Hacia la séptima generación de izquierda

Liberados y liberalismo

 

Al calor de la crisis económica y la bancarrota del socialfascismo de ZP los medios de comunicación liberales están repitiendo la misma cantinela: hay que acabar con tanto liberado sindical que sólo hace entorpecer la libertad de mercado. La astucia liberal consiste en partir de una premisa correcta, que es la connivencia de la jerarquía sindical con el gobierno, para aprovechar y recortar derechos laborales.

Hasta ahora, la ideología del Régimen del 78, ha expandido la falsa idea de que los derechos adquiridos por la lucha poco menos que brotan de la esencia de la humanidad o brotan del «progreso» como por ensalmo. Pero no es así. La Revolución rusa de 1905 produjo el despido masivo de cuadros sindicales –fueron despedidos alrededor del 32 al 37% de obreros industriales, la gran mayoría líderes y obreros señalados en le movimiento sindical—, el Partido bolchevique organizó entonces un sistema de desempleo entre los círculos obreros por el cual cada trabajador daba un 1% para pagar un subsidio de desempleo a sus compañeros parados.  El zarismo no otorgaba desempleo alguno al igual que no lo otorgaba el «zar» alemán hasta que la potente socialdemocracia alemana obligó a Bismack a introducir el «Estado del Bienestar» con el fin de controlar la escalada socialdemócrata. Y es que los derechos de los que gozan buena parte de los trabajadores no han brotado de los «derechos humanos», la «tolerancia» o el progreso hacia la luz de la Razón, sino de la complicada dialéctica de clases conjugada con la dialéctica de Estados.

Pues bien, igual ocurre con los liberados sindicales y los derechos adquiridos por los representantes en los comités de empresa. Los liberados sindicales no tienen más poder efecitvo que aquel que le otorgue la base de trabajadores en la que se sustenta. Si no tiene tal soporte, se verá obligado a pactar. Por eso, cuando un trabajador se queja de la mala negociación de su representante sindical debiera preguntarse además, ¿con qué crees que puede un representante sindical «dialogar» con la patronal»? Pues con muy poco, porque si los obreros no están dispuestos a combatir y enfrentarse directamente con la patronal, si esperan a que una «negociación tolerante» acabe otorgándole los derechos, dejará a su representante sindical sin arma alguna con la que negociar.

Esta situación «intermedia» de los liberados genera una particular dialéctica entre una base que a veces exige mucho al liberado pero no está dispuesta a implicarse en la lucha, y una patronal dispuesta a comprar al liberado. No extraño que la patronal y sus lacayos liberales se hayan cansado ya de pagar a gente que lo mismo no necesitan para controlar a los trabajadores.

Necesitamos por tanto, un sindicalismo combativo capaz de oponerse al gobierno. Y para ello hay que trabajar por quitar a los dirigentes sindicales que se esfuerzan en claudicar a las exigencias políticas del gobierno a costa de los intereses de los asalariados. Pero acabar con los derechos adquiridos en la lucha no solucionará el problema, pues sería tanto como, en un ejército, deshacerse de las armas en vez de deshacerse de los generales y jefes inútiles. Los liberados sindicales y los derechos sindicales son necesarios para el combate y sólo desde ésta perspectiva tienen sentido.

El Corte Inglés acaba de pedir un pacto para acabar con la bajada de precios tirando por la borda las perogrulladas liberales. Cuando más de dos empresarios se reúnen en una sala, conspiran contra el mercado –decía Adam Smith—. Pero conspiran gracias a las instituciones que poseen y no desde el pensamiento o los «derechos humanos» o la «tolerancia». Por eso es necesario conservar las instituciones que permiten a los sindicatos luchar: el derecho sindical, los sindicatos, los liberados, pero también la unidad de la Nación política española, el idioma, las tradiciones comunes, etc. Los liberados que claudiquen ante el gobierno, la patronal o ante la destrucción de la Nación política, deben ser removidos de sus puestos.

¡Huelga general, ya!