentes posiciones que nuestro alumnado ocupará en el sistema ocupacional aludiendo a talentos, fortalezas o debilidades — esto es, a capacidades innatas de individuos puros fuera del mundo —  sin tener en cuenta las condiciones históricas de éste, ni, por supuesto, la coyuntura personal, económica y social de cada uno de ellos (no debemos olvidar que las credenciales educativas son, en gran medida, hereditarias)

Al respecto de las Programaciones Didácticas compatibles, flexibles, con la individualización y personalización, y situándonos en el extremo de la obviedad más absoluta, cualquier persona que alguna vez se hubiese aventurado a impartir clase en un colegio o instituto público, con más de 20 alumnos – y de esta perogrullada mía podrá dar cuenta cualquier profesor -, vería que tal individualización es imposible. Nuevamente, hay un sitio donde sí sería posible, con  grupos reducidos, y donde, además, quizás no tuviese como consecuencia la descualificación del alumno en cuanto futuro trabajador: los colegios elististas, que, más que fuera de la ciudad, pretenden, directamente, estar fuera del mundo, como Montessori manda.

  • DEMOCRÁTICA

Desde luego, no seré yo quien diga que los legisladores – tan solo “expertos” en hacer reformas una y otra vez que, cuando producen algún efecto real es, generalmente, un cambio a peor – no deberían consultar a la comunidad docente. Por supuesto que antes de haber sacado el anteproyecto de ley y el borrador de la LOMCE se debería haber consultado al profesorado: dado que los “expertos” y legisladores no han pisado, ni pisarán, un aula en su vida y que, pese a quien pese, la docencia no es algo científico, sino que se aproxima más bien a un oficio, deberían haber consultado “a los que saben” (parece muy simple). Pero no nos confundamos: esto no es lo que se entiende por democratización, y ahí veo el error más serio, teóricamente, en los críticos a la LOMCE.

No debemos confundir la necesaria consulta a los profesores  con esas oscuras tendencias de democratización del sistema educativo. Dichas tendencias no son neutras, no son ingenuas y, además, me atrevo a afirmar. tienen muy poco de bienintencionadas. Lo que subyace, nuevamente, es una visión de la Educación como una institución (?) transhistórica, buena en sí misma, alejada del mundo, fuera de las condiciones materiales de existencia y, por supuesto, armónica. La democratización necesita presuponer un sistema educativo armónico, eterno, sin conflicto: como esto no puede ser así por la misma naturaleza de dicho sistema y del sistema productivo que lo recubre, hace falta maniobrar: hace falta obviar lo conflictivo, la dialéctica interna del sistema, sus problemas (que no son pocos) y reflejar ante el conjunto de la sociedad una imagen idílica, limpia, falsa. Tan falsa como esa democratización que predican desde las Facultades y ni ellos mismos osan a delimitar, definir y enfrentar.

Artículos relacionados:

1 Respuesta a “Tres grandes mentiras de la Educación en España”


  • La educación en España es un desastre…el caldo de cultivo perfecto para trabajadores no cualificados mileuristas que soporten el aparato político-económico nacional al servicio de la oligarquía

Actualmente los comentarios están cerrados.