Hacia la séptima generación de izquierda

Deudas y burros

La crisis económica continúa, aunque parece andar buscando una salida, la de siempre. Los mercados, a coro con los organismos financieros internacionales ya tienen su veredicto: trabajadores, funcionarios y pensionistas tienen la culpa. -¡Qué paguen! ¡Recórtese el gasto público! ¡Congélense las pensiones! ¡Flexibilícense las condiciones laborales!- Estas son los exigencias que dicta el Sr. Mercado. Y  los partidos políticos mayoritarios… a obedecer.
 
Para recordar que los curritos del montón no son los responsables de la crisis, reproduzco un texto que me ha llegado a través de una lista de correo. En pocas palabras describe la lógica destructiva del capital. La compra-venta de burros representa lo ocurrido en el mercado inmobiliario y en el de los llamados activos financieros tóxicos.  He aquí la historia de la crisis.
 
Se solicitó a un prestigioso asesor financiero que explicara esta crisis de una forma sencilla, para que la gente de a píe entienda sus causas. Este fue su relato:
 
Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran. Buena parte de la población le vendió sus animales. Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos. Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros. Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente y se marchó. Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno. Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca. Como era de esperar,  este ayudante desapareció al igual que el señor y nunca más volvieron.
 
Resultado: La aldea quedó llena de burros y de aldeanos endeudados.
 
Hasta aquí lo que contó el asesor. Veamos lo que pasó después:
 
Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo. Quienes habían prestado dinero se quejaron al Ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo. Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, sin embargo,  no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado. El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado. Entonces pide dinero a otros  ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.
 
El resultado: Los listos del principio, forrados. Los prestamistas, con sus ganancias  resueltas  y un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda. Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida. El Ayuntamiento igualmente arruinado.
 
Resultado final: para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento bajó el sueldo a sus funcionarios.
 
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.