Hacia la séptima generación de izquierda

Monopolio y libre comercio: Dialéctica de clases y dialéctica de Estados en el conflicto sobre el monopolio comercial de España con América
 


  En este artículo esbozamos una organización de parte del abundante material acerca del proceso de emancipación de Hispanoamérica según algunas líneas maestras de la filosofía política del materialismo filosófico: la dialéctica de Estados y la dialéctica de clases y la teoría de las capas de poder del Estado.

  Las causas de la desintegración del Imperio Español en América y el consiguiente surgimiento de las repúblicas hispanoamericanas son múltiples y fueron acumulativas. Una de las principales fue el conflicto en torno al monopolio comercial de España con América. Podemos interpretar este conflicto según las tesis del materialismo filosófico sobre la dialéctica de clases y la dialéctica de Estados. El Imperio Español llevó a cabo una apropiación del territorio descubierto de las Indias excluyendo de él a otros Estados e Imperios que lo pudieran pretender. La explotación de los recursos americanos (metales preciosos, productos tropicales, cueros del Río de la Plata) iba asociada al monopolio del comercio con España, excluyendo del tráfico a los extranjeros. Este monopolio estuvo vigente durante los tres siglos de pervivencia imperial pero fue objeto del acoso constante de imperios depredadores emergentes, como Inglaterra o los Países Bajos, que disputaban a España la explotación de esos territorios y sus mercados. La organización consistente en que los convoyes a América viajaran escoltados y según rutas fijas, dispuesta para garantizar el monopolio y la seguridad de los cargamentos frente a ataques piratas, dejó fuera del circuito a amplias regiones y no se logró impedir que al monopolio lo desbordara el contrabando. A lo largo del siglo XVIII y a pesar de las reformas de los borbones orientadas a aumentar la eficiencia del gobierno de la América española y las relaciones económicas, el sistema del monopolio empieza a quebrar. Estas quiebras ocurren a través de una serie de medidas como la autorización a la Compañía de Filipinas de comerciar con productos americanos entre Cádiz y las Filipinas; la liberalización del comercio de esclavos que permitía la compraventa de esclavos negros con mercados y navíos extranjeros a cambio de productos americanos; o la Real Orden de 1796 de Carlos IV, que a causa de la guerra con Inglaterra, autorizaba a los puertos americanos a comerciar con bandera neutral (básicamente los Estados Unidos y Portugal, incluída Brasil). Este comercio con bandera neutral se hizo efectivo cuando los ingleses bloquearon el puerto de Cádiz en 1797. Vemos pues cómo mediante la piratería, el contrabando, los ataques y las guerras los imperios depredadores van arañando los recursos y los mercados del Imperio Español. Pero esta lucha de los Estados imperiales por la apropiación del territorio americano está cruzada por el conflicto interno de los sectores de españoles peninsulares que obtenían provecho del régimen de monopolios y los grupos de criollos, propietarios de plantaciones y explotaciones ganaderas o mineras, que consideraban el monopolio perjudicial para sus intereses al creer que el librecambio con el extranjero aumentaría el volumen de las exportanciones a la vez que haría subir los precios de las ventas.

  De la complejidad del proceso de emancipación extraemos un hecho que juzgamos significativo para la línea esbozada. Este afecta a la capa cortical del Imperio Español en América, a través de las expediciones de invasión británicas de Buenos Aires de 1806 y de 1807. Desde 1804 España se hallaba en estado de guerra con la Gran Bretaña y subordinada al sistema napoleónico de bloqueo continental a esta potencia. El poder naval español había sido aniquilado después de la derrota hispano-francesa en la batalla de Trafalgar en 1805. Y la Gran Bretaña aprovechaba la coyuntura para atacar las colonias francesas. A pesar de que el gobierno británico de William Pitt había desestimado atacar las posesiones españolas, se emprendió una invasión por iniciativa personal de un Comodoro británico, amigo de Francisco de Miranda, que creyó poder aprovechar el descontento de los criollos librecambistas por el conflicto de intereses con el sector monopolista español. El hecho, una vez consumado, fue aprobado por el gabinete inglés. Así es como la invasión británica, como manifestación de la lucha entre Estados, se entrecruza con la lucha de clases interna al Imperio Español. Durante los pocos meses que duró la ocupación de Buenos Aires los invasores inundaron los comercios de mercancías británicas y de convertieron la capital virreinal en un centro distribuidor de estos bienes a las regiones del interior, asestando así un golpe a la capa basal del Imperio y alimentando las aspiraciones criollas del librecomercio mediante la exhibición de sus bondades. La oposición a los británicos estaba formada por el sector monopolista, perjudicado por las acciones británicas, por la iglesia católica que acusaba a los británicos de herejes y por el pueblo, movido por la fe católica y por la indignación suscitada por los británicos al exijir a los notables de la ciudad jurar lealtad al rey Jorge III. Los británicos pudieron ser rechazados mediante la acción dirigida por el capitán de navío Santiago de Liniers desde Montevideo. El gobierno británico tomó después la iniciativa de enviar una nueva expedición invasora a Montevideo, que una vez dominada, sirvió de base de operaciones para un nuevo intento de conquistar Buenos Aires. Al fin la defensa heroica de la ciudad llevó a la derrota de los británicos. Estos ataques, sin embargo, debilitaron al Imperio Español. En cuanto a la capa basal, como hemos visto, supusieron el fomento de las apetencias librecambistas; en la capa conjuntiva desencadenó la primera destitución por inicitativa popular, a través del Cabildo, de un funcionario real, el virrey Sobremonte, cuya actuación tras el desembarco de las tropas británicas, de huir a la región del interior, se consideró indigna. Se nombró virrey al héroe de la reconquista de Buenos Aires, Santiago de Liniers; y en cuanto a la capa cortical, las milicias criollas cobraron importancia como poder regional y la Gran Bretaña renunció a la política de conquistas por cara y estéril en pro de una política de fomento de la independencia de Hispanoamérica.