Hacia la séptima generación de izquierda
Apuntes sobre Indigenismo y Globalización
Apunte sobre indigenismo y globalización
En una entrega anterior, Izquierda Hispánica expresaba de forma clara y argumentada su posición ante el Indigenismo. IH se opone a aquellos proyectos políticos que defiendan el nacimiento u origen étnico como fuente de derechos particulares. Pensemos, sin ir más lejos, en la reivindicación del derecho a la tierra que muchos grupos indígenas reclaman en base a su ascendencia racial. Para IH la lucha por los indígenas es la lucha por la realización plena de sus derechos ciudadanos en el marco de sus respectivas naciones políticas. Ello implica corregir la injusticia histórica que marginó a grandes contingentes de población de origen precolombino durante la formación de las repúblicas iberoamericanas, combatiendo al mismo tiempo los particularismos por antisocialistas (o a la sumo adscritos a un socialismo de derechas), antihispánicos y antimaterialistas.
Ahora vamos a profundizar en uno de los aspectos expuestos en el artículo principal titulado, El indigenismo niega que la racionalidad esté ligada a la praxis. Defendíamos que sólo es posible establecer la superioridad o inferioridad de una construcción cultural confrontándola con otra análoga en cuanto a sus fines. A modo de ejemplo trazábamos una comparación entre el Kalashnikov y un arco de flechas. Los fines de ambos son coordinables, a saber, matar animales o personas. En el cotejo de las dos armas alcanzamos a determinar la mayor efectividad del Kalashnikov, es decir, su superioridad técnica.
No obstante se argüirá, con cierta razón, que existen otros criterios para comparar artefactos culturales pertenecientes a distintas civilizaciones: tomemos de entre todos los posibles el criterio de adaptación. Será superior aquel artefacto cultural que mejor ayude a los sujetos operatorios a sobrevivir en su medio natural y /o sociocultural. Si representamos la selva amazónica como un espacio cerrado, el arco de flechas es superior al Kalashnikov, porque puede ser reparado y mantenido de forma más sencilla. El sujeto operatorio (indígena) no tiene la posibilidad de obtener balas o repuestos metálicos de la selva, mientras que sí hallará en su espacio la madera o las piedras que necesita para su arco. El criterio de adaptación, que se circunscribe a una perspectiva de relativismo cultural, se cimenta en un postulado erróneo: el de que las culturas funcionan como totalidades separadas y desconectadas. Precisamente la nota característica del mundo actual es la creciente interconexión económica, política y cultural de cada vez más partes del mundo. Marx, en El Manifiesto Comunista, ya atisbó el significado revolucionario de lo que después se denominaría mundialización (Wallerstein) o globalización (Castells, Beck).
‹El descubrimiento de América, la circunnavegación de África abrieron nuevos horizontes e imprimieron nuevo impulso a la burguesía...La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta a otra del planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones. La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes... Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o a perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas› (Marx, K. (1987): El Manifiesto Comunista. Endymion. Madrid. Págs. 43, 46, 47)
La ola mundializadora iniciada en el siglo XV ha tenido dos efectos cardinales:
Primero, ha puesto en contacto a grupos que vivían en espacios separados y con formas de organización socio-política y económica muy distintas. Tras el final de la Edad Media los europeos empiezan a aglutinarse en los Estados modernos de la mano del naciente capitalismo. En América, África u Oceanía encontramos gran cantidad de tribus, jefaturas etc. En ese encuentro los Estados han demostrado una mayor potencia dominando o conformando al resto de formas políticas y económicas.
Segundo, en la actualidad muchos de los artefactos culturales (el arco de flechas, el Kalashnikov, las ciencias y las matemáticas) están disponibles en un único espacio global. De aquí se desprenden otras consecuencias prácticas. Efectivamente, hemos de convenir con el relativista cultural que el indígena con su arco, está tan bien adaptado en la selva como el soldado soviético que lucha con su Kalashnikov en la Guerra de Afganistán (el Kalashnikov no sería ni superior ni inferior). Pero la cosa cambia si los indígenas de la selva comparten espacio con las corporaciones madereras que quieren hacerse con los ricos recursos naturales. Unos indígenas que luchen con sus ancestrales medios de organización y defensa poco podrán hacer frente a las poderosas multinacionales. Unos indígenas que no lancen flechas sino ráfagas de metralleta resultarán desde luego una amenaza mayor para la corporación maderera. Vayamos más allá de la comparación entre el arco de flechas y el Kalashnikov.
El contacto entre los pueblos indígenas y los conquistadores europeos también ha convertido en global tanto al Estado, como a las organizaciones de masas políticas y sindicales nacidas en el siglo XIX. El éxito de algunos de los movimientos indigenistas en Ecuador y sobre todo Bolivia, se debe a que han adoptado formas de lucha modernas organizando a escala nacional grandes confederaciones y partidos políticos. Evo Morales Ayma no es el jefe de una tribu, sino de un partido (el Movimiento al Socialismo) que ha conquistado el poder político de un Estado (Bolivia). La confusión ideológica de los movimientos indigenistas está en la defensa a ultranza en el plano ideológico del relativismo cultural, mientras que por otro lado confirman en la práctica aquello que niegan en la teoría, esto es, que hay artefactos culturales superiores a otros cuando se coordinan en un mismo plano. Los partidos, sindicatos y confederaciones habrían resultado ser instrumentos superiores para la lucha en comparación a la tribu. Y decimos más: esos grupos indígenas nunca podrían haberse organizado sin contar con una lengua de comunicación común que les permitiera forjar una unidad. Sin el español no podrían actuar conjuntamente para combatir la denostada herencia colonial española.
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.