12 de octubre: en defensa de la comunidad hispana.
Introducción
Se trata de explicar por qué defendemos la unión de la Comunidad Hispana. Partiendo de lo que se ha defendido en artículos recientes sobre el Indigenismo y el Imperio, en los que se mantiene que las grandes sociedades políticas de nuestro presente son las herederas de los imperios universales que conformaron la idea de una comunidad humana universal, como dice Gustavo Bueno: « Esto llegaría a ser posible a través de una Idea hombre que no surge de un supuesto Hombre genérico originario, sino de los hombres especificados históricamente y determinados como griegos o romanos, como cristianos o musulmanes, como germanos o como hispanos, es decir, desde cada una de estas partes tenían, por así decir, su propio “modelo de hombre” forjado históricamente y con el cual se identifica cada comunidad, este proceso histórico es el de «Imperio», desde esta plataforma política la idea de Hombre propia del humanismo, en general, comenzará a dibujarse, pero no como idea abstracta y absoluta (salvo en la apariencia) sino como confrontación de la propia idea o modelo de hombre con otros modelos diferentes de los que trata de defenderse y a los que procura incorporar, reducir o aniquilar ». («Los peligros del “humanismo de la izquierda híbrida” como ideología política del presente» de Gustavo Bueno).
El fruto polémico de la dialéctica Estado / Imperio fue la construcción de las Naciones políticas modernas en las que se reparte el planeta. Pese a su origen histórico tan distinto los Estados siguen siendo hoy las unidades reales que actúan como fundamentos de las infraestructuras de la globalización. Pero estos Estados en la actualidad se están configurando en áreas (plataformas) de influencia recíproca (UE, OTAN, Liga Árabe, UNASUR, ALCA…) en donde los Estados más potentes tratan de imponer sus intereses estratégicos a los Estados más débiles. Negar esto no es sino por pura conveniencia política bien para ocultar planes hegemónicos (Francia o Alemania) bien por no querer reconocer realidad (conocida o desconocida) a la ciudadanía que va perdiendo su capacidad política (España). Entonces sólo queda reconocer una salida política, y es que cada Estado debe establecer lazos interestatales (internacionales) con las distintas comunidades realmente existentes, y al elegir estas relaciones es en dónde tiene que partir de unas premisas históricas para tratar prudencialmente (políticamente) de mantener su identidad y unidad en el tiempo (eutaxia) con aquellas plataformas que más se ajusten a su realidad (verdad) histórica. Para mantener de esta manera su solidaridad frente a terceras plataformas con las que mantienen conflictos dialécticos.
Sentadas esas premisas trataremos de indicar a qué nos ajustamos para defender una preeminencia de la unión política de las naciones hispanas dentro de una «virtual» Comunidad Hispana. Partiendo en primer lugar in media res porque no creemos que haya mejores argumentos, aunque no falten, para defender su unión a la UE, a la OTAN o a la Liga Árabe que es el entorno próximo de las naciones políticas americanas, ya que el proyecto de China (Imperio del Centro) o de la India se encuentran en otra escala visto desde la Comunidad Hispana, y esto por razones de relación histórica (lo que no quiere decir que en el presente no se estén dando múltiples relaciones, y que aumentarán en los próximos años, y darse cuenta de su dimensión será vital). En segundo lugar porque consideramos que hay que tener una posición respecto a América del Sur que ha de encuadrarse en la taxonomía ofrecida por Gustavo Bueno en su artículo «España y América», en la que se señala: «La importancia de la taxonomía ofrecida, si la tiene, reside en el carácter exhaustivo de sus alternativas, en el hecho de que cualquiera que necesite o quiera formarse un concepto filosófico de la América Latina tendrá que escoger forzosamente entre algunas de las alternativas propuestas, y no tendrá libertad para inventar una nueva, por mucho poder creador que atribuyamos a su entendimiento ». Ahora no entramos en ellas pero serán objeto de próximos artículos. Solo dejar constancia que una de ellas es desde la que nos posicionamos: « Alternativa hispanista. América del Sur es parte formal de la Comunidad Hispánica. Abundantes fundamentos históricos, desde el siglo XVI hasta el exilio español de 1939 y años posteriores. Las naciones americanas, sin perjuicio de su nacionalismo, pueden concebirse como formando parte de un mismo tronco cuyas raíces son tanto hispánicas como indígenas ». (España y América)
Ello nos lleva a tomar partido y alinearnos con la opción que consideramos más profunda y convincente, para, enfrentada a las demás, comprobar la consistencia dialéctica de nuestra opción, «lo que permitirá profundizar en la naturaleza de afinidades más o menos ocultas entre los disjecta membra o las distancias más o menos explícitas entre otros muchos materiales». (España y América)
Todo este material complejo creemos que está cruzado por las siguientes ideas que se proponen de manera orientativa que, sin ser una clasificación exhaustiva, podrán servir de base para sucesivas transformaciones.
Holización hispana, idea aureolar e historia infecta
Para empezar la Idea que tenemos sobre la Comunidad Hispana podría tener la forma de una idea aureolar que desde una postura política se usará como parte de un dialelo lógico: habrá que partir de su existencia para su construcción circular, es decir, «es una idea que sólo puede considerarse como referida a un proceso real (“realmente existente”) cuando lo envuelve con una “aureola” tal que sea capaz de incorporar las referencias positivas (“realmente existentes”) a unas referencias aún no existentes, pero tales que sólo cuando son concebidas como realizadas en un futuro virtual, las referencias positivas pueden pasar a ser interpretadas como referencias de la idea aureolar. De este modo habrá que decir que la parte de la extensión interna “aún no realizada” o visible de la idea, se presenta como constitutiva de la parte realizada o visible, en tanto que ésta sólo cobra sentido como un momento del desarrollo del proceso global, en cuanto proceso “en marcha”. No son ideas utópicas, porque las ideas utópicas se autodefinen como ideas que no existen realmente ni en el espacio ni en el tiempo, mientras que las ideas aureolares se supone que están ya existiendo (que son realmente existentes), pero siempre que se presuponga que están ya dadas las condiciones futuras de su propia existencia actual ». («Idea Aureolar» Diccionario Symploké). Lo que engarza con una categorización de la historia como historia infecta (no perfecta), una historia no acabada sino en permanente proceso de construcción y destrucción que sostiene que desde una perspectiva estrictamente antropológica, sigue siendo históricamente tan infecta como lo era en las épocas pasadas de la humanidad «y el “autocontrol” que la humanidad tiene hoy de sí misma es tan poco integral como podía serlo hace milenios, puesto que a la par que los hombres controlamos nuevas variables, que son factores de nuestra evolución, otras variables nuevas aparecen como consecuencia del mismo control que hemos logrado. En todo caso, el carácter infecto de su historia, no compromete a la estructura misma de las sociedades humanas, para las cuales la historia se supone que, por ser accidental, puede también ser permanente ». («Los peligros del “humanismo de la izquierda híbrida” como ideología política del presente» de Gustavo Bueno).
Pensamos que cada nación hispana (iberoamericana) en su proceso de holización política tiene que plantearse los procesos históricos desde los que surgieron, procesos que hicieron posible su independencia como repúblicas, y desde los que plantear sus planes y programas de futuro. Por esto creemos imprudente desconocer que del lisado del Imperio español fue desde donde surgieron como Naciones políticas (incluida España), ello a través de los procesos emancipatorios que los originaron que estimamos no pueden desconectarse de la escala histórica que los sustentan, esto es, el Imperio generador católico que les dio origen. Nos encontramos, por tanto, con una Comunidad Hispánica histórica que se descompone en repúblicas independientes pero que a su través el hombre (ciudadano) que la configura ya no será meramente un nacional del país de referencia sino que está proyectado como modelo de «hombre hispánico». Con esto no negamos la soberanía específica de cada república en su territorio, ni que tenga también que tratar con el sustrato indígena (antropológico) que lleva incorporado, como en España hay que dar cuenta de los elementos indígenas (naciones étnicas) que nos componen y a los que se regresa constantemente (celtas, íberos, suevos, castrejos) pero que en su progreso histórico no dan cuenta del presente, en este progreso no negamos tampoco otras líneas históricas de influencia de primer nivel (greco-latinas, anglosajonas, musulmanas) pero siempre, sostenemos, han de estar mediadas por el desarrollo que nos fue dado por la hispanidad católica.
Como ejemplo de lo que tratamos de decir sería la unidad objetiva que supone el fenómeno hispano en EEUU, su consistencia está demostrándose en multitud de instituciones públicas y privadas, estudios sociológicos e influencia política; el porqué en EEUU se unen sin las diferencias nacionales de las que parten, aunque manteniéndolas como referencia, y que no pasa en comunidades de origen inglés, europeo o asiático pero sí en la comunidad islámica (Umma), nos da la perspectiva desde la que hablamos.
Para terminar se proponen dos máximas que desde esta perspectiva condensan lo expuesto, por un lado, desde el hombre hispano se podrá decir con Bueno transformando el aforismo de Terencio: «Hispanus sum, et nihil Hispaniae alienum puto» (Hispano soy, y nada de lo hispano me es ajeno), y en una dimensión política cabe decir con Martí: « Injértese en nuestras Repúblicas el Mundo; pero el mundo ha de ser el de nuestras Repúblicas».
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.