Ortega, "España es el problema Europa la solución" frente a "el occidente latino/ occidente anglo-germano"
A Ortega siempre se le interpreta como uno de los mayores apoyos para el europeísmo, siempre será buscado por aquellos periodistas y políticos que quieran dar cierto toque "filosófico" y "profundo" a su vinculación europea, una de las frases que más fortuna han hecho es la arriba citada, pero, como en los casos anteriores, se olvidan de otras líneas interesadamente. Ortega parte de una postura occidentalista, pero refleja una postura latinista, que cuando menos, es distinta del europeísmo, como dice Gustavo Bueno en su artículo España y América: "Alternativa occidentalista. América del Sur es parte formal del occidente europeo. Abundantes fundamentos históricos, a partir de la Ilustración o de la Revolución Francesa. Esta alternativa quedará reflejada en importantes instituciones culturales o en relaciones comerciales o académicas de América del Sur con Francia o con Alemania […] También muchas ideologías inspiradas en gran parte por Ortega y Gasset (que también inspiró muchas alternativas americanistas)".
Revista Catauro, La Habana 2001.
Dice Ortega:
"La vida es una operación que se hace hacia adelante. Vivimos originariamente hacia el futuro, disparados hacia él. Pero el futuro es lo esencialmente problemático: no podemos hacer en él pie, no tiene figura fija, perfil decidido. ¿Cómo los va a tener si aún no es? El futuro es siempre plural: consiste en lo que puede acaecer. Y pueden acaecer muchas cosas diversas, incluso contradictorias. De aquí la condición paradójica, esencial a nuestra vida, de que el hombre no tenga otro medio de orientarse en el futuro que hacerse cargo de lo que ha sido en el pasado, cuya figura es equívoca, fija e inmutable. De suerte que precisamente porque vivir es sentirse disparado hacia el futuro rebotamos en él como en un hermético acantilado y vamos a caer en el pasado al cual nos agarramos hincando en él los talones para volver con él, desde él, al futuro y realizarlo".
(Fragmento VIII del curso "En Torno a Galileo")
"Pero la preocupación tiene en cada época histórica una figura y una intensidad diferentes según sea el perfil del porvenir y el futuro nos presentan. El hombre fin de siècle creía con fe de carbonero –y no hay más fe que la del carbonero- en la idea del progreso ineludible inventada por el gran Tourgot hacia 1750. Esta idea aseguraba al hombre que el porvenir no sólo sería favorable sino cada vez más satisfactorio.
[…] Mas hoy, señores, vivimos hacia un futuro que acusa en forma tal vez más extremada que nunca en la historia de Occidente, su adusto y dramático perfil de radical problematismo…En 1890 las gentes sabían entusiasmarse con Pericles y Pericles les era un modelo, el esquema luminoso de una solución. Mas a nosotros Pericles no nos sirve de nada y, por otro lado, nos fatiga ya Espartaco […] Todos tenemos conciencia de que los problemas hoy a la vista se caracterizan, tomados en su forma más externa, por la insólita extensión de su fisonomía. Por ejemplo: buena parte de las grandes dificultades económicas del presente lo son porque la estructura de la realidad económica anula las fronteras nacionales; son, por sí mismas, más vastas que las pequeñas unidades sociales llamadas "naciones". Esto implica que su solución tiene que ser ultra-nacional. Lo propio acontece con todas las cuestiones importantes que hoy se elevan sobre el horizonte como aciagas constelaciones. Frente a ellas las naciones se han quedado disminuidas y enanas. Se han vuelto provincias. Desde hace treinta años los pueblos de Occidente se dan cuenta –declárenlo o no- que frente a la figura que ostenta el porvenir las formas de vida nacional se ha ido convirtiendo en provinciales– e incluyo en ellas a las formas del pensamiento.
Que todo reclama la construcción de unidades de convivencia más amplias es cosa a todos manifiesta. La cuestión está en precisar qué unidad colectiva más amplia es hoy a la vez necesaria y posible.
Los utopistas, a quienes nada parece difícil, una vez que ellos sienten un deseo avanzan sin más a los extremo y nos hablan de una "unidad mundial" –World Union-. Son gentes para quienes la política consiste en expresar sus íntimos deseos y creer que basta la voluntad para que se realicen. Esta política, reducida a pensar, a imaginar desiderata, tiene su famoso clásico: es la política de Onán. Pero lo deseado supone para su realización que se den ciertas condiciones y el auténtico pensamiento político no consiste en la exhibición un poco obscena de nuestros íntimos deseos, sino en rigorosa reflexión sobre si se dan o no aquellas condiciones.
Ya sería de sobre suficiente que lográsemos construir la unidad de Occidente. Esto sí es posible porque los pueblos occidentales han convivido siempre, han formado siempre una sociedad menos densa en su convivir que las nacionales, menos visible, pero tanto más profunda, subterránea y portadora de las diferencias nacionales.
Ahora bien, para que esa unión occidental sea posible es preciso caminar paso a paso y procurar que primero la unión se logre en grupos nacionales más afines. Occidente has sido siempre la articulación de dos grandes grupos de pueblos: los anglosajones y germánicos de un lado, los latinos de otro. No será probable la Unidad Occidental si antes no aciertan a convivir entre sí más estrechamente las naciones que forman esos dos grupos.
Y aquí hallamos ese pasado más difuso pero más profundo a que antes me refería y que puede de algún modo servirnos –claro está que añadiendo muchas cosas más- para afrontar el futuro: es el subsuelo fecundo de herencias que representa la latinidad.
El más famoso helenista alemán de comienzo de siglo decía que Occidente se divide en dos masas humanas, separadas por una frontera consistente en dos tipos de alimentación: de un lado los pueblos que beben vino, usan aceite y comen miel; del otro los pueblos que beben cerveza, toman manteca y comen sauer kraut.
Señores, bajo el signo del vino, el aceite y la miel, envío un saludo desde remotas tierras a ese primer Congreso de la Unión Latina".
[Discurso premeditado para su envío, en cinta magnetofónica, al "Primer Congreso de la Unión de Naciones Latinas", que estaba convocado para el 12 de octubre de 1953 en Río de Janeiro.] José Ortega y Gasset, "Meditación del Pueblo Joven" Colección Austral, Ed. Espasa-Calpe.