Hacia la séptima generación de izquierda
Wikileaks y México
La reciente revelación de las filtraciones de Wikileaks acerca de la estrategia de combate al narco confirma lo que todos sabíamos: el gobierno mexicano no tiene una idea clara de cómo combatir el problema y, como ya se ha comentado ampliamente, existe el temor de que el crimen organizado ponga en entredicho la eutaxia del Estado en México. Es decir, no nos dicen nada que no sepamos, porque el fracaso está a la vista bajo la forma de decapitados y otras imágenes siniestras.
Si acaso lo que podemos concluir es que, mientras en otros países el espionaje se ha hecho por medio de embajadas, en México ahora nos muestran a las autoridades que deberían protegernos como personajes asustados que no dejan de suplicar por una intervención norteamericana: “Sus altos mandatarios, desde el propio presidente Felipe Calderón hasta funcionarios de la Secretaría de Gobernación o de la Procuraduría General de la República (PGR), aprovechan cualquier reunión con autoridades de EE UU para insistirles en su petición de ayuda tecnológica y de formación. A veces, hasta de manera angustiosa”, como publicaba el jueves El País. “¡Interviene, interviene!”, parecen decir, “¡métete en mis asuntos, pisotea mi soberanía!”.
Los periódicos nos dicen, además, que los Estados Unidos están preocupados por la inestabilidad de México, pero eso es un despropósito, porque no entendemos cómo los norteamericanos pueden perder el sueño por una situación que ellos mismos han contribuido a provocar, interesados como están por obtener jugosos réditos del desastre mexicano: entre más caótico sea México mayores oportunidades tendrán de intervenir, bajo el pretexto de que la violencia en México representa una amenaza (en este sentido hay que ver el debate del programa Plaza de armas, conducido por Ismael Carvallo para la televisora del gobierno de la Ciudad de México: “México y Estados Unidos: narcotráfico, geopolítica y seguridad nacional”, donde se aportan cifras y datos que, esos sí, son reveladores.
En un escenario como el que se describe no hace falta ser un genio para entender lo que le espera a México si sus autoridades continúan en su empeño de dejar que los estadounidenses se paseen a sus anchas por México en un verdadero día de campo de espías que, como si de una comedia grotesca se tratara, ya no tienen necesidad de esconderse: México puede convertirse en una nueva Colombia, con bases militares del gobierno de EUA asentadas en nuestro territorio, como ya lo ha advertido el político mexicano Andrés Manuel López Obrador.
¿Qué hacer? Primero, comprender que el problema del narco en parte tiene sus raíces en una dialéctica de Estados brutal y que la solución, que es posible, que existe, tiene que salir de los mexicanos y no de sus supuestos amigos, tan interesados como ingenuos son nuestros gobernantes.
Salud, Revolución, Hispanidad y Socialismo.