Hacia la séptima generación de izquierda
Sublevación de la policía en Ecuador
Desde Izquierda Hispánica lamentamos los hechos ocurridos ayer (primero de octubre) en Ecuador, en torno a la retención del Presidente Correa en un Hospital por la policía. Los disturbios y la violencia en países hermanos siempre son recibidos con pesar por nuestra parte, pero ello no evita un análisis sobre la marcha, en espera de que salgan más datos acerca de si se ha tratado de un golpe de Estado o de una revuelta espontánea de los agentes de la autoridad ecuatoriana.
Consultados los medios de información internacionales y nacionales de Ecuador, así como contactados algunos ciudadanos ecuatorianos, parece que la opción que más peso arroja es la de la revuelta violenta sin intenciones golpistas. Y ello porque esta protesta está enmarcada en el clima huelguista que vive el país. Al parecer, este próximo lunes estaban convocados a un paro nacional diversos sectores de la sociedad ecuatoriana: maestros, estudiantes, trabajadores, jubilados…
En un artículo reciente se señalaba el carácter prominente que pueden tener las protestas policiales, al poder contar con una contundencia que otros manifestantes no pueden por obvias razones, pero se remarcaba con agudeza lo siguiente: "ni policías ni guardias civiles son la jauría adiestrada por los cerdos tiranos de la Granja de Orwell, porque todos ellos, como decían sus representantes sindicales, son \'antes ciudadanos que guardias civiles\' y \'trabajadores\'. Pero también padres e hijos, esto es, miembros de familias y de círculos de amigos, y de barrios y de clubes de fútbol, y acaso también de peñas taurinas. Es decir, constituyen una parte de la sociedad civil que participa del Estado obedeciendo, pero que también podría desobedecer o desertar. O usar sus propias fuerzas contra él para transformarlo." Es decir, en este caso, y con toda la prudencia, parece que todo ha acontecido por el clima de inestabilidad
económica que vive el país, al que no son ajenos los agentes.
Tampoco hay que descartar que en un clima así existan las conspiraciones y los intentos golpistas, como tantas otras veces han surgido mediante pequeñas revueltas que iban creciendo en magnitud. Ayer se puso en entredicho al gobierno de Correa. Imaginamos que, si unos cuantos generales hubiesen pretendido hacerse con el control, la dimensión habría sido otra: el caso de Honduras sería un ejemplo de a dónde podría haber llegado.
Tampoco nos creemos el histrionismo de Correa, que pedía su ejecución por la turba cuando ésta seguramente se evidenció pacífica y no golpista. Más bien parece que un Correa, debilitado por sectores amplios de la población que no han visto prosperar sus vidas en la medida que se les prometía, ha decidido darle la vuelta a la situación para conseguir legitimarse ante posibles revueltas de mayor calado.
En conclusión, estos hechos evidencian una ruptura conflictiva en la sociedad ecuatoriana. Tampoco hay que descartar que, una vez el proyecto bolivariano parece estancado y en retroceso, diversos sectores del pueblo quieren las reformas y la vida que se les había prometido y que no acaban de llegar. El pueblo puede equivocarse en sus pretensiones, pero más se equivocan los políticos que aspiran a ofrecer unas condiciones de vida a ese pueblo que no se pueden obtener sin las trasformaciones y los sacrificios necesarios, pues ese pueblo, si aún mantiene la suficiente cohesión y firmeza, podrá volverse en su contra; y una de las maneras que tiene para conseguirlo, cuando el formalismo democrático parece hacer aguas, es la protesta ciudadana y la huelga general. Por último, señalar que tanto las corrientes de "izquierda" (Correa) o de "derecha" (golpistas), tanto en un sentido descendente (político, militar, policial) como en un sentido ascendente (ciudadanía, asociaciones civiles, estudiantes, trabajadores, jubilados), si quieren sacar adelante proyectos políticos, deberán sostenerse sobre su base territorial (estatal) y nacional, y adscribirse a los movimientos internacionales promovidos por otros Estados (bolivarianismo, socialdemocracia europeísta, capitalismo useño, hispanismo) a menos que tengan la propia fortaleza de promover corrientes internacionales y proponer otros cursos.
Consultados los medios de información internacionales y nacionales de Ecuador, así como contactados algunos ciudadanos ecuatorianos, parece que la opción que más peso arroja es la de la revuelta violenta sin intenciones golpistas. Y ello porque esta protesta está enmarcada en el clima huelguista que vive el país. Al parecer, este próximo lunes estaban convocados a un paro nacional diversos sectores de la sociedad ecuatoriana: maestros, estudiantes, trabajadores, jubilados…
En un artículo reciente se señalaba el carácter prominente que pueden tener las protestas policiales, al poder contar con una contundencia que otros manifestantes no pueden por obvias razones, pero se remarcaba con agudeza lo siguiente: "ni policías ni guardias civiles son la jauría adiestrada por los cerdos tiranos de la Granja de Orwell, porque todos ellos, como decían sus representantes sindicales, son \'antes ciudadanos que guardias civiles\' y \'trabajadores\'. Pero también padres e hijos, esto es, miembros de familias y de círculos de amigos, y de barrios y de clubes de fútbol, y acaso también de peñas taurinas. Es decir, constituyen una parte de la sociedad civil que participa del Estado obedeciendo, pero que también podría desobedecer o desertar. O usar sus propias fuerzas contra él para transformarlo." Es decir, en este caso, y con toda la prudencia, parece que todo ha acontecido por el clima de inestabilidad
económica que vive el país, al que no son ajenos los agentes.
Tampoco hay que descartar que en un clima así existan las conspiraciones y los intentos golpistas, como tantas otras veces han surgido mediante pequeñas revueltas que iban creciendo en magnitud. Ayer se puso en entredicho al gobierno de Correa. Imaginamos que, si unos cuantos generales hubiesen pretendido hacerse con el control, la dimensión habría sido otra: el caso de Honduras sería un ejemplo de a dónde podría haber llegado.
Tampoco nos creemos el histrionismo de Correa, que pedía su ejecución por la turba cuando ésta seguramente se evidenció pacífica y no golpista. Más bien parece que un Correa, debilitado por sectores amplios de la población que no han visto prosperar sus vidas en la medida que se les prometía, ha decidido darle la vuelta a la situación para conseguir legitimarse ante posibles revueltas de mayor calado.
En conclusión, estos hechos evidencian una ruptura conflictiva en la sociedad ecuatoriana. Tampoco hay que descartar que, una vez el proyecto bolivariano parece estancado y en retroceso, diversos sectores del pueblo quieren las reformas y la vida que se les había prometido y que no acaban de llegar. El pueblo puede equivocarse en sus pretensiones, pero más se equivocan los políticos que aspiran a ofrecer unas condiciones de vida a ese pueblo que no se pueden obtener sin las trasformaciones y los sacrificios necesarios, pues ese pueblo, si aún mantiene la suficiente cohesión y firmeza, podrá volverse en su contra; y una de las maneras que tiene para conseguirlo, cuando el formalismo democrático parece hacer aguas, es la protesta ciudadana y la huelga general. Por último, señalar que tanto las corrientes de "izquierda" (Correa) o de "derecha" (golpistas), tanto en un sentido descendente (político, militar, policial) como en un sentido ascendente (ciudadanía, asociaciones civiles, estudiantes, trabajadores, jubilados), si quieren sacar adelante proyectos políticos, deberán sostenerse sobre su base territorial (estatal) y nacional, y adscribirse a los movimientos internacionales promovidos por otros Estados (bolivarianismo, socialdemocracia europeísta, capitalismo useño, hispanismo) a menos que tengan la propia fortaleza de promover corrientes internacionales y proponer otros cursos.
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo