«Alemania y Hélada: lo que han sido y serán», artículo de la revista nazi Signal

Hoy Merkel y Sarkozy se han reunido para regir los destinos de Europa, es un buen día para recordar. El régimen nazi-fascista germano francés también era asiduo a representar fenómenos culturales que justificaran, e hicieran de paso más llevadera, la esencia rapaz y depredadora de la Europa Sublime ¡Sieg Heil!

Reproducimos un artículo de la revista nazi Signal, de actualidad en estos tiempos en que se reproducen comportamientos imperialistas depredadores en el nuevo IV Reich.

«Que cada uno sea a su manera un griego, pero que lo sea» (Goethe)

«La lucha desencadenada hoy se ha entablado por grandiosos objetivos: lucha por su existencia una cultura que vincula en sí milenios y abarca conjuntamente el helenismo y la germanidad» (Adolf Hitler)

En la campaña germano-griega se ha producido un acontecimiento único en la serie de batallas que el Reich ha librado desde 1939. Alemania se ha limitado a desarmar a los soldados griegos y a enviarlos inmediatamente a sus hogares. No sólo han escapado a los padecimientos del cautiverio porque habían luchado heroicamente; el hecho de que no hayamos querido tenerlos prisioneros es la expresión más patente de la simpatía que nos une a ellos.

El mito de Pérgamo

El nombre de Hélada tiene para todos los alemanes una resonancia especial. En la capital del Reich se conserva en un museo construido ad hoc en uno de los lugares más bellos, el altar de Pérgamo que los arqueólogos alemanes extrajeron de la entonces tierra turca. Constituye en Alemania un verdadero centro de peregrinaciones. Los pedagogos llevan a sus alumnos ante este altar y les explican la significación del friso, excelso obsequio hecho al mundo por el espíritu helénico.

Los gigantes del abismo libran en este friso un terrible combate por el poder con los hijos de la luz, dioses del Olimpo. Es la lucha que la tosca masa de las tinieblas libra con los portadores de la luz, con la fuerza del espíritu. La fuerza bruta y primitiva contiende con la civilización. Los hijos de las tinieblas no pueden extinguir el fuego sagrado y, derrotados, se sumergen de nuevo en la noche, de la que habían surgido; el espíritu triunfa perennemente sobre la materia. En esta forma explican sus maestros a la juventud alemana el antiquísimo mito eternizado en el friso de Pérgamo. Por tanto, ¡qué difícil debe haber sido para el pueblo alemán levantar las armas contra el griego! La lucha se llevó con energía duplicada para ahorrarle en lo posible los sufrimientos de la guerra o abreviarlos, cuando menos. Durante esta campaña no se ha molestado en el Reich a un solo griego y Alemania declaró inmediatamente que estaba dispuesta a separar a Grecia de
la exigua camarilla que la había lanzado a esta guerra antinatural. Sí, la guerra entre Alemania y Grecia fue considerada monstruosa por los alemanes. En la historia de los últimos 200 años, el pueblo germano ha probado constantemente con palabras y hechos cuán allegado se sentía al griego y cuánto le importaba vivir en amistad con él.

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Alemania no tiene el propósito de regatear la participación de otras naciones, durante aquellos años, en la reconquista de la libertad griega ni pretende afirmar que su nostalgia de Grecia se inspire sólo en los sentimientos de un misericordioso samaritano. Alemania quería algo de Grecia, quería llegar a las fuentes de aquel espíritu al cual se sentía tan profundamente vinculada.

Un cautivo de Homero

Entonces vivía en una pequeña ciudad mecklemburguesa de Alemania un aprendiz comerciante llamado Schliemann que servía embelesado, con frecuencia, a un estudiante. Este bohemio hijo de las musas le recitaba muchas veces versos griegos, cuyo enigmático sonido encantaba al muchacho. Decidió aprender griego y llegar a ser rico para ir a Grecia y visitar a los héroes de Homero.

El muchacho permaneció fiel a sus propósitos. Logró en América una fortuna de millones, abandonó los negocios y llegó, en la mano el admirado Homero, al histórico suelo de Grecia. Con visión profética y guiado por su nostalgia, señaló un lugar del estéril suelo, junto al mar, y dijo: «Aquí fue donde combatieron los héroes troyanos». Sin tener idea de la arqueología, comenzó su obra con trabajadores carentes también de
preparación y descubrió no sólo Troya, sino más tarde también las áureas joyas de Elena. Entonces se trasladó a Micenas y arrancó a la tierra las tumbas reales con sus máscaras de oro, sus piedras preciosas y sus tesoros de inconcebible riqueza. Con sus propios recursos, construyó en Atenas una sala para estos tesoros y los regaló a los griegos. En su centro, siempre excavando y descubriendo siempre nuevas maravillas, vivió hasta el fin de sus días.

¿Por qué navegan los griegos?

Grecia tuvo que marchar durante mucho tiempo por distintos derroteros. Cuando los griegos se sacudieron el yugo de la dominación extranjera encontraron a su país ante problemas idénticos a los de la antigüedad. Grecia es un territorio montañoso, pobre y con pocos bosques. Lo más necesario, los cereales, se producen en él muy poco. Tesalia era el granero de la antigüedad, y bajo la dominación turca, cuando el país pudo abastecerse de cereales panificables procedentes de otras partes, se dedicó al cultivo del tabaco. La Grecia libre, por tanto, era un país sin la suficiente producción de cereales. En los tiempos antiguos, el cultivo de los campos era muy difícil en Grecia porque disponía de demasiado poco hierro para rejas de arado; cuando Alejandro hizo su marcha hacia la India, era el único hombre de su ejército que llevaba casco de acero. El acero era mas costoso que el oro.

Esta dificultad obligó a los antiguos griegos a proporcionarse cereales de otras regiones fértiles. Este es el verdadero motivo de que visitasen países extranjeros y practicaran el comercio. Les auxiliaron su gusto por la navegación y su instinto matemático.

Después de la liberación griega en el siglo XIX se hubiera tenido que proceder a un intensivo cultivo del suelo. En esta centuria había profusión de hierro y se estuvo a punto de convertir a Grecia en el país agrícola más moderno del mundo. Hubiera sido natural porque –del mismo modo que hoy– era campesina más del 60% de la población y porque el pueblo vive la vida de los campesinos y pastores.

En la era del gran florecimiento industrial y capitalista no se llegó a esta idea. Inglaterra y Francia, patrocinadores de Grecia, no podían infundir al país este pensamiento y se limitaron a darle dinero; naturalmente, con crecidos intereses, y así ocurrió lo que tenía que ocurrir: el pobre país se derrumbó a fines del pasado siglo bajo el peso de sus deudas y tuvo que declararse en quiebra. Constituye un indicio de la tenacidad y energía del pueblo griego que intentara constantemente librarse de sus deudas. Como su
economía agraria no era suficiente, la moderna Grecia tuvo que acogerse al mismo recurso que los antiguos: la navegación. Los navegantes griegos son conocidos hoy en todos los mares. Tienen la misma aptitud que sus antepasados, pero por ser los más pobres de todos los marinos, tienen también los peores barcos del mundo.

¿Qué ocurrirá?

Así, Grecia vive también hoy en precaria situación y es un pueblo pobre, excitado por constantes preocupaciones. El milagro nacional de este país es que la necesidad no le haya impulsado nunca a apartarse de sus virtudes. Hoy es tan hospitalario, hidalgo y valeroso como en la antigüedad. Estas virtudes indican ciertamente que la conciencia nacional adquirirá forma cada vez más intensa. Grecia puede contar sólo consigo misma. ¿De qué han servido a los griegos las carreteras construidas por capitalistas extranjeros? Tenían al principio un aspecto magnífico, pero ya han desaparecido; esto constituye un símbolo de muchas otras cosas.

Para los alemanes constituye un título de honor la buena fama que el trabajo alemán tiene en Grecia. El ferrocarril subterráneo de Atenas y la moderna instalación telefónica son algunos de nuestros trabajos. Grecia realiza grandes transacciones comerciales con Alemania. Somos los principales compradores del tabaco griego y de nosotros reciben los griegos medicamentos y maquinaria. Nos envían tabaco, vino, pasas de Corinto y aceite de oliva y podrían darnos más si se intensificase su agricultura. El requisito previo para esto es la organización de las comunicaciones por carretera, la repoblación forestal y la intensificación de la economía hidráulica. El Reich puede ayudar a Grecia en estas tareas proporcionándole máquinas e ingenieros, pero la obra debe ser creada por los griegos con sus propias fuerzas.

http://www.filosofia.org/hem/194/sig/1941g15a.htm

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