Hacia la séptima generación de izquierda
Izquierda Hispánica sobre la distinción entre público y privado
1. Introducción: importancia de la distinción en la sociedad contemporánea.
La distinción público-privado juega un papel destacado en el mundo actual. En las sociedades de corte democrático liberal y economía de mercado es, sobre todo, donde la separación entre una esfera pública de otra privada ha logrado mayores cotas de relevancia política. De este modo, el Estado reconoce como principio rector de su recurrencia en el tiempo la presencia de cuestiones concernientes a todos, distinguiéndolas de aquellos otros asuntos que sólo importan a grupos específicos o personas. El buen orden o eutaxia necesita de una legislación positiva donde estén recogidos los derechos y obligaciones de los ciudadanos, así como especificados su ejercicio en los dominios de lo público y lo privado. Ahora bien, delimitar los límites exactos de la Res - publica frente a lo particular de grupos y personas requiere analizar la cuestión a la luz de la dialéctica de clases, de la pugna y cooperación entre grupos por conformar el espacio antropológico; un espacio que está dado a escala de sociedad política estatal.
Sirva como botón de muestra lo acaecido en la Europa contemporánea, y en menor medida, en Iberoamérica. El auge de las izquierdas socialdemócrata y comunista otorga una mayor presencia al Estado en la economía, en áreas inicialmente bajo el control casi exclusivo de agentes económicos privados. También en la familia y en las relaciones interpersonales han ocurrido cambios significativos. Asuntos de índole sexual sujetos en otros tiempos al escrutinio de la moral pública se han privatizado. La frontera que separa las prácticas sexuales admisibles de las aberrantes se desdibuja salvo en lo que se refiere a la pederastia y la pedofilia: que dos adultos decidan formalizar su vínculo mediante el matrimonio o no, o el tipo de relaciones que deseen mantener (heterosexuales u homosexuales) es ya un asunto privado. Por el contrario, la violencia que afecta al ámbito familiar adquiere cada vez en muchos países el estatus de problema público de primera magnitud.
2. Breve aproximación a la génesis histórica.
La diferenciación entre público y privado no es ni universal ni ahistórica; va indisolublemente unida a las revoluciones burguesas que arrumbaron el Antiguo Régimen. La Francia de 1.789 será testigo de la aparición de la llamada Primera Generación de Izquierda o Izquierda Jacobina. La Izquierda Jacobina toma su nombre en contraposición a los diputados partidarios del trono y del altar (Antiguo Régimen), que se situaban respecto a ellos a la derecha en la Asamblea Constituyente. El triunfo de la revolución supuso la “holización” de la sociedad francesa a través de la atomización de los estamentos cerrados. En palabras de Bueno: “las partes anatómicas del reino de Francia –nobleza, clero, estado llano- desparecieron como tales, resolviéndose en sus elementos (ciudadanos)”. El proceso conoció varios hitos. Del impulso revolucionario inicial con la formación de la Asamblea Nacional, la toma de la Bastilla, la ejecución de la familia real, el terror de masas etc. se transita hacia un periodo de estabilización: el Termidor y el Imperio cierran el círculo de 1789. Lo crucial de la obra de la Revolución Francesa, al margen de las posibles interpretaciones sobre su desarrollo interno, es que convierte al súbdito en ciudadano. Será este y no otro (la clase, el estamento, la raza, el clan, la tribu) la base de la nación. Un ciudadano que es depositario de derechos naturales, inalienables y sagrados; un ciudadano igual ante la ley.
Que el ordenamiento político-jurídico conciba al individuo como núcleo de la sociedad estatal-nacional es de enorme trascendencia. Supone que el Estado reconoce la posición social que ocupan sus ciudadanos no en forma de relaciones objetivas en el sentido otorgado por Marx: “Los hombres hacen su propia historia pero no en condiciones elegidas por ellos”, sino a lo más, como fruto de decisiones personales que brotan en la autodeterminación libre de cada cual.
El individuo, liberado ya de antiguas ataduras de carácter social, jurídico o religioso, dispone pues de su propio espacio particular, privado de la influencia de otros grupos o del Estado, donde se labrará su porvenir familiar y económico como mejor convenga a sus intereses. El espacio privado personal se amplia al espacio privado grupal (sociedad civil) cuando varios individuos se unen porque buscan implementar unos mismos fines o comparten unas creencias. La asociación privada grupal más pequeña es la familia. Son también asociaciones privadas grupales las unidades de producción (empresas), las iglesias, los partidos políticos, etc. El Estado –lo público- aparece como una totalidad brotada de la confluencia de los distintos espacios personales y grupales privados; su fin es garantizar el bien común que consiste, en el sostenimiento de las condiciones de creación, funcionamiento e interacción armónica de los espacios privados. Se logra mediante la existencia de unas instituciones (poderes del Estado, policía, Ejercito) que se superponen a los espacios privados sin anularlos, con el fin de regular su ejercicio.
3. Alcance de la distinción público-privado en la configuración del Espacio-Antropológico. Algunos ejemplos.
Vamos a continuar desarrollando la distinción público-privado pero echando mano de la idea de espacio antropológico del Materialismo Filosófico.
“La idea de un espacio antropológico presupone la tesis de que el hombre sólo existe en el contexto de otras entidades no antropológicas, la tesis según la cual el hombre no es un absoluto, no está aislado del mundo, sino que está «rodeado», envuelto, por otras realidades no antropológicas (plantas, animales, piedras, astros). Se trata de determinar cuáles puedan ser los ejes necesarios y suficientes coordinantes de este espacio. A partir de ellos, todos los «materiales antropológicos» habrían de poder situarse. El espacio antropológico del idealismo hegeliano (pero también el del materialismo histórico y el del materialismo cultural) es un espacio bidimensional, con dos ejes: el «Hombre» y la «Naturaleza». La tradición metafísica aristotélica –y cristiana– había utilizado un espacio tridimensional (las relaciones del hombre para consigo mismo, las relaciones del hombre con la naturaleza y las relaciones del hombre para con Dios o los dioses). Del hecho de adoptar (contra esta tradición) una perspectiva materialista (que niega a los dioses como entidades inmateriales) ¿cabe inferir que es preciso reducir el espacio tridimensional a un espacio plano? No necesariamente: sólo será preciso cambiar los términos del tercer contexto. No serán los dioses quienes lo constituyan.”
Así el Espacio antropológico quedará representado en tres ejes:
a) Eje circular: tiene que ver con las relaciones del hombre consigo mismo, aunque teniendo presente siempre que no nos referimos a un hombre puro al margen de sus atributos y peculiaridades históricas. El eje circular incluye relaciones objetivas de orden social, económico, jurídico etc.
b) Eje radial: aquí están aquellas relaciones del hombre con otros elementos que se encuentran en su espacio pero no son humanos, como pueden ser la naturaleza (tierra, fuego, agua) o los astros celestes.
c) Eje angular: incluye los vínculos con entes que no son humanos pero tampoco son naturales. Hablamos de entes de carácter numinoso con los cuales el sujeto operatorio corpóreo mantendrá relaciones personales (le hablará, le rezará, le temerá, sentirá pena, alegría etc.)
Desde la lectura del apartado anterior se intuye que los principales cambios que ha traído la distinción público-privado se han desencadenado en los ejes circular y angular.
Si hablamos del eje circular, las implicaciones son evidentes. Del lado de lo público el ciudadano cuenta con derechos pero también con obligaciones respecto la nación. Puede participar en la vida política mediante el sufragio activo y pasivo (limitado a veces por criterios económicos), comunicar sus opiniones a los otros, pero también le son exigibles impuestos y su concurso para hacer frente a las necesidades militares.
En el ámbito privado personal asistimos a laaparición del amor romántico, erigido como sostén de la familia. De ahora en adelante los lazos entre personas serán de elección personal, no de adscripción social como en el Antiguo Régimen. En la concepción moderna del amor el otro es elegido por sus cualidades, porque es especial y virtuoso; lo sexual se asienta en la calidad de los lazos y afectos establecidos.
También es característica la idea de búsqueda del romance. Como dice Giddens: “En el amor romántico, la absorción del otro –típica del amor pasión- queda integrada en la orientación característica de “la búsqueda”. La búsqueda es una odisea, en la que la identidad del yo espera su validación del descubrimiento del otro. Tiene un carácter activo y en este sentido la novela moderna contrasta con las historias medievales, en las que la heroína es habitualmente pasiva”.
Si la familia es un asunto de elección personal, la producción (oferta) y distribución (demanda) de bienes y servicios se ajusta a la misma lógica. Trabajadores y empresarios se encuentran en el mercado para libremente establecer un contrato laboral que recoja condiciones y salario. Además, ambos son consumidores que inciden mediante sus preferencias individuales (demanda) sobre la oferta de producción.
Expongamos ahora de modo sucinto algunos cambios que afectan al eje angular. La derecha heredera del Antiguo Régimen se define por su defensa del trono y del altar frente a la primera generación de izquierdas. Distintas generaciones de derechas defenderán el papel público de la religión, y su consiguiente simbiosis con las instituciones públicas. Las izquierdas presentarán a la religión circunscrita a lo privado aunque contemplando dos acepciones para el término Desde nuestras coordenadas diremos que para algunos asunto privado es sinónimo de personal o situado en “el reino de la conciencia subjetiva” , mientras que para otros lo privado es socio-grupal, pero no estatal. Es el caso de Engels y Lenin:
“Por tanto, Engels y luego Lenin, cuando hablaban de la religión como «asunto privado» se estaban refiriendo al ámbito de la sociedad civil al margen del Estado. La posición de los comunistas rusos ante la religión se forjó frente al Imperio zarista que privilegiaba a los adeptos a la Iglesia ortodoxa en la administración estatal. Desde luego, se reconoce que la religión tiene influencia en la sociedad política, pero esto es justo lo que el socialismo tenderá a combatir, dentro de la tradición de la izquierda jacobina, de combatir el Trono y el Altar. En este caso, lo que se postula es eliminar el poder del Altar en la conformación de la sociedad política”.
4. Reexposición crítica de la cuestión desde las coordenadas del MF.
1. El núcleo de sociedad no son los individuos sino los sujetos.
En primer lugar, el fundamento de la separación entre espacio público-privado parte de un presupuesto erróneo: presentar el espacio público a modo de resultante de la acción privada colectiva, pero tomando colectivo como mera suma de conciencias individuales. Nosotros preferimos hablar de sujetos en vez de individuos. La idea de sujeto se basa en el siguiente reconocimiento: los seres humanos al nacer incorporan ligaduras de tipo social, objetivas, dadas a una escala que trasciende lo individual. La persona viene al mundo en una familia que profesa unas creencias, habla un idioma, pertenece a una clase social etc. Esos grupos no los elegimos nosotros sino viceversa, y nuestra propia singularidad siempre se mostrará a través del prisma social. Incluso otras asociaciones a las que voluntariamente decidimos pertenecer (un club, un partido político, un sindicato) se sostendrán sobre vínculos objetivos que poco tienen que ver con nuestra especificidad como personas. Los homosexuales que se agrupan para luchar por su equiparación civil respecto a los heterosexuales no están unidos por las singularidades personales de cada uno, sino porque en un continuo de posiciones sociales todos ellos ocupan lugares similares en cuanto a la sexualidad.
2. La definición de lo privado y lo público responde a una pugna en el espacio antropológico.
¿A dónde queremos ir a parar? Lo indicábamos en la introducción: los límites entre público y privado se hallan mediatizadas por una lucha entre grupos de sujetos agrupados (que no individuos) en el espacio antropológico, dentro del contexto de una sociedad nacional-estatal. Para comprender esta pugna es de vital importancia el concepto de eutaxia:
“Unidad global resultante del proceso mediante el cual una parte (gobernante) de la sociedad es capaz de hacer converger en torno a sí otras partes (gobernadas), en principio divergentes, de la sociedad, de tal manera que tal unidad global resultante es el núcleo mismo de la sociedad política, y cuyo mantenimiento (duración) es la esencia de la política. Así el núcleo de la sociedad política es el ejercicio del poder que se orienta objetivamente a la eutaxia de una sociedad según la diversidad de sus capas (conjuntiva, basal y cortical)”.
Todo ello significa que la parte dominante que han logrado someter a otros grupos en torno suyo definirá el alcance de lo público y privado de acuerdo a la eutaxia que debe mantener. Pero la sociedad política no es una realidad estática; la dialéctica de clases es un hecho constable. Los grupos perjudicados por una lógica social privada que el Estado no reconoce intentarán transformarla en pública. ¿Qué es si no la lucha obrera que bajo el paraguas sindical intenta que el Estado intervenga regulando el mercado laboral? La misma lógica, aunque de modo invertido, siguieron los gobiernos liberales tipo Thatcher o Reagan. Cuestiones de economía que estaban en la agenda pública se traspasaron al ámbito privado. Sin embargo en la actualidad, en el contexto de la crisis financiera internacional, muchos de esos gurús partidarios de cuanta más privatización mejor nos sorprenden con el siguiente argumento: —si bien mi beneficio es un asunto privado, mí ruina es un problema público que a todos compete—.
En definitiva, que los grupos cooperan o luchan para privatizar o publicar diferentes elementos que se encuentran en el espacio antropológico según convenga a sus intereses.
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.